Tres economistas, tres miradas de la crisis argentina

Tres economistas, tres miradas de la crisis argentina
10 septiembre, 2019 por Redacción La tinta

Ante la fuerte devaluación de la moneda, la pérdida de poder adquisitivo y las medidas adoptadas por el gobierno luego de las elecciones primarias, «Notas» consultó a especialistas para que analicen lo que está pasando y lo que se puede esperar de acá en más.

Por Notas

Un día después de las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias, el dólar pasó de rondar los 45 pesos a 60. El presidente Mauricio Macri culpó a las y los votantes por esa devaluación del 30%. Sin embargo, unos días después comenzó a anunciar una serie de medidas contrapuestas a la política económica que vino llevando hasta entonces.

Esto fue coronado con el decreto del pasado 1 de septiembre que estableció un control cambiario y un límite a la compra mensual de dólares.

¿Se quemaron los papeles de los manuales neoliberales?

“El viraje se explica sólo en función de recuperar los instrumentos de política cambiaria y monetaria que el Banco Central de Federico Sturzenegger autoeliminó”, apuntó el economista y doctor en ciencias sociales, Lucas Becerra. Pero aclaró que “estas medidas son de corte defensivo y no propositivo”.

Es decir que no generan un escenario “en el cual nuevas inversiones lleguen a Argentina o los propios agentes domésticos desarmen sus posiciones en dólares”. Debido a la alta inflación y la caída del PBI, “solo buscan reducir el ritmo de compra de dólares”. “En este sentido puede desacelerar el proceso de fuga de capitales pero no resuelve en ningún sentido los problemas estructurales del sistema como son un Banco Central quebrado financieramente, tesoro endeudado en moneda extranjera y agentes domésticos que buscan refugio y ganancias (en pesos) comprando activos dolarizados”, opinó Becerra.

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(Imagen: Colectivo Manifiesto)

Por su parte el economista Sergio González Morales considera que las iniciativas adoptadas por el Ejecutivo son “tibias y sobre todo fiscales”, que se expresan en “un mayor gasto público o exenciones impositivas”.

Entre estas se cuentan el pago de los aportes personales de los trabajadores registrados por dos mil pesos en septiembre y octubre, la deducción del pago del impuesto que realizan los monotributistas en aproximadamente mil pesos, el bono de cinco mil pesos para empleados públicos, el aumento de la Asignación Universal por Hijo y de las becas Progresar.

Para González Morales no es más que una decisión “claramente electoralista” que “no tiene ningún fundamento económico y no es parte de ningún programa de gobierno”.


“Las medidas, acotadas al período pre-eleccionario, se pueden entender como un financiamiento o compra de votos con dinero público” que compensaba los pesos perdidos por la devaluación “siempre que la cotización del dólar se contuviera”.


Finalmente, la economista María Cecilia Iselli plantea un matiz y propone “discutir si efectivamente son doctrinarios, unos meros ejecutores de una ideología económica que no tuvo los resultados que ellos esperaban” o si el modelo aplicado hasta las elecciones tenía el objetivo de “fugar capitales sin restricciones, reducir los controles del Estado sobre el sector del capital, bajar enormemente los costos laborales, reducir retenciones y beneficiar a una minoría privilegiada”.

“Creo que en las últimas semanas no se les quemaron los papeles, porque para algunos sectores este modelo fue exitoso, es uno de los mayores saqueos y en un plazo cortísimo, y creo que el cambio se da básicamente porque en principio la gente les puso un freno en las PASO votando mayormente en contra”, dijo. “Se trató de aleccionar a la sociedad con una extorsión de empobrecernos aún más si no cambiábamos el voto, como eso no funcionó, temieron que la situación social sea incontrolable”, acotó.

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(Imagen: Colectivo Manifiesto)

Crisis comparadas

Durante los últimos años, pero sobre todo los últimos meses, resurgió la memoria de la crisis. Las comparaciones con 2001 y también con la hiperinflación de 1989, se volvieron moneda corriente en los medios de comunicación, las redes sociales y las calles.

Sin embargo la historia no se repite y cada proceso tiene sus particularidades. En ese sentido González Morales explicó que “la principal diferencia es que en 2001 estábamos en un sistema de convertibilidad”. Eso estaba establecido por ley y suponía que la cantidad de pesos en circulación debían estar respaldados por las reservas en dólares.

