A despatriarcar: diálogos con María Galindo – Parte 2
El 11 de julio, realizamos, en Córdoba, la presentación de “A despatriarcar” junto a su autora, María Galindo, en el marco de la Cátedra Libre “Ideas Menores”. Aquí, la segunda entrega de lo que esta activista boliviana compartió con nosotres ese día.
Por Redacción La tinta
Seguimos compartiendo los pensamientos expresados aquel día por la pensadora boliviana. La tercera pregunta a María Galindo sobre los temas presentes en su libro A despatriarcar giró en torno al discurso autoafirmativo de la identidad como una etapa de un proceso de liberación. Ella cree que no es la liberación misma si la identidad se convierte en un lugar cómodo, acogedor y si se cae en el lugar de la víctima, de la victimización; no es una posición subversiva. Tampoco si se cae en la demanda de una agenda de derechos que nos coloca con el Estado en el juego demanda-concesión. La derivación trágica de los discursos identitarios ha llevado a lo que ella afirma como la pérdida del humor y del placer en sus discursos: «¿Qué miradas tenés para que el testimonio como relato personal sea un acto liberador y subversivo, y no se convierta en un acto rutinario y despolitizado?».
«Se nos ha dicho, y no entiendo muy bien en qué momento nos lo hemos creído, que la reivindicación identitaria es subversiva, es potente y es el lugar desde donde podemos hablar y construir. La hipótesis y la tesis, prácticamente de la que yo parto, es que la segmentación identitaria del sujeto político es una estrategia neoliberal. ¡¿Cómo?! ¡¿Qué dices!? ¿Que yo, al reconocerme como trans, es una estrategia neoliberal? ¿Que yo, al reconocerme como lesbiana -¡con lo que me ha costado!- es una estrategia neoliberal? Sí, compañeros, compañeras. Y voy a explicar por qué y en qué sentido es una estrategia neoliberal. Hay una fragmentación actual del sujeto político en base a identidades étnicas: en un país como Bolivia, soy indígena originaria. Hay fragmentación del sujeto político en base a identidades sexuales, etarias en fin, en base a una serie de identidades que provoca segmentos. Lo más grave es que provoca segmentos separados neológicamente, esquizofrénicamente nos separa de otros, primera cosa. Son segmentos que se niegan el espacio uno a otro».
Explicó que nos está pasando «la estupidez» de que alguien diga que “el feminismo no es el espacio de las trabajadoras sexuales” y reflexiona: «¿Por qué se quitan espacios? ¿Acaso los centímetros están medidos? Por esa lógica de segmentación identitaria, ni que decir en el sujeto LGTB, ahí tenemos un acordeón. Porque yo, como lesbiana, pertenezco a esas discusiones y tenemos un acordeón brutal de fragmentaciones que son engañosas porque tú dices ‘yo me fragmento para reconocer lo que soy’. Sin embargo, esa es una operación ficticia porque, en las frases ‘todas las lesbianas’ somos una lesbiana o ‘todas las trans’ son una trans, se encuentra una fragmentación que es homogeneizante y simplificadora. Entonces, los segmentos identitarios tienen poca o ninguna capacidad de reconocer al interior de sus segmentos las heterogeneidades de clase, de origen cultural, de edad, de salud física, de aspecto. Así, a su vez, parecen todas blancas, todas pobres, flacas, pero… ¡yo soy gorda!» e, irónicamente, dice «pues anda al lado y arma otra de lesbianas gordas. ¡Oye que yo ando en sillas de ruedas! Pues anda y arma uno de lesbianas cojas. Y ¡yo soy pobre! Entonces, anda y arma otro grupo. Entonces, así, es una fragmentación muy peligrosa que, además, nos lleva a las consecuencias de la incapacidad de conectar una cuestión con la otra».
María Galindo afirmó que «es imposible que seamos un movimiento antisistémico si no somos capaces de conectar racismo con clasismo, sexismo con heterosexismo, racismo con explotación laboral, explotación laboral con disidencia sexual, con colonialidad. ¿Y cómo vamos hacer esa conexión compleja que, muchas veces, habita en una sola persona? Porque nunca eres o lesbiana o heterosexual, o mujer u hombre, o trans, o joven o vieja. La identidad siempre es un fragmento que te habita en conflicto dentro de ti mismo. La conexión compleja que necesitamos no nos la va a dar (y pobrecita que la menciono tanto como ejemplo) Judith Butler o alguien que venga desde Colombia con el Atlas o desde Cambridge a darnos una fórmula. La conexión nos la va a dar la capacidad de establecer alianzas históricas, complejas, para las cuales yo uso una metáfora: ‘Indias putas y lesbianas, juntas, revueltas y hermanadas’, y hagan la poética que a ustedes se les dé la gana, pero, al menos, utópica y feminista».
