Silvia Federici: “Hay alternativa al capitalismo”
Silvia Federici volvió a Buenos Aires tras poco más de tres años. Siempre atenta pero sensible, la autora de “Calibán y la bruja”, estuvo dialogando en un encuentro con periodistas feministas y comunicadorxs populares y de esa forma dio inicio a la gira que está realizando por Argentina y Chile.
Por Camila Parodi y Laura Salomé Canteros para Marcha
Silvia Federici es escritora, docente y militante feminista italiana y llegó a nuestra región para compartir charlas públicas y asambleas, excusa perfecta para presentar otro de sus libros: El patriarcado del salario. Críticas feministas al marxismo. Y también para reflexionar, de forma conjunta y en un cálido ida y vuelta en los territorios donde las mujeres y los feminismos construimos teorías y praxis: nuestras alternativas a la imposición de los poderes, la perpetuación de un heteropatriarcado capitalista que agobia, explota y empobrece.
“Las mujeres politizamos cada experiencia”
Tras su llegada a Buenos Aires y, como primer actividad pública, se realizó una conferencia de prensa en la Fundación Rosa Luxemburgo donde, junto a integrantes de la Editorial Tinta Limón le dieron la bienvenida. Ni bien llegó al espacio comenzó a interactuar con las presentes, saludos, sonrisitas y gestos de complicidad fueron los primeros intercambios con ella.
“Las sociedad capitalista ha hecho una apropiación del trabajo de las mujeres”, dijo al comenzar sus primeras intervenciones yendo a la raíz de sus reflexiones. Y en ese sentido, no fue alejada su relación con el actual momento de lucha del movimento de mujeres al que se refirió: “la violencia contra las mujeres se da porque estamos en la primera línea” y en ese sentido concluyó su idea manifestando “las mujeres politizamos cada experiencia (…) juntamos lo que el capitalismo ha dividido”.
Las preguntas comenzaron a circular y con una linea continuó delimitando sus teorías. En el año 2014, Federici había realizado un primer recorrido por las organizaciones de mujeres en las villas argentinas, por eso, su necesidad de integrar esas experiencias a sus nuevas reflexiones al calor de un libro nuevo. “En las villas las mujeres con las ollas, la huerta, el teatro y la formación política muestran otra forma de vivir. Rompen los muros entre la casa y las calles”, afirmó, y a continuación explicó: “la calle, por ejemplo, es el espacio colectivo donde continuamos con las redes e intercambio de saberes que comenzamos al interior de los hogares”, y concluyó, “se trata de un proceso de politización que junta lo que el capitalismo separó”.
Fue entonces cuando las preguntas sobre feminismos y marxismo, que tanto entusiasman, no tardaron en llegar. Y tampoco las respuestas de Federici: “La inclusión de las mujeres al mercado laboral es una gran mentira, genera confusión. Somos ya incluidas, pero en relación de dependencia y despojo que beneficia a otros, entonces ese es un discurso que se tiene que denunciar”, es decir “un feminismo institucional, del Estado, que ha usado una agenda feminista dominada para integrar a las mujeres a la máquina del trabajo de la economía global” y concluyó “el capitalismo usó la inclusión para abirir la puerta de los trabajos más baratos”.
Federici va y viene en los espacios donde las praxis se vuelven teoría, y en lo que respecta a la centralidad del debate sobre las tareas del cuidado expresó: “la escuela, el cuidado, no es otro mundo que la casa. De a poco comprendieron la complejidad de la actividad de la reproducción que es la más importante que existe en una sociedad”, y a continuación explicó “esto se ve en los Estados Unidos, las más endeudadas son las que trabajan fuera de la casa, con dos y tres trabajos. Es más, hay toda una generación de mujeres que trabajan y que no pueden ver en su futuro más que trabajo”.
La masiva respuesta revolucionaria de los feminismos en las calles en el actual contexto de la región -donde los sistemas de representación fascistas avanzan descontrolados- también tuvo su lugar en las reflexiones de la feminista. “La violencia contra las mujeres es una forma de sabotear la lucha, en definitiva, de cualquier forma de cambio social”. Y a continuación el debate sobre la participación de varones en los espacios feministas apareció y junto a Silvia nos preguntamos: “entonces, ¿qué van a hacer los varones? ¿Se van a sumar, acompañar, o van a querer recuperar su lugar de poder?”. Y en ese marco manifestó “los varones tienen que hacer formación política como nosotras hemos hecho. Y en las marchas, donde nosotras decidimos”.
Ya habían pasado las dos horas propuestas pero las temáticas y discusiones seguían apareciendo en las preguntas y respuestas. Decisión sobre los cuerpos, relaciones sexo afectivas y muchas más sobre feminismos. “Históricamente fuimos víctimas del amor romántico”, reconoció con sonrisa cómplice, sin embargo aclaró “hasta que trabajamos con otras mujeres y descubrimos que ese trabajo colectivo entre nosotras entusiasma más”.
Para finalizar, mientras reflexionábamos sobre el control de los cuerpos de las mujeres la discusión sobre el poder y la influencia de las iglesias en las políticas públicas tuvo que realizarse: “La Iglesia no tiene la autoridad moral para decirnos a nosotras cómo nos debemos comportar con nuestros propios cuerpos”, afirmó Federici quién en ese momento afirmó “y si quieren citenme”, y siguío: “que se ocupen de disciplinar a los curas pedófilos”.
Para finalizar, Federici volvió a recordar la idea que desde el principio venía abordando “el feminismo ya es un movimiento político. Necesitamos tener un horizonte amplio. Si no es constructivo lo que se hace, no suma. La lucha debe cambiar positivamente tu vida”. Y será por eso que finalizó: “Hay alternativa al capitalismo”.
*Por Camila Parodi y Laura Salomé Canteros para Marcha