La feijoada, la casa del MPA y almorzar con amigxs como acto de resistencia
De pasada por la ciudad carioca, La tinta conoció Raízes do Brasil, la casa que el Movimiento de los Pequeños Agricultores (MPA) fundó en 2017 como espacio para integrar las lógicas y las producciones campesinas con la gran ciudad. Productos orgánicos, soberanía alimentaria y una feijoada imperdible en Santa Teresa.
Por Soledad Sgarella para La tinta
Lula Libre
En la mesa, transpiradísima y helada, la cerveza artesanal tiene una etiqueta amarilla y roja que reza: Lula Libre. El calor de Río de Janeiro es inclemente, pero en la casa del Movimiento de Pequeños Agricultores (MPA) -en el bohemio y complejo barrio de Santa Teresa, en una zona alta de la metrópolis brasilera- el verano es más amable y corre un leve brisa.
Lula Libre se lee también en una botella de cachaça artesanal que venden aquí en Raízes. Una de las habitaciones de la casa (antigua y reciclada, decorada a lo carioca, a pura flor y color) es la tienda donde están disponibles variados productos orgánicos y agroecológicos que llegan a través de familias campesinas de la Baixada Fluminense y región serrana, como Teresópolis y Lumiar.
Afuera, en la esquina de la casona también conocida como casa Aurea (por estar situada sobre la Rua Aurea), entre grafitis y con stencil, la misma leyenda nos recuerda la injusticia y la lucha: Liberdade para Lula.
E vamos botar água no feijão: los amigos, la feijoada y Buarque
Hay una canción de Chico Buarque que se llama Feijoada Completa. En esa canción, el popular músico brasilero habla de la emblemática comida de su país y el ritual de compartirla.
Como nuestro locro, que rescataba las sobras de los festines de los dueños de los campos y las mezclaba con legumbres para estirar y darle contundencia, la feijoada es ese guiso maravilloso que aún con 40 grados de calor, ejerce en la mesa un infinito poder de persuasión.
Servida en las casas y restaurantes de todos los sectores del país hermano, una feijoada completa lleva porotos negros guisados con carne seca, pata, oreja, rabo y piel de cerdo, panceta, chorizo y paio (otro embutido). Va servida con arroz blanco, farofa (harina de mandioca tostada y condimentada) y con alguna variedad de col y naranjas. En Raízes de Brasil la feijoada es orgánica y suculenta.
Buarque y Lula son amigos desde hace más de 40 años. Desde la cárcel de Curitiba, el ex presidente cerró su discurso con una frase de Chico: «Mañana va a ser otro día». Chico Buarque no habla de la feijoada porque sí. La alimentación es cultura, y lo cultural es siempre político.
Raízes: la comida como resistencia
“Siempre pienso en ir ahí y en llevar a mis amigos a ese lugar que es medio casa, medio selva. Tiene muchas plantas, es medio abierto, medio cerrado. Varias cosas importantes se cruzan ahí: por un lado, es una posada administrada por el MPA que, buscando tener un pie en la ciudad para alojar a su gente y recibir visitas, terminó construyendo este espacio”, cuenta a La tinta Josefina Mastropaolo, trabajadora social y docente en la Universidade Federal do Río de Janeiro, radicada en Brasil desde hace más de diez años.
“Ellos hacen una comida de resistencia, producida en sus pequeños lotes de agricultura familiar, sin veneno”, continúa Josefina. “Me parece increíble encontrar un lugar así en medio de esta metrópolis contaminada y contaminante. Un lugar donde una llega a una casa medio selva, te sirven una comida saludable y hay carteles contra Monsanto en las paredes. ¡Esto me da salud física y mental!”, agrega sonriendo. “Y me parece una experiencia que no tiene la forma de la lucha tradicional: no es una marcha, ni un acto. Es una forma de resistir al deterioro que este modelo nos quiere imponer”, concluye.
Como ellos mismos se describen, el Movimiento de los Pequeños Agricultores (MPA) “es un movimiento nacional constituido por familias campesinas articuladas en sus territorios. Su objetivo es la producción de alimentos saludables para los habitantes del campo y la ciudad, garantizando la soberanía alimentaria como un derecho de los pueblos y países. Buscan rescatar la identidad y la cultura campesina, respetando las diversidades regionales y organizando sistemas de producción, comercialización y educación campesina”. La organización forma parte de la Vía Campesina, una articulación internacional de movimientos campesinos, pueblos y comunidad tradicionales.
De carácter nacional y popular, llevan la agroecología como bandera: “la agroecología es un conjunto de técnicas de producción y una práctica política, buscando involucrar a toda la familia campesina en las decisiones y en el trabajo, fortaleciendo así la identidad campesina y uniendo lo tradicional con nuevos elementos”.
Una feijoada completa es indefectiblemente un gesto de amor. Un rito de la abundancia de lo que haya. Una celebración de identidad.
Es hacer de la comida un acto de resistencia frente a la embestida neoliberal contra el medio ambiente, las culturas y economías populares. Es también no olvidar que el simple hecho de juntarnos a comer con otres será -siempre- un espacio de encuentro, y por lo tanto, una forma de lucha ante los poderes que nos quieren disgregados.
*Por Soledad Sgarella para La tinta.