Los silencios en el periodismo

Los silencios en el periodismo
2 mayo, 2019 por Redacción La tinta

Por Daniel Panizzoli para La tinta

Sí, es cierto que el periodista es un desubicado. Es más, creo indispensable esa condición de no estar en concordancia con el sentido común que todo lo naturaliza y no problematiza. Sí. Es cierto que la labor periodística requiere absoluta abstracción del sentido común. Pero también es brutalmente cierto que aquellos que nos dedicamos al mejor oficio del mundo (Gabriel García Márquez) podemos y tenemos la odiosa capacidad de ser funcionales a los requerimientos de cualquiera que necesite de una adaptación ideológica.

Estoy en total acuerdo con todos los adjetivos que describen al buen periodista. Pero eso es fácil y hermoso de asimilar. ¿Cómo no sentirse honrado al saberse poseedor de tantas virtudes y actitudes llenas de nobleza? Bien sabemos que muchos colegas comprometidos con la verdad, con los valores éticos, con la justicia son inclaudicables en su búsqueda constante de entender, analizar y dar a conocer aquello que nos es velado por el poder dominante. Y, nuevamente, digo que todo esto es fácil de ponderar. Porque es lo que debiera ser. Porque es lo que se espera de un profesional abocado a la maravillosa actividad del periodismo responsable y a conciencia. Pero no seguiré tirando flores a la profesión periodística y a quienes se dedican a ella, ya que entiendo que existe (y a montones) el periodista que suscribe a ideas e ideologías que no contemplan en absoluto los valores y las virtudes expresadas anteriormente.

En el periodismo militante, están los convencidos y están los vendidos. Sí, los vendidos. Mercenarios de la información y la especulación. “Profesionales” carentes de prurito a la hora de ser funcionales y orgánicos. “Profesionales” que obtienen un rédito personal de sus herramientas comunicativas, priorizando sus intereses de manera vil y egoísta. ¨Profesionales” que se alejan de la neutralidad que ofrece la polaridad BUENO o MALO, y se sumergen de lleno en la mentira mediática siendo elementos indispensables a la hora de instalar, imponer y reivindicar los más bajos ideales en detrimento de una sociedad que necesita de la verdad y no la obtiene.

No es posible seguir esta idea del periodista comprometido con la militancia y la sociedad sin nombrar al gran referente argentino Rodolfo Walsh, quien pagó con su vida la osadía de buscar, ver, mostrar e informar lo que ocurría en una Argentina, en donde todos los derechos de nuestro pueblo eran avasallados por la dictadura imperante en aquellos años.

Afirmando y a modo de profecía, el ya nombrado Rodolfo Walsh, haciendo referencia a los intelectuales que sin tapujos muestran su falta de compromiso social sumiendo al pueblo en un oscuro abismo de ignorancia, decía:
“Un intelectual que no comprende lo que pasa en su tiempo y en su país es una contradicción andante; y el que comprendiendo no actúa, tendrá un lugar en la antología del llanto, no en la historia viva de su tierra.» Y me pregunto: ¿existe en un intelectual tal grado de ingenuidad para no comprender lo que ocurre a su alrededor? ¿O es la complicidad que se disfraza de ingenuidad para ser útil a los requerimientos de un determinado sector? Y aquel que comprendiendo, calla y no actúa, ¿no es lisa y llanamente un traidor? Muchas preguntas me surgen. Confusas respuestas invaden mi pensamiento. Pero, luego, me doy cuenta de que, si alguna duda nos quedase de su convicción sobre cómo debía ser el periodismo comprometido en decir la verdad, atinado sería remitirnos a otras de sus frases cargadas de simples y lógicas verdades: “El periodismo es libre o es una farsa”.

Es en la libertad donde está el fluir de la verdad. En ella, descansa la certidumbre de poder expresar hasta la última palabra que, sedienta de iluminar, ha de cruzar toda barrera, todo obstáculo, toda pretensión de ser silenciada. Es en la farsa donde se apoya el periodista vendido a los grandes intereses de quien lo contrata para ocultar verdades que, de ser reveladas, harían temblar de un sacudón a cualquier estructura política deseosa de imponer mentiras y falacias.

El periodismo militante debe cuidarse de caer en el enredo político que busca por todos los medios distorsionar, ocultar, controlar y regular la entrada como así también la salida de información relevante en muchos casos para la sociedad toda. El periodismo militante ha de estar precavido siempre de las constantes, innumerables e inacabables estocadas dirigidas hacia la verdad, siempre con la siniestra intención de mantener al pueblo desinformado y sin participación alguna.

La obligación del periodista es ser un excelente periodista. Mostrar al mundo lo que es el mundo haciendo un periodismo de excelencia. Aquí no hay términos medios. Se es buen o mal periodista. Tanto en el periodismo como en la militancia, la tibieza de espíritu, cede espacios y debilita la pasión.

*Por Daniel Panizzoli para La tinta.

Palabras claves: Periodismo

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