Un reclutador de krumiros ad honorem

Un reclutador de krumiros ad honorem
1 marzo, 2017 por Redacción La tinta

A partir del tuit del oficial retirado de Inteligencia del Ejército Mariano Bronenberg, se montó una campaña contra los docentes en lucha, que busca presentar como “voluntariado” a una acción “rompehuelgas” propia de la llamada “década infame”. El desprestigio a los maestros no es nuevo, anticipa la represión y abreva en las contradicciones ideológicas de una profesión a la que le cuesta sentirse parte de la clase obrera.

Por Alexis Oliva para La Tinta

Manos torpes y manchadas
las manos del rompehuelgas
manos que cuando trabajan
traicionan, manos arteras,
cuyo sudor no enaltece
sino que ultrajan lo que crean.

Pablo Neruda

En una de las más recientes bombas de humo del blindaje mediático al macrismo, se montó una campaña a partir de la –¿personal ? – iniciativa en Twitter de un tal Mariano Bronenberg.

Días atrás, la gobernadora de Buenos Aires, luego de ofrecer un aumento, del 18 por ciento en cuatro cuotas, rechazado por todos los gremios docentes, había advertido con “descontar (los días de huelga) y utilizar todas las herramientas que tengamos disponibles para que haya clase”.

El mensaje de Bronenberg fue viralizado por tuiteros espontáneos y sobre todo por un ejército de trolls que potenciaron el hashtag #VoluntariodocenteNoalParo, promovido tras una impostada invocación al derecho de los estudiantes y una visión irreal de la escuela, que ignora las causas estructurales por las cuales se pierden días de clase: problemas edilicios, carencia de servicios básicos, hacinamiento y violencia, además de los salarios degradados y la pobreza de las familias de alumnos en los colegios de zonas más vulnerables.

“Estos misterios de las redes… Yo simplemente mandé un tuit arrobando a la señora gobernadora. Le dije que contaba conmigo para lo que fuera necesario, para que se iniciaran las clases cuando corresponde. Después alguien me retuiteó, alguien creó un hashtag, y el tema se convirtió en tendencia mundial. El sueño de todo tuitero”, explicaría luego Bronemberg a Radio Continental.

Amplia y cándidamente promovida por medios como Clarín, La Nación, Cadena 3, Infobae y el diario del grupo Clarín en Córdoba, La Voz del Interior, esta propuesta legalmente absurda y políticamente hipócrita caló hondo en una clase media proclive a culpar a los trabajadores –ocupados o desocupados– de cualquier mal social, hasta extremos como justificar su represión y –en este caso– su reemplazo. En esos medios apenas se mencionó que el voluntario en cuestión es un teniente coronel retirado que se desempeñó en el temible Batallón 601 de Inteligencia del Ejército.

Tan cándida fue la cobertura que su declaración de querer “arropar a la gobernadora” no mereció el menor comentario en estos medios. A ninguno se le ocurrió asociar esta cariñosa intención con el dato de que Bronenberg es un conspicuo militante del PRO en Mar del Plata, como lo demuestran las fotos publicadas por La Tinta, La Izquierda Diario y otros medios contrahegemónicos.

Así también motivó numerosas críticas y burlas, de los docentes y de muchos que esgrimieron la contra-consigna #ApoyoLaLuchaDocente. Me quedo con la que Santiago Pfleiderer, escritor y columnista del programa Monópolis en Radio Universidad, publicó en su muro de Facebook: “Qué boludo que soy!! Para el acuartelamiento me podría haber postulado como ‘policía voluntario’!!”. Se refiere a la huelga de policías y penitenciarios, que en diciembre de 2013 Córdoba exportó a otras catorce provincias y derivó en saqueos, con un saldo de 18 muertos en todo el país. Entonces sí hubo “voluntarios” civiles que salieron a linchar a los que tuvieran pinta de potenciales saqueadores.

