El avance evangelista
Por La Oveja Negra
El debate en los parlamentos por la despenalización del aborto, pero más aún el debate en la calle y en los hogares visibilizó el avance sigiloso de los cultos evangélicos. El énfasis en la responsabilidad de la Iglesia católica argentina de la victoria de los senadores pro–aborto clandestino desestima la participación de los evangelistas en todo esto.
El sábado previo a la votación en el Senado hubo una masiva manifestación en Buenos Aires, más precisamente en el Obelisco, y allí su presencia no fue como apéndice de los católicos, fueron protagonistas en la calle, con su comunicado oficial y sus oradores. Luego, el día de la sesión, tuvieron a su cargo el escenario principal de los pañuelos celestes y los muñecos de bebés atados en palos, en torno a la hipócrita consigna de «salvemos las dos vidas».
Dicho comunicado rezaba: «Senadores y senadoras de la nación, en sus manos está la decisión más importante de su mandato. No importa cuál sea su ideología política, en esto se trata de cruzar la línea entre la vida y la muerte. Para el pueblo evangélico aquí representado esta línea es no negociable y sabremos tener en cuenta vuestra decisión en el momento en que nos toque votar». Y sobre los colores patrios una bandera advertía que «ustedes voten a conciencia que nosotros votaremos a memoria».
Los evangélicos no tienen mucho que negociar, ya están “separados” del Estado, no dependen del presupuesto estatal porque se autofinancian.
«Tomamos mucha conciencia de lo que significa nuestra participación en la sociedad, mucho más que antes», dijo Walter Ghione, pastor del Movimiento Pentecostal. Y agregó: «Hubo un cambio cultural en nuestras iglesias», destacando el «protagonismo social que tenemos en los sectores más vulnerables, con mayor presencia que la iglesia católica pero que siempre hemos sido despreciados por el Estado, nunca nos han dado participación». «Hoy tenemos que ganarnos esos lugares de decisión y la única manera es haciendo política», advirtió el pastor.
Ha trascendido que ya han tenido contacto con Amalia Granata, que podría encabezar la lista a diputados provinciales en Santa Fe. Granata, además de ser un personaje televisivo desde hace años, ahora se destaca por sus discursos contra el movimiento de mujeres y por su defensa acérrima del aborto clandestino, pero cabe recordar que en su debut electoral, en las elecciones pasadas, como candidata a diputada nacional sacó 60.000 votos.
«Si al conocimiento que tiene Amalia le sumamos el aparato evangélico para la militancia y fiscalización podemos ser una gran sorpresa». Ghione reconoció, incluso, que hay consenso para que los domingos de elecciones se suspendan las reuniones de fe en los templos para que los fieles puedan fiscalizar.
El compromiso que tienen sus seguidores es la envida de cualquier cura católico y de cualquier partido político. Son una clara expresión del trabajo de base y territorial. Por estas tierras, los evangelistas son las primeras generaciones que han elegido esta fe, y no se trata de una transmisión de tradición obligatoria como sucede entre los católicos, quienes en su mayoría se reconocen a sí mismos de esa manera pero en verdad son muy pocos los consecuentes.
El cristianismo evangélico representa a más del 13% de la población argentina. Solo en Rosario, los domingos reunen a 170.000 fieles en 700 congregaciones dispersas en toda la ciudad, a algunas concurren entre 10 y 20 personas y en las más importantes más de 10.000.
Y no van a ser los protagonistas de la cuestión social, ya lo son. Tienen una llegada impresionante, permanente y personalizada en los barrios de todo el país, en las cárceles, donde acumulan fieles y dinero, incluso entre los “pueblos originarios” y en las pantallas de los televisores de todos los sistemas de cable.
Son quienes en toda América Latina y Estados Unidos intentan frenar la rabia de los pobres en cada estallido social. Son quienes bendicen las guerras imperialistas o, mejor dicho, las últimas invasiones imperialistas.
Hagamos un poco de memoria. En noviembre del año 2003 Franklin Graham visitó la ciudad de Rosario, llenando dos días consecutivos el estadio de Rosario Central con su Festival de la esperanza. En su recorrida por los medios de comunicación locales hacía una defensa encarnizada del ataque a la población en Irak y una defensa devota del entonces presidente de Estados Unidos George W. Bush, de quien era su asesor espiritual. Predicaba también un odio contra los islámicos y señalaba su religión como «perversa».
Caben recordar los delirios mesiánicos de aquel genocida: «América triunfará ante la adversidad porque es la voluntad de Dios», expresó durante la última campaña presidencial. «Estados Unidos ha sido bendecido gracias a nuestra fe en Jesús. El mundo entero tiene puestos los ojos en nuestro país y espera que nosotros los guiemos por el camino de la moral».
Ya el padre de Franklin, el célebre Billy Graham, estuvo por Rosario en 1962 y 1992. Y fue consejero espiritual de Richard Nixon, presidente de Estados Unidos entre el 69 y el 73, época en que acontecían, no por casualidad, las matanzas militares y paramilitares en América Latina, y los bombardeos con napalm en Vietnam. En una carrera de 60 años, se estima que predicó personalmente a 215 millones de personas en sus más de 400 cruzadas, transmisiones simultáneas y reuniones, en más de 185 países. Sin descuidar que llegó a otros millones más a través de la televisión, el cine, internet y 34 libros.
Su caso es uno entre otros. Solo por esta región se encuentran otras multinacionales como la Iglesia Universal del Reino de Dios (los «Pare de sufrir»), Asambleas de Dios y la Iglesia Evangélica Misionera (los locales de Canal Luz).
«Desde el inicio de la nueva crisis mundial capitalista y del viraje neoliberal asociado a ella, las comunidades religiosas comenzaron a economificarse con una determinación endiablada. –Señala Robert Kurz–. Las grandes iglesias se consideran cada vez más como prestadoras de servicios en las cuestiones de dar sentido a la vida, vender consuelo y consejos edificantes como MacDonald’s vende hamburguesas o Beate Ushe lencería provocativa. Y las tenebrosas sectas evangélicas, que a partir de los EE.UU. llevan sus misiones al tercer mundo, se organizan como conglomerados transnacionales, en lo que por cierto se asemejan a la organización terrorista Al Qaeda. Por todos lados las congregaciones son objeto de racionalización, como la Volkswagen, y se exploran los mercados de la fe, tal como los mercados de tabletas de chocolate o de minas anti–personales. El marketing es todo en un mundo que ha conseguido transformar incluso a dios en una mercancía y resucitarle del sepulcro como cadáver ambulante. De este modo, después de que la religión se haya amablemente economificado y se haya lanzado a los brazos del espíritu de la época, ahora los economistas se apuran en convertir, con igual delicadeza, su materia en religión. Se acuerdan con gratitud del estudio de Max Weber publicado en 1905 sobre la conexión interna entre capitalismo y protestantismo».
La referencia a Weber es de su ensayo La ética protestante y el espíritu del capitalismo, donde desarrolla con profundidad los orígenes y el desarrollo histórico de la ligazón entre ambos. La ética protestante favoreció la búsqueda racional del beneficio económico sin condenar la obtención de riqueza sino su disfrute, considerando el trabajo no como medio sino como un fin en sí mismo y una manera de alabar a dios, promoviendo el ascetismo, la especialización y la perpetuación individual en profesiones.
Así que no se trata de dinosaurios sino de burgueses. Y tampoco estamos en la Edad Media, vivimos en un capitalismo democrático. Comprendamos dónde estamos, porque de lo contrario uno u otro encantador charlatán va a adornar con sermones, discursos o consignas este podrido presente.
En el fondo, poco importa si son católicos o evangelistas, si son religiosos o laicos, si en última instancia nos mandan a trabajar o nos echan según sus beneficios, nos llaman a votar para suponer que participamos en sus decisiones, y nos someten a que nos comportemos de acuerdo a sus mandatos, para que a fin de cuentas rechacemos una vida mejor en el más acá para esperarla en el más allá.
* Por La Oveja Negra, Boletín de la Biblioteca y Archivo Histórico-Social “Alberto Ghiraldo”.