Niñas, no madres: ¿cómo producir nuevas narrativas y correr el manto de mentira que los medios hegemónicos pretenden instalar?
Por Andrea Nieva
No voy a escribir derrotistamente, tal como esperan algunes llamades periodistas, que ni siquiera pueden hacerse cargo de un relato falaz, tendencioso y provocador. ¿Cómo hacer posible el deseo de producir nuevas narrativas sin salir a responder las barbaridades leídas y pensar, confiar en poder llegar a lectores que logren correr el manto de mentira que los medios hegemónicos pretenden instalar? Igual corro con desventajas…tengo menos público y no tantes amigxs.
El movimiento feminista no tiene que aceptar ninguna derrota legislativa sino todo lo contrario. Les antiderechos en todo caso tienen que entender que para los abortos hay un marco legal hace exactamente 98 años, y aún así son capaces de escribir: “Mucho más allá de la forma en que se gestaron los embarazos…” y pretender llenar de relativismos, eufemismos e inclusive hacer apología de la violación en nombre de la vida. Nuestros esfuerzos no son nuevos, son de hace siglos, siglos donde la iglesia fue transmitiendo supuestos valores nobles pero desplegaba todo su poder para la “caza de brujas” y así, exterminando miles de mujeres, impusieron y lograron naturalizar ideas, prácticas y juicios en torno a la reproducción, que sirvieron para el adoctrinamiento y disciplinamiento de las mujeres y sus cuerpos, nuestros cuerpos. Ideas, prácticas y juicios que luego se transmitieron generación tras generación, pretendiendo perpetuar el supuesto “instinto maternal”.
Pero el feminismo resiste y resiste la empecinada idea de una transformación profunda y verdaderamente amorosa. ¿Qué es lo natural sino aquello que unos pocos poderosos lograron instalar? Creemos en otras naturalidades: la de la dignidad, la de la igualdad de oportunidades, la de poder decidir sobre nuestros cuerpos, la de ser escuchadas, la de NO ser violentadas ni violadas, la de ejercer los derechos que nos corresponden y también la de reflexionar y la de aferrarnos a nuestros pensamientos, ideas y convicciones.
Pongo en duda la capacidad de escucha de les antiderechos y lo pongo en duda porque conozco desde el relato de muchas mujeres y de muchas niñas que atravesaron embarazos por violación o embarazos no deseados a secas, de los métodos de tortura que utilizan para “convencer” a las mujeres que un embarazo es “una bendición” o “es el mejor de los regalos”. Quienes portamos el pañuelo verde y además de portarlo garantizamos derechos sexuales y (no) reproductivos, escuchamos y acompañamos lo que las mujeres niñas o adultas decidan, los razones le pertenecen a ellas. Las razones para continuar o interrumpir un embarazo nos pertenece a cada mujer o persona gestante en situación de embarazo no deseado y es una idea que les antiderechos no pueden soportar.
Invito a que leamos otros relatos de maternidades interrumpidas, de maternidades tortuosas, de maternidades obligadas, de maternidades sufrientes, obviamente sólo si pueden soportar que hay otres que no necesariamente viven la maternidad como un premio que nadie pidió o que nadie siquiera se propuso ganar. Les invito a leer los relatos de las Socorristas que por suerte van dejando otros testimonios necesarios de ser leídos y conocidos. Lean por ejemplo el Código Rosa de Dahiana Belfiori, lean La Intemperie y lo intempestivo, Experiencias del aborto voluntario en el relato de mujeres y varones de Chaneton y Vacarezza, busquen otras expresiones desprejuiciadas, no se aferren ni crean en lo primero que ven, sólo porque lo dice un diario que se cree todo poderoso.
Invito a perder el miedo de escuchar muchas vivencias, no dos o tres sino miles, miles de historias de interrupciones urgentes, necesarias, legítimas, y deseadas que hemos acompañado y vivido como propia. Nadie puede decir que quienes acompañamos Interrupciones Legales del Embarazo obligamos alguna vez a alguien a abortar así como tampoco obligamos a nadie a parir.
Cuándo les invito a poder soportar otros relatos, les invito al ejercicio de ponerse verdaderamente en el lugar de la otra, esa otra que no soy yo. Desde lugares sumamente legítimos como amigas, como madres, como abuelas, como familiares o como pareja muchas veces nos cuesta aceptar que la otra decida algo diferente a lo que yo misma hubiera elegido, otras veces logramos imponer una idea y avasallamos la individualidad de una niña o de una mujer o persona gestante, ¿eso nos convierte en “abuelas abortistas”? Acaso ese señalamiento de “propósitos criminales” no es solo un recurso que utilizan para culpabilizar a las madres de esas niñas que sólo desearon lo mejor para sus hijas? ¿Y de los padres no dicen nada? o ¿será porque quizás son los violadores? ¿Sabemos verdaderamente lo que implica para una niña poder gozar de autonomía y libertad cuando atraviesa un embarazo producto de una violación? Nadie premia a las mujeres o niñas que movidas también por amor deciden interrumpir sus embarazos, yendo en contra incluso de todo su círculo externo; nadie las llama SUPER MUJERAZAS o SUPER NIÑAS.
Les invito a dudar de lo que dicen, de lo que proclaman y vanaglorian los medios hegemónicos. ¿Les parece posible que una niña-madre sea capaz de decirle a le periodista que tener un hije es “lo peor” que le pasó en la vida? ¿Les parece posible que alguien inmersa en la sociedad que vivimos, tan cargada de prejuicios y juicios de valor, pueda narrar o expresar otra cosa a une periodista? ¿Existe tal ingenuidad como para pensar que alguien le confesaría a un medio hegemónico un relato “infernal” de una maternidad obligada? ¿Acaso alguien cree que ese medio de comunicación entrevistaría a niñas que no quieren ser madres, que no vivencian, que no vivenciaron ni vivenciarán jamás ese supuesto “instinto materno”, niñas que por otra parte pudieran relatar experiencias que den cuenta de autonomía, madurez y/o sufrimiento frente a un embarazo no deseado?
Comparto sensaciones de indignación. Pretenden que les creamos la preocupación por los embarazos adolescentes y por la educación sexual cuando todos sus esfuerzos van en la línea contraria. Publican un texto cargado de hipocresía y crueldad, pero hay quienes nos damos cuenta de eso y proponemos otra forma de vivir en Sororidad con las mujeres, con la personas con capacidad de gestar y con las niñas que atraviesan embarazos no deseados, verdaderamente CON TODAS y no sólo con algunas.
*Por Andrea Nieva / Imagen de portada: Eloisa Molina para La tinta.