Sin Estado ni gremios ni clases

Montada en una falaz idea de solidaridad individual y un bucólico funcionamiento armónico de la sociedad sin Estado ni sindicatos ni clases (no lecciones, clases sociales), la repercusión mediática de la iniciativa es uno de los tantos episodios de una contra-educación popular que intenta consagrar la prédica individualista y despolitizante de una clase que ni siquiera merece llamarse oligarquía. El desprecio al trabajador y el odio virulento hacia la lucha gremial que destilan algunos de los comentarios al pie de las notas de estos medios, reflejan los anti-valores de una clase dominante degradada y embrutecida. Dicho en criollo, una clase garca. En ese campo sí funciona a la perfección la “teoría del derrame”.

En algunos medios y redes se habló de una “campaña de carneros”. No exactamente. “Carnero” es el trabajador que no participa de la huelga o medidas de lucha decididas colectivamente por sus compañeros, aunque después disfrute sus resultados. En este caso, lo que se intenta promover es peor y se parece más a lo que se define como “krumiro” o “rompehuelga”.

Durante buena parte de 2015, con los integrantes de la productora El Calefón rodamos una serie documental-ficcional para la televisión pública titulada Gallos Rojos (ya aprobada por el INCAA pero de incierta fecha y espacio de exhibición). Se trata de un conjunto de ocho historias de la primera mitad del siglo XX relacionadas con la lucha de clases, conflictos sindicales, crímenes políticos y experiencias comunistas, socialistas y anarquistas en el territorio de la provincia de Córdoba.

En varios momentos de esa búsqueda nos topamos con los krumiros, usados por ejemplo en 1917 y 19 por la administración inglesa para reemplazar a los ferroviarios en conflicto, o por los patrones Boero y Tampieri para sustituir a los huelguistas harineros y fideeros en el San Francisco de 1929, poco antes de iniciarse la llamada “década infame”. En la mayoría de los casos, la utilización de los krumiros era parte de una “inversión” privada que tenía como correlato el brutal castigo a los trabajadores en lucha con el brazo armado del Estado, militar o policial. Por caso, en San Francisco la represión a la protesta causó la muerte de los obreros Lisandro Rivadero, de 30 años, y Herminia Benegas, de 14 años, afiliada al Partido Comunista.

Antesala de la represión

Para alimentar el guión de Gallos Rojos, elaboramos una síntesis conceptual sobre esta figura: “Se llama ‘krumiro’ al individuo contratado para reemplazar en su puesto de trabajo a un obrero en huelga. Quien cumple ese rol se convierte así en una suerte de mercenario laboral, sin más identidad que la subordinación a los intereses del capitalista que le paga. Carlos Marx sostiene que el modo de producción capitalista presupone una superpoblación obrera, que es a la vez condición y ‘palanca de la acumulación capitalista’. Es lo que denomina ‘ejército industrial de reserva, un contingente disponible, que pertenece al capital de un modo tan absoluto como si se criase y se mantuviese a sus expensas’. La existencia de esa masa de mano de obra desocupada y disponible supone una presión para el trabajador ocupado, que por el hecho de ser fácilmente reemplazado muchas veces se ve obligado a aceptar bajos salarios y condiciones de trabajo indignas. Los ‘krumiros’ –también llamados ‘esquiroles’ o ‘rompehuelgas’ – son la condición más degradada del ejército industrial de reserva, ya que su función es reemplazar al obrero en lucha y por lo tanto no sólo está enajenada su fuerza de trabajo sino también su conciencia”.

Hoy se intenta promover algo más degradado: un reemplazante voluntario del docente en lucha, el krumiro ad honorem. Pero el ataque al maestro en huelga en tiempos democráticos no es novedoso. Basta recordar los embates –verbales y materiales– del menemismo contra los docentes que sostuvieron huelgas, movilizaciones y la Carpa Blanca. La propia Cristina Fernández de Kirchner planteó en una apertura de sesiones del Congreso que como los docentes “gozan de estabilidad frente al resto de los trabajadores, con jornadas laborales de cuatro horas y tres meses de vacaciones, ¿cómo es posible que sólo tengamos que hablar de salarios y no hablemos de los pibes que no tienen clases?”, aunque su gobierno y el de su esposo promovieran paritarias e invirtieran recursos económicos y políticos en la educación pública, incluyendo instancias de capacitación gratuita para los docentes. Pero lo de estos días ha llegado a extremos inéditos de barbarie verbal (por ahora).

