«Para mí no existe la justicia»

«Para mí no existe la justicia»
14 marzo, 2017 por Redacción La tinta

Higui de Jesús era frecuentemente agredida por su condición de lesbiana. En octubre de 2016 sufrió un intento de violación múltiple. Mató a uno de sus agresores en defensa propia y desde entonces está presa. Esta es su carta desde la cárcel.

Por Silvana Aiudi para Panamá 

Eva Analía de Jesús, o Higui, como le dicen sus amigos y familiares, tiene 42 años y es de barrio Barrufaldi, Bella Vista. Está presa desde el 16 de octubre del año pasado en el Destacamento de Villa Maipú, San Martín, por haberse defendido de 10 hombres que intentaron violarla. Se trató de un ataque de lesbofobia. Los hombres la esperaron en el pasillo de su casa, la golpearon y amenazaron con empalarla: “Te voy a hacer sentir mujer, forra, lesbiana”, “Sos una tortillera, sos puta (…) Te vamos a empalar, tortillera.”, le gritaban mientras le desgarraban el pantalón y el bóxer. En aquel momento, temiendo por su vida, Higui actuó en defensa propia y apuñaló a uno de los violentos. Al llegar a la comisaría, la policía se rió de ella. “No tenés nada de Jesús, dejá de hacer quilombo”, le dijeron.

A Higui de jesús la quisieron violar varios hombres, mató a uno en defensa propia. Ella está presa; ellos libres.

Higui solía ser sistemáticamente violentada por ser lesbiana.

El ensañamiento comprendía insultos, piedrazos, agresiones físicas e, incluso, llegó a recibir tres puñaladas por la espalda. Carolina Abregú, dirigente de la Defensoría de Género del Partido de Malvinas Argentinas, dijo: “No la mataron porque un vecino intervino cuando le estaban por romper un adoquín en la cabeza”. Higui permaneció varios días encerrada sin recibir atención médica en la Comisaría 2° de San Miguel y fue, luego, trasladada a un destacamento de mujeres en San Martín. La causa de Higui está caratulada como homicidio debido a la denuncia que le hizo uno de los atacantes. Ellos, por cierto, están todos libres.

 

Carta de Higui para Carolina Abregú

 Señora Carolina:

Espero que al recibir esta carta se encuentre bien de salud. Nunca nadie se preocupó tanto por mí como usted lo ha hecho. Gracias, señora Carolina, por guiar a mi familia en esta lucha (algo me mostraron de lo que está haciendo). Voy a estar en deuda con usted y algún día cuando salga, porque no voy a estar siempre acá, algún día voy a salir, cuente conmigo.

Acá adentro me borraron hasta mis sueños. Los ruidos de los candados se hacen cada día más insoportables, horribles. De que dormís encerrada en una piecita que apenas entra una cama, de tener que dormir encerrada, acá adentro te falta el aire. (…)

Señora Carolina, pasé por muchas cosas y, créame o no, nadie va a apagar mi luz. Dios sabe que soy fuerte. Dios supo poner a las personas correctas en momentos difíciles y ellos están en mis oraciones todas las noches.

Me resulta muy difícil hacer la carta de mi niñez, ya no quiero recordar. Todos estos años viví en el pasado. Estando acá adentro volví a la realidad, mi presente (…) Esto me sirvió para acomodar los tiempos y pensar en el hoy. Estoy despierta. Todo lo que pasé fue como un sueño malo, una pesadilla, pero al fin desperté. Gracias por todo, señora Carolina, Raquel y Violeta. Dios las bendiga. Realmente me tratan bien todas.

Para mí no existe la justicia, no existe la persona que me crea (…) Muchos años atrás me prendieron fuego mi casa y a mi perro lo ataron de la ventana para que se prenda fuego. Mire usted la maldad de esos pibes que me odian por ser lesbiana, por tener cuatro chicas a la vez. ¿Habrá sido envidia? No lo sé. (…)

Nunca molesté a nadie, nunca robé, nunca toqué nada que no fuera mío. Siempre pedí, pedí permiso y di las gracias a los mayores (…) De chica siempre tuve que ganarme mi lugar trabajando, pasando necesidad, hambre, valorando lo poco que gano con el sudor de mi frente. (…)

Cuando los pibes me prendieron fuego la casilla, levanté otra de material en el mismo lugar y puse el agua (…) Lo que ganaba lo invertía en casa pero a los pibes los seguía cruzando, me amenazaban y me tiraban piedras. Esto llevó a mudarme. Vivía con miedo. Caminaba y constantemente miraba para atrás. Me decían muchas cosas feas… que me iban a llevar al campo. Por eso me mudé. Quisiera que conozca donde volví a empezar. Tengo 4 gatitos y la mamá. También una perrita que era de Luis, mi padrastro. Mi hermano, el travesti, se fue a vivir conmigo (…)

De mis hermanitas siempre estuve cerca. Me siento el papá de ellas. Mi hermano está mucho mejor. Le hice una casita, el piso y el techo con el muchacho del frente de mi casa. Ahora le estaba haciendo el baño y lavaderito. Quería terminar primero el de ella y después arrancaba con lo mío.

