¿Y el trabajo doméstico? La Reforma Laboral en clave feminista

¿Y el trabajo doméstico? La Reforma Laboral en clave feminista
4 diciembre, 2017 por Redacción La tinta

Por Jennifer Löcher para Revista Del Mar al Caracol

Las mujeres, travestis y personas trans no se nombran en el borrador para la reforma laboral. El proyecto está redactado desde una mirada tradicional, es decir machista, sobre la economía y no incorpora la perspectiva de género. Si se llegara a implementar, no solamente va a haber un retroceso en derechos laborales para toda la población, sino que en particular se seguirá ampliando la brecha salarial entre mujeres y varones, mientras las travestis tendrán que seguir trabajando en la prostitución como única vía posible para generar un ingreso. El texto del borrador invisibiliza el trabajo no remunerado que llevan a cabo por lo general las mujeres y sujetos feminizados: el trabajo doméstico y las tareas de cuidado. Sin ese aporte, la economía no se podría sostener.

En Argentina, las mujeres dedican casi el doble de tiempo a tareas domésticas y ganan en promedio un 27,2% menos que los varones, aunque en provincias como Misiones, Salta y Chubut la brecha salarial asciende a un 65%. Sólo 7% de altos cargos ejecutivos (CEO) son ocupados por mujeres, fenómeno llamado techo de cristal. Estas desigualdades se deben a una multiplicidad de factores que van desde los estereotipos de género – por ejemplo, el tipo de juguetes que se destinan a niñas y niños y qué tipos de trabajo futuro implican – hasta el machismo en los espacios de trabajo donde no se aceptan mujeres en posiciones de poder aunque estén igualmente o mejor calificadas que sus compañeros varones.

Candelaria Botto forma parte del equipo de la organización “Economía Feminista”, una plataforma digital que busca visibilizar la desigualdad de género a través de la difusión de datos, estadísticas, contenidos académicos y producción original. Su objetivo es interpelar tanto a la comunidad académica como a la población en general, además de aportar herramientas para los debates en espacios feministas. La voz de Candelaria ilumina algunos de los temas centrales de la reforma laboral, en clave feminista. ¿Cuál es la situación de mujeres, travestis y personas trans en el mundo laboral hoy? ¿Qué medidas son necesarias para disminuir las desigualdades? ¿Qué dice el borrador de la reforma laboral al respecto?

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Foto: Colectivo Manifiesto

—¿De qué hablamos cuando hablamos de Economía Feminista?

La Economía Feminista es parte de la heterodoxia. Es una mirada crítica a la forma de construcción de conocimiento que tiene la economía ortodoxa, o la mirada tradicional, que usa como método científico el individualismo metodológico. En ese individualismo metodológico se usa el “homo economicus” como un individuo que se supone que tiene que representar a toda la sociedad. Lo que denunciamos desde la economía feminista es que este individuo es varón, es blanco y que esta construcción de conocimiento tradicional tiene un sesgo androcéntrico. Entonces, lo que buscamos es ponerlo en jaque porque no es un individuo que representa a todos, sino que representa a un grupo poblacional que es bastante reducido.

Otro de los aportes centrales de la economía feminista es la definición de trabajo. No vamos a tomar como trabajo sólo lo que está remunerado, sino que vamos a tener en cuenta el aspecto reproductivo y social que es necesario para la producción. Entonces, conceptualizamos el trabajo doméstico no remunerado y las tareas de cuidado como trabajo. Esas son cosas que la economía tradicional deja por fuera porque no tiene un precio. Y al no intercambiarse en el mercado pareciera que no es trabajo. Eso es lo que distingue la economía feminista de la economía tradicional: dejar el sesgo androcéntrico y ampliar la definición de trabajo.

—¿De qué trata la organización “Economía Feminista”?

—“Economía Feminista” nace en mayo de 2015, en el calor del primer “Ni Una Menos”, a partir de un artículo que escriben Mercedes D’Alessandro y Magalí Brosio. Las dos son feministas y fundadoras de “Economía Feminista”. Su artículo “Las mujeres ganamos menos en todo el mundo. Y tu mamá también” habla de la brecha salarial entre varones y mujeres, tuvo un feedback muy positivo. La organización surge a partir de eso y de la necesidad que encontramos como economistas de discutir con nuestros colegas, que muchas veces decían que “las mujeres ganan menos porque negocian mal los salarios” o “las mujeres ganan menos porque eligen profesiones que son mal pagas”. Con esos argumentos irrealistas, donde obviamente la culpa es de la mujer por ganar menos, nosotras entendíamos que teníamos que discutir con las herramientas que nos había dado la propia economía.

