Desmonte, despojo y desolación en la serranía cordobesa
En La Encrucijada, departamento Río Seco, empresarios desmontan, inundan con agrotóxicos y cierran caminos. En plena discusión por la Ley de Bosques, los hermanos Plomer arrasan indiscriminadamente con el monte sin autorización alguna pese a los llamados de alerta de los vecinos. Las autoridades ausentes.
La comunidad de La Encrucijada es la puerta de entrada a la Reserva de los Bañados del Río Dulce. Se ubica a 30 kilómetros en dirección este de la localidad de Sebastián Elcano, como bajando en picada hacia la depresión de Mar Chiquita.
Aquí, al igual que muchas otras comunidades campesinas del norte cordobés, el “progreso” pregonado por la agricultura industrial la sacudió en su esencia. Es así que desde 2003, el encierre de campos, el desmonte indiscriminado y el cambio de manos de la tierra (de muchos a pocos) fue destruyendo un modo de vida y una forma de economía ancestral, basada en la armonía con la naturaleza .
El Escondido, se ubica al norte de La Encrucijada. Allí cerca de veinte familias vienen desarrollando una lucha desigual para poder sobrevivir. Desde el año 2009, cuando los hermanos Pablo y Javier Plomer, llegaron arrendando campos y comprando algunas posesiones, la destrucción de la vida comunitaria se precipitó.
El camino que une el Paraje El Escondido con la escuela, el dispensario y los negocios de La Encrucijada fue desviado, borrado y cercado decenas de veces. Ese camino tenía más de 150 años de uso comunitario y pese a la resistencia y las denuncias, fue tomado de rehén por los empresarios de la zona de Toledo. La cocinera de la escuela Primera Junta y la enfermera del dispensario viven en El Escondido, y ahora llegar a La Encrucijada a prestar sus servicios se volvió una proeza. Ni hablar de los alumnos y los enfermos. La comunidad elevó sus reclamos, cortó alambres y candados, pero jamás hubo respuesta ni amparo.
Con el tiempo, los Plomer, fueron comprando posesiones a quienes abandonaron la resistencia y fueron haciéndose amos y señores de ese territorio. Hay que tener temple para aguantar la fumigación, la desaparición del ambiente de vida, vivir saltando alambres e incluso ser objeto de aprietes y amenazas. Sin embargo, siempre los hay.
Hoy las familias organizadas de El Escondido – La Encrucijada, denuncian a los hermanos Plomer por realizar desmontes ilegales y exigen que se aplique con todo rigor la Ley 9814. Estos empresarios llevan desmontadas cientos de hectáreas y en las últimas semanas se ha constatado la desaparición de cerca de 40 hectáreas de los montes más altos de la zona. El territorio en cuestión es de un alto valor de conservación y es área protegida, incluso internacionalmente como sitio Ramsar.
La avaricia empresarial no puede estar por encima de la vida de decenas de familias que sólo pretenden vivir y trabajar como se lo ha hecho siempre. El Estado debe estar presente para hacer cumplir la ley, los vecinos de El Escondido han comprobado sobradamente la inacción de la Policía Ambiental, que pasea sus camionetas por el territorio y se vuelve ciega a las topadoras y sorda al llanto de quebrachos, algarrobos y mistoles.
Exigimos el inmediato freno a los desmontes, la restitución y consolidación del camino vecinal sin tranqueras, ni alambrados y el fin del envenenamiento por agrotóxicos de la población local.
*Por Movimiento Campesino de Córdoba (MCC)