Club Cultural Konbit: vivir a 5.600 kilómetros de tu tierra

Club Cultural Konbit: vivir a 5.600 kilómetros de tu tierra
2 julio, 2019 por Redacción La tinta

Club Cultural Konbit es un espacio de jóvenes haitianes destinado a promover su cultura en la ciudad de Córdoba. La tinta conversó con Eddyson, estudiante y presidente del Club. Hablamos sobre la experiencia de ser migrante en este suelo, la realidad actual de su país, las políticas de ocupación y migración argentinas, y la necesidad de visibilizarse como colectividad.

Por Redacción La tinta

«Konbit» es una palabra kreyòl que implica un estilo de vida en común, poner en común la fuerza para generar un cambio en un espacio donde convivimos, es la ayuda mutua para hacer algo. “El vocablo es muy usado en el campo de Haití, porque el konbit significa reunirse en el campo todo el día, comiendo y bailando en el campo de uno para cosechar, plantar, limpiar terreno, un día para cada uno, un día de trabajo donde se divierte, se trabaja y se come”, cuenta Eddyson.

“El Club Cultural Konbit se funda con el objetivo de promover la cultura haitiana en Córdoba, que no se conoce, aunque la comunidad haitiana no es reciente”, comienza Eddyson con voz soñolienta por una larga madrugada de estudio en tiempo de parciales. Pese a la existencia de residentes haitianos desde hace más de 50 años en la ciudad y el país, esta comunidad sigue siendo desconocida e invisibilizada. “Creamos el club para dar a conocer la cultura haitiana y su historia, muy importante para el resto de América Latina, ofreciendo un espacio a los jóvenes que vienen acá a estudiar, ayudándolos en la universidad”.

Dentro de las actividades concretas del Club, se encargan de difundir obras literarias o académicas publicadas en francés o inglés, de haitianes que viven en todas partes del mundo, sus bailes y música, con la intención de visibilizar a esta comunidad del país caribeño.

Como parte de estas actividades, en junio, por ejemplo, presentaron el libro Niña mujer, de la autora haitiana residente en Buenos Aires, Djune. Una novela con tintes biográficos que narra la vida de una niña que tuvo que elegir entre su padre y el ámbito religioso de su familia, y lo que ella quiere. Es una historia de venganza, de amor, en escenario haitiano.

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(Imagen: Colectivo Manifiesto)

Migración haitiana

Argentina, Chile y Brasil fueron tres destinos de gran número de haitianes. Previo al 2010, empezó una ola a Brasil, que, luego, se orientaría hacia Chile, hasta la aplicación, en ambos países, de medidas restrictivas al ingreso de haitianes, entonces, el flujo migratorio se orientó hacia Argentina. “Pero no son casos recientes, había muchos haitianos viviendo en estos países, que hicieron cosas muy importantes, pero ahora dicen que todos los migrantes somos delincuentes y las cifras han demostrado lo contrario, menos del 6% de los encarcelados son migrantes en Argentina”.

Si bien para muchos haitianos Argentina es un país de tránsito, para la mayoría es la posibilidad de estudiar, “en 2015, salió una nota del embajador de la época en Haití”, cuenta Eddyson, “que explicaba que la educación aquí es gratuita, entonces, los jóvenes haitianos deciden venir a hacer una carrera universitaria, o maestría o doctorado”. Sin embargo, por la política migratoria actual, muches deben volverse, situación que se ve reforzada por la experiencia de pasar por una universidad que se dice “pública, inclusiva y abierta, pero sólo para unos pocos”.

Política migratoria

Durante trece años, los gobiernos argentinos sostuvieron el envío de cascos azules como parte de la ocupación de la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití (MINUSTAH), argumentando que se trataba de ayuda humanitaria. Eddyson comenta la ironía de que hoy, tras tantos años de esa supuesta ayuda, se obstaculice la posibilidad de ingreso para les hermanes haitianes y se criminalice a les migrantes que, supuestamente, se pretendía ayudar.


“Nos dijeron que nos daban una residencia temporaria para dos años, que, después del terremoto, éramos bienvenidos, sacando un decreto en marzo de 2017”. Sin embargo, en agosto de 2018, el gobierno de Macri firmó otro decreto para impedir su ingreso, por necesidad y urgencia. Se comenzaron a aplicar requerimientos difíciles para conseguir el visado, altos costos, con tiempos dilatados, “hasta que te cansas”.


