Amor libre en «La Voz de la Mujer» anarquista

Amor libre en «La Voz de la Mujer» anarquista
11 mayo, 2018 por Redacción La tinta

Por Redacción La tinta

“Muchos se preguntan ¿qué quieren los anarquistas? ¿Quieren acaso quitar a los ricos para ser ricos ellos a su vez? ¿Por qué dan tanta libertad a sus mujeres? ¿Y ellas, quieren tal vez destruir la familia?”.

“No quitaremos a los ricos sus tesoros para ser ricos nosotros, los expropiaremos, lo que han acaparado para que en común todos disfruten del bienestar (…) los libertarios dejan en libertad a sus mujeres porque saben que la mujer libre es la base de una sociedad justa, saben además que si la mujer no es libre e ilustrada, no habrá paz en el hogar (…) dejan en libertad a sus mujeres porque son libertarios porque combaten por la libertad universal, que para conseguirla es necesario empezar por casa”.

Virginia Bolten en periódico anarquista llamado «La Protesta Humana», año 1900.

Realicemos un viaje histórico hacia una Argentina de fines del S. XIX y principios del S.XX; pensemos en un contexto histórico donde existen matrimonios arreglados, no existe el divorcio y el adulterio es considerado delito castigado con prisión por las normas jurídicas, heredadas del colonialismo con principios eclesiásticos. Las mujeres no podían actuar en el mundo público, el código civil del año 1871 tenía cuantiosas restricciones civiles para las mujeres: limitaba sus posibilidades de actuar y decidir en los ámbitos doméstico, económico y profesional.

Imaginemos que en una sociedad mucho más conservadora, desigual en materia de derechos y patriarcal que la de ahora, el anarquismo decía en La Protesta Humana: “En una monarquía hay un rey, en una familia un padre o marido (…) el padre trata a sus hijos como los súbditos” (Protesta humana, N° 28, año 1898). Una organización familiar regida por la jerarquía masculina donde la mujer estaba subordinada al varón como los hijos al padre.


Las feministas anarquistas decían: “Ni dios, ni amo, ni marido” y la burguesía conservadora se espantaba ante estas ideas porque las acusaban de querer destruir la familia y el matrimonio. Sí, la destruiremos tal como es ahora, “basada en la corrupción y en el interés pero la reconstruiremos más hermosa, basada en el amor espontáneo y no convencional” (Protesta Humana, N° 83, año 1900).


La ideología anarquista hizo un llamado al amor libre como sinónimo de unión libre: una relación amorosa que no esté sujeta a leyes civiles ni religiosas; defendiendo la autonomía personal ante las ataduras del “amor para toda la vida”. En las ideas sobre el amor no había una lucha por la liberación sexual y la definición entre los vínculos amorosos eran heterosexuales. La fuerza del amor libre radicaba en estar en contra del matrimonio jurídico. Leales a sus principios de amor fraterno y solidaridad creían que estos valores debían ser parte de todas las relaciones sociales, no sólo en las unidas por ley como el matrimonio y la familia. Además cabe destacar que veían a las relaciones de pareja o familiares como relaciones de poder y, por tanto, como ámbitos a liberar.

Para el movimiento anarquista no se podía hacer la revolución social sin modificar la organización familiar, los principios de emancipación universal y libertad individual debían ser “para todos” y aunque el anarquismo aún no tenía lenguaje inclusivo en sus publicaciones, ese todos eran mujeres y varones.

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Estar en contra del matrimonio también tenía sus argumentaciones relacionadas con los principios de libertad e igualdad: “La mujer pierde a su vez en el matrimonio y en la familia toda su individualidad. No existe más que para el marido, éste habiendo comprado su mercancía y sufragando los gastos de la casa, se cree en el derecho de pretender de la mujer obediencia pasiva, forzando muchas veces su dominación hasta llegar a la tiranía. La ley viene en su ayuda autorizándole hasta el crimen en ciertas circunstancias, y la opinión pública, más bárbara que la ley, atribuye al marido derechos de propiedad y una posición privilegiada dentro de la familia y la sociedad” (La Protesta Humana, N° 1, año 1897).

