Chaco: la autogestión como puerta de reinserción para personas privadas de su libertad
Las cooperativas Patio de Tierra e Hilando Sueños, la primera dedicada a la construcción y herrería y la otra vinculada a la industria textil, están integradas por presos y personas con condena cumplida y buscan agrandarse y ensanchar la producción en Resistencia, Chaco.
Si bien mediante convenios con los gobiernos local y provincial realizan diferentes trabajos, incluso para privados, ambas experiencias autogestivas esperan recibir mayor respaldo estatal e institucional para afianzar el loable objetivo de ayudar a los detenidos y a quienes salen en libertad a capacitarse en un oficio que les de la posibilidad de acceso laboral y reinserción social. En el caso de la textil Hilando Sueños, sus asociados esperan poder contar con un espacio físico en donde producir.
Las cooperativas empezaron a gestarse en 2011, en uno de los pabellones de la Alcaidía de Resistencia, donde un grupo de muchachos empezó haciendo bordados para instituciones educativas, comercios e incluso el diseño de logos para uniformes de guardias del Servicio Penitenciario.
Un par de años más tarde obtuvieron sendas matrículas y se formalizaron dentro de la economía social, para convertirse así en una alternativa real de inclusión laboral para hombres y mujeres privados/as de su libertad. Llegaron a generar hasta 120 puestos de trabajo de manera simultánea. Y aunque algunos cambios en cargos clave en la gestión del gobierno chaqueño entorpecieron el desarrollo de ambas cooperativas, hoy vuelven a cimentar un repunte y a demostrar que queda mucho hilo en el carretel.
“No tuvimos reincidentes”, resaltó con entusiasmo César Almirón, referente de las cooperativas, en sintonía con la opinión que días después divulgaron desde el propio Centro de Liberados del Chaco, en reconocimiento a la misión que ambas cooperativas cumplen dentro y fuera de la cárcel. “Les dan libertad pero no hay nada afuera que los contenga. Nosotros somos los que gestionamos para generar trabajo”, contó Almirón.
En la actualidad, Patio de Tierra, dedicada a la construcción, con trabajos en los talleres de herrería del penal, cuenta con 22 asociados. Mientras que a la textil Hilando Sueños la integran 16 personas y, como se señaló, la falta de un espacio físico sigue siendo materia pendiente para ensanchar la producción, a la que aportan diferentes grupos desde sus casas. En ambos casos, son mujeres y hombres que ya cumplieron condena y están en libertad, que tienen condicional, libertad asistida o prisión domiciliaria.
“Las cooperativas se crearon juntas”, comentó Almirón y recordó los comienzos con aquella “maquinita” para hacer bordados. Si bien el trabajo se prestaba como salida laboral, el desconocimiento sobre cómo formalizarlo era importante. En tal sentido reconoció el apoyo de Viviana Ortellado, en ese entonces psicóloga social del Servicio Penitenciario provincial, la primera en hablarles de la textil Kbrones, también gestada en un contexto de encierro. Ella los contactó con Juan Carlos Goya, quien por esos años era subsecretario de Asuntos Penitenciarios, hoy secretario de Derechos Humanos del Chaco.
“Nos dijo que él quería armar algo similar y ver la forma de cómo podíamos nosotros darle una mano a la gente que salía y la que está privada de su libertad. Y cuando yo salí nos acercamos y empezamos a hablar y empecé a buscar la manera de que los muchachos puedan tener un trabajo. A los pocos meses viajamos a Buenos Aires y lo conocimos a Julio Fuque y a Marcelo Vargas (Kbrones), y también a Marita Suárez (operadora en Psicología Social), y empezamos a trabajar en la idea de la cooperativa”, narró Almirón.
A partir de conocer el trabajo de la textil porteña, se gestionaron por medio de Asuntos Penitenciarios las primeras 30 becas para trabajar en las refacciones de una comisaría y pronto se incrementaron esos cupos a 60, “sin que aún nos hayamos conformado en cooperativa”, aclaró.
«Fue un gran incentivo. Los muchachos sabían el trabajo que se venía haciendo dentro de la Unidad porque teníamos un pabellón cristiano en el que yo estaba al frente junto con otro compañero. Confiaban en que podíamos lograr lo que nos proponíamos porque tuvimos muchos cambios positivos. Así que se engancharon y nos empezamos a juntar, a veces en alguna de las casas, y empezamos a pensar cómo armábamos las cooperativas”.