Con el pretendido apoyo argentino a la ocupación sobre Haití, se profundizó una situación que Eddyson tilda de catastrófica, “nos llevaron la epidemia de cólera, contagiado en casos de abusos sexuales, no de argentinos, pero sí de cascos de otros países que violaban a los chicos”. Para este joven haitiano, la política relacionada a la migración y a la movilidad de haitianos sí sería una ayuda, “si sales a estudiar, es una esperanza para el país, tu familia, zona, barrio. Ayudar no implica mandar soldados, sino ofrecer espacios donde se pueda generar el pan de cada día. La idea de ayuda de parte de Argentina y otros países no es real, son palabras políticas que, en la realidad, no sirven al pueblo”.

Las redes

Entendiendo la criminalización actual a les migrantes del continente, desde el Club Cultural Konbit, participan de otras actividades relacionadas con la problemática “porque tiene que ver con lo que somos como haitianos y con lo que queremos para los migrantes en Córdoba”.

Forman parte de la campaña nacional #MigrarNoEsDelito, lanzada en Córdoba en marzo de este año, que agrupa distintas organizaciones de migrantes, derechos humanos, estudiantes y organizaciones políticas. Eddyson explica que la política impulsada desde estos espacios tiene la intención de presentar la migración y las personas migrantes desde sus derechos, rompiendo la igualación de migración con delito, intentando reducir la violencia y el abuso policial.

“Tratamos de crear vínculos para conocer nuestros derechos y compartir nuestras experiencias, intentamos buscar soluciones no sólo para haitianos, sino con todas las colectividades que enfrentamos un problema común, buscando la solución común”.

El saqueo

Antes de hablar de la realidad de su pueblo y del contexto convulsionado que se vivió en estos días, Eddyson aclara que “Haití no es un país pobre, sino que es un país empobrecido, donde su historia lo hace culpable. Nadie perdonó a Haití por ser el primer país negro libre e independiente del mundo, sin esclavitud, sin discriminación por color de piel y sin segregacionismo”, y continúa: “A nosotros nos impusieron el sistema capitalista neoliberal que, como a ustedes, no nos sirvió y ahora nos está haciendo daño, por este sistema, el pueblo está en la calle hoy”.

Como otros Estados del Caribe, Haití formó parte de Petrocaribe, el proyecto impulsado por Hugo Chávez que les permitió a varios países acceder a petróleo a precios preferenciales. Hoy, la utilización de esos recursos, que, en gran medida, fueron malversados, se encuentra bajo la lupa y viene generando masivas protestas callejeras contra el gobierno de Jovenel Moïse. La injerencia de Estados Unidos y una política externa imperialista vigente aplicada sobre Haití es el marco de los hechos obscenos de corrupción que empujaron al pueblo a las calles. “Son más de 3 mil millones de dólares que desaparecieron, dinero para crear trabajo, infraestructura, universidades, industria, justamente, para evitar el flujo migratorio”.

El joven explica que, en las universidades públicas haitianas, entran, por año, menos de cinco mil estudiantes y que las privadas son excesivamente caras para la población, teniendo títulos que acreditan la profesión sólo en el país. “La migración haitiana por estudio es otra forma de ver la corrupción y la falta de estructura y universidades que formen ciudadanos, y la falta de políticas públicas progresista que mantiene al ciudadano en el país”.

La rebeldía y el levantamiento del pueblo es para decir basta, “no podemos escuchar más que todos los haitianos tenemos una deuda de 200 dólares para pagar en el futuro, ¡nosotros no generamos 200 dólares por mes!, entonces, el pueblo se levanta para decir que ya está, que paguen ellos lo que se robaron o demuestren adónde fue el dinero”.

Vivir en Argentina

En una imagen mental, Eddyson resume el exilio forzoso: “Cada vez que encuentro a una persona grande que vive en Argentina, lo miro con pena, porque sé que no va a aguantar el frío, a nosotros el frío nos hace daño, pero la falta de políticas públicas, trabajo y de universidades públicas obliga a los haitianos a salir del país”.


Todo cambia. Vivir a 5.600 kilómetros de tu tierra es una experiencia de claroscuros. Nos habla de la danza, la música, comparte un Haití más integrado a los procesos naturales, con una conexión con los ritmos de la tierra. Extraña la combinación de comida bien condimentada y la playa con calor caribeño.


