María Riot: actriz porno, prostituta y vegana
No hay un solo feminismo. Maria Riot milita por uno que se diferencia “del que está en el Estado” hace años. Quizás fue la semilla del movimiento Riot Grrrl, una de sus influencias, la que germinó en ella para plantarse a favor de la regulación del trabajo sexual. Si se la cruzan, pueden comentar discos de Sonic Youth pero eviten hacer sinónimos la prostitución y la trata de personas. Actriz porno, prostituta y vegana, sentencia: “Quiero un feminismo inclusivo que no deje afuera a ninguna mujer”.
Por Javi Chateau para Derrocando a Roca
Puta y feminista reza su remera. Definiciones que ha sabido apropiarse y resignificar. El traductor online define su apellido “artístico” como “alboroto”, “revuelta”; incluso “motín”. Y aunque al primer contacto parece una chica callada, incluso tímida, el sustantivo que acompaña a su nombre, María, empieza a quedarle mejor a medida que esgrime sus ideas y posturas. Hace un año decidió terminar con el estigma y dio a conocer que ejercía el trabajo sexual. Empezó en el 2013; primero en webcams, y tiempo después a ejercer la prostitución. Pero era algo que solo le contaba a unos pocos conocidos. Hasta que empezó a dar entrevistas por su trabajo en películas porno y se planteó el sentido de ocultarlo. Allí tomó la prostitución como una posición política y a hacer de su trabajo una militancia.
María nos recibe en la Asociación de Mujeres Meretrices de la Argentina (AMMAR), que tiene su sede principal en San Telmo. Aunque en la entrada la única referencia le pertenece a la CTA, ya que comparten edificio. Y esta coincidencia parece instaurarse en lo que pregona María, o Florencia Natalia para las estadísticas censales, cuando exige “derechos laborales como cualquier otro trabajador; como poder aportar y tener acceso a una jubilación y obra social”. Por supuesto no sola, sino con un colectivo de compañeras que conforman AMMAR desde el año 94. Esas que conoció en 2014 cuando empezó a militar fuertemente.
—¿Qué es lo primero que hacen cuando una compañera se acerca a la asociación?
—Combatir una problemática puntual: el abuso de las fuerzas de seguridad, particularmente la policía. Pero las necesidades ahora son más amplias. Las compañeras se acercan para tener un espacio de contención porque este trabajo puede ser muy solitario: muchas chicas les mienten a sus familias y amigos; no pueden hablar libremente de ello por el fuerte estigma y discriminación que hay sobre la actividad. Pero acá todas somos trabajadoras de todas las edades y clases sociales.
Y las trans parecen estar aún más vulnerables ya que su realidad es diferente de las mujeres: “ellas son expulsadas de sus hogares, del sistema educativo. Están fuertemente discriminadas en el sistema laboral. Por eso nosotras acompañamos al pedido del cupo laboral trans. Porque hay muchas compañeras que quieren continuar con el trabajo sexual, con derechos establecidos, pero hay otras que no lo quieren hacer y que solo fue la manera de escapar de su casa”.
La militancia y la lucha de AMMAR no es bien recibida en gran parte del feminismo. Quienes se paran del otro lado se denominan “abolicionistas” y se oponen a la legalización del trabajo sexual. “Nuestra diferencia primordial con el abolicionismo es que nosotras jamás negamos las experiencias de otras mujeres, u otras identidades, que no desean ejercer el trabajo sexual o que han sufrido abusos en su labor. Sin embargo aquel niega y subestima las voces de quienes decidimos ejercer la prostitución” dice Riot enérgicamente.
Desde la postura abolicionista se plantea algo que María parece no tolerar: el desmedro de su libertad de elegir. Algo que, a sus veinticinco años, parece tener bien en claro. Sostiene que la mayoría de esos argumentos son “morales y conceptuales desde su propia vivencia y percepción tomando la lucha contra la trata de personas como su estandarte”. De ahí tal vez llegue a la conclusión de que el mentado slogan “Sin clientes no hay trata” solo contribuya a confundir a sus receptores, instaurándose en el imaginario popular. “Esa frase fue una campaña del feminismo abolicionista institucionalizado; el feminismo que está en el estado”.
Su principal referente (además de amiga y compañera) es Georgina Orellano, secretaria general de AMMAR. Años atrás, María tocaba el teclado en una banda y otras referencias surgen del ámbito artístico. Kathleen Hanna de “Bikini Kill” o Kim Gordon de “Sonic Youth” son fuertes figuras femeninas que le enseñaron de autonomía, de ser mujeres en un mundo tan de hombres como es el ámbito de la música. Le hicieron entender sobre su feminismo y qué significaba el “hazlo tu mismo”.
—María, tu labor como actriz se da en producciones pornográficas “alternativas”. ¿Cómo las definís? ¿Qué diferencia hay con el porno más “comercial”?