En estos dos años y medio, el grupo creció cuantitativamente. Yo no soy de la línea fundadora, me incorporé hace un año. Ahora no somos sólo economistas, también hay filósofas, comunicadoras científicas, periodistas, diseñadoras gráficas. Hoy somos un grupo más amplio y también fuimos ampliando los temas que tratamos. Cualitativamente también nos ampliamos. Y si bien empezamos trabajando sobre la brecha salarial, hoy en día podemos cuantificar distintas medidas de esta desigualdad. La caracterización de eso es la campaña que lanzamos el 8 de marzo en el marco del Paro Internacional de Mujeres: MenstruAcción. Esta campaña busca evidenciar la menstruación como un factor de desigualdad económica, teniendo en cuenta que las mujeres gastamos entre 700 y 1200 pesos al año en estos productos, en un contexto donde ganamos menos, donde tenemos una tasa de desempleo más alta, mayor informalidad, etc. Y la verdad que siempre tuvimos una buena recepción del público porque intentamos generar contenidos académicos pero que sean de lectura para todo público. Un poco la idea es sacar la academia a la calle y brindar herramientas para las discusiones feministas.

—Sí, muchas veces faltan herramientas de economistas con conocimientos más profundos en los debates feministas, porque la mayoría de los economistas no tienen perspectiva de género.

—Claro. Esto nace, como economistas, desde la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA, donde ninguna sentía que nos habían dado herramientas para hacer estos análisis. Nuestra formación fue más por fuera, usando las herramientas de medición, de generar datos y demás, pero dentro de la facultad la realidad es que sólo hay una materia que se llama “Economía y Género”. Es optativa y para nada está incluida la perspectiva de género dentro del plan de estudios.

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Foto: Colectivo Manifiesto

¿Cuáles son, para vos, los puntos más relevantes de la reforma laboral? ¿A quiénes beneficia, a quiénes perjudica?

Uno de los problemas en el borrador que circula es que se conceptualiza el trabajo como todo aquello que está remunerado. Una de las claves de la economía feminista es el aporte que hacemos las mujeres de forma invisibilizada en nuestros hogares, con las tareas domésticas, con el cuidado de hijas e hijos, con el cuidado de ancianos, que es la idea del Paro de Mujeres del 8 de marzo. Si paramos nosotras, el proceso productivo para porque los trabajadores no llegan a sus puestos de trabajo, porque toda la base reproductiva que es necesaria para llevar a cabo el sistema normalmente, no podría darse. Que esté conceptualizada de esta forma el trabajo, hace que se borre todo el aporte que recae en general en las mujeres, ese aporte invisible. Con esta reforma, además de igualar empleador con empleado, también esa definición de trabajo tan acotada y tan acrónica, entendiendo todo el aporte económico que hacemos nosotras, significa un retroceso en materia de derechos.

En la Argentina, hay una vulneración de derechos porque estamos en una situación de mayor precarización en el mercado laboral, con mayores tasas de desempleo, de informalidad, de menores sueldos. Y sin embargo, no hay ninguna mención específica de esto en la reforma laboral. Y de hecho, con la forma que tiene, deja excluidas a las empleadas domésticas. Recordemos que el 20% de las mujeres que trabajan son empleadas domésticas. Las empleadas domésticas tienen los peores sueldos de la economía, generalmente están en situación de informalidad o directamente en negro sin ningún tipo de seguridad. Y esta reforma ni siquiera las incluye, siguen quedando por fuera del contrato de trabajo. Lo mismo pasa con el colectivo trans y travesti. No hay ninguna mención específica cuando venimos trabajando ya hace años en el cupo laboral trans. En la Marcha del Orgullo, se estuvo enfatizando que “Reconocer es reparar”. Estas son situaciones que están caracterizadas en la Argentina, que venimos desarrollando, y sin embargo llega una reforma laboral que no nos tiene en cuenta para nada.