Si esto de los “docentes voluntarios” es por lo menos enunciable en la Argentina actual, obedece no sólo a la entente entre los medios hegemónicos, los grandes grupos concentrados y el gobierno central y algunos provinciales.

También al hecho de que a muchos docentes el desempeñarse con el intelecto y ocupar un rol de autoridad les impide asumirse como parte de la clase trabajadora. En consecuencia, no sólo son capaces de votar a gobiernos antipopulares como el actual, sino que con el pretexto de la traición y/o corrupción de la dirigencia sindical abandonan toda participación y hasta la misma afiliación gremial, y en última instancia asumen una visión despolitizada de su rol en la sociedad. Cuesta mucho emprender una conversación política y ni siquiera gremial en salas de profesores donde se prioriza la cháchara futbolística y la venta de productos de Avon (con el atenuante de que el sueldo no alcanza y hay que buscar algún otro ingreso).

Y entonces ocurre que los pocos docentes que pelean por sus derechos y la educación pública quedan aislados, expuestos al asesinato policial como un Carlos Fuentealba (mientras a quienes adherimos al paro nacional en reclamo de juicio y castigo a sus victimarios, el ex gobernador José Manuel de la Sota y su secretario general Marcelo Falo nos descontaban el día sin afrontar mayores costos políticos). Así el resto es fácilmente vilipendiado y despreciado, a partir de la prepotencia de una gobernadora y el oportuno tuit de un ex espía del Ejército.

*Por Alexis Oliva para La Tinta. Foto: Emergente.


Periodista y docente. Afiliado al Cispren, la UEPC y en breve al Adiuc.

Palabras claves: Docentes, Medios de comunicación, Paro docente

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El «milagro» de Davos: zarandeos, glitter y cruces

El «milagro» de Davos: zarandeos, glitter y cruces
7 febrero, 2025 por Redacción La tinta

¿Pueden la fe y el folclore transformarse en espacios de resistencia, visibilización y lucha para las diversidades y disidencias sexuales frente a los discursos de odio que circulan y son legitimados por el presidente y sus políticas de Estado?

Por Lucas Leal para La tinta

A Lucía Riba, la primera teóloga feminista que conocí y que, sin saberlo, me hizo pensarme como creyente desde mi propia sexualidad. (2008)

A Susy Shock, la primera trava que conocí cantando zambas y coplas, y a la que escuché decir, por primera vez, que debíamos reapropiarnos de nuestro folclore y resignificarlo. (2010)

Para quienes crecimos en el interior, guitarra y rosario en mano desde pequeños, el folclore y la religión, con sus respectivos guiones, configuraron nuestras subjetividades, cuerpos y deseos, puesto que ―a diferencia de las grandes ciudades― la parroquia o el taller de folclore son los “únicos” espacios de socialización. Nací en un barrio de San Miguel de Tucumán, en una cultura en la que la religiosidad popular con sus misas, procesiones y devociones lo impregnaban todo. Durante toda mi adolescencia, participé activamente de un grupo juvenil en la capilla del barrio. Lo mismo podría decir del folclore, dado que, a los 8 años, aprendí a tocar la guitarra y, tiempo después, a bailar zambas y chacareras. Tardé mucho tiempo en comprender que estas dimensiones no se oponían a mi sexualidad porque ambas sostienen el binarismo y la heterosexualidad obligatoria como única forma válida y legítima de existencia. La Iglesia, por un lado, con sus discursos, doctrinas, rituales, y el folclore, por otro, con sus letras y figuras para la danza, actúan de modo performativo en una repetición que nos hizo/hace creer y pensar que nuestras vidas no valen por no “ajustarse” a esa “norma”. Mensajes tales como que la seducción y el deseo sólo son legítimos entre el varón y la mujer; que el único modelo de familia es heterosexual; que hay roles y modos de comportarse socialmente, y debemos cumplir con ellos por ser varones o mujeres se instalan en nuestras subjetividades desde estos dos dispositivos.

