A despatriarcar: diálogos con María Galindo – Parte 1

A despatriarcar: diálogos con María Galindo – Parte 1
18 julio, 2019 por Redacción La tinta

Por Redacción La tinta

Mientras sostenía con sus manos en alto un quipus, caminaba por toda la sala y nos decía:
¡Que vivan las gordas!
¡Que vivan las morenas!
¡Un pene, cualquier pene es siempre una miniatura y no hay más que decir!
¡No estoy sola, estoy conmigo misma!
¡Mujer ni sumisa ni devota. Libre, linda y loca!
¡Votar rima con vomitar!
¡Soberanía en mi país y en mi cuerpo!
¡De hacerte la cena, de hacerte la cama, se me fueron las ganas de hacerte el amor!

Así comenzaba la actividad llamada Pensar con los pies en la tierra. Diálogos con María Galindo. Realizada el pasado jueves 11 de julio en el Museo de Antropología de la Ciudad de Córdoba, en el marco de la cátedra libre Ideas menores. Compartimos los pensamientos expresados aquel día por ella. Aquí, la primera entrega.

No estoy sometida al extractivismo intelectual. Hablo en primera persona

María Galindo es una de las integrantes de la organización feminista Mujeres Creando. Ella misma se presentó aclarando desde dónde hablaba, para quién y por qué escribía: “Yo no estoy hablando desde la academia, ésta me ha vomitado hace muchísimos años, de todas maneras, seguro me hayan hecho un favor porque la academia boliviana es 100% androcéntrica, eurocéntrica y patriarcal. Yo hablo, pienso y escribo desde ese espacio que llamamos lucha política, que llamamos lucha social. Una de mis actividades políticas más importante es escribir, porque no estoy dispuesta a ser materia prima de académicxs que vienen a hacernos entrevistas para su doctorado en Londres o en Harvard para que, luego, nos laven, nos desinfecten y maltraduzcan nuestras luchas. No estoy sometida al extractivismo intelectual colonial hoy presente en nuestro territorio y en nuestro quehacer político. Yo creo que es muy importante borrar la falsa dicotomía entre activismo, la persona que hace la huelga de hambre, la olla común, que asegura el aborto feminista y la/el intelectual que es la que piensa”.

Luego, se refirió a la arrogancia intelectual cuando contó que, hace unas semanas, impugnó un artículo sobre el pensamiento indigenista de una catedrática londinense que vive en Bolivia, porque dijo que no hay palabra en Aymara que nombre a las lesbianas. Lo cual es falso. Además, le dijo a María Galindo que debería dejar de escribir y dedicarse al activismo porque en eso la respetaba. Ante esto, María expresó que “es hoy, más urgente que nunca, que todo el pensamiento generoso, fecundo, importante que generamos desde y en la práctica política de lucha seamos capaces de escribirlo y de pensarlo en primera persona. No estoy hablando desde la academia ni desde la institución política formal, no hablo desde la representación de la voz de las mujeres, de las lesbianas, de las locas, de las cuerdas, de las insolventes ni de nadie. Hablo en primera persona sin representar a ningún ni a ninguna tercera. Hablo desde una práctica política de lucha”.

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(Imagen: Colectivo Manifiesto)

A continuación, las compañeras de La tinta hicimos preguntas para que desarrolle algunos temas presentes en su libro A despatriarcar.

En su libro, habla de una fallida revolución feminista y de un feminismo de la “inclusión” que ha servido para la domesticación del mismo. Dice que el poder patriarcal ha cooptado los núcleos y el lenguaje de lucha, los ha simplificado y deglutido a su favor. En ese sentido, le preguntamos: ¿tiene sentido, a esta altura, declararse feminista?

Comienza aclarando que hay muchos feminismos y se pregunta: “¿Cómo sabemos cuáles son esos feminismos? ¿Hay que preguntarle a Judith Butler cómo los diferenciamos? No. Yo planteo que hay tantos feminismos como cuantes feministas se declaren como tal. El feminismo no es una corriente ideológica (o, por lo menos, yo no la conceptualizo así) que nace con el surgimiento del Estado moderno burgués en el proceso de la Revolución Francesa y se exporta de norte a sur. Esa es una genealogía colonial del feminismo. Yo lo conceptualizo en otro sentido, planteo que hay muchas genealogías feministas, aunque no quede resuelto de qué hablamos cuando decimos feminismos y cuántos feminismos hay. Existen tantos feminismos como feministas haya».