“Llegamos acá y tenemos que acostumbrarnos a vivir de una forma, buscar las similitudes, mezclarlas”. Mezclar, por ejemplo, una concepción haitiana de dios y Jesucristo todopoderoso con cierta cultura liberal crítica al catolicismo. Combinar la realidad de un pequeño movimiento de mujeres en Haití con el movimiento feminista local y la toma de conciencia de los reclamos por aborto y libertades de género y sexuales. Comparar las movilizaciones haitianas donde puede pasar “lo que pasa allá estos días” con las marchas argentinas, “de alguna forma más pacíficas”. Comprender peronismo, un gobierno del pueblo para el pueblo, el amor a la educación pública.

La estadía en Argentina también significa para elles tomar críticamente las luchas que se dan en nuestro territorio, “participar y entenderlas porque nos dimos cuenta que, en el mundo actual, valen la pena todas las luchas, no podemos seguir viviendo en un mundo sin libertades”.

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(Imagen: Colectivo Manifiesto)

*Por Redacción La tinta.

Palabras claves: Haití, Inmigración, Inmigrantes, migraciones, migrantes

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Organizaciones trabajan en red por la salud sexual y reproductiva de comunidades rurales de Córdoba 

Organizaciones trabajan en red por la salud sexual y reproductiva de comunidades rurales de Córdoba 
26 noviembre, 2024 por Soledad Sgarella

El trabajo del Movimiento Campesino de Córdoba (MCC) es fundamental ―desde hace 25 años― en la lucha por una vida digna en el campo, abarcando aspectos como la tierra, la educación y la salud. En alianza con Católicas por el Derecho a Decidir (CDD), desde 2021, se han potenciado acciones en torno a garantizar los derechos sexuales y reproductivos, especialmente, en zonas rurales invisibilizadas. “Contar con redes ayuda a entender que la salida siempre es colectiva y con organización”, sostiene Camila Recalde, médica y militante del MCC.

Desde hace 25 años, el Movimiento Campesino de Córdoba (MCC) trabaja por el acceso a una vida digna, enfocándose en derechos fundamentales como la salud, la educación y la tierra en las comunidades rurales. La articulación y el trabajo colaborativo con la organización Católicas por el Derecho a Decidir (CDD), a partir del 2021, fortaleció el plan de acción orientado al acceso a derechos sexuales y reproductivos de mujeres y personas del colectivo LGBTQ+ que habitan la ruralidad. En esta nota, integrantes de las organizaciones reflexionan sobre los avances alcanzados y los desafíos que aún persisten en la construcción de un futuro más justo.

Camila Recalde es militante del Movimiento Campesino de Córdoba (MCC) e integrante de los equipos de Salud y Feminismo. En diálogo con La tinta, comparte la experiencia de su organización, que lleva un cuarto de siglo de trabajo territorial en el norte y noroeste de la provincia de Córdoba. La médica destaca que el MCC se ha enfocado en visibilizar a lxs campesinxs y en luchar por el acceso a la tierra y a una vida digna en el campo. Hablar de «vida digna» abarca aspectos fundamentales del desarrollo humano, como la salud, la educación, la producción, el acceso al agua potable, la tierra y el trabajo.


«En todo el recorrido, hemos visibilizado y trabajado sobre el rol de las mujeres en el campo, una multiplicidad de acciones que ahora podemos poner bajo la bandera del feminismo campesino indígena popular, pero que, en aquellos tiempos, ni siquiera hablábamos sobre feminismo”. 


Entre las múltiples iniciativas, destacan las campañas de papanicolau, el acceso a métodos anticonceptivos, jornadas de atención sanitaria, espacios de formación para mujeres, promotoras de salud, promotoras territoriales contra la violencia de género, escuelas populares de género, talleres sobre economía feminista “y muchas otras acciones que, a lo largo de este tiempo, demuestran que la constancia del trabajo organizado genera que las políticas que se piensan o se articulan con el Estado y ONG puedan llegar de manera oportuna a los territorios”. 

Camila hace énfasis en que, desde el MCC, siempre tuvieron en claro que son una organización social y que el Estado es quien debería encargarse de gestionar la política pública para el sector. “Pero como ha sido un sector históricamente invisibilizado, hemos estado ahí para señalarlo, reivindicarlo y no dejar de demandar nunca lo que nos corresponde”, dice la médica y celebra como una victoria del movimiento que exista un programa como Familia Rural Sana, donde se ha podido pensar, construir y sostener conjuntamente políticas públicas de salud para una parte del campesinado cordobés, sabiendo y reconociendo que queda mucho territorio por cubrir.

“Contar con estas redes generadas en el contexto que estamos viviendo ayudan a entender que la salida siempre es colectiva y con organización”, agrega la militante. A lo largo de estos 25 años, explica, el MCC ha ido encontrándose con otros actores que reconocen su trabajo y que apoyan la lucha campesina y la mirada feminista, como CDD.

