Recuerda, el mundial que empezamos ganando

Recuerda, el mundial que empezamos ganando
15 junio, 2018 por Redacción La tinta

El Mundial arrancó sin que habláramos de él. Ni la víspera de Rusia 2018 pudo solapar la vigilia de miles de mujeres ocupando las calles en el medio de un frío siberiano. De aquí en adelante, por un mes, La 10 publicará relatos de una docena de personas que padecen lo mismo: ordenar los acontecimientos de la vida en mundiales. Pero éste será diferente ya que nunca antes habíamos empezado ganando una Copa del Mundo, en las calles y en el Congreso, antes del partido inaugural. Este Mundial ya no se va a olvidar.

Por Gonzalo Reyes para La tinta

—Tenés que escribir esto Negro. En serio.

El tono imperativo se mezclaba con algunos gestos más propios de una súplica. Juli, que no le gusta el fútbol pero siempre escucha mis historias sobre fútbol, lo decía con los ojos bien abiertos: «Así vos podés contar mi vida algún día, cuando yo ya pierda la memoria». A ambos nos encanta el drama.

—Sí. Es muy fuerte que todos estemos acá, que el país solo hable de esto y nadie del Mundial que empieza mañana. —comenté.

La noche fue gélida. La más fría del año hasta ahora, seguro. Alguien había importado el clima polar de Moscú. O de Siberia. Pero el mate, las charlas y los pañuelos verdes cuidaban las gargantas enardecidas de las pibas que cantaban. En la víspera de otro Mundial, ellas estaban definiendo el mundo: “Aborto legal para no morir”.

Lo que a Juli le pareció una fórmula contra el Alzheimer, para mí es algo tan común como abrir la canilla y que salga agua por la ducha.

Entre las alocuciones de una diputada y de otro diputado, la recomendación se reiteraba: “Te imaginas cuando seamos viejos y nos acordemos de haber estado acá. Bueno, eso. No nos tenemos que olvidar nunca”.

Al grano. No creo tener un don sobrenatural pero les comento: puedo recordar mi vida a través de los Mundiales. Y no solo mi biografía, sino también la de aquellas personas que la rodearon y algunos hechos políticos y sociales circundantes. No tienen por qué creerme pero es así. Por eso Juli quedó boquiabierta cuando le ordené ocho años de su vida, cronológicamente, desde Sudáfrica 2010, pasando por Brasil 2014, hasta llegar a hoy, Rusia 2018.

—Por eso te digo, -le dije- nosotros nos conocemos desde 2010. Mundial de Sudáfrica. Cuarto año de la facu. Vivías en el departamento de Cañada. Tu sobrina más grande todavía no había nacido. Y en tu fiesta de cumpleaños repartiste bonetes, cada uno con una palabra que nos identificaba. Para vos, yo era: «El Contra».

No es la gran cosa. Pero así empiezo y no paro de enumerar hechos. Cada Mundial es como agarrar la punta de un ovillo. Es como encontrar el papelito con la primera pista en «La búsqueda del tesoro». El procedimiento es sencillo: me sitúo en un mundial, identifico su año, busco en mi memoria un partido, recuerdo dónde y con quién lo viví, y ya eso me permite llegar a las siguientes pistas.

Mundial 2006. 18 años. Comienzo de la facultad. Convivencia entre amigos en una pensión. A la final la vi en mi pueblo, empezando el receso invernal, sin finales que rendir y Argentina eliminada. El cabezazo de Zidane a Materazzi me ubica para saber cuándo rompí con mi primera novia: 11 días después. Así funciona. Mi primer gran desamor se ubica 11 días después de que Italia se consagrara campeón del mundo por cuarta vez en su historia.

Es algo innato. Tanto, que ni siquiera me atrevería a ponerlo entre mis virtudes. Los datos se acumulan solos y de repente la rabona de Marcos Rojo se relaciona con la fecha de colación de mi egreso, el gol de Palermo a Perú con mi estadía en la selvática Iquitos como mochilero, el cabezazo del Burrito Ortega a Van der Sar en mi primer año viviendo en un pueblito de 2000 habitantes del interior de Córdoba. ¿Cuantos años tenías cuando te fuiste a vivir con tu abuela? Dejame pensar… eso debe estar en el Mundial de Corea Japón, en 2002. 14 años. 3° año de la secundaria. Duhalde era presidente. El dólar a $3 tras el final del “uno a uno”. El boom del “Club del Trueque” para palear la miseria. El único Mundial con tele en mi pieza. Todos de madrugada.

No me sucede con otra cosa y entiendo que es lógico. Quién puede recordar en qué Roland Garros que ganó Nadal conoció a Fulano. O cómo saber en qué final entre Golden State y Cleveland sucedió tal o cual cosa en el país. Es imposible. Son acontecimientos deportivos que suceden todos los años y encima de forma casi idéntica. Un Mundial, en cambio, es la constante justa e irrepetible. Son carpetas, folios y archivos agrupados cada cuatro años.

—Todes deberíamos memorizarnos los nombres de cada hijo de la yuta que vota en contra del proyecto. Como Arya Stark en GOT –me comentó, después de escuchar una vez más el “yo defiendo las dos vidas” de un legislador con clara sordera social o sobredosis de hipocresía. – ¿Podés recordar nombres si los asocias a este Mundial?, me preguntó, sin dejar de mirar la proyección de la sesión.

Mientras Juli me encomendaba ser su memoria externa, pensé lo siguiente: quizá esta manía que tenemos algunos de guardar datos futboleros en apariencia innecesarios pero que luego pueden transformarse en perros lazarillos de la memoria, sirva para algo. Quizá eso de andar olfateando historias, datos curiosos, nombres desconocidos, tenga como finalidad convertirlos en señaladores metidos entre las páginas del libro de los recuerdos. Un modo, entre tantos, de percibir el tiempo y las cosas que nos ocurren.


Y algo de esto tiene esta iniciativa de La tinta. Para este Mundial de Rusia 2018, La 10 invitó a una docena de personas que padecen la misma capacidad de acumular datos e historias con forma de pelota. Escribirán sobre selecciones, países, costumbres, personajes, militantes, héroes y villanos, célebres y olvidados, hombres y mujeres con un fútbol bajo la suela.


Aún no sabemos qué resultado dará. Pero si alguna de estas historias logran interesarle a alguien más, si esa pista le sirve a otro para recordar la historia, para recordar los tiempos que vivimos, para situarnos en un presente con pasado. Si de allí se desprenden otras ideas, más discusiones y nuevos conocimientos… es decir, si alguien llegara a abrir los ojos tan grandes como a veces lo hace Juli cuando le hablo, mientras lee esta serie de escritos, entonces esta manía inútil de organizar la vida en mundiales, tendrá una razón de ser: comunicar, testimoniar, narrar, informar. Compartir ideas y experiencias desde un disparador redondo que bota en el césped.

—No te preocupes, lo voy a recordar –le dije.

No sé si será tanto por el fútbol esta vez, porque se dio de otra manera. Porque es histórico para los colectivos de mujeres, para nosotros como sociedad y porque estuvimos juntxs luchando en las calles en víspera de un Mundial. No me voy a olvidar de haber empezado ganando así un Mundial.

Bienvenidos a Rusia 2018. 2° año de La tinta. Primer Mundial de La 10. Media sanción para el proyecto de Aborto Legal en Argentina. Recuerden.

*Por Gonzalo Reyes para La tinta

Palabras claves: Mundial Rusia 2018

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