Nilda Garré: “Este Gobierno es muy insensible a los problemas cotidianos de la gente”
La ex Ministra de Defensa y actual Diputada Nacional del Frente para la Victoria – PJ, brindó una charla sobre “Seguridad en democracia” en la sede del Partido para la Victoria en Córdoba. En diálogo con La tinta, habló sobre la política de ayer y de hoy en materia de Defensa y Seguridad, la intervención del PJ, el rol de la mujer en las Fuerzas Armadas y el debate por el aborto.
Por Florencia Ogas y Carolina Wild para La tinta
Nilda Garré fue la primera mujer en asumir el cargo de Ministra de Defensa entre el año 2005 y 2010, durante los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández. También ocupó los cargos de Ministra en Seguridad, fue embajadora en la OEA y en Venezuela. En la actualidad, se desempeña como Diputada Nacional por el Frente para la Victoria – PJ y es Presidenta de la Comisión de Defensa de la Cámara de Diputados.
Invitada por la ex Diputada Nacional del FPV y actual Legisladora de Córdoba Podemos, Carmen Nebreda, participó de una charla sobre “Seguridad en democracia” junto a Martín Angerosa, ex Director de Renar Córdoba. En ese marco, La tinta mantuvo un diálogo con la ex Ministra sobre la política de Defensa y Seguridad que lleva adelante el gobierno de Mauricio Macri, la actualidad del peronismo y los últimos debates entorno a la legalización del aborto y del rol de las mujeres que integran las Fuerzas Armadas.
—¿Qué hipótesis maneja sobre la actitud del gobierno en relación con la desaparición del Ara San Juan?
—Me cuesta entender cuáles pueden ser las motivaciones para no atender a las cuarenta y cuatro familias. Creo que solamente una lógica de mucha insensibilidad. Este Gobierno es muy insensible a los problemas cotidianos de la gente. Un Gobierno de gerentes, de CEO’s. De que para estas familias sea tan importante tener garantizada la beca de los chicos en la escuela, dicen: «Le estamos pagando el sueldo todavía, bueno, fin». No se dan cuenta el cimbronazo que es la desaparición del jefe de hogar de la gente y que la madre que queda tenga que hacerse cargo.
Además, todo esto se da en el marco de incertidumbre de si estaban vivos, no estaban vivos, ¿qué había pasado? ¿qué no había pasado? A la muerte de un jefe de hogar, se agrega todo un clima muy doloroso. Y a ellos les parece que como se les debe estar pagando el sueldo, simplifican ese drama y no ponen toda la sensibilidad necesaria para resolverlo lo más integralmente posible, en el marco de una cosa que no tiene solución en lo sustancial.
—Por lo que implicó este hecho para la opinión pública y teniendo en cuenta las próximas elecciones, ¿cree que tenga un costo político para el Gobierno?
—Bueno, lo está teniendo, ¿no? Porque los familiares y los ciudadanos que contemplamos lo que pasó, que analizamos lo que pasó y que tratamos de explicar esta falencia, no encontramos explicación para esta indiferencia, para esta falta de decisiones, para un Ministro que no da explicaciones de por qué pasó lo que pasó, parece no saber lo que pasaba, que dice que se enteró por teléfono dos días después. Para un Jefe de la Marina que dice: «Yo no sabía nada». Es decir, el Presidente de la República es el Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, las cosas que pasan ahí son responsabilidad de él. Por supuesto, no es una responsabilidad en lo operativo, en lo directo, pero él tiene que estar al tanto y él tiene que dar instrucciones de que se resuelvan los problemas de Seguridad de los aviones, de los barcos, de las cosas que están en el ámbito de la Defensa y en donde el mal funcionamiento arriesga la vida de la gente.
Y, además, no hacer las inversiones. No tomar la decisión de decir: «Yo tengo Fuerzas Armadas que son fundamentales para un país, para garantizar su soberanía, en el caso de que pueda ser atacada», mientras es momento de paz y no tenemos hipótesis de conflicto, pero, bueno, tiene un poder disuasivo que tenemos la obligación de controlar nuestro mar austral y no en beneficio de Inglaterra, firmando acuerdo como los que firmó el Vicecanciller Foradori con el Vicecanciller inglés Duncan, diciendo: «Vamos a renovar los obstáculos para que las Malvinas, en fin, puedan explotar sus recursos petrolíferos y sus recursos pesqueros». ¡No eso! Porque eso no es lo que le interesa a la Argentina. Pero sí nos interesa mantener el control de nuestro mar, poder navegar nuestras aguas y poder tener un control, en general, de un espacio estratégico como es el Atlántico Sur, que tiene proyección sobre la Antártida y que conduce al paso entre los dos océanos, único paso natural que hay en el mundo entre los dos océanos porque el Canal de Panamá puede ser destruido por un ataque y este no porque es natural. Entonces, esta importancia estratégica tan grande, ¿cómo puede ser que se haya descuidado de esta manera? Además, por supuesto, y siempre en primer término, la vida de cuarenta y cuatro personas.
—Se dijo mucho sobre las inversiones en la época en que usted fue Ministra de Defensa. ¿Cómo responde a esas críticas?
—Nosotros no pudimos hacer todas las inversiones que hubiéramos querido y que la Defensa necesitaba porque, bueno, siempre hay escasez de presupuesto y, como es época de paz, se supone que la Defensa puede esperar. Pero desarrollamos una estrategia que era decir: «Como es muy difícil comprar aviones afuera -que son muy caros, sobre todo, los de última generación- y es muy difícil comprar submarinos nuevos en Alemania, por ejemplo, que es una fabricante de submarinos, entonces, bueno, desarrollemos la Industria de la Defensa Nacional para hacerle más accesible a la Argentina el tener sus recursos fabricados por nosotros mismos». Esto, además, es importante desde el punto de vista del desarrollo de la industria porque genera empleo, porque genera tecnología. El Presidente Kirchner había hablado con el Presidente Lula: «Generemos una industria de la Defensa Regional». «Nosotros -le decía Lula- también nos dejaron (el Gobierno Militar) sin industria de la Defensa, está todo privatizado». Embraer [Empresa Brasileira de Aeronáutica S.A], nosotros tenemos una acción de obra para hacer veto en algunos temas, pero es privada. Entonces, hagamos algo juntos en la Región porque nadie puede, solo, costear su fábrica de aviones». Entonces, quizás había que hacer una integración de estas industrias. Se hizo la reparación de media vida del Submarino San Juan, que es muy compleja, requiere tecnología muy alta, hay que cortarlo por la mitad, es una cosa medio difícil de conseguir. Es decir, teníamos poco presupuesto para grandes compras, pero iniciamos todo un proceso de recomposición de la industria de la Defensa que nos permitiera, después, arreglar las cosas, construir nuevas y, además, bueno, integrarnos en un proceso con las industrias de defensa de otros países latinoamericanos.
—Sobre la gestión de Patricia Bullrich y este cambio de paradigma que se hizo más evidente a partir del caso Chocobar, ¿a qué se debe este cambio en materia de Seguridad?
—Quieren tener una Policía y Fuerzas de Seguridad reconfortadas por las libertades de acción que ellos les dan y tenerlas, también, incondicionales para que después hagan las pericias que ellos les pidan en el tema Nisman o a la Gendarmería o para que persigan a los mapuches, porque lo plantean como un enemigo interno que hay que acotar en su funcionamiento cuando, realmente, es algo que está muy fuera de la realidad, desde el punto de vista del peligro. Y después, para poder reprimir protestas populares, porque en un plan de ajuste como esto que está dejando tendales de personas perjudicadas, más empobrecidas, desempleadas, hogares que están afectados por el aumento de las tarifas, que no pueden afrontar los gastos escolares de sus hijos, límites en las paritarias. Ellos evalúan que pueden haber protestas populares, de hecho, las va a haber y, entonces, quieren tener una Policía con esas características.
Lo demostraron con la Reforma Previsional en diciembre. Quieren Fuerzas de Seguridad que obedezcan órdenes de represión salvaje. Después de que nosotros nos esforzamos mucho cuando yo estuve en el Ministerio de Seguridad, de darle una formación a las Fuerzas, que fuera gobierno político de las Fuerzas, es decir, les corresponde a la autoridad política conducir las Fuerzas, no dejarlas que se autogobiernen. Pero, en el marco, además, de límites claros de responsabilidades si esos límites se exceden, de investigación de esas responsabilidades y formarlas en una política, en una escala de valores que respeten los Derechos Humanos, las garantías constitucionales. Digamos, eso es una Policía o Fuerza de Seguridad democrática, profundamente democrática.
—¿Cuál es su opinión sobre la “Doctrina Chocobar” que impulsa la Ministra Bulrrich?
—La estructura Chocobar dice «lo que queremos son Fuerzas Policiales que puedan ser útiles a los fines de lo que nosotros necesitamos que, básicamente, es restaurar el orden público» y, para eso, crear enemigos, como son los mapuches o son los chicos «negritos», «morochitos”, como ellos le dicen, «los negros». Pobres, vulnerables, que viven en zonas de emergencia y que transforman en un sujeto peligroso cuando, en realidad, al contrario, necesitan protección. Y esos son los que, en definitiva, hacen delitos menores a veces. A veces, ni siquiera eso. Ahora, no van contra los narcotraficantes más importantes y mucho menos contra los que lavan dinero o dejan su plata fuera del país en cuentas offshore.
—¿Cómo fue formar con perspectiva de Derechos Humanos a esas Fuerzas de Seguridad que venían desde los 70’ con una educación basada en la represión?
—Fue un desafío grande, pero pusimos mucho esfuerzo en eso porque era fundamental, si no, no podíamos arrancar. Cuando yo llegué al Ministerio de Seguridad, la Policía Federal tenía Guardia de Infantería, Policía Montada, todo eso estaba destinado a manifestaciones públicas, a guardar el orden público, ese era el supremo valor: el orden público. No la seguridad de cada uno de los ciudadanos, sino el orden público. Y cuando yo les dije: «¿Tenemos un Cuerpo de Prevención que prevenga el delito para no llegar a cuando ya hay que reprimirlos?». Se miraron desorientadísimos.
No tenían Prevención del Delito, no tenían un mapa del delito bien hecho, no tenían capacitación profesional seria en investigación del delito: llegaban a las escenas del crimen, las enchastraban, las pisaban. Por ignorancia a veces, no siempre es deliberado para romper pruebas, de las nuevas tecnologías, de las nuevas formas. Entonces, le dimos tecnología, la formamos en eso y, por supuesto, en Derechos Humanos. Tuvimos buenas respuestas, en alguna medida, no hubo tanta resistencia. Y después, una política de transparencia. Y bueno, aceptaron.
Lo mismo nos faltaba una etapa que habíamos iniciado, que era analizar los resultados de la gestión, como en otras áreas del Estado. Cuando estuvimos nosotros, fue poco tiempo, pero había un comienzo auspicioso porque también ellos recibieron mucho, los honestos, los que no estaban en las grupos que estaban arreglados con las bandas. Se sentían tratados con más nivel, que se los formaba en lo que era lo específico de su tarea y que lo podían realizar mejor.
—Usted fue la primera mujer en la historia en asumir como Ministra de Defensa: ¿cómo fue la experiencia de estar en dos áreas que tienen una tradición históricamente machista?
—No lo sentí tan mal como suponía. Supongamos que se habrán dicho cosas, pero no sentí una resistencia. Yo creo que los preocupaba un poco más mi militancia política previa, muy vinculada a los Derechos Humanos. Creo que eso los ponía más nerviosos a los militares de esa época, me parece.
—¿Qué rol le dio a las mujeres en las Fuerzas Armadas?
—Acá, se empiezan a incorporar como soldadas y Suboficiales mujeres y, a veces, yo pienso: «¿Ustedes qué creían? ¿Que era cuestión de poner un baño más al lado del de hombres? ¿O dividir el de hombres y, en todo caso, hacemos la mitad para las mujeres? No, es una responsabilidad que ustedes asumen: ¿van a incorporar mujeres? ¿Las necesitan? Porque, por ahí, es un tema de cantidad». Entonces, hay que dar una política para que las mujeres se sientan, realmente, parte y tengan las mismas posibilidades de desarrollo que los hombres, y no tengan un freno.
