La fotografía es un reflejo de como uno ve, siente y habita el mundo
Sofía Bensadon es fotógrafa y estudiante de antropología en la ciudad de Buenos Aires. Ha enfocado parte de su trabajo en documentar el oficio de obreros, obreras y albañiles en Argentina y Bolivia. Conversamos con ella sobre esta experiencia, la visión de su oficio como fotógrafa y los planes para su próximo viaje a Chile.
Por Oficios Varios
¿Cómo llegaste a la fotografía?
En mi familia había una cámara compacta que usábamos para los viajes y cumpleaños. Con esa empecé a sacar mis primeras fotos. A los 15 decidí comprar con mis ahorros mi primera cámara réflex e hice mi primer taller de fotografía. Solía salir a caminar sola con mi cámara a pescar imágenes. Se volvió una gran compañera. Esas caminatas eran momento de mucha introspección. Siento que la fotografía me abrió los ojos. Me permitió volverme observadora del mundo que me rodea. Por eso creo que es una gran herramienta de autoconocimiento. El fotógrafo Diego Ortiz Mugica siempre dice: “Uno fotografía como vive”. Y creo que mucho de lo que uno fotografía es un reflejo de como uno ve, siente y habita el mundo.
¿Por qué decides estudiar Antropología? ¿Qué faltó en el oficio de fotógrafa que te llevó a estudiar una carrera profesional?
Comencé a ir a una obra en construcción varias veces en la semana con el objetivo de realizar un ensayo sobre lo que sucedía ahí adentro. En Argentina hay mucho prejuicio sobre los trabajadores de la construcción. Mi padre específicamente me decía que “la obra no era un lugar para una mujer, porque es terreno de nadie”. Pero yo me moría de ganas de desmitificar eso que me decía. Estaba muy interesada en el oficio, en lo que implica construir y en las personas que realizan esos trabajos. La mayoría en Buenos Aires son migrantes de Bolivia y Paraguay. Con el transcurrir de esos meses empezó a aparecer en mí una sensación de que esa realidad que estaba observando era mucho más compleja de lo que podía percibir. Y que me estaban faltando herramientas de investigación para poder interpretar esa realidad. Lo mismo al elegir documentar a personas y realidades sociales a través de la fotografía, me genera muchísima responsabilidad. Porque uno está generando, de alguna manera, una representación de esa realidad, y no puede tener una mirada ingenua al respecto. Es por eso que decidí empezar a estudiar, viendo la antropología como un complemento a la fotografía.
¿Definirías tu trabajo como foto documental? ¿Cómo abordas esta manera de trabajar?
Creo que dentro del mundo de la fotografía, lo documental es con lo que más me identifico. Hoy se le da mucha más libertad al documental, tiene muchas más posibilidades que antes, hasta se está haciendo amiga de la ficción.
Me gusta documentar una realidad específica, pero reconociendo que mi mirada es totalmente subjetiva. Y lo único que puedo generar es una representación de esa realidad y no captar la realidad en sí.
¿Por qué elegiste ésta dentro de otras opciones del mundo de la fotografía?
Lo documental, a diferencia del fotoperiodismo, te da la posibilidad de realizar trabajos a largo plazo, que es la forma en la cual me gusta abordar mis proyectos: darles el tiempo necesario para que maduren. Cuando uno se enfrenta a una realidad social, es muy difícil que ésta no lo atraviese, lo haga cuestionarse y lo modifique en cierto punto. Cuanto más tiempo le dedicas a un tema específico, uno logra llegar a diferentes profundidades de ese mismo tema, uno va madurando a la par del proyecto. Salgado fue de gran inspiración en un primer momento cuando arrancaba a fotografiar, Koudelka, Larraín, Lestido, fueron otras grandes inspiraciones.
En tu trabajo predomina el blanco y negro, existe una intención en este formato.
Creo que el blanco y negro te aleja más de una realidad, deja en evidencia que la fotografía es una representación.
¿Cómo abordas el momento del retrato con la personaje que es fotografiada?