Para sorpresa de muches, sin embargo, algo “milagroso” suscitó el discurso en contra del colectivo LGBTIQ+, los feminismos y la perspectiva de género, entre otras cosas, que Javier Milei pronunció en Davos. ¿Pueden la fe y el folclore transformarse en espacios de resistencia, visibilización y lucha para las diversidades y disidencias sexuales frente a los discursos de odio que circulan y son legitimados por el presidente y sus políticas de Estado? ¿Es posible que estos dispositivos “tradicionales”, que en algún momento invisibilizan nuestras identidades, ahora, resignificados, acompañen la defensa de los derechos que hemos conseguido y que hoy pretenden quitarnos en esta llamada “batalla cultural”?

¡Y se va la primera!

El tradicional Festival de Cosquín 2025, que consuma el ideal del imaginario del folclore consagrando cantores y cantoras, se transformó, en su edición número 65, en un espacio de resistencia, lucha y visibilización de las diversidades y disidencias sexogenéricas.

Cabe mencionar, en primer lugar, la Luna disidente que, por tercer año consecutivo, se llevó a cabo en el conocido “Patio de la Pirincha”. Este espacio autogestivo y colectivo es el patio de una casa (¡el patio de quien conocemos como la Piri!) que fue transformándose, desde el año 2001 a esta parte, en un espacio de referencia para artistes y promotores de la cultura en el que se impulsan proyectos, talleres y espectáculos varios durante todo el año. La Luna disidente nace en 2023 por iniciativa de la Piri, Maxi Ibañez, escritor y poeta, y La Ferni, cantora trans no binaria. Esta noche arcoíris convoca artistes locales y de distintos puntos del país donde, desde el folclore, se celebra y se resiste. 

Algo totalmente “disruptivo” fue lo que aconteció, en esta edición, en el escenario mayor Atahualpa Yupanqui en la plaza Próspero Molina. En la segunda noche, la cantora cordobesa, Paola Bernal, abrió su presentación con una emotiva interpretación de la Canción de cuna para niñxs diversxs, de la artista travesti, Susy Shock. Esta canción aparece en una de sus frases, una plegaria por un mundo más digno y más justo para las infancias.

Días después, en la cuarta luna, la quenista iruyense, Micaela Chauque, dedicó una chacarera a las mujeres y las diversidades. En el escenario, irrumpió el conocido gauche disidente, Legon Queen, quien, junto a la bailarina trans, Valeria Ortega, entre redondas, zapateos y zarandeos, dieron un claro mensaje de resistencia con su mera presencia. El cierre de Micaela fue una verdadera fiesta multicolor con un enganchado de carnavalitos y las banderas del colectivo LGBTIQ+ flameando como signo de reconocimiento y visibilidad frente al odio y la invisibilización. 

La sexta luna contó con dos momentos significativos. Por un lado, la cantante Luciana Jury cerró su presentación con la canción “Las ramas”, de su propia autoría, mientras bailaba una pareja de mujeres y citó a Susy Shock al concluir la misma, con la conocida frase: “Buena vida y poca vergüenza”.  Minutos después, Micaela Vita, cantante del grupo Duratierra, hizo un llamado a reivindicar la memoria en nuestra patria y, entre los nombres de artistes y personas significativas, ante la ovación del público, dijo: “Esta es la patria de Diana Sacayán… de Susy Shock”. Acto seguido, junto al músico trans, Valen Bonetto, interpretaron la chacarera “La del Pueblo” que, entre otras cosas, dice: “Marica, ¿qué hay de la espina que te han clavao en el pecho? Tus alas de mariposa surcando un mundo deshecho; Marica, para cantar, que no se te olvide amar».

Sin lugar a dudas, uno de los momentos más relevantes del festival llegó en la séptima luna, cuando la reconocida cantora, Yamila Cafrune, invitó a compartir el escenario a La Ferni, quien, recordemos, en el año 2021, logró que el festival cambiara su estatuto que reconocía las categorías “voz masculina” y “voz femenina” por una categoría sin distinción de género, denominada “voz solista”. La canción elegida por La Ferni fue “Cantor(a) de oficio”, una bella poesía de Miguel Ángel Morelli que vio la luz en 1976, un contexto complejo y oscuro de nuestra historia si los hubo, en la voz de Mercedes Sosa. La letra pone de relieve la responsabilidad de les artistes en la construcción de un mundo más bello, con la música y la voz como herramientas. El momento culmen de la canción fue cuando La Ferni, con voz vibrante y emocionada, declaró: 

