Un acto de libertad: la imprenta del PRT-ERP – Parte 2

Un acto de libertad: la imprenta del PRT-ERP – Parte 2
1 julio, 2019 por Redacción La tinta

Tras la recuperación de la casa donde funcionó la imprenta clandestina del PRT-ERP en barrio Observatorio de la ciudad de Córdoba, comenzó la construcción de un Espacio de la Memoria. Entrevistamos a César y Walter Martínez, hijos de la pareja militante Victoria Abdonur y Héctor Martínez, asesinados por la dictadura, y a María Abdonour, hermana de Victoria. El testimonio del Vasco Orzaocoa completa el relato. Aquí, la segunda y última parte de esta historia de militancia y lucha política.

Por Guadalupe Scotta y Débora Cerutti para La tinta 

“Callarse y no hablar durante años. Ahora, quiero hablar, llorar y reírme. Quería ver la casa, recuperarla y contar lo que pasó”.

22 de marzo de 2013. Perder el miedo

A Walter Martínez ya no le cuesta hablar en público. Dice que ya no tiene miedo. Cuando era niño, callaba. A Walter lo invitaron a abrir el corazón y contar sus recuerdos en la escuela de su hijo, cuando este tenía 12 años. Eran los días previos al 24 de marzo. Un niño le preguntó si todavía extrañaba a su mamá. Más vale que sí, le respondió llorando.

En agosto de ese año, las Abuelas de Plaza de Mayo anunciaron que un nieto más había recuperado su identidad. En más de tres décadas de lucha, consiguieron identificar a 130 bebés que fueron apropiados, en la mayoría de los casos, tras la desaparición y asesinato de sus madres.

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(Imagen: Colectivo Manifiesto)

13 de julio de 1976. La vida y la muerte en la casa

La imprenta es allanada y pasa a ser un centro de operaciones de los militares. La operación estuvo a cargo del Grupo de Artillería Aerotransportada 4 del Tercer Cuerpo del Ejército con el teniente coronel Carlos Alfredo Carpani Costa al frente del operativo.


El Vasco Orzaocoa señala que la casa vivió dos etapas. El paso de una a la otra estuvo marcado por la caída de la misma. La primera fue de vida, de militancia, de proyección de sueños revolucionarios. La otra fue de muerte, de tortura, de negación de la vida. Durante mucho tiempo, la casa de Fructuoso Rivera al 1035, donde había funcionado la imprenta clandestina del PRT-ERP , y las manzanas circundantes a la casa, en barrio Observatorio de la ciudad de Córdoba, estarían militarizadas.


Durante aproximadamente un año, varias personas pasaron por allí y fueron torturadas. Tiempo después, el poder militar generó falsa documentación en la que se afirmaba que Juana Ercilia Bianchi de Jaroszowok era propietaria del inmueble a partir del 1 de abril de 1976. La mujer había fallecido tres años antes.

Después de la apropiación del inmueble, la casa fue ocupada por Ofelia Cejas y un hijo (ella viuda de un ex empleado de Tribunales Federales), quienes vivieron hasta el proceso de restitución a lxs hijxs de Victoria y Héctor Eliseo.

19 de julio de 1976. El secuestro y la tortura

A Maruca Abdonour, hermana de Victoria, la secuestraron el 14 de julio, dos días después del allanamiento de la imprenta. Maruca estuvo 15 días detenida desaparecida hasta que fue liberada.

El 19 de julio de 1976, las preguntas fueron insistentes, repetitivas. ¿Dónde está tu hermana, dónde está tu hermana? Las respuestas de Maruca también. No sé, no sé. Hubo golpes y silencios. El día de su secuestro, le habían puesto una bolsa de arpillera pesada que la cubría entera. Con olor a muerte.

Al día siguiente del secuestro, la trasladan a Campo de la Ribera. Ella no supo dónde estaba hasta mucho tiempo después. La llevaron a uno de los centros clandestinos de detención, tortura y exterminio más grandes de Córdoba. Campo de la Ribera funcionó como base operativa del Comando Libertadores de América desde diciembre del 1975 a 1978. Por allí, pasaron alrededor de 4000 personas de las cuales 100 están aún desaparecidas.

Maruca hacía cuatro días que estaba allí. Sin comer, sin moverse de la habitación donde la habían encerrado. Se acuesta en una cama de elásticos hundidos, vestida. Siente frío, aunque está abrigada. La primera noche, acostaron a cuatro mujeres a su lado. Estaban heladas y yo calentita, se calentaban con mis pies, dice Maruca. Solo le quedaba esperar.

La cuarta noche de su secuestro, Maruca comenzó a sentir camiones que se detenían. Muchas mujeres fueron trasladadas a Campo de la Ribera, todas ellas vendadas. Algunos datos sabíamos, pero no los nombres, dice Maruca. Les habían prohibido hablar. El miedo se incrementó cuando Maruca salió del centro clandestino. Ser reconocida por los militares en la calle y no poder reconocer a sus captores le provocó encerrarse durante un tiempo.