«Es tal la fragmentación del sujeto, simplificado identitariamente, tiene mucho espacio en los medios de comunicación. Son espacios autoafirmativos donde terminamos repitiéndonos testimonialmente quiénes somos desde un relato cansado y cansador del dolor. Porque, así, las feministas nos volvemos sepulteras de nosotras mismas. Algo que nos hemos propuesto (Mujeres Creando) es no ser pesimistas, no contemos sólo nuestras penas, contemos nuestras alegrías, son más subversivas. Si sólo nos quedamos en el testimonio de lo que nos hizo el sistema, no te lo hace una sola vez».
Nos situamos en nuestra coyuntura latinoamericana, vemos la avanzada de las derechas y para pensar con los pies en la tierra acá, en estos territorios. Le preguntamos qué desafíos y dificultades han transitado las Mujeres Creando desde el momento que abandonaron la casa del amo y empezaron a producir su propio espacio. Ella habló de tres desafíos para atrás: políticas concretas, pacto ético y autogestión; y el desafío para adelante: acciones blasfemas, herejes e iconoclastas.
Política concreta
Yo he empezado a militar a mis 18 años en la izquierda y una de mis críticas fundamentales que le hice a la izquierda, que también se la hago a muchos feminismos (creo que las Mujeres Creando lo tienen bastante bien superado), es justamente la cuestión de la ideología como ese conjunto, ese tejido de ideas para cambiar la sociedad. ¿Para qué nos sirve la ideología? ¿Para cambiar la sociedad o para repetir que queremos cambiarla? La pregunta es tramposa, pero es interesante. Desde mi punto de vista, la mayor parte de la izquierda se dedicó a usar la ideología para repetir que quería cambiar la sociedad, pero no para cambiarla. Cuando vino el neoliberalismo a decir la ideología no sirve para nada, grandes sectores de la conducción la tiraron a la basura porque, efectivamente, parecía que no se traducía en nada y que no servía para nada. Entonces, estamos ante generaciones desideologizadas que no politizan ideológicamente casi nada, pero porque han aprendido y han visto eso.
Entonces, ¿qué proponemos de forma concreta? Nosotras proponemos traducir la ideología en política concreta y hemos creado la categoría política concreta. Y ¿qué es una política concreta? ¡Hacer! Si tu crees que hay que despenalizar el aborto en este país y hay que ir a las 20 mil marchas que hagan falta y a las 5 mil vigilias que hagan falta, ¡perfecto! Pero las vigilias y las marchas son lugares de enunciación y pronunciación ideológica que le falta la práctica política concreta!
Las Mujeres Creando tenemos una visión ideológica y políticas concretas. Entonces, ¿para qué sirve el feminismo? Me sirve para brindar un servicio feminista, hacer cooperativas y resolver entre nosotras la alegría de nuestro cotidiano. Yo creo que eso le hace mucha falta a la práctica política y a los movimientos feministas para generar movidas y acciones autónomas que tomen forma de políticas concretas.
Pacto ético
Si la ideología es un conjunto de ideas que me sirven para separarme de ti, para pelearme contigo, para odiarte a ti, para criticarte a ti y para que tú te vayas a la mierda porque no me has entendido, entonces, la verdad es que la ideología tampoco me sirve… pero resulta, a su vez, que la discusión ideológica es muy importante y no la podemos abandonar. Sabemos que crea conflictos y ¿cómo lo resolvemos para que ese conflicto ideológico no represente otra fragmentación y, así, ser parte del segmento del segmento? Nosotras planteamos la pluralidad ideológica, nos planteamos al interior de Mujeres Creando el pluralismo ideológico, entendiendo que no hay un solo feminismo, sino que hay muchos feminismos.
Lo que hacemos nosotras, y creo que puede ser una salida muy importante, es el pacto ético. Es decir, podemos tener conflictos ideológicos, pero lo que nos une es el pacto ético de prácticas. No es un pacto ideológico. Por ejemplo, cuando yo digo en Bolivia: “Todas las diputadas son una cuota ideológica del patriarcado”, me dicen: “No eres plural… estás discriminando a las diputadas que son indiecitas, esposas y no sé qué”. Entonces, les digo bueno, haremos un pacto ético. Uno que tenemos en nuestra radio es no racismo, no clasismo, respeto a la prostitución, al aborto, cero iglesias, cero partidos políticos. Hagamos ensayos de pactos éticos y no de pactos ideológicos. Y no estoy desechando la ideología, sino que quiero decir que no funciona para el pacto y la confluencia, sino que es el pacto ético el que va funcionar para la confluencia y, así, hay espacio para el desacuerdo, la discusión, para que tú pienses como quieras.