“Nadie debe creer que los, las y les artistas pertenecemos a un mundo extraño donde todo es escenario y fantasía. Les artistas somos hombres y mujeres, y también somos travestis, trans, no binaries, maricas, tortas, bisexuales, identidades sexogenéricas disidentes, legítimas, empoderadas, orgullosas y visibles que, ya sin ocultarnos nunca más, transitamos las calles y los días, sufrimos el sufrimiento de nuestro pueblo y latimos también con su alegría”.

Miro el video y se me pone la piel de gallina. ¿Quién diría que, en pleno 2025, en contexto de fascismos y en tierras cordobesas donde sabemos que existe una clara adhesión a las ideas de La Libertad Avanza, ella, en nombre de todes, nos hizo visibles? ¿Podemos imaginar la potencia que tiene decir y sostener en ese escenario, en el que aparentemente sólo tienen lugar el binarismo, el amor romántico con sus mitos y las performances normativas del género, que las identidades disidentes somos legítimas, empoderadas, orgullosas y visibles?

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Imagen: La Voz.

¡Y se va la segunda!

La jerarquía de la Iglesia, cuyos discursos y prácticas habitualmente se vinculan como contrarias a las diversidades y disidencias sexuales, tomó por sorpresa a la sociedad toda cuando, el 30 de enero, pudo leerse en redes sociales el comunicado de la Arquidiócesis de Mendoza por medio de la Pastoral de la Diversidad Sexual, que expresa su profunda preocupación “ante discursos que consideran al antirracismo, al feminismo y a la lucha por los derechos de la comunidad LGBTIQ+ como un cáncer que hay que extirpar«, señalando que dichas expresiones «promueven la discriminación y la violencia contra minorías» y resultan “alarmantes y contrarias a los valores evangélicos”. El comunicado expresa, sin titubeos: “No podemos ni debemos permanecer indiferentes ante estas manifestaciones de odio. Podemos tener diferencias de opinión o posicionamientos, pero nunca debemos dejar de abrazar y acompañar, desde los principios evangélicos, a las personas que integran estos colectivos, especialmente, a quienes son más vulnerables y marginados. Con estas palabras, la Arquidiócesis de Mendoza manifiesta su adhesión a la marcha antifascista y antirracista del 1° de febrero, e invita a la comunidad a sumarse al esfuerzo de construir “una sociedad donde nadie sea excluido y donde prevalezcan el amor, el respeto y la solidaridad”. Cabe mencionar que Marcelo Colombo, arzobispo de Mendoza y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, permite la posibilidad de cambio con el nombre autopercibido para personas trans en las actas de bautismo oficiales y afirmó, recientemente, su preocupación ante «la desmesura de algunas afirmaciones que están apareciendo en discursos locales», alertando sobre el riesgo de retrocesos en derechos conquistados por consenso social.

A la contundencia de este comunicado, se sumó la Pastoral Social de la diócesis de Merlo-Moreno, afirmando que “rechaza enfáticamente las declaraciones discriminatorias y violentas del presidente Javier Milei en Davos”, dado que “estas expresiones que legitiman el odio, la persecución y estigmatización hacia las mujeres y personas del colectivo LGBTIQ+ vulneran los derechos humanos elementales y desconocen los marcos legales internacionales con rango constitucional en Argentina”. Continúa el comunicado: «En repudio a sus dichos; adherimos, convocamos y acompañamos la marcha que se realizará el día 1° de febrero de 2025». La libertad, se afirma, es con dignidad y justicia social, con y para todos. 