“El problema de este sistema es que ante restricciones con el sector externo (déficit de cuenta corriente por menores exportaciones respecto de las importaciones) que fue el caso argentino, se tendió a depender de la toma de deuda por saldar el déficit que dejaba el comercio”, apuntó.

Asimismo detalló que al ser el tipo de cambio un peso/un dólar, si de un momento para otro “se te iban millones de dólares”, como sucedió, “estabas obligado a sacar de circulación la misma cantidad de pesos para mantener el tipo de cambio, afectando la actividad, el crédito, el gasto público y también la recaudación que precisaba el gobierno para pagar los servicios de deuda”.


Becerra a su vez sostuvo que las principales diferencias respecto de 2001 son tres. En primer lugar coincidió en que como “la paridad 1 a 1 ya no existe, el efecto devaluatorio ya está descontando por parte de los agentes”. Pero también agrega que, por un lado, “los préstamos ya no tienen descalce cambiario (los únicos que tienen deudas en dólares son aquellos que tienen ingresos en dólares)” y lo que desde su punto de vista es “más importante” es que ahora existe “un riesgo sistémico que no existía en 2001: los depósitos atados a las Leliqs”.


“Si el BCRA no logra sostener la renovación de Leliqs, ¿de donde van a sacar los bancos comerciales el dinero para pagar tasas de interés superiores del 50% anual?”, se preguntó.

Por último consideró que “hay riesgo de hiperinflación” pero eso, a esta altura, “ya no depende ni siquiera del valor del dólar”. Gónzalez Morales, en cambio, lo ve más díficl ya que “las hiperinflaciones se relacionaban más a escenarios de economías en pleno empleo (como la recibida en 2015) pero con un Estado que emitía fuertemente para responder al pago de los servicios de deuda (como el gobierno de Alfonsín)”.

“En ese escenario, la hiperinflación era producto de la fuerte emisión que erosionaba el poder de compra y no de una política deliberada del gobierno de licuar salarios vía devaluaciones con recomposición salarial siempre a la baja”, afirmó.

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(Imagen: Colectivo Manifiesto)

La pesada deuda

Más allá de la crisis en curso, la pregunta que surge está vinculada a cuánto puede durar, si es posible que se profundice y qué medidas habría que tomar para solucionarla.

“La situación para el próximo gobierno es muy complicada, va a disponer de menores recursos para atender una emergencia económica que deja a cada vez más sectores por debajo de la línea de la pobreza, mayormente mujeres y niñes”, afirmó Iselli.

De acuerdo a su mirada, la próxima administración debería “cambiar las prioridades y que el gasto se oriente a estos sectores, un redistribución del ingreso más progresiva permitiendo recuperar el salario real a les trabajadores, volver a garantizar salud y educación de calidad, una reforma tributaria progresiva y suspender los pagos al FMI y auditar el saqueo de este gobierno en convivencia con el organismo”. “El pueblo trabajador no puede cargar con el pago de una deuda que se utilizó para financiar la fuga de capitales y que no redundó en ningún beneficio para la sociedad argentina”, sentenció la economista.

Becerra consideró que es fundamental “sanear el Banco Central” ya que “no hay banco con poder mercantil efectivo que sea deficitario”. “El proceso de saneamiento no es de corto plazo, requiere de un plan monetario, financiero y cambiario”, dijo.

“Además se debe desarmar el mecanismo antieconómico de generación de riqueza vía revaluación de activos dolarizados. Eso se hace evitando un piso en la cotización del dólar”, agregó. También opinó que el Tesoro “debe comenzar de inmediato un swap de deuda en dólares a pesos” ya que “es inadmisible que un Estado que tiene sus gastos en pesos se endeude en dólares”.

Si bien Becerra dijo no estar seguro de si el próximo gobierno “implementará un esquema en este sentido”, no dudó en remarcar que “si no lo hace los problemas seguirán”. “Hay que salir de una estrategia defensiva y entrar en una de tipo ofensiva, orientada a fortalecer el peso en el marco de una política monetaria, financiera, cambiaria y, sobre todo, industrial consistente”, concluyó.

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(Imagen: Colectivo Manifiesto)

*Por Notas.

Palabras claves: crisis economica, economia

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