“La trata no es un hombre malvado”

“La trata no es un hombre malvado”
15 mayo, 2017 por Redacción La tinta

La trata laboral, como pocas experiencias horrorosas que vivimos las mujeres, grafica claramente la cosificación y mercantilización de nuestros cuerpos. En el mundo existen millones de personas en condiciones de explotación, la mayoría mujeres y niñas. Pese a las legislaciones vigentes y la supuesta preocupación de los estados, se sostiene un andamiaje social y cultural que naturaliza a las mujeres como objetos que se pueden comprar y vender.

El 5 de enero de este año salió una nota muy breve en el diario Página/12, que nos contaba cómo un comisario y tres policías en Villa Gesell fueron imputados “por entregar a una joven a los captores que la habían secuestrado en Salta para llevarla hasta esa localidad y explotarla laboralmente”. La mujer de 22 años, obligada a limpiar complejos de departamentos, se había escapado del lugar donde la retenían violentamente sus tratantes, pero las fuerzas de seguridad actuaron. Hay un objeto que ha sido sustraído y traficado. Hay un dueño que recupera su objeto. Hay cómplices que aseguran el accionar delictivo, que además son parte de las instituciones estatales.  Hay un sistema patriarcal-capitalista que garantiza la trata y explotación de personas, la mayoría mujeres.  


La situación de trata se configura cuando se ofrecen, captan, trasladan, receptan o acogen personas con fines de explotación laboral. Esto con el fin de mantenerlas en condición de servidumbre, obligándolas a realizar trabajos forzados, negándoles su libertad . Ambos, trata y explotación, son procesos complementarios. La triangulación se completa con el tráfico.


Chus Álvarez, de la Alianza Global Contra el Tráfico de Mujeres (GAATW por sus siglas en inglés), en una entrevista concedida a La Tinta, nos contaba: “Muchas veces se quiere separar el tráfico de personas de la trata. Pero están relacionadas. Lo que empieza como tráfico, la mayoría de las veces acaba como trata: me quitan el pasaporte, me encierran en un sitio y no me dejan salir”.

Según datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), existen 2,4 millones de personas en el mundo obligadas a realizar trabajos forzosos. El 80% son mujeres y niñas. Específicamente en América del Sur, el Informe Global sobre Trata de Personas 2016, emitido por la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDC por sus siglas en inglés), el 74% de las víctimas son mujeres y niñas, y su destino suele ser la explotación sexual.

La trata de personas es el tercer negocio más lucrativo a nivel mundial, tras el narcotráfico y la venta de armas. Se calcula que tiene una ganancia de aproximadamente 32 millones de dólares al año, de los cuales el 76% proviene de la explotación sexual.

Esta forma moderna de esclavitud sin fronteras, varía en función de los países. La mayor parte de los casos se registraron o bien dentro del país o de la región sudamericana, siguiendo un patrón universal, desde zonas más pobres a otras más ricas. Existen numerosas rutas de trata, sin embargo la ONU señala que Argentina, Chile y Uruguay son países de destino de este delito, mientras que Paraguay, Bolivia, Colombia y la Guayana son origen.

El hombre malo

“La trata no es un hombre malvado que te atrapa, te engaña y te lleva a otro sitio, y entonces si tú detienes al hombre malvado se acaba el problema (…) Tratamos de ver las causas estructurales de la trata, como la pobreza, la desigualdad, la falta de educación, la falta de sanidad… cómo todo eso te hace vulnerable a la trata, pero no porque tú seas vulnerable, es porque si yo no tengo todo eso cubierto me voy a lanzar mucho más a esas cosas que de otra manera no me pasarían. Entonces no es cuestión de que yo sea más o menos inteligente, es cuestión de las circunstancias que rodean a las personas” explicó Chus Álvarez.

En el año 2013 la ONU presentó el informe Violencia contra las trabajadoras migratorias, donde señala que la mayoría de las mujeres emigran a consecuencia de la violencia de género, la discriminación y la desigualdad en que viven, como es el caso de las oaxaqueñas que padecen este tipo de situaciones y han llegado a los campos agrícolas de Sinaloa, para instalarse y encontrar un área de oportunidades a la que no tenían acceso.

Analizar las condiciones estructurales es fundamental para comprender el fenómeno. Vivimos tiempos de creciente informalidad laboral, alta desigualdad de ingresos, crisis social y económica. El proceso de deterioro de las condiciones laborales y el salario, a partir de la caída del estado de bienestar, obligó a las mujeres a salir a trabajar, sin que se ponga en cuestión el trabajo doméstico, haciendo jornadas laborales infinitas. En esta preocupante realidad las mujeres continúan relegadas: solo el 50% en edad de trabajar se encuentran empleadas, frente a un 76% en el caso de los hombres (ONU). La mayoría de ellas trabajan en la economía informal, teniendo los empleos peor remunerados sin protección social.

