Las mujeres argentinas en el primer Día Internacional de los Trabajadores

Las mujeres argentinas en el primer Día Internacional de los Trabajadores
2 mayo, 2017 por Redacción La tinta

El primer acto registrado en nuestro país en homenaje a los mártires de Chicago data del 1ro de mayo de 1890. Las mujeres no se quedaron atrás, también fueron protagonistas de esta lucha.

Por Ana Sanchez para La Izquierda Diario

El primer acto por el Día Internacional de los Trabajadores se realizó en Argentina en 1890, tan sólo 4 años después de los acontecimientos de Chicago, Estados Unidos. Las mujeres también fueron protagonistas. La exigencia de 8 horas de trabajo, 8 horas de ocio y 8 horas de descanso, para mejorar las condiciones de vida de los y las trabajadoras, ya había llegado a nuestro país y empezaba a convertirse en una bandera de lucha. Ellas, las obreras textiles, del papel, del tabaco, de la alimentación, entre otras, tendrían mucho por decir.

Primer acto por el Día Internacional de los Trabajadores y Trabajadoras

Organizado por socialistas y anarquistas, se desarrolló en 4 ciudades del país, entre ellas Rosario y Buenos Aires. Fue toda una novedad tanto para los trabajadores como para los funcionarios de gobierno, los terratenientes, los patrones y ¡hasta para la iglesia! Todos despotricaban contra los obreros.

Hacía un año que se había resuelto que el 1ro de mayo sería el día internacional de los trabajadores. Inmediatamente después, ya empezaban los preparativos para realizar el primer acto por los mártires de Chicago en Argentina, que se convertiría en una tribuna para los reclamos de los obreros y las obreras.

“Las obreras son compañeras, con los mismos derechos”

En Capital el acto se realizó en el Prado Español en Plaza de la Recoleta, con la asistencia de más de 3 mil personas. Quienes participaron pudieron escuchar la proclama que los organizadores habían consensuado y que luego entregarían, con firmas de miles de trabajadores apoyando la petición, al Congreso Nacional para que lo debatiera.

Entre las primeras proclamas pudieron escucharse la exigencia de “limitación de la jornada de trabajo a un máximo de ocho horas para las y los adultos; la prohibición del trabajo de los niños y niñas menores de catorce años; la abolición del trabajo de noche, exceptuando ciertas ramas de industria cuya naturaleza exige un funcionamiento no interrumpido; la prohibición del trabajo de la mujer en todas las ramas de la industria que afecten con particularidad el organismo femenino; la abolición del trabajo de noche de la mujer y de los obreros menores de 18 años; el descanso no interrumpido de 36 horas por lo menos, cada semana, para todos los trabajadores; la inspección minuciosa de talleres y fábricas por delegados remunerados por el estado, elegidos al menos la mitad por los mismos trabajadores”, entre otros.

También le exigían al Congreso que «considera necesaria la organización de la clase obrera por todos los medios, para lo cual (se) reclama la entera libertad de coalición y conciliación». Pero ni la organización ni la lucha seria sólo de los varones, las mujeres debían ser admitidas “a las obreras (se las debe tratar) como compañeras, con los mismos derechos, haciendo valer para ellas la divisa: lo mismo por la misma actividad» (o sea, «igual salario por igual trabajo»).

El acto principal en Capital, habían tenido a las mujeres trabajadoras como protagonistas en cada una de sus proclamas. Pero no alcanzaba con hacer peticiones al Congreso Nacional, la lucha tenía que darse en las calles y las mujeres debían pasar a la acción.

En Rosario asistieron al acto un millar de obreros, quienes además se manifestaban ruidosamente por distintas calles del centro y la periferia con los lemas de «Primero de Mayo de fraternidad universal».

La voz de las mujeres combativas se hacía carne en las palabras de una mujer a quién apodaban la Louis Michel de la región, en referencia a la dirigente de la Comuna de París. Se cree que era Virginia Bolten. Algunos dicen que en aquella oportunidad Virginia arengó a los obreros con un encendido discurso revolucionario, denunciando la explotación laboral de las mujeres.

Virginia más adelante escribiría en “La voz de la mujer”, periódico que ella misma editaba junto a otras compañeras, con el objetivo de organizar a las mujeres trabajadoras: “si vosotros (dirigiéndose a los varones) queréis ser libres, con mucha más razón nosotras; doblemente esclavas de la sociedad y del hombre, ya se acabó aquello de ‘Anarquía y Libertad’ y las mujeres a fregar. ¡Salud!”

Si fue Virginia o no aún no lo sabemos, pero sí que aquel fue el primer registro de acto del 1ro de mayo y que allí, también, estuvieron presentes las mujeres.

Pero… ¿Cómo vivían las mujeres?

Por aquella época regía el Código Civil de Vélez Sarsfield, sancionado en 1869, durante la presidencia de Domingo F. Sarmiento. El mismo determinaba “la incapacidad relativa de la mujer casada, colocándola bajo tutela del marido”, dando así a las mujeres la categoría de inferiores ante los varones, por ley. En el “artículo 55 sostenía la incapacidad relativa de la mujer, y en el 57 disponía que a todos los efectos, su representante era el marido. La mujer casada no tenía derecho a educarse ni a realizar actividades comerciales sin su consentimiento” (Dora Barrancos, “Mujeres en la sociedad argentina”).

Si bien las mujeres no eran consideradas sujetos independientes ni destinatarias de ningún derecho, el derecho que si les cabía a la mayoría de ellas en estas tierras, era el derecho a ser explotadas.

“A medida que iba desapareciendo la producción autónoma que se realizaba en los hogares (…) la reemplazaban formas más ‘modernas’ en las que, al inicio, se tendió a emplear prioritariamente a varones. Sin embargo, esto se fue revirtiendo con el correr de las décadas, a medida que más y más mujeres ingresaban al mercado de trabajo” (Adamovski, “Historia de las clases populares en la Argentina”). Se las encontraba “especialmente en grandes fábricas, en particular de los rubros vestido y tocador, textil y de confección, químico, gráfico y de alimentación” (Ídem), entre otras ocupaciones como atención al público, la salud, la educación y la limpieza.

Además de tener problemas para salir a trabajar por su cuenta, cuando lograban hacerlo, tenían los peores trabajos. Cargaban con el trabajo doméstico, el cuidado de los niños y los adultos en sus respectivos hogares. Pero no sólo eso, las mujeres cobraban menos que los varones, “los trabajadores varones cobraban en promedio un 40% más que las mujeres” (Ídem).

Entre otros atropellos, “las trabajadoras padecían formas de violencia laboral (como) el acoso sexual. Las relaciones sexuales forzadas y la violación de empleadas domésticas era una práctica común entre las familias adineradas” (Ídem).

Las mujeres trabajadoras y sus luchas

El siglo XX encontró a las mujeres luchando y muchas veces fueron vanguardia en esas luchas. A partir de 1890, el primero de mayo empezaba a convertirse en un día de lucha obrera y desde distintos actos y marchas se conmemoraba a los mártires de Chicago, se paraba la producción y había que soportar las represiones, que algunas terminaban en batallas campales, a veces con muertos, encarcelamientos.

Más adelante, comenzaban a organizarse los primeros sindicatos y se sucedieron duras huelgas por rama o por fábrica, en las que se exigían mejoras salariales, en las condiciones de trabajo y la jornada laboral de 8 horas. Allí también fueron protagonistas las mujeres, como en la “huelga de inquilinos” contra las subas de alquileres, con movilizaciones que contaban más de 120 mil personas.

Pero, el peronismo intentó quitarles esa enorme fuerza y combatividad que venían demostrando, convirtiendo el primero de mayo en la “fiesta del trabajo” y coronando a la obrara más linda como“reina del trabajo”.

¿Y en 2017?

A 161 años de aquella revuelta obrera por las jornadas de ocho horas, y de duras luchas durante décadas, las mujeres son una enorme fuerza entre la clase trabajadora.

Enormes han sido muchas de las luchas que las mujeres han librado por vivir una vida mejor, muchas veces incluso junto a sus compañeros y sorteando miles de obstáculos.

¡Y quienes más que las mujeres saben mejor que nadie lo que es la explotación trabajando doblemente en la empresa, escuela y en la casa!

En cuanto a las horas de trabajo en general se ha retrocedido. O trabajan más de 8 horas o están desocupadas buscando alguna changa para sobrevivir junto a sus familias. Los femicidios ahora se televisan, pero no por eso cesan, demostrando que este sistema capitalista está en total decadencia y se vuelve completamente reaccionario cuando las mujeres quieren avanzar en conquistar sus derechos o simplemente vivir como seres humanos.

*Por Ana Sanchez para La Izquierda Diario

Palabras claves: Día del trabajador, feminismo

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