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Imagen: Diana Hernández para Católicas por el Derecho a Decidir.

Tejer las redes para una vida digna

Ana Morillo, coordinadora del área Salud de Católicas por el Derecho a Decidir, relata que la articulación con el MCC ya tiene varios años, más precisamente, desde el 2021. Con apoyos institucionales, planificación de acciones concretas o encontrándose como activistas feministas y trabajadoras de la salud en la Red de Profesionales de la Salud por el Derecho a Decidir ―para la implementación integral de la Ley n.° 27.610 IVE―, ambas organizaciones tienen un trayecto recorrido en conjunto que potencia y fortalece el trabajo.

Morillo destaca una actividad que realizaron en coordinación con la UNC: «Hicimos un mapa de Córdoba plasmando en papel una georeferenciación de servicios y de organizaciones que atendían y acompañaban mujeres que habían decidido interrumpir el embarazo ―u otras cuestiones de salud reproductiva, pero, principalmente, de IVE-ILE―. Marcamos con puntos verdes donde había servicio para la atención. Y, después, decidimos hacer puntos violetas para los lugares donde existían organizaciones que acompañaban… Y ahí, en ese mapa, se vio, hermosamente, cómo las sedes donde había organización de mujeres campesinas del Movimiento daban acompañamiento donde no había verde. Eso fue una foto muy importante para pensar ―aún más― en el fortalecimiento de las organizaciones acompañando a las mujeres y, más que nada, a las mujeres campesinas, mujeres que viven a kilómetros de los servicios de salud y con caminos muy difíciles de transitar”.

En septiembre de 2023, se organizó un encuentro entre el MCC, CDD y la Dirección Nacional de Salud Sexual y Reproductiva (DNSSR), con la presencia de Valeria Isla, directora en ese momento de dicha repartición. El evento tuvo lugar en la radio comunitaria “Radio Pueblo”, en una de las localidades del norte cordobés, donde también funciona una extensión de la escuela para adultos destinada a la terminalidad de la secundaria, y participaron promotoras de diversas localidades del norte de la provincia ―como Deán Funes, El Tuscal y Mansilla del departamento Ischilín―, así como miembros del MCC de los departamentos de Cruz del Eje, Minas y Traslasierra.

Con la necesidad planteada de seguir articulando esfuerzos para consolidar la garantía de derechos en todos los territorios rurales de Córdoba, el trabajo conjunto entre el MCC y CDD se intensificó durante 2024. Las acciones buscan asegurar el acceso a métodos anticonceptivos, la prevención de enfermedades de transmisión sexual (ETS) y la promoción de la salud sexual y reproductiva en comunidades rurales y barriales que, históricamente, han estado excluidas del sistema de salud pública.

El 2 de noviembre, se llevó a cabo en la sede del MCC en Cruz del Eje ―en el barrio La Rinconada― una campaña de colocación de implantes subdérmicos, producto de la articulación con Católicas por el Derecho a Decidir y la Fundación CIGESAR de Buenos Aires, jornada en la que se colocaron 50 implantes y se ofreció consejería a las mujeres de la zona. También se realizó en Ciénaga del Coro, incluyendo a comunidades cercanas como Tosno, Guasapampa y La Higuera. En total, se colocaron 49 implantes y, además, se ofrecieron consejerías sobre salud sexual y reproductiva a las participantes.

Otra de las campañas tuvo lugar en Cerro Colorado, donde, por cuarto año consecutivo, se realizó una jornada de salud sexual integral que incluyó consejerías, testeos de ETS y la colocación de implantes. Realizada en articulación con el MCC, Redes Cuidadas del Norte, la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) y el colectivo de mujeres del norte, se recibieron más de 40 consultas que fueron acompañadas de manera personalizada y se llevó a cabo un taller titulado «Desdibujando violencia», abierto a la comunidad, donde se buscó reflexionar sobre la violencia de género y las herramientas para erradicarla.

Finalmente, a finales de noviembre, se llevará a cabo otra campaña en Los Pozos, que incluirá un taller de prevención y erradicación de la violencia de género, así como un espacio dirigido a las infancias para promover un entorno libre de violencia.

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Imagen: Diana Hernández para Católicas por el Derecho a Decidir.