El tiempo que corrió hasta obtener la matrícula fue en paralelo al que les tomó reacondicionar la comisaría, primer cometido del grupo de trabajadores fuera del penal. Ya con matrícula en mano dieron con otro trabajo de las mismas características pero incluyendo a detenidos en la refacción de dos pabellones.
“Armamos grupos de 30 adentro de la Alcaidía y luego, a través del Ministerio de Gobierno que en ese entonces estaba manejado por Pedrini (Juan Manuel, hoy diputado nacional por el Chaco), nos dieron 30 becas más, así que manejábamos 120 cupos. Y en ese momento también los muchachos que estaban en el penal podían cobrar por su trabajo”, recordó César Almirón y aclaró que hoy son familiares de detenidos quienes perciben los pagos debido a impedimentos legales y burocráticos que tienen quienes no gozan de libertad.
Por esos años también se hicieron trabajos similares por medio de convenios con el Instituto Provincial de Desarrollo Urbano y Vivienda para la construcción de veredas en los programas de obras que se ejecutaban a buen ritmo hasta ese momento en la provincia. Refaccionaron y cambiaron los techos del club deportivo Don Orione e hicieron tareas, también de construcción, mediante el plan Mejor Vivir en la localidad de Fontana.
Desde entonces, los cambios sucesivos que se vieron en la gestión de gobierno, también en el plano nacional, repercutieron de manera negativa en la continuidad de trabajos y también en los cupos, que de 120 bajaron a 25 y 16. “Después se cortó todo”, acotó Almirón.
El hoy
En la actualidad, el trabajo de las cooperativas se sostiene mediante un convenio con el Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología del Chaco, por el cual se realizan tareas de mantenimiento y portería en dos escuelas, una de Resistencia y otra de Barranqueras.
Otra buena fue que a partir de la visita al penal del intendente de Resistencia Jorge Capitanich, en octubre del año pasado, las cooperativas firmaron un convenio que les permite proveer a la comuna capitalina de cestos de residuos que fabrican en la herrería del penal ; y de chalecos y chombas a través de la textil.
También un grupo de 15 cooperativistas que tiene como prestación el plan Foco se encuentra incluido en el programa de capacitación de oficios dentro del Polo Industrial Cooperativo Chaco, en un acuerdo articulado entre la Federación de Cooperativas de Trabajo de la República Argentina (Fecootra) y la Asociación de Mutuales Chaqueñas Federadas (Amuchafe), en conjunto con el Centro de Liberados.
Además de los trabajos mencionados, en el caso de la cooperativa textil sus asociados se siguen reuniendo en casas y realizan trabajos a baja escala como la fabricación de bolsas para supermercados.
Al “medio libre”
“El proceso de readaptación es bastante difícil”, aseguró Daniel Regis, secretario técnico del Centro de Liberados del Chaco, ex Patronato de Liberados. El organismo público descentralizado está encabezado por la doctora Ana María Tróxler, y tiene a su cargo la tutela de personas condenadas sujetas a libertad en las distintas figuras legales, y colabora en la gestión y ejecución de medios alternativos o sustitutivos de las penas de encierro; además de “asistir en el reintegro al medio libre”.
La metodología de trabajo es también mediante un convenio con las cooperativas para incluir a quienes dejan los penales, hayan cumplido o no condena. “Ellos salen, algunos con oficio y otros no. Entonces, entre las cooperativas y el Patronato trabajamos para que adquieran un oficio, los acompañamos hasta que consigan su certificado de capacitación. Y es bastante difícil, uno en contexto de encierro pierde muchos hábitos, así que estamos para acompañarlos y para que de a poquito vayan integrándose”, señaló Regis.
El Centro de Liberados tiene bajo su tutela 967 personas, cerca de 50 son o fueron asociadas a las cooperativas y de ellas sólo dos son mujeres. Dato no menor porque debido a cuestiones si se quiere administrativas, las cooperativas aún no han podido hacer pie en la Cárcel de Mujeres ubicada en el barrio Don Santiago de Resistencia, penal que cuenta con todas las herramientas necesarias para montar una textil.
