“Para sacar adelante un país necesitamos políticos, no gerentes”
Crónica sobre la última visita de Rafael Correa a Argentina como primer mandatario del Ecuador, en el marco de una conferencia magistral que brindó en la Universidad de Quilmes.
Por Nadia Luna para Nodal
“Éste es mi último viaje como presidente del Ecuador. ¡Qué bueno que sea a la Argentina y a una universidad pública!”. Así comenzó la conferencia magistral que ofreció Rafael Correa este miércoles 17 de mayo en la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ). El próximo 24 de mayo, luego de una década en el poder, Correa entregará el mando al candidato presidencial que apoyó en campaña, Lenín Moreno. El principal motivo de su visita al país fue recibir el título de Doctor Honoris Causa por parte de esta casa de altos estudios. Más tarde, aprovecharía el viaje también para visitar a la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner y tener una breve reunión con la vicepresidenta
La ceremonia comenzó pasadas las 10 de la mañana. Entre el público, se contaban estudiantes, docentes, rectores de universidades vecinas, una comitiva de funcionarios del Ecuador y algunas figuras públicas del país, como el ex ministro Axel Kicillof y el cantante León Gieco. El acto comenzó con unas palabras del rector de la UNQ, Alejandro Villar, quien explicó las razones por las cuales se le concedía la máxima distinción, entre ellas, el impacto social de sus políticas para la reducción de la pobreza; el papel que tuvo en los procesos de integración latinoamericana; y las políticas educativas implementadas, que multiplicaron por 30 la inversión en educación de los gobiernos anteriores. “Señor presidente, ahora ésta también es su casa”, afirmó. Lo acompañaban también el vicerrector Alfredo Alfonso y el exrector de la UNQ Mario Lozano.
Luego de la entrega del reconocimiento, en lugar de dar un discurso, Correa prefirió brindar una clase magistral que tituló “Economía para el desarrollo en la experiencia ecuatoriana”. “Sé que no es muy tradicional en este tipo de actos pero ya estamos acostumbrados a ser iconoclastas y romper protocolos. Lo importante es transmitir ideas”, aseguró entre los aplausos y las sonrisas del público, gestos que se repetirían a lo largo de la hora que duró la presentación. Con la excelente oratoria que lo caracteriza, Correa hizo uso de su profesión de economista para comparar números, gráficos y estadísticas de la situación en la que se encontraba el país que recibió en 2006 con el que deja ahora, luego del período que denomina “década ganada”.
Así, explicó que durante la década previa (1996-2006) la economía ecuatoriana creció un 85%, pero que durante su presidencia escaló más del doble. Además, señaló que en la década neoliberal el ingreso de los más ricos creció un 112% y el de los más pobres solo un 20%; mientras que con la “revolución ciudadana”, eso se invirtió: la tasa de crecimiento de los pobres fue del 112% y la de los ricos aumentó un 40%. “América Latina es la clase media mundial. Pueden encontrar ricos más ricos que en Suiza y pobres más pobres que en África. Por eso, cualquier proceso de cambio verdadero en Latinoamérica tiene que empezar y terminar hablando de distribución del ingreso y de igualdad de oportunidades”, sostuvo.
También desarrolló el tema del gasto público versus gasto privado. “Hay pseudoanalistas que quieren hacer creer que el gasto público está mal, pero es pura ideología, ya no saben cómo afectar el éxito de nuestra década ganada”, aseguró. Para Correa, una buena inversión pública atrae a la inversión privada. “Yo no tengo problemas en dejarle los grandes negocios a la inversión privada, con adecuada regulación, pero tampoco me voy a sentar cruzado de brazos esperando a que vengan a hacer la hidroeléctrica que necesitamos urgentemente. Si no vienen a hacerla, la hace el Estado y es lo que hemos hecho: construimos 8 megaproyectos hidroeléctricos en diez años”, argumentó.
Otra política a la que se refirió fue el aumento obtenido en los ingresos petroleros: “no fue suerte. Fue soberanía, compañeros. Y la soberanía también produce prosperidad”. En varias ocasiones, hizo énfasis en el poder mediático de las grandes corporaciones y su influencia en la clase media. “Una de las estrategias de los grupos de poder y sus principales instrumentos, los medios de comunicación, es trabajar el miedo –apuntó. –La clase media latinoamericana es muy asustadiza. Te dice ‘a mí me va bien, pero por todo lo que escucho mejor voto por la otra opción’, que termina siendo corrupción, endeudamiento… Bueno, yo creo que ustedes conocen de esas cosas. El libreto es el mismo en todos lados”.
El presidente dedicó varios gráficos al periodo de crisis que atravesó la economía de Ecuador entre 2014 y 2016, al que denominó como la “tormenta perfecta”. “Ecuador mostró una increíble capacidad de recuperación de la última crisis sin que el costo del ajuste lo paguen los más pobres. El ajuste implicó una reducción del ingreso de 19 dólares per cápita, pero para el 30% más rico”, dijo y habló sobre las medidas que había tomado para llegar a ese resultado.
“Como punto de partida para sacar adelante un país necesitamos políticos, no gerentes. Es diferente la lógica empresarial de la lógica de un estadista. Por eso es fundamental cuestionarse quién manda en una sociedad y quién debería mandar. ¿Las elites o las grandes mayorías? ¿El capital o los seres humanos? La izquierda moderna no puede negar al mercado, pero éste debe ajustarse a las necesidades sociales, no al revés. El mercado es un gran siervo para un pésimo amo”, subrayó.
Con respecto al avance neoliberal que se está observando en varios países de la región, Correa consideró que si bien puede haber retrocesos, nunca se vuelve al punto de origen. “América Latina ya cambió. Ecuador ha demostrado que se puede seguir en la misma línea”, aseveró. “Los grandes avances en la última década y el manejo de dificultades nunca vistas con el menor costo para los más pobres es porque, aunque falta mucho por hacer, tengan la seguridad de que en mi país ya manda el pueblo ecuatoriano”.
Luego de la clase magistral, Correa se dedicó a contestar algunas preguntas del público. La ceremonia terminó con el músico León Gieco entonando las populares canciones “Como la cigarra” y “Solo le pido a Dios”, acompañado por coros del propio Correa. Antes de irse, el presidente recorrió los pasillos de la universidad, protegido por una estricta seguridad. Eso no le impidió, sin embargo, acceder amablemente a los saludos y a las fotos que le pedían las personas que no habían podido ingresar al auditorio pero que habían seguido la conferencia por una pantalla dispuesta afuera. Además, brindó una rueda de prensa a los periodistas, donde se explayó un poco más sobre las cuestiones abordadas en la conferencia.
“Una de las estrategias de los poderes fácticos para anular a los gobiernos progresistas es satanizar la política. Todo político es malo, todo político es ladrón. Entonces la solución debe venir de fuera, de los empresarios, de los medios de comunicación. Eso es un gravísimo error. Para solucionar la pobreza y la desigualdad en América Latina, se necesita un cambio en las estructuras y en las relaciones de poder”, aseguró.
-¿Cuál va a ser su rol en la política de Ecuador luego de entregar el mandato?
-Me voy a dedicar a los quehaceres domésticos –contestó entre risas, mientras se dejaba llevar por un grupo de jóvenes que se apresuró en tomarse fotos con él y darle las gracias por su gestión, antes de que se subiera al auto para continuar viaje en su última visita como presidente del Ecuador.
*Por Nadia Luna para Nodal.