Arrancarle una imagen a lo inimaginable
Tres franjas negras hacen de marcos para la escena que sucede a unos metros del fotógrafo, allí se ven varios cuerpos en el piso, algunas personas caminando entre ellos como realizando un trabajo, de fondo un humo espeso que sale desde más abajo del suelo. Esta fotografía fue tomada en agosto de 1944 en el campo de concentración II de Auschwitz (Birkenau), por uno de los detenidos desde adentro de uno de los crematorios. Lo que está sucediendo en la escena son los preparativos de los cuerpos para ser incinerados en las fosas al aire libre, realizadas para esta tarea. Esta imagen fue la prueba del exterminio atroz que realizaron los nazis, fue lo que sirvió para denunciar y evidenciar ese infierno de lo inimaginable.
Por Redacción La tinta
No se conoce la identidad de quién tomó las imágenes, cuatro fotos, sí que era un judío de origen griego y que podría haberse llamado Alex. Que en ese momento era un Sonderkommando, aquellos detenidos elegidos y obligados a realizar diferentes tareas, entre ellas la desaparición de los cuerpos de las víctimas.
En el ensayo «Imágenes pese a todo. Memoria Visual del Holocausto» escrito en 2003 el filósofo francés Georges Didi-Huberman cita el testimonio recogido por Langbein en el que explica que la cámara fotográfica fue ingresada por un trabajador civil polaco. Que la escondió en el doble fondo de una escudilla (bowl) de sopa. También se dice que pudo haber sido tomada del gigantesco almacén donde los nazis guardaban las pertenencias que les robaban a las víctimas.
Como era una operación muy riesgosa, se necesitaba de alguien que vigilara a los SS, por ello los Sonderkommandos dañaron intencionalmente el tejado del crematorio V para que alguien del equipo fuese enviado para repararlo. Así fue que desde el techo, David Szmulewski pudo vigilar para que su compañero tomara las fotos desde adentro del crematorio.
Escondiendo la cámara, el fotógrafo salió y caminó hacia el bosque de abedules y ahí tomó las siguientes dos imágenes, donde se ve a un grupo de mujeres que se han desvestido para ingresar a la cámara de gas. En el ángulo de la toma se nota la urgencia y la vigilancia sobre el fotógrafo.
Luego Alex vuelve hacia el crematorio, le entrega la cámara a Szmulewski, quien le quita la película y vuelve a esconderla en la escudilla. El trozo de negativo salió de Auschwitz dentro de un pomo de pasta de dientes, sacado por Helena Dantón que era empleada del comedor de los SS.
Fue ella quien se lo envió a la Resistencia Polaca de Cracovia con una nota que escribieron dos presos políticos, Józef Cyrankiewcz y Stanislaw Klodzinski en la que denunciaban las atrocidades de los campos de concentración. “Una foto representa una de las hogueras al aire libre donde se queman los cadáveres, porque el crematorio no está en condiciones para quemarlos a todos”, explicaba la nota.
En su texto Didi-Huberman reflexiona sobre estas cuatro fotografías y sobre el gesto de tomarlas: “Arrancarle una imagen a eso, ¿a pesar de eso? Sí. Costara lo que costase había que darle forma a este inimaginable. Las posibilidades de evasión de Auschwitz eran tan escasas que la simple emisión de una imagen o información –un plano, unas cifras, unos nombres- se convertían en la urgencia misma, uno de entre los últimos gestos de humanidad”.
*Por Redacción La tinta