Violaciones correctivas: el método para «curar» la orientación sexual de las lesbianas

Violaciones correctivas: el método para «curar» la orientación sexual de las lesbianas
20 febrero, 2017 por Redacción La tinta

Se llama Eva Analía de Jesús. Sus amigos y familiares le dicen “Higui” por su parecido a René Higuita, el ex jugador de fútbol colombiano. Tiene 42 años; está presa desde el 16 de Octubre del año pasado en el Destacamento de Villa Maipú, San Martín. El hecho; haberse defendido de diez hombres que la golpearon e intentaron violarla por ser lesbiana.

Por Florencia Ogas para La Tinta

Ese domingo, fue a visitar a un amigo y a su compañera en el barrio Mariló, San Miguel. Al llegar, se encontró con Cristian Espósito y S, su amigo. Ambos se burlaban y se reían de ella. Higui decidió irse para no tener problemas -ya había sufrido amenazas de parte de los mismos sujetos- ; cuando Espósito y su acompañante se retiraron, emprendió su regreso. Saludó y se dirigió hacia el pasillo que conectaba la casa con la calle.

Hizo varios pasos y casi al final alcanzó a ver como los dos hombres -y ocho más- se le abalanzaron. Espósito le pegó una piña y cayó al suelo, allí intentó protegerse para evitar que le pegaran en el rostro. En un momento -ya casi desvanecida- siente que le desgarran el pantalón y el boxer que llevaba puesto, mientras le gritaban: “vas a conocer lo que es bueno”, “te voy a hacer sentir mujer, forra, lesbiana”, “sos una tortillera, sos una puta. Te voy a hacer sentir mujer. Te vamos a empalar, tortillera”. En ese instante -decidida a defenderse- le propinó un puntazo certero a su atacante.

“No sé de dónde saqué fuerzas, pero yo tiré el puntazo para que me suelten pero me seguían pegando y no me acuerdo más nada, cuando reaccioné fue por la luz de los policías que me alumbraron con la linterna”, le dijo Higui a Azucena, su hermana.

Cristian Espósito murió. El personal policial llegó -y nunca dispuesto a hacer las cosas bien- la llevó presa. Privada de su libertad, obtuvo un trato inhumano: no recibió revisión médica por sus heridas, permaneció en una celda incomunicada y los policías que la recibieron se burlaban diciéndole: “no tenés nada de Jesús, dejá de hacer quilombo”. Uno de los atacantes la denunció; la justicia caratuló la causa como homicidio simple. No tuvo en cuenta el testimonio de Higui ni dió lugar a la legítima defensa. Su abogada, la Dra Hermida Leyenda -especialista en Género y Directora de la Red de Contención para casos de género- dijo que el expediente está repleto de irregularidades. Los pasos a seguir: pedir la detención domiciliaria, que se tomen los testimonios nuevamente y reunir pruebas que no fueron solicitadas.

El caso Analía Eva de Jesús, desnudó una práctica corriente: las violaciones correctivas a lesbianas por parte de hombres, comúnmente perpetradas por familiares, amigos o allegados con el fin de “curar” la homosexualidad.

El método del horror

Este tipo de violaciones son definidas como crímenes de odio; la mujer es discriminada doblemente por ser mujer y por su orientación sexual. En muchos países se sigue afirmando que la homosexualidad es una enfermedad, y como tal, debe ser curada o corregida. Para lograrlo, emplean diversas modalidades que avasallan el derecho humano de las personas a vivir libremente de acuerdo su orientación sexual; y que van desde la violencia psicológica y física, campamentos de «des homosexualización» hasta las violaciones correctivas como máxima expresión de homofobia.

Las consecuencias que provocan este tipo de prácticas son; en primer lugar, disciplinar el deseo y los cuerpos disidentes. Arraigadas en la cultura machista y patriarcal; se intenta terminar con cualquier tipo de conducta «desviada» de la heteronorma; régimen social, político y económico que impone la heterosexualidad como única posibilidad de relacionarnos sexoafectivamente. En segundo lugar, -además del trauma que sufren las víctimas- pueden llevar al contagio de enfermedades de transmisión sexual o embarazos no deseados. Muchas mujeres de la comunidad LGTIBIQ+ deciden no realizar la denuncia; debido a la presión social y amenazas de los agresores. Esto provoca que no haya estadísticas fiables sobre este tipo de abusos.

En Sudáfrica -uno de los países que reporta más casos-, se conocen 30 denuncias de violaciones correctivas que acabaron con la muerte de mujeres lesbianas en manos de hombres. En el año 2007, la pareja de lesbianas Sizakele Sigasa y Salome Massooa fueron abusadas y asesinadas. A raíz de lo sucedido, activistas les sudafricanas decidieron llevar adelante 07/07/07 Campaign, una organización que nuclea a diversos grupos que luchan por los derechos humanos.

En abril del 2009, la jugadora del equipo nacional de fútbol y activista lesbiana, Eudy Simelane, fue violada delante de un grupo de hombres y posteriormente asesinada de 25 puñaladas. El caso alcanzó notoriedad mundial.

Luleki Sizwe, es un colectivo lésbico sudafricano que trabaja para detener la violación correctiva, la agresión sexual y los crímenes de odio. Además buscan proporcionar una casa segura y atención médica a las víctimas; apoyan a lesbianas que fueron obligadas a abandonar sus hogares debido a su orientación sexual.

En América Latina

En Ecuador y Perú existe lo que se llaman clínicas de “des-homosexualización”, vinculadas en su mayoría a grupos de carácter religioso. Allí se ofrecen tratamientos que prometen “curar” la homosexualidad, aplicando castigos como la violación y la tortura psicológica. Las víctimas son llevadas contra su voluntad y permanecen aisladas y encerradas mientras el tratamiento “hace efecto”.

Denisse Freire, es una mujer ecuatoriana y lesbiana que fue llevada a la fuerza a uno de estos campamentos por sus familiares; «Mi mamá me descubrió en mi cuarto con una compañera de colegio, y me internó por ser lesbiana. Se suponía que quería curarme. Fui llevada a un campamento cristiano. En una zona alejada de Guayaquil. Me aplicaban torturas con electrochoques, no me permitían bañarme por tres días, casi no me daban de comer, me golpeaban mucho, me colgaban de los pies. Me decían que todo era por mi bien».

Libertad para Higui

Mientras este tipo de aberraciones existen; Higui tuvo la posibilidad de defenderse de la homofobia de diez hombres que intentaron abusar de ella para corregirla, manifestando toda su lesbofobia.

Logró defenderse de una sociedad que condena y estigmatiza a la comunidad homosexual por no seguir el mandato establecido. Aún así, sigue presa y para la justicia su caso no es importante; es mujer, pobre y lesbiana. El resto de los atacantes continúan en libertad.

El próximo 8 de Marzo, la familia y organizaciones feministas marcharán en una columna bajo el nombre #LibertadParaHigui.

*Por Florencia Ogas para La Tinta

Palabras claves: Higui, Lesbofobia, LGBT, Violencia de género

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