Luchar por los derechos a la salud de personas trans
Por Candela Molina y Martín De Mauro para La tinta
Fernando Rodríguez es el primer hombre trans operado en el sistema de salud pública de la Provincia de Córdoba. Nos juntamos a charlar y registrar en primera voz su experiencia, para visibilizar y darle importancia a los derechos a la salud de las personas trans. Esta nota la realizamos Fer, Martín Rucovsky De Mauro y compañeras de La tinta. La dividimos en dos partes, la primera se llama “Luchar por los derechos a la salud de personas trans” y la segunda, “Masculinidades trans”. A continuación, la primera entrega.
Martín y Fer
Martín y Fer llevan muchos años de amistad y militancia juntos. Se conocieron en la organización Encuentro por la Diversidad. Fueron de los primeros en organizar la Marcha del orgullo en Córdoba Capital. Desde el comienzo de la organización, buscaron visibilizar y tensionar una agenda trans. Recuerdan “una organización LGTB, con mayor presencia o liderazgo gay, luego secundado por lo lésbico y, en algún momento, llegaba la agenda trans”. En este contexto, se comienza a trabajar la agenda política de la disidencia sexual, al principio, muy ligada a lo legal. Martín y Fernando siguieron encontrándose y militando juntos en el Frente Nacional por la Identidad de género (en la versión local de Córdoba) donde, junto a distintas organizaciones, redactaron uno de los proyectos que fuera la base de la Ley de Identidad de género.
En paralelo, Martín y Fer militaron y participaron en la redacción del proyecto que hoy es la Ordenanza 9/11 que declara a la Universidad Nacional de Córdoba una institución libre de discriminación por expresión e identidad de género. Esta ordenanza sirvió de antecedente a la Ley de Identidad de género.
Hombres Trans Argentinos (HTA)
Fernando es actualmente parte de la organización HTA de Córdoba. Al realizar una mirada hacia atrás, recuerda de su militancia haber apoyado la Ley de matrimonio igualitario, la Ordenanza 9/11 y la Ley de Identidad de género. A lo largo de su militancia, hubo siempre dos ejes fundamentales para la Comunidad Trans. El primero es el acceso a la salud que todavía es un obstáculo y una dificultad en todo el país, y el otro, el acceso al trabajo digno. Si bien ahora se ha presentado a nivel nacional un proyecto de ley por el cupo laboral trans, siguen siendo temas que no se hablan en la sociedad y en organizaciones sociales. El acceso al trabajo digno para toda la comunidad trans es imprescindible, así como la disconformidad con el trabajo precarizado, impulsado muchas veces por el mismo Estado.
Hace 5 años, la Izquierda socialista y Hombres Trans Argentinos presentaron en la Legislatura provincial, mediante el Frente de Izquierda y la diputada Liliana Olivero, un proyecto por el cupo laboral trans. Sin embargo, hasta el día de hoy en Córdoba, no es Ley. “Un guante que nadie quiere agarrar”, dice Fernando. “Vemos que los pocos laburos para las personas trans son obtenidos por contactos políticos y no porque haya una sociedad abierta a la igualdad para todas las personas”.
Desde que se aprobó la Ley de Identidad de género, desde HTA también vienen trabajando fuerte por el acceso a la salud. Realizan acompañamientos a los más jóvenes. Para Fernando, si bien “es indudable que hay avances que permiten que los pibes ahora puedan vivir su identidad de género de una manera diferente. En comparación como fue para las personas trans que ahora somos más grandes”.
