Las lecciones de los y las pibas
Los chicos y chicas de las secundarias tomadas en la Ciudad de Buenos Aires nos están dando una lección a los adultos. Hay cerca de 30 escuelas intervenidas por los estudiantes porque hasta ahora nadie, y mucho menos el gobierno, les contó ni los hizo parte de una nueva reforma educativa. Un llamado de atención para el Gobierno, pero también para los padres, los medios y los sindicatos.
Por Laura García Tuñón para APe
Ningún docente, ninguna familia y ningún estudiante quiere que se tomen las escuelas. Es como nos pasa a los trabajadores y trabajadoras. Cuando hacemos un paro, es porque no nos dejaron otro camino. Lo mismo les ocurre a las organizaciones sociales que les dan de comer en sus comedores a miles de familias. Salen a cortar las calles cuando la comida no alcanza y los gobiernos hacen oídos sordos a los reclamos.
En la Ciudad de Buenos Aires hay cerca de 30 escuelas tomadas por los estudiantes porque hasta ahora nadie, y mucho menos el gobierno, les contó ni los hizo parte de una nueva reforma a la escuela secundaria. Los jóvenes se enteraron porque algunos pocos nos enteramos. Se enteraron de que algo iba a suceder porque las autoridades del ministerio de Educación les comunicaron a los rectores de las escuelas piloto que el año próximo esas escuelas comenzaban con la reforma. Sin consulta ni oportunidad de opinar. Se enteraron porque empezaron a circular documentos nacionales y Powerpoints de presentación de la Escuela Secundaria del Futuro con los logos de la Ciudad. Pero no se enteraron porque hubo reuniones con los padres ni con ellos. No se enteraron porque los sindicatos mayoritarios se pusieron a estudiar los documentos y a opinar. No se enteraron porque hubo convocatorias en defensa de los puestos de trabajo ni en defensa de la educación secundaria.
Los chicos y chicas de las escuelas, que sí pueden elegir a partir de 3º ó 4º año presidente, diputados, jefe/as de gobierno parece que, según “la opinión pública” y los medios de comunicación, no pueden opinar sobre la educación que van a tener ellos.
Cuando los convocan en los medios a hablar, los ponen a discutir, de igual a igual, la mayoría de las veces con funcionarios o periodistas experimentados. Y la mayoría de las veces son atacados con virulencia por tener la irreverencia de atreverse a pensar en su futuro. De atreverse a pedir que les llegue información certera y a defender que ellos son sujetos a los que también les cabe el derecho de opinar.
En las tomas los chicos, principalmente, se oponen a las pasantías. Y lo hacen desde el mejor de los lugares. No quieren trabajadores precarizados. Y saben que los jóvenes son los que más sufren, en estos tiempos modernos, de la precarización laboral o la falta de trabajo. Y no justamente porque no sepan trabajar, sino por un modelo económico que basa sus ganancias en esas formas de contratación.
En uno de esos intercambios de los estudiantes en un canal de televisión, el subsecretario de Carrera Docente negaba que la propuesta incluyera pasantías laborales. Las nombraba con un eufemismo: prácticas educativas como estrategias formativas que no iban a ser en empresas. “Obligatorias sí, por supuesto”, dijo. Pero este funcionario falta a la verdad. En los primeros documentos del mes de junio del ministerio detallaron que el 5º año iba a tener, y copio textual: “50% del tiempo escolar destinado a la aplicación de los aprendizajes en empresas y organizaciones según talentos e intereses de cada alumno y 50% del tiempo escolar destinado al desarrollo de habilidades y proyectos relacionados al emprendedurismo”.
Pero los chicos también han tomado las escuelas, porque quieren tener educación sexual integral para que no haya más embarazos adolescentes, ni femicidios. Porque quieren que sus escuelas estén en condiciones y tengan materiales necesarios para estudiar. Y que esto no pase sólo con los 1º años de las escuelas piloto, a las que les han ofrecido -y sólo para ellas-, a través de una carta compromiso firmada por el Ing. Sebastián Tomaghelli, subsecretario de recursos del ministerio, entre otras cosas: pintar las aulas, adecuar las instalaciones eléctricas, garantizar la correcta iluminación, proveer e instalar cortinas, colocar cerraduras en las puertas y amoblar las aulas. Como si estas cosas prometidas sólo fueran importantes para garantizar la Secundaria del Futuro.
‘ Los chicos y chicas de las escuelas secundarias tomadas nos están dando una lección a los adultos. Y esto lo digo esperando que con el primer llamado al diálogo por parte de la Ministra, se levanten las tomas. Esta lección tiene varios destinatarios:
Los sindicatos. Porque salvo pocas excepciones como ADEMYS, que al menos han realizado reuniones con profesores o han escrito documentos de rechazo a la propuesta de reforma planteando sus posturas, han estado silenciados durante casi 3 semanas, sin siquiera defender a los trabajadores y trabajadoras de la educación que podrían ver peligrar sus trabajos o formas de contratación estatutarias, ni exigir ser tenidos en cuenta para la discusión.
Las madres y padres. Porque suelen apoyarlos, pero sin organizarse e involucrarse en las políticas educativas y en formular propuestas.
Los medios masivos de comunicación. Ya que si no hubieran existido las tomas de escuela, no le hubieran dedicado ni un minuto de sus programaciones o centímetros de los diarios a hablar de educación.
El Ministerio de Educación. Ninguna reforma educativa seria, que se piense para el futuro de verdad, se hace desde un escritorio y a solas, imponiendo metodologías, quiénes serán las escuelas pilotos y prácticas pedagógicas. Este gobierno que llegó diciendo que eran el cambio hacia el diálogo y que iban a desterrar las prácticas autoritarias, están haciendo lo que tanto criticaron. ¿O habrá sido de boca para afuera?
* Por Laura García Tuñón para Agencia Pelota de Trapo / Imágenes: Lucía Prieto.
Directora General de Coordinación Comunitaria, Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.