Yo llevaba una cartera, llevaban anillos, el reloj, me lo habían sacado todo, me lo devolvieron todo, me hicieron firmar y nos soltaron. Nos trajeron hasta la puerta junto a mi cuñado. Salí y veía un camión con los militares, se me aflojaban las piernas, confiesa Maruca.

En febrero de 2014, Maruca declaró en la megacausa del juicio La Perla – Campo de la Ribera que comenzó el 4 de diciembre de 2012. Ella fue una de las 580 testimonios de víctimas sobrevivientes que, junto a 10 mil personas, esperó la sentencia en Tribunales Federales el último día del juicio. De lxs 43 imputados, 38 recibieron condena por su responsabilidad en el terrorismo de Estado entre 1975 y 1978.

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(Imagen: Colectivo Manifiesto)

19 de julio de 1976. Armar un Frente / Informes de la represión

En los documentos desclasificados de la inteligencia estadounidense, se detallan los movimientos de persecución al PRT- ERP y su buró político. El 15 de junio de 1976, los servicios de EE.UU. comunican los golpes a las imprentas, incluyen la captura de los hermanos de Mario Roberto Santucho y también afirman que estuvieron cerca de atrapar al “legendario líder del ERP”, aunque este último punto se aleja de los testimonios de lxs compañerxs.

Para ese entonces, el PRT-ERP, OCPO y Montoneros venían trabajando en la conformación de un frente común. Se habían producido encuentros entre los dirigentes y se difundió, desde 1975, en la comunicación interna del partido, un “borrador programático”.

El 19 de julio de 1976, Mario Roberto Santucho (PRT ERP) y Mario Firmenich (Montoneros) habían pactado un encuentro en Villa Martelli, Buenos Aires. La salida del país del referente del PRT fue postergada para sellar en persona la Organización para la Liberación de Argentina (OLA) donde convergerían las principales organizaciones armadas del país.

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(Imagen: Colectivo Manifiesto)

Santucho se escondía junto a Liliana Delfino, Benito José Urteaga y Ana María Lanzilotto (compañera del Gringo Menna) en un departamento ubicado en la calle Venezuela 3149 en provincia de Buenos Aires. Ese mediodía, un grupo de tareas de la dictadura militar, al mando del capitán del Ejército Juan Carlos Leonetti, ingresó y abrió fuego. Allí fue herido de muerte Santucho, Urteaga y el propio Leonetti.

El operativo contó con unos pocos efectivos de las fuerzas militares, se habla de cuatro o cinco. Este indicio echa por tierra las versiones de prensa y de la inteligencia represiva sobre la certeza del escondite de Santucho. La conformación de la Organización para la Liberación de Argentina se vio truncada, el PRT- ERP acababa de sufrir la captura y muerte de sus principales referentes.

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(Imagen: Colectivo Manifiesto)

22 de mayo de 1977. La desaparición y el despojo

Con el pastillero, una servilleta y un par de elementos más sobre la mesa donde la estamos entrevistando, Maruca traza la cartografía donde se produjo el asesinato de su cuñado y el secuestro de su hermana en Moreno, provincia de Buenos Aires.

Victoria Abdonour y Héctor Eliseo Martínez se habían refugiado en una casa en la calle La Tablada, luego de la huida de Córdoba. Allí, continuaban realizando tareas de militancia y prensa. Empezaron a escuchar tiros. Voy a quemar unos papeles, vos salí, le dijo Héctor a Victoria. Ella agitó un trapo blanco. Tenía a César en sus brazos y Walter y Laura a su lado. Boleta amarilla, gritaron y los militares dejaron de disparar.


Walter se despierta con los ruidos de las balas. Pensó que eran bombas. Algunos vecinos le contarían, décadas después, que el último grito de Héctor fue un regalo a la vida, a la revolución. Salió al patio y lo mataron. Walter recuerda cuando lo sacaron de la casa envuelto en una sábana, le vendaron los ojos a su mamá, la esposaron y la subieron a un camión militar. El 22 de mayo de 1977, Héctor fue asesinado de un balazo. Victoria fue secuestrada. Ambos aún se encuentran desaparecidos.


Los militares comenzaron a sacar todos los muebles. César, Laura y Walter fueron retenidos en una casa en construcción hasta que dejaron de cargar las cosas de su familia en las camionetas del ejército y repartir algunos objetos entre lxs vecinxs. Un militar preguntó si alguien quería a lxs niñxs.

María Rosa usaba el apellido de su marido, Villalba. Por eso, Walter no puede recordar cuál era el de soltera. Pero sí recuerda que lo tomó de la mano a él y a Laura. A César lo alzó en sus brazos. Esta mujer era peluquera y se había hecho amiga de Victoria.

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(Imagen: Colectivo Manifiesto)

Septiembre de 1977. El reencuentro

Acordate de la tía Maruca, Cassaffousth 743, le dijo Victoria a Walter mientras los milicos la apuntaban con un arma al cuello. Yo al número me lo olvidé, cuenta Walter.