¿Sabe por qué digo que no existe la justicia? Por ser pobre como soy. Hemos tenido un hecho terrible en la casa de mi hermano, el travesti, y nunca se hizo justicia. A mí siempre me discriminaron por ser negra, petiza y fea. Tanto mucha gente como también la policía. (…) Cuando tenía 18 años, intenté ser militar o policía. Me iba a anotar en la secundaria pero me dijeron que no me daba la medida y que tenía pie plano. Seguí otro camino. (…)

A los 15 años me fui de casa con mi hermano, el travesti (…) Ah, ¿por qué se preguntará? Por qué me fui (…).

No me gustan los problemas. Digo las cosas en la cara. Es por eso que, a veces, la gente se enoja, se ofende porque digo la verdad. No dejo pasar una falta de respeto (…)

Solo quiero paz y tranquilidad.

 

Por Silvana Aiudi para Panamá. Foto: Veinticuatro/Tres.

Palabras claves: Higui, justicia, Lesbofobia

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Un femicidio no es un espectáculo

Un femicidio no es un espectáculo
27 marzo, 2025 por Jazmín Iphar

Néstor Aguilar Soto era el único imputado en la causa por el femicidio de Catalina Gutiérrez y fue condenado a prisión perpetua. En el juicio, había declarado: “Soy un homicida, pero quiero defenderme y no soy un femicida”, y mostró detalles del momento y cómo cometió el asesinato. Esa escena, que ocurrió en la sala donde se desarrollaba el proceso legal, fue replicada por muchos medios locales como Telefé, Canal 12, La Voz, entre otros. ¿Por qué se piensa que es útil la información difundida? En 24 horas, ocurrieron dos femicidios en Córdoba, uno en Río Ceballos y otro en La Granja.

Por Verónika Ferrucci y Jazmín Iphar para La tinta

#ColegasNoSon

El pasado 19 de marzo, culminó el juicio por el femicidio de Catalina Gutiérrez, ocurrido el 17 de julio de 2024, donde el único imputado era Néstor Aguilar Soto, quien fue condenado a prisión perpetua por las autoridades de la Cámara en lo Correccional y Criminal de 11º Nominación de Córdoba, luego de un juicio con jurado popular. La cobertura mediática que vimos fue, al menos, irresponsable.

En la 6° audiencia del juicio, la abogada defensora de Soto, Ángela Burgos, sostuvo la estrategia judicial para que se cambie la carátula y el acusado no sea juzgado por un caso de violencia de género, ya que consideraba que eran “descabellados” esos términos, e insistió en que debía ser sentenciado por «homicidio simple». Ante los jurados populares, el acusado declaró: “Soy un homicida, pero quiero defenderme y no soy un femicida”. Y, durante la audiencia, mostró la mecánica que utilizó para matar a quien era su compañera de facultad, usando a su abogada de víctima en la simulación.

Desde la Organización Feministas en Derecho, que congrega a estudiantes y abogadas de la Facultad de Derecho de la UNC, repudiaron la actuación de la abogada Burgos por incumplimiento de deberes éticos. «Ilustrar gráficamente un femicidio no solo revictimiza a la víctima y a la familia, sino que implica una falta al Código de Ética de los abogados y abogadas en Córdoba. Tal como lo establece el art. 21 de la Ley provincial 5805 del Ejercicio de la Profesión de Abogado: ‘Los abogados son pasibles de algunas de las sanciones establecidas en esta Ley (…) por cualquiera de las siguientes faltas: Inc. 15) Excederse en las necesidades de la defensa formulando juicios o términos ofensivos a la dignidad del colega adversario o que importen violencia impropia o vejación inútil a la parte contraria, magistrados y funcionarios’”. 

Carlos Hairabedián, abogado querellante, había solicitado que se vuelva a incluir el agravante de alevosía en la causa, retornando a la carátula inicial. La fiscalía modificó la carátula del caso y sumó la agravante de criminis causa. Finalmente, la condena contempló como agravantes femicidio y criminis causa. 

¿Por qué se puso en juego la figura del término femicidio?

