Un acto de libertad: la imprenta del PRT-ERP – Parte 1

Un acto de libertad: la imprenta del PRT-ERP – Parte 1
28 junio, 2019 por Redacción La tinta

Tras la recuperación de la casa donde funcionó la imprenta clandestina del PRT-ERP en barrio Observatorio de la ciudad de Córdoba, comenzó la construcción de un Espacio de la Memoria. Entrevistamos a César y Walter Martínez, hijos de Victoria Abdonour y Héctor Martínez, asesinados por la dictadura, y a María Abdonour, hermana de Victoria. El testimonio del Vasco Orzaocoa completa el relato. Aquí, la primera parte de esta historia de militancia y lucha política.

Por Guadalupe Scotta y Débora Cerutti para La tinta

“Sabíamos bien lo que había sido, lo que tiene en sus entrañas. En la génesis de la casa, mi papá y mamá vinieron acá a hacer una imprenta para difundir ideas”. 

12 de julio 1976. El llamado, la caída de la casa

Victoria estaba en la peluquería a dos cuadras de su casa. Allí, entró una mujer que le dijo algo al oído en un idioma que nadie entendió. Salió tan rápido que no se sacó los ruleros. Huyeron de la casa con lo puesto. Walter, su hijo, tenía siete años en ese entonces. Su recuerdo del escape hacia Buenos Aires se sitúa en la noche, pero, con los años, corroboró que se fueron de día con un “bolsito”. En su memoria, se grabó un gesto de temor en el rostro de su mamá y su papá.

El allanamiento era inminente. La segunda imprenta clandestina más grande del país estaba a punto de caer en manos de los militares. El PRT-ERP sería golpeado en uno de los lugares más importantes de la guerrilla revolucionaria: la máquina de hacer y difundir ideas.


Cuando el Ejército sitió la manzana e ingresaron a la casa ubicada en Fructuoso Rivera al 1035 en barrio Observatorio, Victoria Abdonour, Héctor Eliseo Martínez y sus tres hijxs ya no estaban.


El más pequeño, César, fue parido por Victoria Abdonour una noche de mucho frío, pocos meses antes de la caída de la imprenta. Su papá, Héctor, manejaba una camioneta F100 rumbo al hospital a toda prisa cuando los interceptó la policía. Les explicó que su compañera estaba por dar a luz a un niño y los policías decidieron escoltarlos hasta el hospital. Las militantes del PRT-ERP que vivían en la casa imprenta llamarían, con cariño, Buluca a ese niño. César no recuerda el tono de voz o la mirada de quienes decidieron traerlo al mundo en medio de la clandestinidad. Tenía casi un año cuando su papá fue asesinado y su mamá detenida y desaparecida.

El dato había sido preciso. No había lugar al error. Sin embargo, la casa estaba deshabitada y sin rastros de tinta y papel. Los milicos informaron a sus superiores que allí no existía ninguna imprenta del PRT-ERP. A los días, encontrarían la entrada secreta al subsuelo.

El 22 de junio, en la localidad de Moreno, provincia de Buenos Aires, junto al allanamiento se había desmantelado una de las casas más relevantes del aparato de prensa del PRT.

14 y 15 de julio 1976. El secuestro, el piso de la casa

“Durante el periodo del 11-12 de julio de 1976, las unidades del Servicio de Inteligencia del Ejército (SIE), en operaciones conjuntas con la policía provincial de Buenos Aires y la policía provincial de Córdoba, descubrieron dos imprentas en la provincia de Buenos Aires y la provincia de Córdoba. El SIE cree que el ERP ha quedado gravemente herido”.
Cable de inteligencia Estados Unidos

A Maruca no le gusta que le saquen fotos. Le proponemos ir al patio de su casa, antes de que se vaya la luz del sol de otoño, para retratarla entre sus rosas amarillas, el naranjo y el limonero, pero prefiere quedarse adentro. Maruca tenía 47 años cuando cae la casa. Es la primera de cinco hermanas y un varón. Victoria tenía un vínculo estrecho con su hermana. Le obligó a Walter a memorizar la dirección de Maruca segundos antes de ser arrastrada por la policía el día que la detuvieron.