Las promotoras de salud, ese fuerte hilo conector

Jesica Otazua es militante del MCC de la Ciudad de Cruz del Eje. En la ciudad del norte cordobés, existen nueve barrios populares donde la organización trabaja con el equipo de feminismo: «Desde el inicio de las experiencias barriales en el año 2018, nos inclinamos a la formación de promotoras de género y en acompañamiento de IVE/ILE en articulación con los organismos estatales. Actualmente, con la presentación de un proyecto político de desmantelamiento del Estado, los derechos conquistados se fueron achicando y las legislaciones vigentes se relegaron a las voluntades políticas de quienes gestionaban la salud y al acompañamiento de las organizaciones sociales”, historiza. 

Las campañas internas, puestas al servicio de la comunidad, dice Jesica, se vaciaron de contenido cuando los recursos del Estado dejaron de llegar a las comunidades y barrios. “Y ahí es donde nos seguimos organizando para poner parches a la desregulación. Un entramado de redes construidas históricamente desde nuestro movimiento es lo que legitima hoy, un proceso del cual depende el acceso a la salud de nuestras comunidades campesinas y barrios populares”, sostiene Otazua y afirma: “El acceso a los métodos anticonceptivos y a consejerías, en barrios donde el acceso a la información y donde la economía familiar está denunciando la emergencia alimentaria, son inherentes. Y, sin embargo, están siendo recursos que el poder político plantea como un despilfarro, carente de respaldo. El derecho a la anticoncepción gratuita no está siendo rentable para el interés económico”. 

La campaña de Cruz del Eje, asegura Jesica, “dejó en evidencia la importancia de la jornada para una ciudad que cuenta con numerosos centros de salud y un hospital regional a donde no llegan recursos suficientes. Así, entendemos que la organización colectiva es la respuesta en estos tiempos. Apelar a las redes tejidas y a los feminismos como construcción política nos garantiza una vida más digna”.

Ana Morillo señala que, para estas últimas dos campañas de colocación de implantes, se coordinó, por primera vez, con las promotoras: «Ellas se involucraron en la captación de las mujeres, en que llegaran allí… Por ejemplo, en Ciénaga del Coro, las fueron a buscar casa por casa para que estuvieran. Bueno, esto fue una articulación muy fuerte y un hermoso encuentro con las compañeras, para lograr que mujeres y jóvenes de esos barrios llegaran a obtener el método anticonceptivo”.

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Imagen: Diana Hernández para Católicas por el Derecho a Decidir.

Las promotoras de salud, como Carina Reynoso y Yamila Nieto, tienen un papel fundamental en el acompañamiento y educación de las mujeres en las zonas rurales. Ambas son productoras campesinas y hacen el famoso dulce de leche de cabra que se vende en el local Monte Adentro en la ciudad de Córdoba.


Carina trabaja en la comunidad de Piedrita Blanca, en el departamento Minas. La promotora destaca el impacto que han tenido los servicios médicos del programa Familia Rural Sana: «Los médicos rurales, en nuestras zonas aledañas, son muy importantes, tanto para adolescentes y jóvenes como para mujeres mayores, porque se pudo lograr llegar a los métodos de anticonceptivos, como así también los PAP. También a los controles y al llenado de fichas médicas para que cada niño cuente con su control. Visitamos periódicamente las viviendas y, entre charlas, vamos hablando sobre lo importante que es estar sanos. Comer bien y hacer actividades físicas. Para mí, es una gran oportunidad para que, como comunidad, vivamos mejor en el campo”. 

Yamila, de El Duraznal, cuenta cómo el MCC comenzó a trabajar en salud comunitaria desde principios de los años 2000. «Comenzamos aprendiendo a tomar la presión, a colocar inyecciones, todas esas cosas que hacía por ahí un grupo de médico y enfermero… Y también se empezó a plantear el tema de la salud integral de la mujer y, después, se pudo llevar a cabo venir con algunos de los equipos médicos y hacer PAP. Allá, en los primeros años, se usaba un botiquín comunitario acá, donde se conseguían anticonceptivos y se podían repartir a las mujeres. También otra cosa para decir es que, ahora, se han logrado un montón de cosas, las mujeres de acá, de la zona rural. Las promotoras podemos sacar un turno y, de ahí, dirigirse hacia el hospital Aurelio Crespo y poder hacer el circuito de la mujer, todo en un solo día, así que fueron logros y cosas que se fueron avanzando”, concluye Nieto.

*Por Soledad Sgarella para La tinta / Imágenes: Diana Hernández para Católicas por el Derecho a Decidir.

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Palabras claves: Católicas por el Derecho a Decidir, Feminismo popular, Movimiento Campesino de Córdoba, mujeres campesinas, Salud Comunitaria, salud sexual y reproductiva

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