A tono con la época, la abogada trabajó durante todo el proceso legal para que no sea juzgado por femicidio e hizo su parte en los medios que amplificaron su voz, donde tuvo un protagonismo central. En muchos casos, sin repreguntas, aun cuando se expresaba con gritos y discusiones con quienes les hacían preguntas. Fueron pocos los casos de quienes cuestionaron el posicionamiento de la abogada, entre esos, las panelistas del programa «Mujeres Argentinas» de Canal 13, cuando Burgos dijo que “la víctima podría haber sido un hombre» y que «si sos mujer y matás, te van a juzgar como se les dé la gana”. Ante la contraargumentación, terminó abandonando la entrevista. 

En estos momentos, donde es necesario volver a aclarar no solo los marcos normativos vigentes para los casos de femicidios, también se debe insistir sobre los términos del concepto. Como aclararon las Feministas en Derecho, tomando una cita de Mariana Villarreal: “El femicidio es un término político. Es una denuncia a una sociedad patriarcal que sostiene el ejercicio de violencias como modo para controlar que las mujeres se comporten conforme a los mandatos de género, donde la razón detrás de su muerte es la de asegurar lo que se espera de ellas”.

El scroll por los portales web y redes sociales de noticias locales y nacionales estuvo lleno de las fotos donde Soto muestra la maniobra con que mató a Catalina, junto a titulares que hablan de “relato escalofriante” o “el minuto a minuto del crimen”. Canal 12, La Voz, Telefé: ¿por qué piensan que es útil difundir esa información? ¿En serio nos van a poner a debatir cosas que creíamos saldadas desde 2015?

Este año, se cumple una década del Ni Una Menos y, en enero de 2025, tuvimos 1 femicidio cada 26 horas, según relevó el Observatorio «Ahora que sí nos ven». Mientras tanto, los grandes medios cordobeses parecen ignorar los marcos legales nacionales e internacionales, protocolos de acción, guías de trabajo periodístico, capacitaciones en perspectiva de género y los años de debate e investigaciones que indican con claridad cómo realizar coberturas éticamente responsables y con perspectiva de género. 

Desde el Colectivo Ni Una Menos, detallaron: «Ilustrar gráficamente un femicidio, con un enfoque sensacionalista, más que una cobertura, se parece a una manual de información para posibles agresores. Además, cuando se detallan maniobras, métodos y circunstancias de un femicidio, se revictimiza a la víctima y a su familia. Este tipo de coberturas deshumaniza a la víctima, reduciéndola a un mero objeto de morbo, perpetuando la cultura de la violencia en la que los agresores pueden encontrar justificaciones en la narrativa que se les ofrece”. 

Relatar desde la perspectiva del femicida habilita la justificación del actuar: “Catalina me pegó una cachetada y me agarró del cuello, y ahí se me apagó la tele, arrancó el Néstor loco”. 


Ya lo ha dicho Rita Segato en los comienzos de sus investigaciones y desarrollos teóricos: «Los femicidios se repiten porque se muestran como un espectáculo. La curiosidad morbosa llama a la gente a curiosear. Cuando se informa, se informa para atraer espectadores, por lo tanto, se produce un espectáculo del crimen y, ahí, ese crimen se va a promover. Aunque al agresor se lo muestre como un monstruo, es un monstruo potente y, para muchos hombres, la posición de mostrar potencia es una meta. Entonces, el monstruo potente es éticamente criticado, es inmoral, pero, a pesar de eso, es mostrado como un protagonista de una historia y un protagonista potente de una historia. Y eso es convocante para algunos hombres, por eso, se repite».


La mediatización y espectacularización, el enfoque policial, el relato constante y detallado de cómo se mata a una mujer se transforma en un espectáculo. Lamentablemente, no es novedad la forma en que muchos medios locales abordan los contenidos de las violencias de género en un contexto donde los femicidios y las denuncias por violencias en los hogares aumentan, y la política del Gobierno nacional ha sido el desmantelamiento de las políticas de prevención y asistencia como parte de la batalla cultural contra feministas y diversidades, frente a un nuevo discurso negacionista y odiante propulsado por el presidente Javier Milei.


*Si fuiste víctima de violencia de género, en Córdoba, podés comunicarte con el Polo de la Mujer al 0800-888-9898 las 24 horas del día, todos los días del año. También podés enviar un mensaje de WhatsApp al 3518141400. O acercarte y hacer la denuncia en la Unidad Judicial de Violencia Familiar, ubicada en la calle Entre Ríos n.° 680.

*Por Verónika Ferrucci y Jazmín Iphar para La tinta / Imagen de portada: La tinta.

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Palabras claves: Catalina Gutiérrez, Femicidio, Néstor Aguilar Soto

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