Autogestión
Otra crítica o desafío para atrás es la cuestión de la autonomía. Yo creo que los espacios autogestivos son fundamentales y van a ser la columna vertebral de formas de resistencias, de formas de articulación, de formas de placer, de felicidad que no podemos renunciar a ellas y tenemos que seguir haciéndolas crecer. La autogestión, para mí, es uno de los desafíos más importantes.
Desafíos y críticas de esperanza para adelante: Acciones blasfemas, herejes e iconoclastas
¿Cuáles son las amenazas sobre nuestro trabajo? Es el fundamentalismo religioso y creo que todes estamos muy conscientes de eso, y la estrategia más importante de resistencia no es la discusión con les fundamentalistas, porque te lleva siempre a su terreno de odio y de reducción conceptual. Sí creo que podemos desplegar una estrategia masiva, simbólica de blasfemia, herejía e iconoclastía. Es urgente fortalecerla y hacerla tan visible como todas las catedrales y salones de oración que hay en nuestro continente. Es una ofensiva simbólica, gráfica y uno de lo planos para lanzar esta lucha. No ir a discutir, sino generar otros imaginarios con respecto a la religión y al fundamentalismo. Las Mujeres Creando, en este sentido, tenemos una gran colección de acciones herejes, blasfemas y nos concentramos muchísimo en eso.
¿Qué es lo que nos estamos jugando? ¿Qué está en juego? ¿Las elecciones, el poder del Estado? Esa pregunta debemos hacernos. Desde mi punto de vista, es lo más profundo de los sentidos. Están en juego los sentidos de lo que está bien, mal, del amor, de la alegría, de la vida y de todo…nuestra tarea es hacer un nuevo diccionario de sentidos. Inventar todos los sentidos y tenemos una premisa: “¡Queremos todo el paraíso!”.
Luego de todo este brillante desarrollo, abrimos el espacio a las preguntas del público que llenaba el Museo de Antropología en la ciudad de Córdoba. Todes habían escuchando atentes. Rápidamente, las manos empezaron a levantarse. Hubo numerosas preguntas geniales. Por una cuestión de espacio, rescatamos una sobre la relación con las ONG’s.
Lo que propongo es preguntarte por qué les dieron el dinero, no por qué lo necesitamos, porque eso es obvio. El dinero no nos alcanza, generamos una torta gigante y siempre hay más hambre, más necesidad, hay una cosa que nos saca de donde estábamos. ¿Por qué te dan el dinero? La relación con las ONG es una relación siempre política. Los organismos internacionales son uno de los factores de poder del patriarcado capitalista, empezando por el Fondo de Mujeres y terminando con el Banco Mundial. ¿Por qué el FMI presta dinero a Macri, endeudándolos a todos ustedes? Porque Macri responde al modelo de lo que ellos quieren. Todos los factores coloniales son fundamentales. Lo que está sucediendo con los feminismos en esta parte del mundo, que yo no le llamo Abya Yala, sino que le llamo el continente que perdió su nombre, es que estamos adquiriendo mucha potencia. Estamos construyendo voces colectivas absolutamente relevantes. Si yo venía hace 5 años, no sé, no me hubieran invitado, porque, pues, yo estaba ahí. Todo es un proceso colonial. ¿Qué es lo que yo les propongo? La soberanía sobre lo que estamos pensando y haciendo no la podemos resignar. Nos están construyendo las categorías, precisamente, en cambios, precisamente, en Columbia o Harvard para que las mujeres nos ajustemos a esas categorías. Por ejemplo, la categoría de empoderamiento. Si el poder es el problema, lo que hay que hacer es dinamitarlo a ese empoderamiento. Pero como eso es un absurdo, el desempoderamiento no existe, sino lo que existe es la revolución. Entonces, nos hacen empoderamiento para que no hagamos la revolución y ese es el juego que tenemos que tener mucho cuidado.
Y las ONG son distractoras. En los años 80, nos han domesticado a todo el movimiento latinoamericano que estábamos listas, articuladas, para hacer un avance extraordinario. Por eso, hablo de una revolución fallida. No nos puede pasar una segunda vez. ¿Qué hicieron? Nombraron en el Banco Mundial a las representantes del feminismo latinoamericano ante la Conferencia mundial de las mujeres. Y ahí no se habló de pobreza, no se habló de aborto, se concilió con la Iglesia y eso fue en los años 90. Y las mujeres se sentaron al lado del Fujimori. Inauguraron su cumple de Perú al lado de Fujimori. Y eso lo pagaron con cientos de miles de millones de dólares.
Lo importante es tener la autogestión, tener lenguaje propio, tener una perspectiva propia de lo que están haciendo. Esa es la discusión ideológica que me interesa.
*Por Redacción La tinta.
A despatriarcar: diálogos con María Galindo – Parte 1
