St. Pauli: el club antiG-20

St. Pauli: el club antiG-20
12 julio, 2017 por Redacción La tinta

Con el lema “Yes, we camp”, el club de Hamburgo ofreció su estadio como base de acampe para más de 200 visitantes que llegaban para protagonizar las protestas contra el G-20, dejando en claro su “apoyo a los derechos humanos, la libertad de expresión y el derecho a manifestarse». Así es St. Pauli, el equipo antifascista que enarbola la cultura punk y callejera y sale al campo de juego al ritmo de AC/DC.

 

Esas cosas tiene el St. Pauli. Un club que ha trascendido más allá del fútbol convirtiéndose en un espacio de resistencia, contestatario y anti-hegemónico. Su filosofía es esa, involucrarse y romper esquemas. Haciéndose grande desde lo simbólico más que desde su escueta historia deportiva.

Este club, vestido de marrón como el uniforme de los trabajadores portuarios que lo fundaron en la primera década del 1900, reafirma a diario, desde la institución y sobre todo desde sus tribunas, su discurso anti-fascista, anti-capitalista. Es común ver banderas con consignas en contra de la discriminación homofóbica y a favor de movimientos estudiantiles y obreros. Y es por eso que tampoco resulta extraño su rol en la última cumbre del G-20 en la ciudad de Hamburgo.

“Yes, we camp”

Esa fue la frase con la que el St. Pauli llamó a los manifestantes que se organizaron para protestar contra los líderes mundiales que se reunieron en Alemania la semana pasada. La traducción de la misma dice “Sí, acampamos” pero se trató de un juego de palabras que remedaba el famoso lema de campaña que supo utilizar Barack Obama: “Yes, we can”, o sea, “Sí, podemos”.

Fue así como se metió de lleno en las manifestaciones callejeras de Hambuergo alojando hasta 200 personas por día en su estadio y así cubrir la «falta de opciones de alojamiento para la gente que visita la ciudad con el objetivo de protestar contra la cumbre del G-20», según informó la institución en un comunicado oficial.

Hasta el pasado domingo 9 de julio aquellos visitantes que presentaban dificultades para permanecer en la ciudad pudieron utilizar las instalaciones sanitarias del club e incluso se instaló una cocina móvil para “los invitados”, es decir, aquellos que no se quedaron sin un lugar pero necesitaban un sitio para comer.

Desde el inicio de la semana, St. Pauli había informado a las organizaciones sociales y movimientos anti-G20 que sus juntas de gestión y supervisión habían tomado esta decisión para mostrar su «postura clara en apoyo a los derechos humanos, la libertad de expresión y el derecho a manifestarse».

Vale repasar brevemente algunas de las características principales de este particular club (tan particular que decir “de fútbol” suena a poco).

Como ya mencionamos su origen es obrero y portuario y según cuenta la leyenda en los primeros partidos que supo disputar en las ligas regionales el uniforme que vestía a sus jugadores (estibadores y mozos de almacén) era el mismo con el que arrancaban y terminaban la jornada laboral. Del trabajo a la cancha.

A comienzos de los ´80 , y con vaivenes entre la Segunda y la primera División de la liga alemana, la institución cambió la ubicación de sus terrenos y quedó emplazada en la zona del muelle de Sankt Pauli. Una zona rotulada como “roja” para la policía y el gobierno y un barrio de gran influencia cultural “bohemia”, rodeada de hogares obreros y okupas. El arte callejero pinta las paredes con grafitis en cada esquina y proliferan las obras teatrales y musicales.

Toda esta mixtura ha dado como resultado el fenómeno de St. Pauli que se hizo fuerte entendiendo que su función dentro de la comunidad es precisamente ser parte de ella. De allí su aproximación a las juventudes estudiantiles, los partidos de izquierda, los movimientos sociales contra hegemónicos y hasta la adopción de una iconografía punk, que tiene por sello una calavera y dos tibias. Como si todo esto fuera poco, cada vez que el equipo local salta al campo de juego, todo el estadio Millerntor salta al ritmo de Hell Bells de AC/DC.

En los últimos años el fenómeno St. Pauli llegó a ser materia de estudio para investigadores de toda índole, partiendo desde la sociología o la antropología hasta llegar a estudios de mercado. Es que cuesta creer en Europa que este club, con más historia en la Segunda División de Alemania que en Primera, sin campeonatos ni trofeos, luzca su estadio repleto en cada partido. Incluso, según un artículo de la BBC publicado este año, un reciente sondeo de una empresa de mercadeo de telefonía celular calculó que la escuadra tiene cerca de 11 millones de hinchas alrededor del mundo.

Uli Hessen, un especialista en fútbol alemán citado en dicho artículo ofrece una rápida y sintética respuesta a la pregunta “¿cómo han logrado semejante fama?” que tanto se pregunta el medio inglés: «El club dice las cosas correctas, hace las cosas adecuadas y viste los colores justos (el blanco y el marrón). Es un antídoto para las personas que se han desilusionado del fútbol vacío y comercial que vemos ahora.

Palabras claves: G20, St Pauli

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