Luchar por los derechos que nos faltan
—El activismo disidente por allá en los 80, en relación con la problemática del VIH-SIDA, pone al descubierto que somos cuerpos precarios y vulnerables. Rescato que este activismo logró disputar ese reconocido saber médico cristalizado en la corporación biomédica y en la industria farmacológica. Se conoce como la “revolución de los corderos”, es decir, los pacientes le disputan al saber médico, a la industria farmacológica y a los ministerios. Si miramos toda la genealogía del activismo trans, se pueden observar largas décadas de disputas al tutelaje del saber médico establecido por una relación de poder y jerarquía, establecido entre médicos y pacientes. Las disputas giran en torno a cómo quieren ser tratados, con qué médicos/as, qué medicamentos quieren y cuáles no, incluso en el activismo HIV hubo pacientes que se especializaron en ese saber médico para disputar con fundamentos. ¿Cuáles son los horizontes de disputa con los médicos, las instituciones hospitalarias y los ministerios de salud? y ¿Cómo Hombres Trans Argentinos ha logrado acá en Córdoba modificar las relaciones en estos espacios de saber-poder que son los hospitales?
—Al comenzar mi transición, yo estaba muy solo y los espacios de organización han sido espacios de contención, espacios que me han dado herramientas para no perder y generar la esperanza. Yo tengo 43 años, en aquel entonces, me operé de forma clandestina, imaginate que, estando anestesiado, me desperté en la mitad de la operación. De esta problemática hablo, ahora los chicos se están operando, por ejemplo, la mastectomía en hospitales públicos, gracias a la ley que se volvió una herramienta para luchar contra la clandestinidad.
Mientras militábamos la “Campaña por la despatologización” con muchos compañeros trans, comprendimos que había que posicionarse desde otro lugar con respecto a las instituciones médicas. La ley de identidad de género en Argentina es una gran herramienta que nos permite saltarnos un paso muy importante. Ya no es lo mismo ir al hospital, presentar esa ley y sentirse avalados. Ahí es cuando los médicos, aunque no les guste y nos han tratado como enfermos muchas veces, se tienen que correr un poquito y empezar a escuchar. La ley nos ha otorgado derechos, somos sujetos de derechos.
Es un problema si nos ponemos en el papel de víctimas y no vemos que somos sujetos de derechos y tenemos que pelear por ellos. Muchos no lo hacen y avalan el trato del médico y, lamentablemente, hemos tenido un montón de experiencias así. En el Hospital Nacional Clínicas, a pesar de la ordenanza de la Universidad, a pesar de los avances legislativos a nivel nacional, era un trato sumamente patologizante que violaba una Ley Nacional. Hay una sola endocrinóloga en todo Córdoba que está atendiendo a personas trans y un sólo hospital que está dando los tratamientos hormonales. El Rawson. Y eso es responsabilidad del Estado. Igual que el de especializarse sobre el tema. Hay pibes que se vienen desde el interior a la capital. Hay que abrir más áreas especializadas en todos los hospitales públicos de la provincia. Yo soy un cuerpo trans y tengo una sexualidad como cualquier persona, entonces, me preocupaba antes de la operación ¿qué iban a hacer, qué van a tocar, qué van a cortar en la operación? y los médicos se están capacitando. Entonces, también está, de nuestra parte, llevar información a los médicos porque no están capacitados.
Pasó con los tratamientos hormonales. Nosotros nos presentamos en las reuniones con directores de hospitales y, al principio, nos decían: ¿Ustedes quieren hacer el cambio a chica? (nos veían así todos peluditos) y nos decían: te tendrías que afeitar. Es decir, ni siquiera sabían lo que era un varón trans, que es nacer con un cuerpo femenino y hacer el cambio a la identidad que vos sentís que es la masculina. No lo entendían, pero ¿por qué no lo entendía? Porque yo hice toda mi transición de forma clandestina, la ley no existía. Y gracias a los chicos de España, en el mejor de los casos, iba y compraba en la farmacia cuando podía, y este era el resultado. Es todo un tema, hay una exclusión muy grande. Está el poder del saber médico sobre el nuestro y, en ese sentido, la ley está buena porque avanza en la despatologización de personas trans. A veces, pasaba que médicos piolas con buena voluntad tomaban algún protocolo de otro país, pero te trataban de una manera patologizante y tenías que ir a un examen psicológico. A veces, me pasaba con los chicos del propio grupo, yo digo la ley dice esto, yo te firmo un papelito de consentimiento y vos me das el tratamiento hormonal, y me decían: che, Fer, “mirá el problema que podemos generar porque los médicos son los que saben”. Entonces, también hay que hacer un trabajo hacia adentro de la organización, a mí me ven como el problemático, “oh, ahí viene el tipo este con las carpetitas para audiencias” y es todo un tema porque recibís piñas de todos lados. Dentro de la diversidad, también hay que hacer un trabajo de autorevisión para pensar: ¿Qué siento? ¿Cuál es mi identidad? ¿Hasta dónde quiero llegar? Para empoderarnos al momento de sentarnos con los médicos, que también se están capacitando. Tuvimos que hacer una lucha legal, nos acompañó mucha gente. Entonces ahora, nos toca hacer todo un laburo pedagógico, porque si yo en el hospital o en el consultorio me paro y pego el portazo porque un médico con un cargo jerárquico me diga: “Vos querés la histerectomía (extirpación de útero/ovarios) por tu histeria”, porque sigue pasando, y no. Te tenés que quedar ahí y decirle que se equivoca, algo que el Estado no lo está haciendo. Y yo hago un montón de cosas que si no las hago yo, nadie las hace. Hay un montón de cosas por hacer y con los médicos nos encontramos que a veces a algunos no les gusta que un tipo trans o una chica trans les diga: “¡Che, me parece que te equivocas porque esto es así!”. Hay otros que sí, son permeables y consultan, piden ayuda y lo hacemos.
Hemos tenido problemas en los hospitales, pero también hemos perdido el miedo y buscamos soluciones. Por ejemplo, el Rawson cerró los quirófanos, discutí con el director, pero también nos sentamos en una mesa de trabajo en el Ministerio de Salud para plantear el problema y también para buscar una solución. Habiendo tantos hospitales públicos en la provincia, que lo agarre otro al guante. Y así fue, ahora en el hospital Florencio Díaz, están haciendo la mastectomía (cirugía para la adecuación del pecho a características masculinas), fue una propuesta nuestra esa y eso habla también de las autoridades del hospital. Nos encontramos con todas las respuestas, pero hay pequeñas grietas. También pasa por una cuestión de sensibilidad de ese interlocutor hacia arriba. Entonces, hay pequeñas grietas que se están abriendo y eso es a partir de la ley, de mucha gente que se expone a pesar de muchas dificultades.
—A partir de la Ley de identidad de género y vos lo relatás en primer persona, creo que pasamos de un modelo de judicialización, clandestinidad, que se asemeja mucho con la problemática del aborto cuando no hay margen para ejercer el derecho a la autonomía del cuerpo, repito un modelo absolutamente patologizante, a un modelo de acceso al sistema de salud, de reconocimientos legales a cuestiones identitarias como derechos humanos fundamentales. Creo que hubo una gran inteligencia en el activismo trans de anudar el derecho a la identidad, con la larga herencia que tienen los organismos de derechos humanos como Abuelas y madres de Plaza de Mayo, con el derecho a la identidad de género. Y te quería preguntar: ¿Qué pasa con la ley de identidad de género, hoy, en el contexto neoliberal con una clara insensibilidad social, sobre todo, a nivel nacional? Pensemos un Estado en proceso de retirada, se retira de los hospitales públicos, como decías recién de los derechos sanitarios, educativos, cultural, derechos al trabajo, pero también está ocurriendo que, al mismo tiempo y creo que es algo que está demostrando el activismo, hay protesta pública y resistencia política. Por ejemplo, estamos ahora acá, haciendo la nota en la toma de la Universidad Nacional de Córdoba y uno de los pliegos de las reivindicaciones es por la plena efectivización de la Educación Sexual Integral en toda la universidad. Hubo una clara insistencia de compañeros/as de filosofía para que se ejerzan los derechos sanitarios de las personas trans. Veo un doble contexto, un Estado que se retira de los hospitales, que se retira de un sistema de salud siempre en crisis, con poca voluntad política para que mejore, pero, a la vez, el laburo de ustedes, hombres trans, o esta oleada de nuevo para insistir sobre lo trans. Otra pregunta: ¿Cuál ha sido el laburo de Hombres Trans Argentinos en hospitales públicos?
—Las cuestiones con el Estado son complejas, el artículo 11 de la Ley de Identidad de género demoró 3 años en reglamentarse. O sea, la ley se aprobó, nos dieron el DNI, políticos se sacaron la foto con nosotros, pero después no reglamentaron el artículo 11. Antes de la Ley, en los hospitales, estaban prohibidas las operaciones a personas trans, eso quedó presente en médicos. Quedó el miedo de perder la matrícula. Salió la ley, ibas al hospital, pero nos encontrábamos con la negativa, ya que el artículo 11 no estaba reglamentado y eso nos podía llevar de nuevo a la clandestinidad. Muchos activistas trans salió la ley y se relajaron. Quedamos muy poquitos luchando por la reglamentación.
Lo político en las organizaciones trans también es muy complejo. Luego, se reglamenta y entonces el Estado le dice a las provincias: usted, señor, tiene que hacer tal cosa. El Ministerio de Salud sacó una guía de Atención de la Salud Integral de personas trans que despatologiza y fue otra herramienta para disputar con los médicos. Hemos hablado y planteado cuestiones en el Hospital Rawson, en el Clínicas donde nos dieron la mano, nos felicitaron por la ley, pero nos dijeron: los médicos ahora se tienen que capacitar. ¡Apa! Y en el mientras tanto, ¿qué? Les dijimos que nos hagan controles endocrinológicos porque veníamos de la clandestinidad, de operaciones, prótesis, aceites, medicamentos obtenidos en la ilegalidad del mercado. Los médicos no sabían qué hacer.
Tuvimos una muy buena respuesta de la doctora Laura Cauca en el Hospital Rawson. Lo mejor que nos pudo decir fue que no tenía ni idea, pero que se iba a poner a estudiar y creo que eso es fundamental. Debería pasar en todo el país, porque si no hay capacitación, es sentarse a estudiar, hablar entre médicos e interesarse. Algo que la Universidad Nacional de Córdoba tiene que empezar a hacer. El médico que me operó a mí se capacitó con sus propios recursos en otro país.
El hospital Gutiérrez de La Plata ha hecho muchas operaciones a la población trans, tiene una visión más humana sobre el acceso al derecho a la salud y se trata un poco de eso porque somos un grupo, diferenciando problemáticas de varones trans y mujeres trans, un colectivo que viene cagado a piñas, se han muerto muchas chicas y de eso no nos olvidamos. Hay que conocer sobre nuestra historia como colectivo trans. Que ahora esté la ley y pueda ser mejor para los pibes más jóvenes, no debemos olvidar todas las muertes. Todavía hay que seguir luchando por el acceso al trabajo y por los derechos sanitarios que nos faltan.
Volviendo, creo que con la doctora Cauca en el hospital Rawson ha sido el único espacio que se ha venido sosteniendo porque ella levantó el guante. Además, es el único hospital que da los tratamientos hormonales. Al principio, nos daban Testovirón, que es testosterona, una hormona que se coloca cada 15 o 18 días y genera, a largo plazo, complicaciones físicas. Lo que nosotros tuvimos que hacer fue un relevamiento, buscar información de otros países y presentarle también un par de carpetitas al director del hospital y a la doctora en relación a otro medicamento, que es mejor porque se asimila mejor en el organismo, se sostiene más en el tiempo y no genera picos, que es lo que produce a largo plazo los problemas en el cuerpo. Entonces, nosotros pedimos Nevido. Conseguimos que nos lo empiecen a dar porque lo perseguimos al médico un año seguido, preguntándole qué pasaba con la obtención del medicamento. Hicimos un relevamiento de precios en farmacias de zona sur y zona norte, armamos un presupuesto y se lo presentamos porque el gasto en sí para el Ministerio era el mismo. Así, los pudimos convencer y también, obviamente, con el aval de la doctora Cauca que Nevido era mejor porque se sostiene más en el tiempo en el organismo. Lo conseguimos. Es un laburo invisible, subterráneo, pero necesario. Hasta el día de hoy, ese medicamento se sigue sosteniendo.