Otro gesto institucional provino del arzobispado de Buenos Aires, liderado por el arzobispo Jorge García Cuerva, quien expresó su malestar por la colocación de vallas en torno a la Catedral Metropolitana en la jornada de la movilización, ya que, desde agosto de 2023, se había decidido quitar las mismas sin que se hayan recibido ataques o agresiones por parte de manifestantes de ese tiempo a esta parte. Sin embargo, y tal como lo expresa el comunicado, el 1° de febrero, la catedral apareció vallada aún cuando, la tarde anterior, se expresó la negativa ante la consulta. El comunicado sostiene: “El Arzobispado de Buenos Aires quiere expresar que la imagen que hoy brinda la iglesia mayor no fue por decisión eclesiástica y a todos vuelve a reiterar su convicción de que nada se construye con el odio y la división ni dando expresiones subrepticias de ello por medio de signos externos (…) reiteramos el compromiso de la Iglesia católica en esta Ciudad de Buenos Aires de acompañar a todos sin hacer distinción alguna y de abrir siempre sus puertas para los que quieran seguir a Jesús”.  

¿Podría considerarse hoy a la Iglesia católica y el papa Francisco como nuestras alianzas en este momento? Le pregunté a Eduardo Mattio, docente universitario, con el que compartimos sorprendidos estas noticias. “Así parece”, me respondió. Ciertamente, desde hace un tiempo, el papa Francisco se ha pronunciado como líder de Estado, por ejemplo, en contra de la criminalización de la homosexualidad y ha promovido, en el seno de la Iglesia, la presencia de comunidades creyentes LGBTIQ+. Si bien no podemos negar la historia de oposición y los discursos eclesiásticos que durante siglos nos invisibilizaron, violentaron y marginaron. Pero, en este contexto, ¿no es acaso un bálsamo que, en medio de tanto discurso de odio, una institución como la Iglesia valide y legitime nuestras identidades con estos pronunciamientos? En medio de la violencia estatal, ¿no resulta relevante que Francisco y parte de la Iglesia apoyen, desde su lugar, nuestras luchas y derechos conseguidos? ¿No radica aquí el sentido profundo de la fe y de la práctica de Jesús en la que el amor al prójimo se expresa en gestos concretos de respeto, reconocimiento y valoración de la dignidad de toda persona? Al menos, esta es la Iglesia a la que adhiero y la que deseo. Y, sin lugar a dudas, esta perspectiva tiene que ver con la presencia y la militancia de muchas personas creyentes LGBTIQ+ que, desde dentro de las comunidades cristianas, resignifican las prácticas, los rituales y la doctrina.

 ¡Se acaba!  

Es 1° de febrero. Son las 18 horas. Y en la plaza Próspero Molina se inicia la marcha antifascista y antirracista convocada por el colectivo LGBTIQ+ que se unió, en esta localidad, a la marcha por el agua. Allí, están presentes locales, turistas y muches de les artistas nombrades a lo largo de este artículo. Cuando arrancó la movilización, sonaron las campanas de la parroquia en un claro gesto y señal de apoyo y acompañamiento a lo que estaba por acontecer.

Parece que esta “batalla” recién comienza, porque “resucitaron” en redes sociales y otros espacios esos discursos que vuelven a estigmatizar, patologizar y marginar nuestras identidades, pero, esta vez, legitimados por las palabras y las políticas de quienes nos gobiernan. Lo que nos queda es hacer lo que bien sabemos hacer como colectivo: organizarnos, visibilizarnos, resistir, luchar y crear belleza. Hacer memoria de quienes nos precedieron, hicieron historia y pusieron el cuerpo; habitar todos los espacios (sobre todo, ¡los que creímos que no eran para nosotres, como el folclore y la religión!) y resignificarlos para construir otras narrativas acerca de nosotres. Subamos a los escenarios y altares para contar lo hermoso que es ser quienes somos porque lo que está en juego es la comprensión de eso que llamamos “lo humano” y el reconocimiento, por parte de todas/es/os, de que nuestras vidas son deseables, son vivibles, ¡VALEN! Quizá, hasta que algunes entiendan esta cuestión tan simple, pero, a la vez, profunda, debamos seguir lo que decía la querida Lohana Berkins: «Que digan y piensen lo que quieran de nosotras… pero que no nos nieguen (ni nos quiten, agrego) los derechos que nos corresponden». 

*Por Lucas Leal para La tinta / Imagen de portada: La Voz.

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Palabras claves: Cosquín, Disidencias, Folklore, LGBTTIQ+

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