Darthés y Viale: un violador y un operador, juntos a la par
Sobre la entrevista de Mauro Viale a Juan Darthés en el canal A24.
Una vez más, un minuto de rating vale más que la vida de las pibas. ¿Sorprende a alguien que Mauro Viale le preste minutos de aire a un acusado de violación? ¿Sorprende que, en la tele, se banalice una denuncia de tanta gravedad?
Luego de elogiar la casa del violador en un country en Nordelta (“seguro se la ganó trabajando”, conjeturó), el operador Mauro Viale aclaró su posición ante las críticas por darle aire a un acusado de violación: “A Videla lo reportearon todos, es periodismo… y mi compromiso es con el periodismo” y, después, añadió que “la verdad es que esta nota la quería todo el mundo”. Poco después, Viale describió a Darthés como un “hombre desolado y angustiado, pero afable y amable”, para después señalar que “al entorno familiar la nota no le gustó». “Lo único que quiero es darle un mensaje al pueblo argentino, que sepa mi verdad”, contó Viale que le aclaró el acusado de violación.
Luego, el testimonio de Darthés fue confuso, contradictorio, rozó el absurdo incluso: sobre los hechos denunciados, los negó todos y dijo que “no pasó, no existió. Estoy indignado”. Después, arrancó con su decisión de victimizarse: “No te puedo explicar la noche que pasé. Tuve pensamientos muy oscuros. Ya está, estoy muerto. Nunca hice eso, nunca violé a nadie, nunca acosé a nadie”.
Pero no satisfecho con negar los hechos, Darthés revirtió la acusación y se victimizó, una y otra vez, en un relato inverosímil (repetir «su versión» de los hechos es darle lugar a un delirio, un insulto a Thelma), mal armado y hasta ajeno a cualquier mirada razonable: “No sé qué pasa con Thelma, no es verdad. Si esto es cierto, soy yo el primero que me mato. Yo ya estoy muerto”.
Si el recurso de la negación era previsible, el de la victimización es ridículo. Una vez más, recobra fuerza la importancia de la reacción de Actrices Argentinas, una voz colectiva y solidaria con la verdadera víctima: Thelma Fardín, que tuvo la enorme valentía de ponerle el cuerpo a una denuncia contra una persona pública. «No nos callamos más», dijeron todas.
Es hora de que la tele y los «periodistas» que trabajan y cobran por sus operaciones asuman el cambio de época que se respira en las calles. Ya no hay espacio para quienes dudan de la víctima, quienes justifican al violador o quienes pretenden imponer que hay «dos versiones» en una violación o abuso.
*Por Revista Sudestada / Fotos: Eloísa Molina para La tinta.