El 12 de julio de 1976, Maruca estaba en su casa. Llegó del centro. Frente al aparato de televisor, su hermana Julia miraba el noticiero. La tele proyectaba imágenes de una casa de “extremistas” que había sido allanada. Maruca la reconoció. El altillo que filmaban era inconfundible. La casa de mi hermana, pensó. Hizo silencio y salió a la calle.

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(Imagen: Colectivo Manifiesto)

Cuando volvió por la noche, tarde, su hermana Julia estaba tomando mates junto a su marido y sus hijos, mientras la tele continuaba encendida. Un ruido en el techo las alarmó. Las botas sonaban tremendas. Las botas bajaron hacia el patio en el cual Maruca cultiva sus flores.

“Preguntaron por mí, por María. El tipo, el milico me llevó a la cocina. Me puso contra la pared y me empezó a preguntar por mi hermana, por mi hermana, mi hermana. Yo lo miraba de frente al tipo, no le bajaba la vista. Nos llevan con mi cuñado. Yo estaba bien abrigada. Nos llevan a un lugar, entramos, nos sentamos y yo miro hacia abajo. Reconozco el piso. Estábamos en la casa de mi hermana”.

Los quince días siguientes, Maruca tendría los ojos vendados.

1973. La construcción de una imprenta en la casa

Mirá, Maruca, vamos a comprar una casa, pero quiero que la pongamos a tu nombre, le dijo Victoria. Ella aceptó. A los días, fueron a firmar los papeles que decían que Maruca era la dueña del inmueble ubicado en Barrio Observatorio de la ciudad de Córdoba. Para ese entonces, Victoria estaba casada con Héctor Eliseo, militaban en el PRT y dos de sus tres hijxs ya habían nacido. Poquito tiempo después, la casa pasaría a los legítimos dueños: Victoria y Eliseo.

En el transcurso del año siguiente, Maruca comenzó a realizar unos arreglos a la casa donde hoy vive. Su hermana Victoria le había ofrecido unos azulejos celestes que sobraron y que habían sido usados para arreglar la cocina por la que se accedía al subsuelo donde se hallaba la imprenta. Walter lloró la primera vez que entró a la casa de Fructuoso porque reconoció los mismos azulejos de la cocina de Maruca.


En el 73, Cámpora había sido elegido presidente con el el 49,5 % de los votos. El ERP decidió no realizar acciones armadas durante su gobierno. El PRT-ERP contaba con 5.300 miembros orgánicos, tenía unos 30.000 simpatizantes, se vendían semanalmente más de 10.000 ejemplares de «El Combatiente» y quincenalmente 14.500 de «Estrella Roja».


En los documentos del PRT, entre las tareas centrales del partido, se encontraba la propaganda, su regularidad y calidad para “combatir sistemáticamente la abundante y constante propaganda burgués”. Las ideas revolucionarias y su difusión tenían lugar en el horizonte político del PRT.

El Vasco Orzaocoa, ese que vimos tantas veces acompañando por la madrugada los reclamos a lxs presxs por luchar, señala que la comunicación de las ideas socialistas era el alma mater de la imprenta. El Vasco nació en la provincia de La Pampa, pero abraza Córdoba con su militancia. Participó de la construcción y el funcionamiento de la imprenta, y, con la vuelta a la democracia, fue uno de los abogados que impulsó la recuperación del espacio.

El Vasco explica que, por influjo de todos los “azos”, había una radicalización de las ideas políticas en aquellos años: “Paradójicamente, cuando nosotros iniciamos la construcción a 10 metros bajo el suelo, existía una primavera democrática que nos permitía tener El combatiente y la Estrella Roja en los quioscos de la esquina. Sin embargo, la previsión política era que la primavera iba a ser de corto plazo”.

1974. ¡Córdoba se mueve, por otro 29!

Ya para julio de 1974, el partido explicitaba su preocupación en sus comunicados al entender que la línea ultra represiva impulsada por López Rega se imponía en la forma de gobernar.