El reconocimiento del trabajo doméstico aún es una lucha a largo plazo, mientras que en América Latina, a partir del proceso de expropiación de la tierra, las mujeres jóvenes no pueden sustentarse con un campo ya inexistente. Silvia Federicci, en una entrevista concedida a la revista Pueblos en octubre pasado, explicó que la cantidad de suicidios de mujeres había crecido, “y se calcula que la esperanza de vida de una mujer proletaria sin recursos es cinco años menor que la de su madre”.

Además las mujeres campesinas de América Latina y de África sufren un grave ataque al territorio, impactando especialmente sobre ellas. “Se trata de una agresión a las formas de cultivo de subsistencia, que para muchas mujeres son una manera de tener autonomía del mercado y sustentar a su familia en un contexto social donde la comunidades han sido desmonetarizadas como consecuencia del ajuste estructural, con el desempleo, y muchas veces con el despojo de la tierra que poseían”.

Medidas de estado

Chus Álvarez comentó que “nos hemos dado cuenta de que la trata ocurre en el proceso migratorio. Hay un montón de personas que por la razón que sea se mueven a otro país, y ahí hay personas que a lo mejor no pueden acceder a documentación, o a un trabajo desde su país de origen que les pueda llevar al país de destino con documentación. Entonces en ese afán migratorio, en ese querer migrar a otro país, y en el no tener otra opción que buscar a alguien que pueda facilitarle la salida y entrada a otro país, es que se cae en traficantes”.


La tendencia mundial a reforzar y fortalecer las leyes que criminalizan la migración, construyendo muros y alambrados, de ninguna manera previenen la trata de personas, al contrario, incrementan la vulnerabilidad de quienes huyen de conflictos, violencia, crisis y pobreza extrema en sus países de origen. Chus nos explicaba la relación entre estas medidas y las leyes anti-trata: “Hay un discurso de proteger los países y las fronteras de la ola de migrantes, y por otro lado hay un discurso de protección a las víctimas de trata, y nunca ponen en relación esas dos cosas, que son ámbitos interrelacionados y que una cosa tiene consecuencias con las otras. Con tus muros estás facilitando que la trata de personas crezca.”


La trata de personas es un crimen que se alimenta de la vulnerabilidad, aumentando en tiempos de incertidumbre, y aprovechando la inacción de los Estados para luchar en su contra. La mayoría de los países de América Latina cuentan con legislación anti-trata. Según Chus, en términos generales son bastante buenas “pero es papel, la implementación de la legislación es terrible”. Explica que no hay presupuesto, que no queda claro con qué dinero se va a implementar.

Así, desde GAATW afirman que  la trata de personas es un delito invisibilizado, tanto por la ciudadanía, como por las autoridades administrativas, de seguridad y de justicia.  “Esto provoca que las víctimas no reciben la atención requerida. La invisibilización de este delito se debe a tres causas principales: la falta de información y conocimiento de las autoridades sobre lo que realmente es la trata de personas, la normalización de la explotación dentro de ciertas prácticas como el padrinazgo, la estigmatización y los prejuicios que se tejen en la sociedad sobre la realidad de las víctimas de este delito”.

Las leyes anti-trata determinan una serie de acciones a realizar para “rescatar” personas de las redes de trata. Según GAATW, por lo general se asiste a una falta de formación de los gobiernos para que las personas ingresen en estos procedimientos. Chus nos explicó que la trata genera gran estigmatización sobre las víctimas, “también se las trata como criminales, o bien porque en el país de destino rompieron las leyes de inmigración, o cuando vuelven si creen que has estado trabajando como trabajadora sexual (…) hay un estigma desde la comunidad, la familia y las personas que atienden a las víctimas de trata”. Esto es notorio en la implementación de las leyes, “cuando hablan de prevención no es que tenemos que ser cuidadosas cuando migramos, culpabilizando a las víctimas (…) hay una cuestión de género que atraviesa muy fuerte”.

Cuando una mujer sale de la red, los medios hacen un seguimiento irrespetuoso, haciendo que las víctimas no quieran denunciar porque no tienen privacidad o intimidad, “a las mujeres se las trata como estúpidas o víctimas”. Las medidas desde los estados no tienen grandes diferencias. En las campañas de los gobiernos se representa a las mujeres víctimas de trata, “como cuerpo sexualizado, muy vulnerable, tiradas en el suelo, secuestradas… si bien muchas están ahí, lo importante es que han estado ahí y que hay factores estructurales mucho más amplios que es lo que hay que atacar”, y eso es lo que queda por fuera.

Las organizaciones de trabajadoras sexuales, por ejemplo AMMAR en Argentina, vienen denunciando reiteradamente el aprovechamiento que se hace desde el Estado a las leyes anti-trata, para perseguir el trabajo sexual. Si a esto le sumamos lo dicho anteriormente, que no se trata de un hombre malo, sino de condiciones estructurales, de personas en condiciones vulnerables por carecer de asistencia básica. Si además tenemos en cuenta que la tendencia de cerrar fronteras genera mayor vulnerabilidad sobre personas que eligen migrar por razones laborales, entonces se vuelven evidentes las contradicciones.

Palabras claves: Ammar, trabajo sexual, Trata de personas

Compartir: