“La vida de Bety es una inspiración que nos anima a seguir en la lucha para la defensa de la vida”

“La vida de Bety es una inspiración que nos anima a seguir en la lucha para la defensa de la vida”
9 abril, 2018 por Redacción La tinta

Este 8 de abril Alberta “Bety” Cariño Trujillo hubiera festejado sus 45 años. A poco de cumplirse ocho años de su asesinato a manos de paramilitares mexicanos, conversamos con su hermana Carmen Cariño, recordamos a Bety y homenajeamos su vida y su lucha.

Por Redacción La tinta

“Le decimos a los malos gobiernos que no vamos a permitir que esto siga pasando, no vamos a permitir que la vida de nuestros hermanos y hermanas siga en juego”.
Bety Cariño. Embajada de Canadá. Diciembre de 2009.

Bety fue una luchadora social asesinada el 27 de abril del 2010. Ese día, formaba parte de una caravana humanitaria que se dirigía a una de las regiones de México más agredidas por grupos paramilitares, la región triqui del Estado de Oaxaca. Allí, la comunidad de San Juan Copala había decidido conformarse como un municipio autónomo, después de un largo proceso iniciado en el año 2007.

Durante todos esos años en que impulsaron el proyecto autonómico, el gobierno del Estado mexicano amenazó de distintas formas a las comunidades. En el año 2009 se implementó un cerco paramilitar mediante la intervención de la Unión de Bienestar Social de la Región Triqui (UBISORT) y el Movimiento de Unificación y Lucha Triqui- Partido Unidad Popular (MULT-PUP), organizaciones conformadas por algunos miembros de la región, financiados y apoyados por el PRI, según manifestaron.

Los grupos paramilitares tuvieron a la población durante 9 meses cercada, tiempo en el cual violentaron con armas de alto calibre a muchas personas de la comunidad, algunas agredidas sexualmente. De esta manera, lograron el desplazamiento forzado de más de 700 personas que todavía reclaman la vuelta a su territorio o su inmediata reubicación.

Bety formó parte de una caravana humanitaria en la que participaron otros luchadores y luchadoras sociales, con el fin de llevar ayuda humanitaria y registrar lo que estaba sucediendo en San Juan Copala. Esta caravana se componía de periodistas y observadores de derechos humanos locales e internacionales. En el ataque, además de Bety Cariño, murió Jyri Jaakkola, activista de derechos humanos de Finlandia, y más de diez personas resultaron heridas. Algunos de los sobrevivientes lograron escapar a la lluvia de balas de alto calibre, otros permanecieron heridos y escondidos en el monte por más de 72 horas. 

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Quién es Bety Cariño

Desde muy niña, la sensibilidad atravesó sus prácticas y su mirada de mundo. Su abuelo le enseñó el amor por la tierra. Ella comprendió muy temprano, pizcando mazorca con su padre y hermanos, la injusticia que recae en las espaldas de las campesinas sin tierra que trabajan todo el día y la mitad de su jornada, va a parar a manos del arrendatario del campo.

Cariño era mixteca y defensora del territorio y la madre tierra. Trabajó durante 15 años en las comunidades con diversos proyectos para fortalecer los esfuerzos colectivos y detener el avasallamiento de las empresas mineras en su pueblo.


“Bety es y ha sido una compañera que participaba en múltiples espacios de lucha por la defensa de la vida, por la defensa de los territorios y estaba vinculada a distintas redes”, afirma Carmen Cariño, su hermana, en una entrevista que le realizamos para conocer más acerca de la vida de Bety. Nos contó que formó parte de la Red Mexicana de Afectados por la Minería (REMA), la Red de Defensa del Maíz en México (que suma a varias organizaciones bajo el lema “sin maíz no hay país”) y el Foro Mesoamericano de los Pueblos.


Todas organizaciones que buscan frenar la agresión a los territorios indígenas en un contexto donde prácticamente la mitad del territorio nacional mexicano está concesionado a mineras, donde la cantidad de megaproyectos va en aumento, donde los recursos estratégicos se han ido privatizando y donde oficialmente hay 33.482 personas que se encuentran desaparecidas (entre los años 2007 y 2017).

Además, trabajó en la generación de espacios de educación popular, entre ellas, escuelas campesinas y preparatorias comunitarias con el objetivo de “motivar a los jóvenes a echar raíces a las comunidades para no migrar, sobre todo a Estados Unidos” cuenta Carmen. Bety trabajó también en iniciativas vinculadas al zapatismo. Apostó a la construcción de otras formas de comunicación, “la comunicación indígena, desde abajo, de los pueblos” y conformó e impulsó la conformación de la red de radios indígenas del sureste del país donde participaban comunidades mixtecas, triquis, zapotecas y de varios pueblos del sur de país, nos contó Carmen. Su lucha también estuvo vinculada a la defensa de la soberanía alimentaria, contra los transgénicos y la promoción de semillas locales.