Victoria y Héctor se habían mudado con sus tres hijxs a la casa. Ella era reconocida en el barrio como una ama de casa dedicada a las tareas del cuidado de su familia. Salía con frecuencia a la vereda a barrerla, a conversar con las vecinas, a hacer las compras en el barrio. El Vasco la recuerda como una compañera simpática, que hacía amistades fácilmente. Héctor demostraba ser un herrero perfeccionista que tenía su taller en el patio de la casa.

Mientras estaban construyendo la imprenta, la vecina del frente le contó a Victoria que escuchaba ruidos de noche. El Vasco narró que esto les permitió darse cuenta que, en la tarea de topos, se habían pasado del plano y casi llegado a la vereda. De allí los ruidos.


La construcción de la imprenta llevo un año y medio. Lxs compañerxs ingresaban escondidos en la F100 conducida por Héctor. El recorrido hasta la vivienda se realizaba con las personas “tabicadas”, con el objetivo de no reconocer la dirección exacta. Walter tenía siete años, jugaba con la tierra que sacaban de la construcción y, misteriosamente, ésta desaparecía al día siguiente. Para Walter, la camioneta era amarilla y el sonido que hacía cuando estaba encendida es todavía nítido en su memoria. De grande, supo que Héctor se llevaba la tierra al río Suquía, de noche.


A Walter, su papá le había dicho “acá vamos a hacer una imprenta y vos no tenés que decir nada a nadie, porque, si no, nos van a matar”.

Emprender una obra de ingeniería secreta no puede atribuírsele al azar. Las lecturas y el análisis del contexto, hoy, las entendemos como predictivas. Sin embargo (no hace tantos años), el olor a otros mundos se encendía en las barricadas del Cordobazo y no caían sobre el proyecto socialista la estampa de la nostalgia. El aquí y ahora corrían como las rotativas subterráneas.

1974 a julio de 1976. El funcionamiento de la imprenta

Las tareas múltiples estaban organizadas. Comenzaba en la redacción, luego, alguien viajaba a Córdoba con las notas nacionales. Llegaban en un maletín de doble fondo, en una especie de esténcil, y, en la imprenta clandestina, se imprimían. El momento de la distribución de los periódicos implicaba uno de los niveles más altos de exposición de los cuerpos a la represión.

Las personas asignadas a la tarea de impresión eran, centralmente, dos con la colaboración de Victoria y Héctor. Se trabajaba todo el día en una intensa jornada. Se manejaba maquinaria de aparatos gráficos de muchísima tecnología que estaban a la altura de los diarios de la época. Se imprimían 120 mil ejemplares mensuales, libros de economía, historia, revoluciones y de poesías, recuerda el Vasco.

La casa vivió instantes de gesta entre la tinta y el papel, y también de encuentros entre dos de las organizaciones más fuertes de la Argentina. Así fue que una oficial montonera ingresó tabicada a la imprenta. Se levantaron las banderas del PRT-ERP y Montoneros, y, durante un día, se trabajó conjuntamente sobre el eje comunicación. Tiempo después, los diarios publicaron fotos de Vicky Walsh. Había caído en un enfrentamiento. Fue allí que los militantes del PRT-ERP se enteraron de que la oficial que había acudido a la imprenta era Victoria (hija de Rodolfo Walsh).

24 de marzo de 1976. El golpe

«Se comunica a la población que, a partir de la fecha, el país se encuentra bajo el control operacional de la Junta Militar», escuchó Maruca por la radio. Con la emisión del primer comunicado de la Junta militar, iniciaba la dictadura más sangrienta de Argentina. El comunicado recomendaba el estricto acatamiento a las disposiciones y directivas que emanen de autoridad militar.

Ese miércoles, Victoria y Héctor junto a sus hijxs visitaron la casa de Maruca en barrio San Martín. Se fueron a despedir y decirle que se iban a Santa Rosa de Río Primero. Maruca no tendría noticias de ellxs hasta el año siguiente.

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(Imagen: Colectivo Manifiesto)

*Por Guadalupe Scotta y Débora Cerutti para La tinta.

Palabras claves: Dictadura Cívico-Militar, ERP, PRT

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