Caso Micky: caza de brujas moderna

Caso Micky: caza de brujas moderna
12 septiembre, 2019 por Redacción La tinta

La Cámara 2da del Crimen reinició, este miércoles, el juicio contra Brenda Micaela Barattini, acusada de herir en su «santo pito» a Sergio Fernández. Lejos de ser sujetos de su tiempo y problematizar el contexto de violencia de géneros de la agresión, el tribunal hizo lugar al pedido de la Fiscal Laura Battistelli, quien solicitó el cambio de carátula a “tentativa de homicidio calificado por el vínculo y por alevosía”. En su declaración, Micky explicó el tejido de violencias que precedió a la acción de autodefensa de la que fue parte.

Por Redacción La tinta

Si bien Micky se sentó en el banquillo el 26 de agosto de 2019, su juicio comenzó hace casi dos años, el 25 de noviembre de 2017, cuando fue detenida con prisión preventiva. La defensa presentó tres pedidos de excarcelación, pero le negaron la posibilidad de esperar el juicio en libertad.

A pesar de que la causa fue caratulada inicialmente por lesiones. A pesar de no contar con antecedentes. A pesar de que las pericias psicológicas arrojaron que no había peligro futuro. A pesar de contar con domicilio fijo y con dinero para pagar fianza. Para quienes nos tildan de exageradas cuando decimos que esto es una persecución, les desafiamos a buscar otros casos en que se dé este accionar.

Tras el solo testimonio de Fernández, y sin tener en cuenta que las lesiones fueron en un contexto de violencia, y con heridas que pudieron ser sanadas, se accedió al cambio de carátula solicitado por la fiscal Laura Battistelli. Esta nueva acusación significa una pena no excarcelable de entre 10 y 15 años. ¿Acaso no es evidente que no hubo intención de matarlo? ¿No es obvio demostrar que herir un pito no tiene como fin provocar la muerte?


Consultamos a Soledad Vargas, una psiquiatra y compañera en esta lucha de la familia de Micaela, quien explicó que “hacer este cambio es político” y que hay un discurso que no se deja atravesar por la perspectiva de géneros, incluso, el jurídico “hace creer que uno puede operar con cierta neutralidad y no, acá, de acuerdo como una lee el hecho, no sabemos quién es la víctima y quién el victimario”.


Micky es una de las malas víctimas, es de las que no denuncian, de las que se defienden. En el comunicado difundido desde Familiares de Micky y autoconvocades, afirman que “cuidarnos entre nosotres no sólo es hacer un registro de muertes que el machismo se llevó, sino la urgencia de conectar con aquelles que se negaron a engrosar la lista de muertes o sumises del orden opresor”.

No negamos los hechos, pero entendemos que el sistema judicial es profundamente patriarcal y de eso tenemos pruebas de sobra, en este caso y en tantos otros. Comprendemos también cómo opera el aparato mediático que, lejos de problematizar las situaciones, vive de nuestros cuerpos y del morbo vendible que genera con cada caso, profundizando lo más rancio de la cultura machista.

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(Imagen: Colectivo Manifiesto)

Entender el contexto

¿Qué se juzga cuando se juzga a Micky? ¿Cuál es la moral que se pone en juego? Vargas asegura que “Micaela expuso una situación que ella estaba viviendo y la pudo ´resolver´ de esta manera, y esto hace que se haga público un accionar de él: un varón que era mediático, que tenía una banda, un rol social, un buen padre de familia. De repente, se lo expone como un hombre que tenía relaciones extra matrimoniales, que le seccionan parte de sus genitales por estar cogiendo con otra. Tal vez, parte del ensañamiento de la querella tiene que ver con la mala publicidad que se hizo de este buen hombre”.

Micky sostiene que la relación con el músico estaba signada por la violencia y el acoso. Los vínculos afectivos y la responsabilidad estaban siendo constantemente violados por Fernández, quien llegó incluso a circular entre sus conocidos fotos íntimas que ella le enviaba. Todo eso se constituye en violencia de género, sistemática, psicológica y afectiva. «Él me trataba como un trofeo, me hacía ver como una cola. Yo era la cola. Vulneró mi intimidad, mi vida y mi carrera», afirmó Micky en la primera audiencia con jurados populares. Su psicóloga explicó que “la justicia y los pasos que hubieron no sé si están a la altura de leer estas circunstancias, porque, para pensar por qué una mujer hace algo así y herir de esa manera, no sólo se puede mirar a la mujer, no se puede creer que se está juzgando con la misma vara. Eso es muy ingenuo o es ensañamiento”.

La mujer acusada explicó en su declaración que no quiso asesinarlo, sino herirlo para que sienta lo que ella sintió cuando él la expuso en su intimidad, cuando reiteradamente la trató como un objeto. Atacar sus genitales fue una manera de que él sienta lo que sentimos las mujeres cuando nos denigran, nos cosifican y nos violentan. Ella reconoce su acción, pero pide que entiendan el contexto en el que se sucedió.

“Es fundamental para pensar un caso de este tipo y una situación de este tipo, y unas historias de este tipo, que se tenga en cuenta la disimetría a nivel género en todas sus instancias, en cómo nos vinculamos, cómo la justicia escucha a una mujer, un hombre, a una persona trans”, explica Vargas. “Cambiaría nuestro modo de mirar algo si estamos movilizados por esa perspectiva. Creo que eso es lo que no está pasando, no se está teniendo en cuenta que hubo algo de ese orden que hizo que estemos hablando de esto en este momento”.

Las audiencias retomarán el martes de la semana próxima en la Cámara 2da del Crimen. Es importante comprender como mujeres y cuerpos femeneizados que Micky es la cristalización de lo que nos pasa al defendernos. Apoyar a Micky y empatizar con su situación significa aportar para que no sea sentenciada a prisión, pero también es resistir a la caza de brujas moderna que nos quiere presas si nos defendemos de la violencia machista.

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(Imagen: Colectivo Manifiesto)

*Por Redacción La tinta / Imagen de portada: MEDIONEGRO.

Palabras claves: Brenda Barattini, Justicia machista, Violencia de género

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