Como funcionario de un ente descentralizado con escasos recursos humanos y económicos, Regis coincidió en que la contención laboral de las cooperativas son el paso correcto para quienes salen de una unidad penitenciaria: “De las personas que tuvimos trabajando en las cooperativas ninguna reincidió. Al contrario, mejoró su calidad de vida en todos los sentidos. Y hemos hasta detectado cuestiones de salud en algunos muchachos que nos permitió hacer también un seguimiento sanitario. Nuestra única norma es que si no va a trabajar, ese cupo vacante se le da a otra persona”.
“¿Sabés qué falta? Que los traten bien, que vean que hay respeto y que se los trate igual que a cualquiera”, expresó el funcionario, y aseguró: “Hay cosas que se están manejando muy mal”.
Proyecto en danza
Con relación al Polo Industrial Cooperativo, predio ubicado en la ruta 11, kilómetro 997, el dirigente de Amuchafe y también referente del Ipes en Chaco, Carlos Gómez, se refirió a un proyecto en pleno desarrollo para contener a cerca de diez cooperativas en la producción de reciclados de residuos sólidos urbanos, bloques de cemento en premoldeados, carpintería, herrería, alambrería y la posibilidad de armado de calefones solares.
“Estamos desarrollando un trabajo articulado con ambas cooperativas (Patio de Tierra e Hilando Sueños) e inclusive hasta con el Patronato de Liberados para poder reinsertar social y laboralmente a este esquema de capacitación en la formación productiva dentro del Polo Cooperativo”, explicó el dirigente.
Entre las proyecciones en las que trabajan incluyó capacitaciones, formación técnica y profesional y terminalidad educativa, además de un espacio físico dentro del Polo donde hoy se levantan talleres, un lugar idóneo para la formación de cooperativistas.
El mañana
Entre los objetivos que persiguen las cooperativas, la organización de un proyecto en la Cárcel de Mujeres está entre los destacados. Y a estos fines presentaron un proyecto en la Secretaría de Derechos Humanos, por un subsidio que les permita proveer a todo el Servicio Penitenciario de colchones ignífugos.
Previo a esto, el primer paso será formar a las detenidas en materia de cooperativismo para luego poder asociarlas a Hilando Sueños, cooperativa textil que años atrás logró un convenio de trabajo de dos años con el Servicio Penitenciario, pero la posibilidad de trabajar se dilató por cuestiones internas y sólo avanzaron en capacitaciones de costura y en aportar insumos para producir prendas.
Patio de Tierra, en tanto, persigue la compra de moldes para fabricar caños de cemento para la red cloacal y completar así el trabajo de herrería que hacen dentro del penal, en el espacio con el que cuentan dentro del Polo Industrial Cooperativo. Y otra propuesta es hacer reciclado dentro de la Alcaidía de Resistencia. “Concientizarlos sobre cómo se recicla para que también sean agentes reproductores y les enseñen a los familiares”, indicó César Almirón.
Sin embargo, una de las iniciativas más interesantes a la que se abocan ambas cooperativas implica una organización junto con los jueces de Ejecución. “Queremos que los jueces sean los que designen a las personas que van a salir a trabajar afuera, que los jueces también se involucren. Porque la mayoría sale y reincide porque no hay una guía. Nosotros somos los que estamos haciendo ese trabajo. Si bien hay detenidos que trabajan individualmente, no hay algo organizado que los contenga. Si logramos que los jueces se involucren sería distinto”, machacó Almirón. Este convenio sumaría, además de a la Justicia, al Servicio Penitenciario, a los asistentes sociales, a los juzgados de Ejecución, a los psicólogos sociales con los que también trabajan las cooperativas, y al Centro de Liberados.
Para Almirón, el apoyo gubernamental no es más que “una decisión política” frente a una alternativa laboral a partir de un programa que posibilita un trabajo semestral previo a recuperar la libertad “para hacerles un seguimiento, prepararlos para la calle, para que cuando salgan encuentren esa continuidad afuera” de la cárcel.
Almirón, referente de Patio de Tierra e Hilando Sueños, comparte sus proyectos y, aunque no es poco lo hecho, desborda de ansias de poder hacer más. En el “mientras tanto”, las cooperativas llevan al límite los recursos con los que cuentan y demuestran que la autogestión abre puertas.
Por Trabajo Cooperativo / Fotos: Centro de Liberados – Ipes/Amuchafe