Vuelve el Diego, ¿qué hacemos con Maradona?

Vuelve el Diego, ¿qué hacemos con Maradona?
6 septiembre, 2019 por Redacción La tinta

Se confirmó el regreso de Diego Maradona al fútbol argentino. Su presencia ahora será más presente, sus contradicciones estarán en la vidriera mediática diaria. Su vida personal y su figura deportiva. Sus pronunciamientos políticos y las acusaciones por violencia contra su ex pareja. El deseo futbolero de querer verlo en cancha una vez más. Creo que hay solo una seguridad, el regreso de Diego nos interpelará socialmente y nos exigirá respuestas. ¿Qué hacemos con Maradona?

Por Gonzalo Reyes para La tinta

Mis dedos están entumecidos. Helados, pero no de frío. Mi cerebro hierve y mi corazón explota. Como todo aquello que se sitúa en las fronteras de lo extremo, las consecuencias de esas sensaciones son ambiguas. O más que ambiguas, son duales. El regreso de Diego Armando Maradona a la Argentina me genera encuentros, choques, colapsos emocionales, contradicciones políticas e ideológicas. Mi ser interior se siente como la central nuclear de Chernobyl el 26 de abril de 1986. Sumergido en ese desastre interior, me pregunto: ¿Qué hacemos con Maradona?

En medio de un contexto social, económico y político tan particular como histórico, a nuestro país se le suma el último de los jinetes del Apocalípsis nacional. La metáfora es tan extrema como argenta. Tan exagerada en los hechos como real en las sensaciones. Tan maradoniana como un «me cortaron las piernas». Lo peor y lo mejor de Maradona es que nos sentimos un poco como él. Pero no como Diego Maradona, la persona, sino como Diego Maradona, el relato. La interminable usina de metáforas que es nos persigue siempre para interpelarnos sin dejarnos un margen para ignorarlo. Hay algo que nunca generará Maradona: indiferencia. Nunca dará lo mismo su ausencia o su presencia. ¿Qué hacemos con Maradona?

Mientras se definía la llegada del 10 al banco de Gimnasia y Esgrima de La Plata para dirigir los destinos futbolísticos del equipo masculino de Primera División, a la subcapitana del plantel femenino del Lobo le preguntaron qué le generaba la noticia. El club platense creó una Área de Género a mediados de 2018, como resultado de las luchas del movimiento feminista dentro del fútbol, con el objetivo de promover la equidad de género, respetar las diversidades y erradicar la violencia. «No hay que dejar pasar que haya ejercido violencia en algún momento», señaló la jugadora Mercedes Carlini en una entrevista radial, haciendo referencia a las imágenes de las agresiones del exfutbolista sobre Rocío Oliva que se conocieron en 2017.

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Matías Morla (abogado de Maradona), Diego Maradona y Gabriel Pellegrino (presidente de Gimnasia)

La pregunta que debió responder Carlini no es nada sencilla. Primero, por su condición de mujer y jugadora precarizada del club. Segundo, porque es futbolera: «Hay que poder separar entre una cosa y la otra. Creo que Diego Maradona mostró muchas aristas a lo largo de su vida y hay que saber separar lo que fue como futbolista y lo que es fuera de la cancha. Es una discusión muy difícil, con muchos puntos de vista», expresó, dejando en claro sus sensaciones encontradas. Pero agregó: «Yo creo que esto no va a pasar por alto. Es una figura que mueve muchas cosas más allá del fútbol, por lo que fue su carrera, pero creo que, en el estado actual en el que se encuentra el mundo y el país, toda la revolución femenina y la lucha de la mujer en este mundo machista, es algo que no se le va a dejar pasar así como así».

También en 2017, Diego comenzó a utilizar sus redes sociales contra el cerrojo mediático que sufría el gobierno de Nicolás Maduro, ante la embestida de EE.UU. y sus aliados internos. Allí también surgió el debate producto de la guerra de contradicciones permanente que nos plantea Maradona. «Se dice de izquierda y, al final, vive como millonario», le dispararon desde las barricadas ideológicas de la izquierda y la derecha. Sin embargo, sus palabras instalaron otra visión en una agenda amurallada. En medio de las contradicciones, escribí una nota titulada «Dejemos que Diego juegue para Venezuela», desde una visión pragmática, en vista de los resultados que generaron sus dichos: «A estas alturas, no hace falta explicar que su posición ideológica ante cualquier acontecimiento mundial puede ser una patada al termostato de cualquier humor social. Su palabra, puesta en el platillo izquierdo o derecho, modifica el equilibrio de la balanza. Y él lo sabe. Si no, no se explica que salga a bancar a un gobierno jaqueado por el imperialismo, por más que lo haga desde una lujosa torre de Dubai», expresé.

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Un mes más tarde, Darío Sztajnszrajber ofrecía su visión del fenómeno Maradona a La tinta: «Yo creo que la clave es no mezclar ámbitos y aceptar la fragmentación propia de lo humano que, de algún modo, se proyecta como fragmentación propia de todas nuestras prácticas. Me parece que no sólo es necesario, sino que sería fundamental que no haya una continuidad de criterios en todo lo que hacemos. Porque, si no, una de nuestras facetas de esa multiplicidad de fragmentos que nos constituyen se terminaría imponiendo sobre el resto». Justo él, el filósofo hincha fanático de Estudiantes de La Plata, aportaba a un debate que quizá nunca tenga una final: «El filósofo que más respeto y que me ha partido la cabeza históricamente es Heidegger que fue nazi. No sólo no tengo nada de nazi, a mí me hubieran metido en una cámara de gas. Sin embargo, su filosofía me conmueve, pero porque, cuando hacía filosofía, no hacía nazismo».

La pregunta me sigue dando vueltas. ¿Qué hacemos con Maradona? Y qué haremos ahora que su presencia será aún más presente, más constante, más diaria, más mediática. ¿Cómo nos interpelará y qué haremos con eso? Intercambiando mensajes con colegas periodistas, me alivia saber que esas dudas no me pertenecen exclusivamente. Están germinando con esa misma sensación de contradicción imposible de resolver. Alegría, duda, incertidumbre. «Frente a estos personajes, no sirven las miradas moralistas y dicotómicas», me dice un periodista y sociólogo. Otra colega me señala que será un desafío abordar el tema desde la perspectiva de género, ya que hay muchas jugadoras, hinchas y futboleras que admiran al Diego como fenómeno del deporte.

Existe solo una cuestión que no dejaré en duda en este artículo y que es la razón por la cual lo he escrito: Maradona nos interpelará -aún más- y el desafío estará en buscar respuestas a lo que genere el Diego. ¿Habrá que deconstruir a Maradona, a su figura, al símbolo que una época y su cultura formó? Es probable. Pero no nos será indiferente. Quizás preguntarnos sobre qué hacer con Maradona, el hombre, el símbolo, logremos nuevas respuestas para estos nuevos tiempos del fútbol, del país y de la sociedad que construimos.

*Por Gonzalo Reyes para La tinta

Palabras claves: Diego Maradona, Gimnasia de La Plata

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