Palo y afuera
Un periodista de The Guardian visita la Argentina y conoce a un mozo de una parrilla. De allí sale una gran historia: los palos de los arcos del Monumental escondían un mensaje contra la dictadura en el Mundial 78. El escrito se viralizó y los medios locales lo levantaron sin temor a la falta de chequeo. La gran historia se cae a pedazos con un simple buceo en Internet. Pero los medios consiguieron muchos “clicks” y su credibilidad seguirá intacta.
La novedad llegó desde Londres pero se cocinó acá. Según el relato escrito y firmado por Davis Forrest para el prestigioso The Guardian. Rápidamente se fue expandiendo por las redes y los medios locales no pudieron abstenerse a replicar la novedad. ¿Quién podría dudar de la rigurosidad periodística de The Guardian?
Lo cierto es que Forrest como mínimo se habría «comido un sapo», un cuento argento, y a The Guardian se le habría escapado la tortuga. Los palos verticales de los dos arcos del Monumental no habrían escondido ningún mensaje en contra de la desaparición y el exterminio de personas por parte de la Junta Militar.
Pero la historia era interesante, atractiva, «ganchera» en términos editoriales: «The political message hidden on the goalposts at the 1978 World Cup» (El mensaje político escondido en los postes de la Copa Mundial de 1978) Un título verdaderamente irresistible.
Sin embargo el mundo de los internautas no lo perdonó y comenzaron a llover críticas al artículo por parte de sus lectores y detractores: «Reads like fiction, and is indeed fiction. Fun, though». Todo es ficción, como dice uno de los tantos comentarios.
Puede fallar
Según el artículo a Forrest siempre le llamaron la atención dos pequeños detalles del Mundial de 1978: las redes que se usaron en los arcos y las bandas negras que se pintaron en la base de cada poste vertical. Luego de comprar un libro en Palermo sobre Argentina 78 fue a comer a una parrilla, conoció a un mozo y ambos hablaron sobre aquel torneo.
Al trasmitirle su curiosidad sobre los palos, el empleado del restaurat le recomendó que visitara el Monumental e indagara allí. Como buen periodista Forrest se llegó al estadio de River y allí habló con viejos utileros. Sin que le dieran una respuesta satisfactoria, Forrest advirtió en una antigua fotografía de empleados al mozo de la parrilla. Es allí donde vuelve a contactarlo y éste le confiesa haber trabajado en el club como encargado de mantenimiento en la época del Mundial. Según Forrest, el mozo se llama Ezequiel Valentini y fue él quien le confesó la verdad de aquel detalle: Las bandas negras eran brazaletes de luto para recordar a los desaparecidos y habían surgido como una idea de los encargados de mantenimiento del club de Núñez.
Según Forrest, Valentini le contó que una vez tomada la decisión se reunieron con los miembros de la Junta Militar para ponerlos al tanto. «Nos preguntaron para qué eran esas franjas negras y le dijimos que era tradición. Ellos no tenían ni idea de fútbol», habría dicho el mozo de la parrilla.
Sin embargo, al parecer, la misma decisión habría sido tomada (y de manera idéntica) en el resto de los estadios de aquel Mundial…
Christian Schwarz, “profesor de universitario, surfer de la web y blogger” (tal como se presenta en su cuenta de Twitter), echó por tierra la historia que presenta la nota del diario inglés con una rápida repasada en Google y guiándose por sus recuerdos: los palos de los arcos en Mar del Plata, Rosario, Córdoba y Mendoza tenían pintadas las bases de sus arcos.
Palo… ¿y adentro?
Como hemos dicho, la historia es buena. Hay que reconocerlo. Pero muy fácil de poner en duda y casi descartable de forma instantánea si se indaga mínimamente en Internet. ¿Cómo puede marcar la agenda de todos los medios nacionales más importantes del país una nota escrita sobre la historia argentina desde otro punto del planeta? Nos aventuramos a sospechar que poco importa difundir un dato falso en tiempos virales y digitales. La tinta de la imprenta es difícil de borrar pero un artículo entero sobre una plataforma web se elimina en segundos.
Fue el diario La Nación el primero en hacerse eco de la nota de The Guardian. También el primero en advertir la conveniencia de quitarla de la red ante la fragilidad de sus datos y fuentes. Sin embargo fue una de las noticias más leídas para el medio en la jornada del miércoles. Al final de cuentas nos seguimos preguntando si a estas alturas perjudica o beneficia la publicación sin la más mínima revisión.
Más allá de que dicha historia sea ratificada por The Guardian y resulte cierta «en partes» o cien por ciento irreal, La Nación ganó visitas, viralizó una de sus notas, la borró y su credibilidad no será cuestionada por sus lectores. «Yo ya gané» podría decir el editor que haya levantado el pulgar para publicar una nota que, por su fragilidad argumentativa, podría haber sido revisada, puesta en duda y nunca publicada. Para los medios fue palo y adentro. Para el lector, palo y afuera.