#NoSeRecorta

#NoSeRecorta
27 marzo, 2019 por Redacción La tinta

Sin Ministerio de Cultura, con tarifas que aumentan de forma exponencial, con la inflación anual más alta en los últimos veintiocho años, alquileres de locales (y viviendas) que día a día cuestan más sostener y menos de un 20% de cupo femenino en escenarios: ¿cómo hacer cultura?

Por Lucía Sánchez para La tinta

Cultura: desde la Economía y desde los Derechos Humanos

Cada día que pasa de gestión macrista cuesta más levantar y sostener espacios culturales. De todas maneras, los Espacios Culturales resisten con diferentes formas de autogestión sustentable, por ejemplo entradas a la gorra para que exista la mayor cantidad de espectadores/as, siendo uno de los espacios de la economía con más “puestos en blanco y menos trabajo asalariado no registrado “que el promedio de la economía privada», según un Informe de la Secretaría de Cultura de la Nación de 2017.


Sin embargo eso no quita que el ajuste a nivel nacional pegue fuerte en el ámbito cultural: venimos de un 2018 en el que el Ministerio de Cultura a nivel nacional dejó de existir, donde la (des)financiación estatal a espacios de gestión cultural independiente se redujo un 18% y el consumo en Centros y Espacios Culturales promedio de lxs ciudadanxs se vio afectado.


Existe una deuda de casi 4 millones de pesos con el emblemático Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti y no está previsto pagarla este año. Asistimos al cierre al primer Ballet Nacional, las becas y Subsidios caen cualitativa y cuantitativamente, y hay una propuesta de Código Contravencional que permitiría el arresto de artistas callejeros/as.

Parece redundante, pero es necesario recordar que la Cultura fue declarada derecho humano hace más de cincuenta años por la Organización de Naciones Unidas (ONU). En este sentido, hay definiciones y propuestas claras sobre la limitación de lo que (no) debe hacer un Estado: el impulso a la autonomía de la/s cultura/s, de la protección y financiación de la/s misma/s, de la gestión de políticas públicas que incentiven a la creación y participación cultural.

#CulturaFeminista y Encuesta Nacional de Consumos Culturales

¿Cómo se relaciona la situación económica con el consumo cultural?
¿Qué pasa con nuestros ocios cuando se ajusta nuestra calidad de vida?
¿Nos afecta a todxs por igual?

Para responder las preguntas podemos analizar la Encuesta Nacional de Consumos Culturales de 2017 y pensar algunos indicadores económicos que surgen al desagregar la información acorde al/a los género/s.

MÚSICA

En 2013 un 34% de lxs argentinxs habían concurrido a algún espectáculo de música en vivo. En 2017, ese número se redujo a un 22%. De las personas que dejaron de asistir, 7 de cada 10 pertenecen a sectores socioeconómicos medios y bajos. Asimismo, del total de personas que concurrieron a recitales en 2017, el 9% corresponden a población socioeconómicamente baja y un 50% a estratos socioeconómicos altos.

Por otra parte, en Latinoamérica la presencia arriba de los escenarios de mujeres e identidades disidentes en festivales musicales rondan un (por demás escaso) 30% en promedio, mientras que en Argentina ese número es de un 13%.

CINE

7 de cada 10 personas que concurren son de niveles socioeconómicos altos.

TEATRO

Entre 2013 y 2017, la asistencia al teatro se redujo un 40%.

La presencia de directoras en las obras es apenas un 20%, mientras que un 54% del público teatral son mujeres.

Es interesante pensar que aunque ganamos en promedio un 26% menos que los varones y que destinamos menos tiempo que ellos a la realización de actividades que no tengan una composición laboral ni de cuidados (del hogar o de lxs niñxs y adultxs mayores), las mujeres somos quienes más concurrimos a los espacios culturales. Sin embargo, irónicamente, estamos subrepresentadas en la figura del artista o directora.

Es cierto que muchos centros culturales empiezan a manifestar políticas culturales de género, brindando espacios a mujeres y disidencias, haciendo distinción entre los colectivos lgtb+, estableciendo fechas con cupo laboral femenino, pensando protocolos contra la violencia de género y desplazando un poco lo que, parafraseando a Marilina Bertoldi, parece haber sido la cultura del varón heterocis.

Pensar a dónde vamos

Pensar el 2019 es todo un desafío para todxs. Para nosotrxs, los espacios y militantes culturales, existe una dicotomía entre un 24 de Marzo que nos encontró en una columna cultural con más de dos mil artistas de distintas expresiones y entre la urgencia de pensar nuevas estrategias de organización y gestión cultural con perspectiva de género, ante un gobierno que (nos) atenta y desfinancia.

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(Imagen: Colectivo Manifiesto)

*Por Lucía Sánchez para La tinta / Imagen de portada: Colectivo Manifiesto.

Palabras claves: centro cultural, Cultura, Mujeres

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