Diciembre para matar

Diciembre para matar
6 diciembre, 2018 por Redacción La tinta

Por Esteban Viú para La tinta

“No dispare, estoy trotando” fue una de las tantas burlas que aparecieron para referirse al comunicado del Boletín Oficial que, de alguna manera, instaura la pena de muerte en la vía pública. Una pena de muerte agilizada, porque la burocracia de la legalidad solo vale para algunos. Así, crecerán los casos de gatillo fácil y sus autores quedarán impunes, al resguardo de un Estado criminal.

Pero eso es solo una foto de una película larguísima para el pueblo latinoamericano. De esa película, vamos a tomar una pequeña escena: la parafernalia del G-20 y lo que dejó a su pasó, que ayudó en el propósito de la militarización de nuestras calles, pero también nuestro cielo y mar.

Una semana antes que comenzara la cumbre, Oscar Aguad, ministro de Seguridad, dijo que iban “a derribar a cualquier a avión que no se identifique”. A los pocos días, y en medio de informaciones cruzadas, se avisó de la aparición del ARA San Juan a manos de un buque anglo-americano, las mismas fuerzas coloniales de Malvinas. Y por si nada de esto alcanzaba, fogonearon un enemigo interno («terrorista») que colocaba bombas en todos lados, aunque después la mayoría no fueran bombas o se les explotaran en las manos. Aire, tierra y mar comenzaban a militarizarse.

Con la escena armada y planificada, y con su maquinaria mediática funcionando a todo pulmón, Buenos Aires y alrededores se volvieron un fuerte militar durante varios días. Personas en situación de calle, vendedores ambulantes y trapitos fueron rápidamente desalojados de las arterias principales de Capital Federal. Cada dos cuadras, había efectivos de la Policía Federal, de la Ciudad o Gendarmería. Muchos se regodeaban: “Qué bueno que se pueda caminar así”, se escuchaba. Al mismo tiempo, durante esos días, las noticias (no todas) nos informaban sobre militantes muertos en diferentes situaciones, pero todas vinculadas a las fuerzas de la seguridad neoliberal.


Una vez finalizado el G-20, y después de varios papelones, quedaba ver qué iba a suceder en materia de seguridad. Si todas estas declaraciones y acciones concretas quedaban en el recuerdo de la cumbre, o la cumbre había servido como plataforma para que las botas y los palos desembarquen con fuerza a fin de año. Y como era de esperar, la última opción aparece como la más clara. En primer lugar, porque en plena cumbre del G20, cuando le preguntaron a Bullrich por la medida que permitía disparar a discreción, respondió que tenía que ver con dar garantías y establecer un protocolo de actuación a las comitivas extranjeras. Sin embargo, la resolución que se conoció no contempla plazos temporales. Será política de Estado. Resta saber qué sucederá con nuestro cielo y mar.


Además, en una entrevista con Joaquín Morales Solá, Mauricio Macri aclaró que “trabajamos arduamente para que no suceda ningún hecho de violencia durante el G-20 y, por supuesto, vamos a seguir igual de alertas. Además, todos los argentinos tenemos que estar alertas. Hoy, tenemos la posibilidad de tener Whatssap y todos compartir información rápidamente para que los violentos que se organizan no logren alterarnos y menos logren que el proceso de cambio que empezó Argentina se detenga”. Si a estas declaraciones le sumamos las de Patricia Bullrich (“el que quiera andar armado que ande armado”), ¿qué debemos pensar? Hablan de organizarse, de orden, de contrarrestar otras fuerzas, de tomar armas el que quiere. También le otorgan la potestad de nuestras vidas a las fuerzas policiales. Entonces, ¿a qué clase de juego perverso nos invitan?

Por último, Macri habló de diciembre: “No puede ser una amenaza, tiene que ser un mes más”, dijo. De eso se trata, de desactivar cualquier conflicto o, en el peor de los casos, que las muertes (que siempre son nuestras) queden impunes. El gobierno tiene muy claro que su diciembre será para matar.

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(Imagen: Colectivo Manifiesto)

*Por Esteban Viú para La tinta.

Palabras claves: diciembre, G20, gatillo fácil, militarización, represion

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