Desamor y milagros

Desamor y milagros
16 agosto, 2017 por Redacción La tinta

Una mujer atraviesa el desierto con su hijo. Otra mujer le pide a la santa que su hija abandone la calle. Una travesti le enseña a otra a defenderse con una gilette dentro de un jabón. Un hombre cuenta el momento en que un niño dejó de creer, no sólo en papá Noel, sino en todo. En El Cabaret de la Difunta Correa todo puede suceder. Algunas palabras, insuficientes para compartir la obra de Camila Sosa Villada que durante julio estuvo realizándose en Documenta Escénica. Ocurrió el milagro y durante los domingos de agosto todas vamos a seguir entrando al cabaret.

Por Redacción La tinta

“El Cabaret de la Difunta Correa no es más que el retrato de una santa popular atravesado por algunos recuerdos de mi vida como yiro. Una mujer y muchas travestis que convierten su historia en una pieza de cabaret. Un homenaje a Deolinda Correa, madre de todas las mujeres, mito capaz de mover la fe hasta el punto de torcer destinos. Por haber cambiado mi vida, por recordarme que es posible brotar una vida de la misma muerte. Rindo honor a mis amigas, las putxs, a la fe de mi mamá y al teatro, como todo lo que es, lo más verdaderamente cierto que existe, lo más hermoso que me pudo pasar en la vida”.
Camila Sosa Villada.

Que no se hable mal del Cabaret de la Difunta Correa. Que nadie se atreva a decir que allí hay mala vida. Que los incrédulos no osen afirmar que los milagros no existen.

Porque allí está ella. La madre de todas las mujeres. La que da vida aún después de muerta. La que recibe con amabilidad a todo aquel que pisa su cabaret, ofreciéndole un vino y convirtiéndose en Deolinda, en la Reina de la Calle, en la madre de Camila y en su padre, en la Niña Rubí, en Mama Luisa y en muchas otras.


¿Cuánto puede una encarnar el dolor ajeno? ¿cuál es el límite de lo soportable? ¿en qué punto la obra de Camila nos hace recordar que estamos vivas de milagro? La dignidad ronda la obra de teatro, se hace carne en los personajes y nos calma la sed. La desnudez de decirlo todo, de exponer el cuerpo, de desvestirse de rojo, de atravesar el desierto.


Del susurro al grito, del canto grave al agudo, de la tonada sanjuanina de Deolinda, pasando por el cordobés transerrano a un español peninsular, no deja de sorprender la multiplicidad de registros en que Camila Sosa Villada habita personajes tan diversos (¿o ellos la habitan a Camila?), mientras Agustín Albrieu Llinás nos atraviesa sonoramente, recordándonos que la peregrinación es larga y que él la acompaña con sus pasos y su música.

Por momentos no hay llegada, no hay santos que nos acompañen, no queda otra que defenderse, con uñas y garras de los vivos y de los muertos que se nos aparecen en el páramo. Ser mujer, ser prostituta, ser madre, ser travesti, ser Deolinda, entre toneladas de arena que nos dan sed. Buscar agua mientras nos habitan imágenes del desamor. Algo que nos haga sobrevivir y afirmar que los milagros existen.

»El Cabaret de la Difunta Correa, de Camila Sosa Villada.
20 y 27 de Agosto, 21:30hs en DocumentA Escénicas (Lima 364, Centro, Córdoba Capital).

*Por Redacción La Tinta. Foto: Colectivo Manifiesto.

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Palabras claves: Camila Sosa Villada, Deolinda Correa

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