Hicimos una encuesta el primer año en Defensa para ver cuáles eran los problemas que las mujeres veían como más graves, las cosas que más les afectaban, las postergaciones que podían sufrir, si tenían situaciones de acoso o no. Estuvimos casi como seis meses en todo ese trabajo que se encargó la Universidad de Quilmes en ese momento y, con ese primer diagnóstico, hicimos un Consejo de Políticas de Género. Integramos mujeres Oficiales y Suboficiales, es decir, en un plano de igualdad de distintas jerarquías. Y, desde ese momento, se estableció que ese Consejo iba a ir elevándole a la autoridad política, al Ministerio, cuáles eran las necesidades que tenían, los problemas que afrontaban, las expectativas. Y después, fuimos creando Consejos de Género en las tres Fuerzas y, además, en las distintas provincias, en cada lugar, un Consejo de Género que, después, a su vez, elevaba al Consejo de Género Nacional.
Se hicieron muchas reformas, pasaron cosas insólitas con relación a las mujeres. Por ejemplo, una mujer quedaba embarazada y estaba en el Colegio, se tenía que ir. No se les ocurría: «No, vamos a darle licencia porque no puede hacer ejercicio, no puede hacer cosas bruscas, pero, cuando termine de tener su bebé y le demos, además, la asistencia de ayuda social, de obra social, para que lo tenga en las mejores condiciones, retome sus estudios y pueda terminar su Carrera».
—Empezó el debate por la despenalización y legalización del aborto. ¿Cuál es su opinión al respecto?
—Siempre he sido partidaria de la despenalización del aborto, creo que es una deuda pendiente en la Argentina, es injustificable que casi todos los países del mundo, más o menos civilizados y de niveles más o menos similares al nuestro en desarrollo cultural, social, etcétera, lo han resuelto. Lo que estamos pidiendo es que las mujeres que quieren abortar, ejercer ese derecho por razones que ellas conocerán y que nadie puede juzgar, tengan las garantías para que el aborto se desarrolle en las condiciones que permitan que no haya peligro para la salud de la mujer, simplemente. Y que eso se pueda hacer desde el Estado, en forma gratuita y segura.
—Más allá de que el Presidente haya habilitado el debate y pareciera que el tiempo de la sociedad llegó, todavía encontramos resistencia por parte de algunos legisladores…
—Los legisladores son representantes, en general, de la sociedad. Algunos vienen de provincias con ideas más conservadoras, donde hay mucha influencia de la Iglesia Católica. Dirigentes políticos que tienen miedo de enfrentarse con algunos de esos poderes. Es un tema que hoy nadie puede ignorar, decir que no sabe qué está pasando. Hay como momentos de maduración, donde la sociedad hace un click. Yo creo que nos estamos acercando a legalizar o no punibilizar el Aborto y permitir que el Estado asuma la responsabilidad que se haga en condiciones seguras y gratuitas.
Yo no sé si en Diputados no se va a terminar aprobando porque algunas de las personas fueron muy buenas exponiendo, escuché a varios que son muy sólidos, fueron muy buenos. Es difícil, para el que tiene una convicción muy así ideologizada o muy influida por la religión. Pero, para la gente que tiene una duda razonable, son fuertes los argumentos, son inobjetables. ¿Qué quieren? ¿Que se sigan muriendo? Si los abortos se hacen igual, porque no es que no se hagan. Ahora, hay una cantidad de drogas que facilitan las cosas, que permiten hacerlo en forma más segura, menos cruenta. ¿Qué locura es esta de seguir negando una realidad?
—¿Cómo vive por estos días la intervención del PJ?
—Indignada. Porque es una resolución de la Jueza de mucha arbitrariedad. Aparte, no hay fundamentos, una grosería. Hay tipos que ponen al frente a un personaje siniestro en la historia del Peronismo. El tipo (por Barrionuevo) dice: «No tiene que estar Cristina». O sea, es sectario y excluyente. En definitiva, lo decidirá el conjunto de los sectores del Peronismo, si tiene que estar o no tiene que estar la propia Cristina, que dirá: «Me quedo haciendo política activa o me quedo ya en un rol más de espectadora». Bueno, esos son temas personales porque todavía no está en debate ni en consideración. Y que dice: «Hay que hacer un Peronismo con Pichetto, Julio Bárbaro, Massa». Es decir, diseña un Peronismo de los que están cercanos al gobierno de Macri.
*Por Florencia Ogas y Carolina Wild para La tinta / Foto de portada: Colectivo Manifiesto.