«Está aconteciendo, hace mucho tiempo, un proceso muy intenso de cooptación de las luchas, de las categorías, de los símbolos y de las propuestas feministas a escala mundial. Por eso, digo que hubo una revolución fallida del feminismo, porque el mercado capitalista ha realizado una comercialización del mismo, tiene la necesidad de sabotear, confundir la lucha y la subversión de las mujeres feministas para usarla a favor del neoliberalismo. Cuando es una lucha antisistema. ¿Cuáles han sido las operaciones que vienen aconteciendo desde la década de los ochenta? Una ha sido apropiarse de la categoría de género de manera aislada y aplicarla en función del modelo neoliberal. Entonces, tenemos educación con perspectiva de género, política con perspectiva de género… cualquier cosita con perspectiva de género. Como si ésta fuera un antídoto para resolver los graves problemas que están planteando los feminismos al sistema capitalista. Para diferenciar al conjunto de luchas de ese mecanismo de cooptación, utilizo la categoría tecnocracia de género. La cual es desarrollada desde los Estados, las ONGs, los partidos políticos y los organismos internacionales. Por otro lado, tenemos a un conjunto de feminismos que no necesariamente nos articulamos desde la categoría de género porque es absolutamente insuficiente para resolver la comprensión de la lucha feminista antisistema».

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(Imagen: Colectivo Manifiesto)

Esta revolución fallida tiene que ver con que «en los ochenta, por ejemplo, el encuentro feminista latinoamericano en San Bernardo, aquí en Argentina, fue de cinco mil mujeres. Hoy, estos encuentros latinoamericanos son en hoteles de cinco estrellas, cuestan medio millón de dólares y son de las elites de las ONGs de todo el continente para establecer las categorías con las que van a domesticar al feminismo. Entonces, ahí hubo un proceso de revolución fallida en los noventa. Hoy, que estamos en un nuevo ciclo feminista, no podemos cometer los mismos errores y hacernos domesticar y tragar por segunda vez”.

—El libro llama a un feminismo urgente a despatriarcar, de la mano de una afirmación que lo recorre, y es “no se puede despatriarcar sin descolonizar”. La fusión colonialismo y patriarcado es una matriz estructuradora de todas las relaciones sociales. Contanos: ¿qué significa despatriarcalizar? ¿Cuál es ese llamado a la despatriarcalización?

—Lo planteé en el contexto del proceso constituyente boliviano y, luego, fui plagiada por el gobierno boliviano y en muchos escritos que se lo atribuyen a ese proceso. Yo creo que eso es deshonestidad intelectual por parte de la academia. La despatriarcalización es recoger toda la fuerza antisistema de los feminismos y construir una palabra que nos permita definir hacia dónde mierda vamos… que nos permita construir desde las más distintas esquinas donde estamos desarrollando luchas que no se pueden simplificar ni reducir una a la otra, ni se pueden priorizar o reorganizar como una más importante que la otra.


Despatriarcalizar es plantarnos en un feminismo antisistema, no en un feminismo de las reformas, de la derecha. No puede reducirse a un feminismo de mujeres en los ejércitos o en los partidos políticos.


La despatriarcalización es una lectura de los tiempos que estamos viviendo. ¿Por qué se juntan hombres y mujeres en una vigilia por la legalización del aborto? ¿Por qué cientos de miles de mujeres se juntan para decir basta a la violencia machista? ¿Por qué han leído a Judith Butler, María Galindo o Simone de Beauvoir? Porque ya está ocurriendo un proceso de despatriarcalización que, además de ser una utopía, está siendo un punto de partida. ¿Y dónde está aconteciendo? En la desestructuración de la familia nuclear patriarcal, ¿quién lo está haciendo y a partir de qué ley? Juana, Carmen, Petronila, Ana, a partir de la lectura soberana y rebelde de su realidad cotidiana, sin mediaciones. Si esto fuera petróleo, estamos en la boca desde donde sale; si esto fuera minería, estamos mirando la veta donde nace la plata y el oro.

La despatriarcalización es un proceso de pacto que está ocurriendo en nuestra sociedad. A partir de otro concepto que yo llamo feminismo intuitivo, que no responde a la discusión académica, sino que responde a la lectura soberana, reventada y rebelde de tu revelar histórico. Por eso, la despatriarcalización es un proceso que no viene de arriba hacia abajo, sino que es un proceso protagonizado por mujeres “populares” (las comillas son de ella).

Al mismo tiempo, es un método, un cómo desestructurar los patriarcados. Pensar en cuáles son los mecanismos para desactivar y romper las jerarquías de dominación que construye el sistema patriarcal.

Hasta aquí, la primera parte de lo que nos dejó la charla con María Galindo.

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(Imagen: Colectivo Manifiesto)

*Por Redacción La tinta.

A despatriarcar: diálogos con María Galindo – Parte 2

Palabras claves: Ideas Menores, María Galindo, Mujeres Creando

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