Posverdad para el bronce

Posverdad para el bronce
11 septiembre, 2018 por Redacción La tinta

La cabeza se inclina hacia la izquierda, lo que ya da señales de que la muerte se ha hecho presente, su brazo izquierdo apoyado sobre el pupitre de su sillón de trabajo, los papeles desordenados en el escritorio que está a su lado. Todo indica que el fin sorprendió a Domingo Faustino Sarmiento en plena jornada de trabajo, en Asunción, en Paraguay. El relato histórico dijo que, a pesar de sus 77 años y de su agonía, el anciano político seguía trabajando. Esta fotografía fue tomada el 11 de septiembre de 1888 por el fotógrafo Manuel San Martín.

Por Redacción La tinta

Hacia finales del siglo de XIX, la fotografía post mortem era toda una tradición, se entendía que esa sería la última imagen con que se recordaría al difuntx. Por ello, se pensaba en una imagen para que atravesara la posteridad, más si el occiso era una persona notable.

El testimonio del Dr. Alejandro Candelón, uno de los testigos que estuvieron en el lecho de muerte de Domingo Faustino Sarmiento, afirma que, en realidad, murió durmiendo a las 2 de mañana de ese 11 de septiembre. Cuenta que llegó al lugar esa mañana acompañado por el fotógrafo Manuel San Martín y que el cuerpo yacía en la cama con una sábana blanca que lo tapaba hasta el pecho.

El entorno le pidió al fotógrafo que hiciera el registro, pero éste les explicó que las condiciones lumínicas del lugar no eran óptimas, lo que fue desoído e insistieron para que la hiciese igual. En el mismo lugar, se reveló la imagen y, tal como había anticipado San Martín, no funcionaba.


Los presentes volvieron a debatir qué se podía hacer y decidieron sentar el cuerpo en el sillón mecánico, en el cual Sarmiento trabajaba diariamente. Pero al intentar sentarlo, se dieron con la sorpresa de que la rigidez cadavérica se había apoderado de la flexibilidad de la cadera y las rodillas. 


Ante esta circunstancia, optaron por colocarlo en forma horizontal y tapar, desde la cintura para abajo, con una tela negra para disimular la rigidez. Sobre esa situación, el relato de Candelón describe: “Estando el busto y los brazos libres de dicha envoltura, se apoyó el brazo izquierdo en flexión sobre la mesita giratoria del sillón y la derecha quedó reposando sobre el muslo del mismo lado”.

Armando esta escena, se intentaba construir el imaginario de que ni la agonía había detenido a Sarmiento en su trabajo, que la muerte lo había sorprendido en esa situación. Al llegar la imagen a Buenos Aires, todos los diarios reprodujeron esta versión y fue una más de las que alimentaron y construyó la figura de bronce de Sarmiento. Que, sin dudas, no deja de ser intencionada y una mirada subjetiva de la historia.

*Por Redacción La tinta 

Palabras claves: Domingo Faustino Sarmiento

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