Si bien se podría decir que hay una extensión de la licencia de paternidad de dos a quince días, dos días eran una vergüenza porque eran sólo para anotar a tu hijo en el registro de las personas. Pero quince días, si no está acompañado de una concientización de las tareas de cuidado, sigue siendo insuficiente, y parece ser la única medida progresista en esta reforma que no es otra cosa que la vuelta para atrás.

¿Cómo describirías la situación de mujeres, travestis y personas trans en la ecnonomía y en el mercado laboral hoy?

—En las mujeres tenemos una tasa de actividad más baja, y eso tiene que ver con que las amas de casa son conceptualizadas como inactivas típicas, por ende no son parte de esa tasa de actividad. Tenemos una tasa de desempleo mayor. La tasa de desempleo es del 9,2%, donde las mujeres tienen 10,2% y los varones el 8,5%. No sólo participamos menos, sino que las que participan, les cuesta más conseguir trabajo. Y las que participan tienen también más probabilidad de caer en la informalidad. Un tercio de las trabajadoras mujeres están en la informalidad. La completa precarización de nuestro trabajo es un tema urgente que venimos trabajando.

Sin embargo, la situación se vuelve más urgente para la comunidad trans y travesti. El reclamo por el cupo laboral trans tiene que ver con que, obviamente, mi identidad de género no limita mi capacidad laboral pero no se contrata a personas trans en los trabajos tradicionales, por los prejuicios que hay. Entonces, es el estado el que las tiene que contratar. La situación hoy en día es problemática porque ese cupo no se reglamenta y lo que reclaman las compañeras es que cada día que ese cupo no se reglamenta, son días donde ellas están expulsadas a la explotación sexual y no saben si van a volver o no.

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Foto: Colectivo Manifiesto

¿Qué medidas habría que tomar para atender a las necesidades específicas de mujeres, travestis y personas trans?

—El colectivo travesti y trans ya tiene proyecto de ley, el problema es que no se trabaja, pero hay proyecto de ley nacional para el cupo laboral trans. Para las mujeres, es muy importante la conceptualización del trabajo doméstico no remunerado como trabajo. Es muy importante la licencia por maternidad, el hecho de que tenga una mayor duración, por supuesto ayuda, pero sigue siendo insuficiente. La mujer tiene tres meses con goce de sueldo y el varón quince días, lo cual hace que se posicionen distinto para el empleador. Lo que sí ayudaría serían sevicios de cuidado estatales o en los trabajos, pero que no se calculen como hoy en día por la planta femenina. Tiene que tenerse en cuenta la planta de trabajadoras y trabajadores porque el padre también tiene que hacerse cargo de su hijo o hija. También sirve el horario flexible para que las mujeres madres puedan repartir más sus horarios de lactancia. Hay muchas políticas públicas que se pueden hacer.

—¿Querés agregar algo?

—Quisiera agregar algo sobre nuestra campaña que venimos trabajando desde el 8 de marzo. Por el feedback positivo que tuvimos, hoy en día ya hay siete proyectos de ley, dos a nivel nacional. Esperamos que se traten porque generarían un cambio en la realidad de las personas menstruantes.

La campaña tiene tres objetivos: una es la exención del IVA de los productos de gestión menstrual, entendiéndolas como productos de necesidad básica. No es optativo para las personas menstruantes comprar esos productos porque no se puede habitar el espacio público sin gestionar la menstruación. El segundo punto es la distribución gratuita en lugares claves, como escuelas, refugios, cárceles, etc. Y el tercer punto que reclamamos es investigación y datos. Hay muy poca investigación y muy pocos datos construidos sobre la menstruación. No sabemos la relación que hay entre la menstruación y el ausentismo escolar. No sabemos los problemas de salud. Ninguna mujer va al ginecólogo para preguntar qué productos usar para gestionar su menstruación. También reclamamos esto. Es un reclamo de salud pública, para poder generar datos y ver en qué punto estamos como sociedad.

Estamos muy contentas por el impacto de la campaña y esperamos que las leyes se traten, porque sería un cambio real en las vidas de las personas menstruantes: gastamos entre 700 y 1200 pesos, en un contexto donde ganamos menos y nos cuesta más conseguir trabajo.

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Foto: Colectivo Manifiesto

*Por Jennifer Löcher para Revista del mar al caracol.

Palabras claves: ciclo menstrual, Economía Feminista, Reforma Laboral, trabajo doméstico

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