El rol social de la mujer era en su casa, con todos los santos, los hijos y el trabajo doméstico. El anarquismo llamó a la participación de las mujeres y en particular las anarquistas que publicaban en el periódico llamado La Voz de la Mujer. Fueron las más encendidas por la liberación de la mujer. Pepita Guerra hizo un llamado a amar más la lucha que a un marido, “si no queréis convertiros en prostitutas, en esclavas sin voluntad de pensar ni sentir, ¡no os caséis! (…) yo no quiero ser la fregona de ningún hombre y no siendo suficiente mi salario para mantenerme a mí, menos a mis hijos” (La Voz de la mujer, N°1, año 1896).

Virginia Bolten, Pepita Guerra, Josefa R.M Martínez, Josefa Calvo, Carmen Lareva, Rosario de Acuña, Luisa Violeta migrantes de España e Italia escribieron en el primer periódico anarquista hecho por mujeres: La Voz de la Mujer. En la portada decía: “Aparece cuando puede y por suscripción voluntaria”. Estuvo en circulación durante el año 1896 y 1897. Estas feministas anarquistas también cuestionaron a sus propios compañeros anarquistas por las contradicciones en la militancia revolucionaria. Apareció el primer número de La Voz de la Mujer.

«¡Claro allí fue Troya!, nosotras no somos dignas de tanto ¡cá! No señor ¿Qué emancipación femenina ni que ocho rábanos? La nuestra venga primero y luego cuando nosotros ya estemos emancipados y seremos libres allá veremos (…) Ya teníamos la seguridad de que si por nosotras mismas no tomábamos la iniciativa de nuestra emancipación”.

“Es preciso ¡Oh! Falsos anarquistas que comprendáis una vez por todas que nuestra misión no se reduce a criar vuestros hijos y lavaros la roña, que nosotras también tenemos derechos a emanciparnos y ser libres de toda clase de tutelaje, ya sea social, económica o marital”. 

“Si vosotros queréis ser libres, con mucha más razón nosotras, doblemente esclavas de la sociedad y del hombre, ya se acabó aquello de Anarquía y libertad y las mujeres a fregar. ¡Salud!”

(La Voz de la Mujer N° 2 Enero de 1896)

Sin lugar a dudas el anarquismo puso en locución la emancipación de la mujer, ya que le dió el mismo protagonismo que a otras problemáticas sociales. El hecho de identificar al género humano como víctima de toda opresión y no a una clase económica provocó que la participación de las mujeres sea fundamental para la emancipación general. Las feministas anarquistas anudaron la explotación económica con la opresión sexual en un cuerpo: la mujer obrera.

Viajamos por la historia para recuperar de los huecos de la memoria colectiva, un lema tan contemporáneo como “lo personal es político” que se encontraba latiendo fuerte en las feministas anarquistas. Quienes ya en aquella época criticaron a la institución familiar, el matrimonio, la desigualdad y la explotación en el mercado laboral. A pesar de contradicciones o limitaciones el anarquismo tenía un discurso que proponía la sexualidad y los cuerpos como territorios a liberar.

Las ideas anarquistas fueron combatidas en Argentina, España, Italia, Rusia, Alemania entre tantos otros países. La persecución del Estado y de los distintos gobiernos sobre la ideología anarquista fue tan brutal que hasta se encargaron de borrarlo de la memoria colectiva desvirtuando el significado de la misma. ¿Qué definición encontramos en cualquier diccionario de la real academia española? lo encontraremos como sinónimo de desorden y caos. No es de sorprenderse sabiendo que viene de los sectores poderosos y conservadores que escriben la historia oficial, esos sectores que el anarquismo quiso revolucionar.

*Por Redacción La tinta.

Palabras claves: Amor y Anarquía, anarquismo, feminismo

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