Los retratos son de lo que más disfruto a la hora de fotografiar. Para mí es muy importante tener el consentimiento de la otra persona para ser fotografiada. Muchas personas dicen que de esa manera se pierde la naturalidad, pero para mí se genera algo mucho más profundo, que es un momento de encuentro entre las dos partes. Un retrato no lo logro sin la complicidad de la otra persona, lograr esa confianza y entrega a ese momento es para mí uno de los más grandes desafíos.
Desde enero de 2016 estás desarrollando el proyecto “Mujeres Constructoras”. ¿Cómo surge esta idea? ¿Cómo ha sido el proceso de trabajo con estas mujeres?
La idea surge en las obras en Buenos Aires, cuando un grupo de albañiles bolivianos me dijo que en su país la mujer trabajaba en construcción. Ese dato, más un deseo posterior que surgió en un viaje de mochilera de realizar un trabajo sobre la mujer boliviana, hizo que me pusiera en marcha y planeara el primer viaje.
Mi nexo de entrada fue una ONG que se llama Red-Hábitat. Ellos dan capacitaciones laborales para mujeres que trabajan o quieren adentrarse en el mundo de la construcción. Les mostré mi trabajo sobre obreros y les dije que me gustaría hacer algo similar con las mujeres en Bolivia. Ellos accedieron a ponerme en contacto con las mujeres y a ayudarme con la logística de ese primer viaje.
Las reacciones de las mujeres trabajadoras cuando les propongo fotografiarlas son diversas, pero en lo general siempre tuve muy buena recepción. Les interesa que se dé a conocer como trabajan. Para mí es muy importante poder conversar, hasta mismo trabajar con ellas para poder fotografiarlas.
El proceso ha sido totalmente transformador. En un primer viaje fue un baldazo de agua fría, fue la primera vez que tomé conciencia de la realidad injusta que vive la mujer en Latinoamérica. Y hoy me sigue transformando, yo no soy la misma persona que realizó ese primer viaje.
Y en este sentido, ¿cómo te ha interpelado la cultura andina en este proceso de trabajo? ¿Cómo ha sido tu acercamiento a ella?
Fue de pura enseñanza. Es tan diferente a mi cultura que me ayudó a expandir mi forma de ver el mundo. Me tiene totalmente fascinada y atrapada, es el cuarto año consecutivo que viajo a La Paz, y cada vez me gusta más.
Después de estos tres años de trabajo en La Paz, ¿qué opinión tienes sobre las condiciones de trabajo del oficio de las constructoras?
Las condiciones son sumamente precarias y de mucha inestabilidad. Los contratos son temporales y los seguros de salud casi inexistentes. En la construcción uno pone su cuerpo en riesgo todos los días, sin tener un respaldo a cambio. La discriminación está presente, no sólo en un salario menor al que recibe el hombre sino en la percepción de las capacidades de la mujer para hacer el trabajo.
Pronto viajaras a Chile, ¿qué planes tienes?
Bueno, estaré en mi estadía aprovechando de conocer algunos oficios que se realizan en Chile. Junto a Oficios Varios tenemos ganas de poner atención en la pesca artesanal de la localidad de Quintay, una caleta de pescadores que queda cerca de Valparaíso, ver si podemos aventurarnos en el mar y realizar un trabajo conjunto sobre ese quehacer. También tengo ganas de colaborar con algunas fotos en los proyectos que ellxs están realizando, tenemos pensado viajar al sur para ir a conocer a las mujeres que tejen con pelo de caballo. Y además como yo trabajo con albañileras en La Paz, que se dedican principalmente a confeccionar ladrillos, estamos planeando visitar algunos lugares cerca de Santiago donde también se hacen ladrillos de manera artesanal.
Por otra parte, estamos planeando algunos posibles talleres de fotografía y muestras para compartir mi trabajo con aquellos que puedan estar interesados. Aún no zanjamos nada del todo, así que si alguien lee esta entrevista y se le ocurre una idea, contáctese con lxs chicxs de Oficios Varios y vemos si podemos incorporarlo al plan de esos días en Chile.
*Por Oficios Varios