—Se le da más importancia a lo artístico y estético además del discurso. Se pretende dar un buen trato a los partícipes; con buen reconocimiento económico. Y en su discurso no se incluyen ideas racistas, sexistas o de algún tipo de discriminación arbitraria. Lo que sucede con el porno mainstream, o más comercial, es que las personas con cuerpos disidentes son, muchas veces, etiquetados como un fetiche. Lo que pretende el porno en el que participo es la incorporación de la diversidad corporal e identidades de género sin la necesidad de mostrarlas como fetiche o bajo ciertas etiquetas.
—Encontraste tu lugar entonces…
—No es tan fácil como mucha gente cree. Trabajar en el porno independiente es complicado porque tenés que contactar a las productoras y esperar. Son pocas las productoras y directoras que están haciendo este tipo de películas. Tenés que tener mucha paciencia ya que es una industria bastante nueva y emergente. Está bueno ser parte de esto pero no es fácil. Además no se hacen este tipo de producciones en Latinoamérica. Sí hay movidas de posporno, proyectos más esporádicos. Pero no hay una industria ni varios directores unidos bajo cierto grupo como sí pasa en Berlín o San Francisco donde hay mucha porno queer.
Es por eso que tiene ganas de empezar a planear su propio proyecto de pornografía para implementarla en el país. Ya que “falta una voz que no sea la de hombres, blancos y heterosexuales”. Pero no asegura nada debido a su manifiesta necesidad de moverse, viajar por distintos lugares e ir conociendo realidades particulares de cada punto. Aunque, por el momento, Barcelona parece ser la primera escala.
—Tu reconocimiento como actriz porno y prostituta han sumado para dar a conocer la lucha que llevan adelante desde AMMAR. Sin embargo, se suele asociar la prostitución con la trata de personas, ¿Qué opinás?
El fuerte lobby de parte del feminismo institucional hace entender que la trata es igual a la prostitución y por lo tanto hay que erradicarla. En ningún otro ámbito vemos este tipo de accionar: como decir “sin gente que use ropa se terminan los talleres clandestinos”. A lo que tenemos que apuntar es que haya cada vez más posibilidades de elegir, que se amplíe el abanico laboral. Negar la capacidad de elegir de una mujer es seguir victimizándola; es negarle su voz. Y desde el feminismo se supone que no es lo que queremos hacer.
Y todo parece tener sentido al escucharla. Pensando, por ejemplo, en la eliminación del rubro 59, como supuesto hito en contra de la esclavitud sexual “lo único que se logra es que las compañeras tengan que salir a pagarle a un volantero para que pegue papelitos en la calle. Y a esos papelitos, luego, hay campañas para sacarlos porque se entienden como trata”. ¿Para la tribuna? “Sí, porque no se rescata a nadie. Se crea una falsa conciencia de ayuda a ciertas víctimas pero en la realidad eso no ocurre. Precarizan. Porque muchas se quedan sin clientes y tienen que salir a la calle. Y en la calle hay abusos policiales, agresiones de los vecinos, frío a la noche, coimas”.
—Desde posturas abolicionistas plantean que esa capacidad de “elegir” ser trabajadora sexual es para pocas, y que en realidad esta labor está condicionada por vivir en un contexto de condiciones sociales adversas. ¿Cuál es tu mirada?
—El trabajo sexual no es para todos; como tampoco el ser maestro. Obviamente hay personas que pueden vivir su sexualidad de una manera y cobrar por ello y otras personas que no. Ahí se pone en juego esto del sexo, el amor, las relaciones afectivas. Y muchas trabajadoras, también, queremos romper con esa idea de que el sexo es solo para el amor o el matrimonio. Pensamos que también puede ser una herramienta más de nuestro cuerpo que usamos como vos usás tus manos para escribir una entrevista. Lógicamente que nuestro trabajo, como cualquier otro, está atravesado por un montón de realidades socioeconómicas y contextos. Pero que haya mujeres pobres en el trabajo sexual, o que no hayan podido terminar sus estudios tiene que ver con esos problemas; no son inherentes a la prostitución sino a estas cuestiones que deberían ser solucionadas para que las mujeres puedan acceder al trabajo que ellas deseen.
Habiéndose formado con la consigna del “hazlo tú mismo”, originaria del movimiento punk, se ve más militante en el futuro inmediato. No arriesga a ir más lejos en sus pronósticos sobre sí misma porque admite ser cambiante y tomar rumbos nuevos constantemente. En el “mientras tanto”, y poco optimista respecto a la llegada de mejoras en las condiciones laborales de sus compañeras en el actual escenario político, participó de algo muy grande en el pasado 8M. Bajo la consigna #LaPutaQueTeParó marchó con su colectiva “por un feminismo que incluya no solo a las mujeres blancas, heterosexuales de clase media sino también a las pobres, trans y trabajadoras sexuales. Queremos un feminismo inclusivo que no deje afuera a ninguna mujer”.
*Por Javi Chateau para Derrocando a Roca / Foto de portada: M.A.f.I.A.