Ganarle un día al olvido
Por séptimo año Alfredo Cuellar celebró con una jornada cultural, la vigencia de la lucha anticarcelaria con el nombre propio y la historia de vida de su hija, “la China”, asesinada en 2012 en una de las cárceles de Ezeiza bajo resguardo del Servicio Penitenciario. Fue el sábado en la Asamblea Popular Plaza Dorrego.
Por Laura Salomé Canteros para Marcha
“Querida hija:
siempre esperaba con ansia que llegara este día para poder abrazarte, para poder hablar, bailar y reír a tu lado. Pero ahora no quiero que llegue nunca este día, tu partida nos destrozó por completo y se nos hace muy difícil seguir adelante. Pero vos nos marcaste este camino y nos enseñaste a ser fuertes en los momentos más difíciles, a ir con convicción y compromiso y eso es lo que nos mantiene en pie.
Hoy (12 de agosto) estarías cumpliendo 30 años y no tenerte me parte el alma. Sé que me estás mirando, sé que me estás escuchando, solo te pido que desde ese lugar lejano donde te encuentres me sigas cuidando, que me sigas guiando y por sobre todo, que sigas iluminando mi camino y no me dejes caer. ¡Te extrañooooooo!”.
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¿Vieron cuándo festejamos liberaciones? Es porque sabemos que las cárceles no son lugares para vivir. Mucho menos para morir. Sabemos que estamos salvando, en la mayoría de las ocasiones, a mujeres pobres de un sistema intramuros de tortura y tratos crueles que en verdad, amplifica y consolida las desigualdades y violencias sistemáticas y sistémicas.
Hace siete años, a instancias de la lucha de su padre, Alfredo, activistas y organizaciones antirrepresivas y anticarcelarias conmemoran con una jornada cultural, el que sería el cumpleaños de Florencia “la China” Cuellar, una joven asesinada bajo resguardo del Servicio Penitenciario Federal el 23 de diciembre de 2012 en la Unidad IV de Ezeiza.
Es un acto para ganarle un día más al olvido. Una ocasión para recordar, con nombre propio, la historia de una piba que cumpliendo una pena mínima nos interpela para exigir que ninguna más sea asesinada dentro de un penal. Una forma de abandonar la indiferencia y activar por cambiar el sistema apelando a la memoria y a la verdad. A la justicia no. Porque para algunas historias ésta se parece más a la impunidad que a la reparación o el reconocimiento que buscan les familiares.
Es que la muerte finalmente no está tan segura de vencer y pretende renacer en el olvido. “La China” está presente y vive en el corazón de quienes la recuerdan en cada convocatoria que se vuelve paradigmática. Es poesía encarcelada que ansía volar libre o bandera ondeada en alguna marcha frente a cualquier color pastel careta. Es estencil azul inolvidable en la página de un viejo diario de protesta. Es remera violeta con su cara, en el pecho orgulloso de alguna de sus compañeras. Es canción de rap libertario o fanzine autogestivo donde la tinta colectiva ostenta el desprecio por el orden y las jerarquías.
A Florencia “la China” Cuellar la golpearon y dejaron agonizar agentes del Servicio Penitenciario Federal (SPF) en la Unidad IV de Ezeiza el 23 de diciembre de 2012 y luego intentaron disfrazar la situación como un suicidio. Así lo denuncia su padre, Alfredo, luchador por los Derechos Humanos, quien se enteró por un llamado no oficial que “algo había pasado” con su hija, de 23 años y que estaba privada de su libertad desde 2007. Había estado hablando con ella unas horas antes.
A Alfredo Cuellar le mataron a su hija pero no dejó de ser padre. Esa figura de autoridad a la que tempranamente nos enfrentamos pero que en su caso, se deconstruye y regenera en los constantes abrazos que recibe de parte de las que fueron compañeras de “la China” en la cárcel. Son esas pibas que lo llenan de orgullo, las amigas de su hija, las rebeldes, las que “le ganaron al sistema”. Las que le recuerdan que con solo mirarlas a los ojos, puede volver a verla.
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“Con China fuimos compañeras, nos conocimos en la calle, luego nos cruzamos en el pabellón de menores y luego tuvimos muchos momentos de lucha contra el Servicio Penitenciario”, contó “La Pipi” cuando tomó el micrófono durante la actividad, “fuimos muchas veces reprimidas, hostigadas, vulneradas. Hoy es su cumpleaños, me siento orgullosa y es un privilegio estar acá con su familia, amigues y poder presentarme como su compañera”, agregó, emocionada.
“Lo que me ha pasado otras veces que vine al cumpleaños de la China, es que me iba con más dolor del que llegaba”, compartió Eva, otra de sus compañeras que también la conoció de chiquita, “hoy llegué, vi las caras, pude escuchar algo de lo que estuvieron hablando les familiares y ahora estoy contenta. Sé que es un festejo”, agregó, a pesar de admitir su verguenza para hablar en público. Eva fue quien (nos) recordó que hace siete años se conmemora esta fecha.
Es que tanto “la Pipi” como Eva forman parte de un entramado activista que se abraza intersectorial entre la lucha antirrepresiva y el movimiento feminista. Fundiendo el negro con los múltiples colores en una batalla que se sabe cultural si queremos derribar los muros de todas las prisiones. Así lo hizo “la Pipi”, integrante de “Yo No Fui”, al participar del tema “Me amotino” junto a la banda de cumbia popular y feminista “Sudor Marika” -tema que sonó durante toda la tarde del sábado en la Asamblea-. Así lo hizo Eva, al llevar su voz hace semanas a Colombia, donde participó del “Primer Encuentro de Mujeres de las Américas que han estado en prisión” y que se llamó “Mujeres libertarias fundiendo rejas”.
“Luchamos contra el Estado, el gobierno, la represión de la policía, contra las violencias institucionales”, aclaró “la Pipi”, “las pibas no la pasan bien (en la cárcel), hace poco una se prendió fuego en uno de los buzones y por ella nos movilizamos porque siempre el sistema nos está reprimiendo y nos quiere callar”, agregó. Eva se enfocó en el proceso de senisbilización y articulación que lleva adelante el padre de “la China”, y exclamó: “valoro un montón este proceso de transformar el dolor de la pérdida de un familiar en organización y estar acá festejando. Hoy me voy contenta y tranquila”.
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“No es fácil salir en libertad y estar acá” dijo Alfredo Cuellar al retomar la palabra tras el sentir aplaudido de las pibas, “no es sencillo presentarse ante una sociedad que discrimina constantemente por el solo hecho de haber cometido un delito”, agregó, “y por eso se celebra, por eso luchamos. Para tratar de modificar este maldito sistema día tras día”.
Alfredo lo hace avanzando en la organización y articulación de víctimas y familiares de víctimas de la violencia institucional y el abuso de poder de las fuerzas represivas, a la par de los reclamos por el esclarecimiento de los asesinatos dentro de los penales, el cese de las decisiones políticas que permiten el gatillo fácil y el odio social que hacen posible la criminalización de la juventud y la pobreza. Y por eso fue secuestrado, golpeado y vive constantemente amenazado.
La próxima parada será el 27 de agosto, día en que se marchará en todo el país contra el gatillo fácil. Alfredo pisará firme en primera fila sosteniendo la memoria de “la China” y una pesada bandera. No está solo, estará junto al resto de les familiares que le acompañaron durante la jornada cultural: Emilia Vassallo en memoria de Pablo “Pali” Alcorta; Ivonne Kukoc en memoria de Juan Pablo, asesinado por Luis Chocobar; “el Bocha Rego”, en memoria de su hijo a quien mataron el mismo día del cumple de “la China” y Lourdes Hidalgo, sobreviviente de la masacre del taller textil Luis Viale, entre otres.
“¿Qué cómo podemos estar felices?”, (se) preguntaron en algún momento durante la jornada, organizada una tarde de sábado de tímido sol en la Asamblea de Villa Dorrego, en San Telmo, CABA. Los abrazos iban y volvían. Los murmullos salían y entraban. Y como dentro del movimiento feminista pero en la lucha antirrepresiva, la actividad también estaba llena de jóvenes. Que participaban, se involucraban, se pasaban contactos, aplaudían y animaban. De pronto se cantó: “un día al asesino le tocará perder”. Será cada vez que le ganemos la pulseada al olvido. Florencia “la China” Cuellar, ¡presente!
*Por Laura Salomé Canteros para Marcha. Fotos: Marcha.