Privatizadores de clubes, con nombre y apellido
¿Quiénes son los empresarios que se asoman para privatizar los clubes de fútbol? Fassi, cercano a Angelici, es exhibido por el Gobierno como ejemplo. Christian Bragarnik aparece junto a los hermanos Pini. Juan Cruz Oller y Uriel Pérez se han reunido con funcionarios nacionales para pedir «seguridad jurídica» y discutir el grado de influencia de los socios en las SAD. El caso del Colo Colo, administrado por Sebastián Piñera, como emblema del fracaso privatista en Chile.
Por Roberto Parrottino para Tiempo Argentino
Gustavo Rubín fue el interventor de Racing de Córdoba hasta marzo, cuando los socios eligieron nuevas autoridades después de la crisis institucional. En los cuatro años como interventor, Rubín recibió llamadas desde México. Racing afronta 42 juicios por más de 23 millones de pesos. En Córdoba, como modelo de éxito, el gobierno nacional exhibe a Talleres, cuyo presidente es Andrés Fassi, a la vez vice del Grupo Pachuca, dueño de los clubes mexicanos Pachuca, Mineros, León y Coyotes, y de Everton, de Chile.
«Gerenciar no pasa por nuestra mente. Vamos a tratar de sacarlo adelante, esperanzados en que los socios vuelvan a acompañar al club –dice Cayetano Canto, vice primero de Racing–. No hemos tenido por ahora ningún Rey Mago que venga con una solución millonaria. Pero tampoco podemos ser tan tercos y necios si viene alguien como Fassi…».
Es el viejo anhelo de Mauricio Macri: introducir en el fútbol argentino a las sociedades anónimas deportivas (SAD), excluidas en el estatuto de la AFA. En ese plan, ya hubo encuentros con empresarios con contactos en el exterior, principalmente en México y Chile, donde hay SAD. Racing de Córdoba integra una lista de clubes en estado financiero crítico, permeables a privatizarse. Daniel Angelici tuvo cuatro charlas con Fassi en Florida, donde Boca realizó la pretemporada. Angelici juega con Macri, pero duda de que sea el momento de las SAD. Ocurre que Macri ve caer la arena del reloj: el año que viene hay elecciones presidenciales. De ahí que le insista a Angelici para que desparrame el tema entre los dirigentes: para que la AFA lo trate en la asamblea de octubre. «Hay una realidad que no podemos ocultar. Hay clubes gerenciados en Primera y B Nacional», dijo el presidente de la AFA, Claudio Tapia, que ve el filón del arma de presión que blande la Casa Rosada: la modificación del decreto 1212, un beneficio impositivo a los clubes, que desde 2003 pagan 7% de aportes y contribuciones en lugar del 30%.
Matías Ahumada es ingeniero y chileno. Lo conoció a Macri en 1994 en el Colegio Cardenal Newman. Es el tesorero de la Superliga y de Boca. «Si los socios quieren tener una sociedad anónima, me parece ridículo que un tercero decida que no pueden. Va en contra de las libertades –dice Ahumada–. Si de diez personas, siete quieren hacer una cosa, no podemos impedírselo en ese grupo de diez. La postura acá es no dialogar. No saben de qué se trata. Hay clubes que no son viables. Un club que tenga menos de 10 mil socios pagando su cuota social no logra llegar a fin de mes. O sea, no llego con la plata de los socios y tampoco dejo que nadie ponga».
Macri conoció a Sebastián Piñera a través de Ahumada. La quiebra de Colo Colo, el club más grande de Chile, fue orquestada por el actual presidente de ese país. La llave para incorporar las SAD en Chile fue la presión fiscal a los clubes ultraendeudados. En 2006, un año después de la ley, Piñera, hincha de Universidad Católica, se convirtió en el máximo accionista de Blanco y Negro SA, dueña de Colo Colo. Hoy en Chile, todos los clubes de la Primera División funcionan bajo la figura de sociedad anónima.
Unión La Calera es el club de los argentinos. En su directorio, se destaca Christian Bragarnik, el representante más poderoso en el fútbol argentino. La Calera fue adquirido por los hermanos Ricardo y Sebastián Pini en 2015. Habían sido dueños de Rangers entre 2010 y 2014. Los Pini, socios de Bragarnik, pueden llegar a Argentina con las SAD. Lo contó el periodista Matías Muzio en dobleamarilla.com.ar. Ricardo Pini ya gerenció Arsenal junto a Bragarnik. Gimnasia y Tiro, en Salta, e Independiente Rivadavia y Gimnasia, en Mendoza, aparecen como objetivos. Figuran en la lista de clubes privatizables. Marcelo Valeri, otro socio de Bragarnik, ya maneja el fútbol de All Boys, que cayó a la B Metropolitana. Otros agentes en la ruta de los capitales extranjeros son Juan Cruz Oller y Uriel Pérez. En las reuniones con Fernando De Andreis, secretario general de la Presidencia; Nicolás Massot, jefe del bloque Cambiemos en Diputados, y Fernando Marín, supervisor de la Secretaría de Deporte, los inversores pidieron «seguridad jurídica» y discutir el grado de influencia de los socios en las SAD.
Un amigo íntimo de Macri, asesor en asuntos del fútbol, contó a Tiempo a principios de 2017: «Nadie tiene en la cabeza que los clubes sean obligatoriamente sociedades anónimas. Vos les das la opción, sobre todo a los del Ascenso, que están recontrafundidos, de que encuentren la solución sacándole guita a un boludo. El socio decidirá si le dan la posibilidad o no». Los «boludos» suelen ser amigos de Macri, hombres de negocios, como el propio Marín, gerenciador de Racing con Blanquiceleste Sociedad Anónima entre 2001 y 2006. Un dirigente, histórico opositor a las SAD, analiza: «Hay que ver cómo lo van a mover. No le es tan fácil que avancen. Están tratando de generar una sensación de necesidad cuando, tal vez, no es tan así. Está más interesado y preocupado Marín que el propio gobierno. Los tiempos parlamentarios no sé si les dan. Si lo quisieron hacer, ya no sale este año».
En Chile, Francisco Vidal, ministro del gobierno de Ricardo Lagos, que sancionó la ley, reconoció que la mayoría de los clubes están quebrados, deben el doble y la deuda fiscal sigue impaga. Cansado del fútbol SA, Franco Altamirano fundó el Club Deportivo Newen Obrero en Puerto Montt, donde el Club de Deportes Puerto Montt resiste como sociedad civil sin fines de lucro en la segunda división. Es uno de los pocos. «A las sociedades anónimas sólo les interesa ganar dinero y hacer publicidad –dice Altamirano desde el sur chileno–. Los socios tienen que sostener al club, no los empresarios, porque si los accionistas no obtienen resultados, se van y el club se va a la quiebra».
*Por Roberto Parrottino para Tiempo Argentino