Un cura llamado Jorge buscó la calle en Córdoba capital y se dedicó, durante unos meses, a intentar localizar a Maruca. En un mapa, localizó la calle Cassaffousth. Walter recordó también que su tía vivía cerca del río. Este fue un dato clave para dar con la dirección correcta.

Julia, hermana de Maruca, fue hasta el Mercado a avisarle que un cura la buscaba para decirle que a su cuñado Héctor lo habían matado y que a su hermana Victoria se la llevaron. Y que lxs chicxs estaban bajo el cuidado de una vecina en la localidad de Moreno, en Buenos Aires.

Maruca trabajaba con su hermano vendiendo empanadas en el Mercado Norte. Juana Tuma, su abuela, había comenzado, en el año 1955, a vender comidas árabes. Parte de la familia Abdonur siguió la actividad gastronómica en restaurantes y catering. El Vasco Orzaocoa ubicaría a la familia Abdonour por las empanadas tiempo después, cuando comenzaron el proceso de restitución de la casa a sus legítimos propietarios.

Maruca viajó con el cura Jorge a Buenos Aires. María Rosa estaba con Laura, los suegros de María Rosa vivían al lado y estaban con Walter, y a César se lo había llevado Clara que vivía en José C. Paz, a unos 10 kilómetros, recuerda Maruca.

De allí, fueron a la localidad de Mercedes a hablar con el juez. Ella le contó el caso y este le dijo que fuera a Córdoba y, de vez en cuando, a la policía federal: Yo no fui, tenía miedo. La cuestión es que, un día, llegaron los policías, averiguaron en la vecindad, vinieron aquí y recibí un telegrama para que viajara. Fuimos a Mercedes y me los dieron en guarda. El sábado, teníamos que ir a la policía de Moreno y ahí me los entregaban. La decisión mía era que estos tres niños se quedaran conmigo. El sábado ese que Maruca tiene tan presente en la memoria, Walter, César y Laura comenzaron a estar bajo su cuidado. Fueron a Retiro a sacar los pasajes de vuelta a Córdoba y, esa tarde, le compró una pelota de fútbol a César en la plaza Miserere. César, el más pequeño, jugó con los hermanos. En el viaje de vuelta, lxs tres niñxs se quedaron dormidxs.

7 de marzo de 2019 – Recuperación de la casa

El 8 de noviembre de 2005, comenzaron el reclamo judicial. La recuperación les llevó 14 años de batallas legales. Como abogados, Vasco Orzaocoa y Pedro Salvadeo fueron quienes desentramaron las complicidades entre la justicia y la dictadura: en el año 1979, el Juez Federal Miguel Puga (ver causa de los Magistrados) otorgó el inmueble a un empleado de Tribunales. Una vez que se iniciaron los reclamos de los familiares para recuperar la casa, surge la falsa escritura de venta que los abogados lograron desestimar a partir de la presentación del acta de defunción de la supuesta compradora de ese entonces.

La casa de la imprenta vuelve, ahora se convierte en un espacio para la memoria: Imprenta del pueblo Roberto Matthews. Ese es el nombre con el que funcionó, un homenaje de sus compañerxs a Roberto, quien fue detenido y desaparecido en el momento en que hacía la distribución de la prensa del partido. Lo eligieron para que siga brotando en ideas, tinta y papel.

Tras años de negación, se abrieron las puertas. No consiguieron apropiarse de las memorias. Los sueños y fuegos que guarda ese territorio vienen creciendo a fuerza de trabajo colectivo y la mirada puesta en construir un espacio de todxs.

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(Imagen: Colectivo Manifiesto)

29 de junio de 2019

Che, leí la nota en La tinta sobre la imprenta del PRT-ERP. Ahí estuvo el hermano de mi viejo, al que secuestraron repartiendo la prensa. Es Roberto Matthews, si entraste, seguro viste el graffiti con su nombre, escribe el Mati Blanco, compañero fotógrafo de Buenos Aires.

Y es que la noticia alegra, conmueve. Queremos que las jóvenes generaciones conozcan la historia. En la imprenta, se gestaba el material de propaganda de las ideas socialistas, pero también un proyecto de país que, tras la dictadura, el capitalismo salvaje destruyó, dice el Vasco.

Me alegra, porque mi hermana y mi cuñado han dejado la vida por algo mejor que no está sucediendo, espero que, en el futuro, ayude a los más necesitados, a los desamparados. Un ejemplo de que ha sido una imprenta para educar a la población de lo que está pasando en este mundo, dice Maruca

Nosotros no crecimos con odio ni con rencor. Lo único que buscamos es justicia, porque ella, Maruca, es lo que nos enseñó, sonríe César.

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(Imagen: Colectivo Manifiesto)

*Por Guadalupe Scotta y Débora Cerutti para La tinta.

Un acto de libertad: la imprenta del ERP-PRT – Parte 1

Palabras claves: Dictadura Cívico-Militar, ERP, PRT

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