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Foto: Heriberto Paredes

La comunidad y las mujeres

Las piernas bien firmes sobre el suelo
la cabeza erguida, digna
la mente fría
y el corazón ardiente
(Bety Cariño)

Como parte de su trabajo con CACTUS, contribuyó a la organización de colectivos de mujeres en el norte de Oaxaca. Entendió la necesidad de que las comunidades recuperen su economía, generando una propia y comunitaria, que ponga el foco en las mujeres como sujeto central, y también en los niños, niñas, jóvenes, abuelas y abuelos.

Bety promovía redes de apoyo comunitario, “en la que mujeres de las comunidades en la región mixteca generaron iniciativas para administrar su dinero y generar otras formas de economía que rompieran las dinámicas de los caciques, de la gente que presta dinero y cobra altos intereses junto con los bancos. La apuesta era construir otra economía”, narra Carmen mientras recuerda todas las actividades en las que participaban su hermana.

En una entrevista realizada a Bety Cariño, ella cuenta que muchas de las mujeres que participaban de los grupos “salían corriendo de su casa, porque se enojaba el esposo y era a escondidas su participación. Con el paso de los años, sus grupos se han ido fortaleciendo, ahora ellos también apoyan a las mujeres y ven las cajas como un apoyo importante de autofinanciamiento y una salida en momentos de fuerte necesidad económica o ante una emergencia”.

Bety confiaba en las propias mujeres como motores de los cambios necesarios en la estructura patriarcal tradicional. Explicaba que somos las mujeres las que debemos saber qué pasa, y que debemos decir, informar, “creo que es parte de este nuevo papel que nos toca a las mujeres, más allá de la crianza de los hijos, más allá de lo que se nos ha destinado, creo que si lo hacemos no estaremos traicionando la fuerza de nuestras abuelas que seguro que no querían que tuviéramos una vida de esclavas”. Apostaba por una crianza que busque otro tipo de relación entre hombres y mujeres.

Una memoria que lucha

“Una invitación: duro compañeros, duro, ni un paso atrás, vamos adentanle, vamos fuerte, vamos Oaxaca, vamos Guerrero, vamos Chiapas, no permitamos más que toda esta bola de cabrones pisoteen nuestra dignidad. ¡Somos fuertes y estamos dispuestos a seguir esta lucha!”.
Bety Cariño. Embajada de Canadá. diciembre de 2009

“Nuestro compromiso con nuestros asesinados y asesinadas es hoy un compromiso que hemos aprendido de nuestros ancestros y ancestras pero también de nuestras hermanas zapatistas que nos enseñaron que la memoria es parte fundamental para seguir luchando. Que la memoria nos ayuda a caminar. Por ahí también vamos construyendo otras formas de justicia”.
Carmen Cariño, hermana de Bety.

A casi ocho años de la emboscada, los asesinatos siguen impunes. Una vez más se levanta la consigna de que “fue el Estado”: “Para la gente que lucha, para la gente pobre, para nuestros pueblos indígenas, la gente de a pie la justicia no llega. Hemos encontrado siempre las puertas cerradas, hemos hecho nosotros mismos las investigaciones”, afirma Carmen Cariño quien relata cómo a lo largo de estos años se han ido encontrando entre familiares y compañeros de personas asesinadas y buscado otra forma de hacer justicia “que no son para nada las que ofrece el Estado”.

En un comunicado en Facebook, publicado en el día en que Bety debería festejar sus 45 años, retoman las palabras del Subcomandante Marcos, al decir que «la memoria es sobre todo, dicen nuestros más primeros, una poderosa vacuna contra la muerte y alimento indispensable para la vida. Por eso, quien cuida y guarda la memoria, guarda y cuida la vida; y quien no tiene memoria está muerto».

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Foto: Heriberto Paredes

La memoria se transforma así en una forma de justicia, porque olvidar “es parte de la estrategia de este sistema moderno/colonial capitalista/ patriarcal/racista que apuesta por el olvido”. Construir un camino de justicia ante tanta muerte es poner “en el centro del corazón” la lucha y el compromiso de Bety contra el despojo, la explotación y las múltiples formas de violencia contra los pueblos, dice el comunicado publicado en rememoración de su aniversario. Para su hermana Carmen, “la vida de Bety es una inspiración importante que nos anima a seguir en la lucha para la defensa de la vida”.

Cada abril se reúnen en Chila de las Flores para hacer este ejercicio de memoria, recordando a Bety entre el canto, la danza, algún mural, un poema, entre las que compartieron su vida y entre quienes ahora la conocen: “Tiene que ser una memoria que también nos ayude a sanarnos en colectivo. A caminar, a llorar juntas, a reivindicar los ideales de Bety y a comprometernos a seguir luchando por la defensa de la vida”, concluye Carmen Cariño.

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Foto: Heriberto Paredes

*Por Redacción La tinta / Foto de portada: Heriberto Paredes.

Palabras claves: Alberta “Bety” Cariño, México

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