—Fer, contanos: ¿cómo fue hacer un ateneo médico en hospitales, organizado por una organización trans?
—Hicimos ateneos en el Hospital Infantil, gracias a gente piola, doctoras jovencitas que querían saber porque esta problemática también se les va a plantear desde niños. Además, logramos después de mucho esfuerzo, convenciendo al director del Hospital Rawson, de generar un ateneo e hicimos uno también ahí. Ahora, estamos trabajando con el Hospital Florencio Díaz, donde también lo vamos a hacer. El tema de la capacitación y de la sensibilización recién ahora se está tomando en serio y nos estamos involucrando más. Algo que veníamos solicitando al Rawson desde hace un montón de tiempo, donde hubo avances, pero luego se paró en relación al tema de las operaciones y que ahora se abrió la posibilidad en el Florencio Díaz. Laburo hay un montón por seguir haciendo, hemos llevado la propuesta que, por lo menos, se abran más espacios para personas trans en otros hospitales. En el sur de la provincia, en Río Cuarto sí se puede y otro en el norte, en San Francisco porque hay muchos chicos que tienen inconvenientes económicos y no se pueden trasladar a Córdoba. Porque si no, va a pasar como en Buenos Aires, donde sólo hay dos hospitales que hacen las cirugías genitales y hay una demora entre 2 a 5 años para acceder a esa operación.
Se va a hacer la primer operación del interior del país, acá en Córdoba, en un hospital público. Esa es la garantía que se viene, que sea en hospitales públicos con profesionales de planta permanente. Es importante que haya un área especializada para personas trans porque pasa que, en hospitales públicos, sacás un turno y tenés demoras de 2 o 3 meses y nosotros venimos de la clandestinidad y de autotratamientos, entonces hay urgencia de un control. Hay experiencias de consultorios trans, espacios amigables con profesionales especializados. Estos espacios se tienen que expandir, es un servicio que no se puede cerrar y, si pasa, vamos a hacer quilombo. Así de simple. Tenemos que generar el antecedente porque si lo hacemos, no hay vuelta atrás. Y en eso me parece que las organizaciones tenemos que ser conscientes de eso. Los derechos sanitarios durante el proceso transicional implica muchas cosas, lo mínimo, controles endocrinológicos después el acceso a tratamientos hormonales y parte del proceso en algún momento acceder a cirugías.
Pensemos en la situación que al médico se le presenta un pibe con cero transición, ¿qué pasa con la imposición sobre las ideas del cuerpo? Hay chicos que quedan embarazados por violaciones, otros dejan el tratamiento hormonal para ser padres. Son situaciones que no se hablan, salvo ahora, con el aborto, se empezó a hablar de cuerpos gestantes. Hay aborto trans de pibes que son violados en sus propias familias. Y cuando el doctor me decía que queríamos la histerectomía (Extirpar útero/ovarios) por la histeria, seguramente no contemplaba estas situaciones. Además que es una operación que se hace en todos los hospitales del país, ¿por qué no se la quieren hacer a un varón trans? En muchas provincias y en Córdoba, también falta más acceso a la salud. Acá estamos hablando de un solo centro en la Capital de Córdoba. Todavía falta un montón y el laburo que hacemos nosotros no lo ve nadie. Es un trabajo fundamental porque, aunque sean pequeños espacios, son re importantes para un montón de gente.
*Por Candela Molina y Martin Rucovsky De Mauro para La tinta.