Macri y la muerte del cordobesismo
Mauricio Macri cumplió su primer año de mandato descansando en Córdoba. Para Schiaretti, tanta buena sintonía puede traer complicaciones en el 2017.
Macri con Schiaretti, ¿un abrazo de oso?
En su primer año como presidente, Macri realizó seis viajes oficiales a Córdoba. Como no sólo de política vive el hombre, también descansó en las sierras dos veces. En febrero festejó su cumpleaños en Ascochinga y el miércoles pasado viajó a Alta Gracia para olvidar la “pesadilla” de Ganancias. La excelente relación entre el presidente y el gobernador puede significar un dolor de cabeza para el peronismo local, que gobernó durante la década kirchnerista bajo el discurso del enfrentamiento constante con la Casa Rosada. Lo cierto es que hasta ahora, la provincia recibió de la Nación más de 18 mil millones de pesos por distintos acuerdos y eso tiene su costo.
Un cambio de discurso
Ya durante su campaña presidencial, Macri puso especial énfasis en Córdoba. El peronismo local, distanciado del nacional y enfrentado con el kirchnerismo, gobernaba desde 1999 mediante la dupla José Manuel De la Sota – Juan Schiaretti. Si bien el primero estaba aliado a Sergio Massa –Córdoba fue la única provincia donde el tigrense ganó las PASO–, Schiaretti eludió hacer campaña activa por ninguno de los candidatos. Además, la lista de Cambiemos había salido segunda en la elección provincial de julio de ese año, con un 33% para Oscar Aguad y a sólo 5 puntos de distancia de Unión por Córdoba.
El relato del “cordobesismo” que había mantenido De la Sota durante la mayor parte de la década kirchnerista empezó a derrumbarse en enero, cuando el presidente visitó Córdoba para realizar la primera reunión de gabinete en el interior.
Así fue como el actual presidente cerró su campaña en el estadio Orfeo. Dos días después obtenía el 54% de los votos en la provincia, que se transformaron en un 71,51% en el balotaje: el mayor porcentaje de votos que obtuvo Cambiemos en todo el país. A partir de ese momento se estableció una suerte de “doble comando”, con De la Sota criticando al gobierno desde lejos y Schiaretti elogiando cada decisión presidencial.
El relato del “cordobesismo” que había mantenido De la Sota durante la mayor parte de la década kirchnerista empezó a derrumbarse en enero, cuando el presidente visitó Córdoba para realizar la primera reunión de gabinete en el interior. “Córdoba jamás se creyó una isla fuera de la Argentina, pero nos tocó sufrir la discriminación”, dijo el gobernador, que agradeció al “querido presidente” por haber roto el “cepo institucional”. En ese momento, el presidente prometió 20 mil millones de pesos en fondos para obras públicas y giró 800 millones de pesos en Aportes del Tesoro Nacional.
Para contrarrestar un poco el malestar social que surgió luego de la primera tanda de despidos en distintas dependencias del Estado Nacional, que se replicó en el estado provincial y varias municipalidades de Córdoba, Macri viajó nuevamente en abril. Con el escándalo de los Panama Papers recién conocido, estuvo en la planta de Fiat Chrysler, donde las autoridades de la empresa anunciaron una inversión de 500 millones de dólares para fabricar un nuevo modelo, que se lanzaría recién a mediados del año que viene.
Río Cuarto: el gran reto
El mes siguiente surgió la primera desavenencia entre los dos gobiernos. Fue por la llegada, sin previo aviso, de gendarmes en Villa Allende. Algunos funcionarios provinciales opinaron que el gobierno nacional quería hacer quedar mal a la Policía de Córdoba y se enojaron con Schiaretti por no protestar enfáticamente. La solución fue un convenio para que 500 gendarmes y 500 policías federales desembarcaran en las Sierras Chicas. Unos días antes, Frigerio había elegido Córdoba para firmar el acuerdo con los gobernadores de todo el país por la devolución por los fondos de coparticipación, gracias a lo cual Córdoba obtuvo 6.500 millones de pesos.
La elección municipal de Río Cuarto fue la gran prueba de fuego. El 12 de ese mes, Unión por Córdoba venció a Cambiemos y logró el segundo mandato peronista desde el 83. Mucho se habló de un acuerdo entre Macri y Schiaretti para municipalizar la elección. El presidente no había militado activamente la campaña y su candidato, el radical Yuni, declaró esa misma noche: “Perdí yo, no fui el candidato que la gente necesitaba”. Algo parecido pero al revés dijo Schiaretti: “Los cordobeses distinguen bien: si es un presidente, un gobernador o un intendente, eligen al que consideran mejor. Creer que alguien los va a hacer votar por un candidato es menospreciar la capacidad de la gente”.
También en junio, Schiaretti exigió, junto a otros gobernadores, que a la ley de reparación histórica y blanqueo de capitales se incorporara la obligación del Ejecutivo nacional a asumir el déficit de las cajas jubilatorias provinciales. Esto finalmente no sucedió, pero no implicó enfrentamiento alguno. En septiembre, Nación y Provincia firmaron un acuerdo por el cual el gobierno nacional le giró 5.600 millones de pesos al año para cubrir el déficit de la Caja de Jubilaciones. En noviembre, le condonó una deuda de 5.450 millones de pesos a la Empresa Provincial de Energía de Córdoba (EPEC).
Macri compartió su última visita oficial a la provincia con Schiaretti el 1° de diciembre, en el Congreso de Economía Verde. Horas más tarde, en el “retiro” de Chapadmalal, se tomaría la definición de fortalecer la alianza Cambiemos hacia las elecciones del año que viene en lugar de intentar aliarse con sectores peronistas.
¿Competencia respetuosa?
Durante todo el año, los diputados nacionales de Unión por Córdoba se mostraron más cercanos al oficialismo que al Frente Renovador, con quien forman el interbloque UNA. Por ejemplo, se abstuvieron en la votación de la ley antidespidos. Contra Cambiemos sólo votaron en contra del primer proyecto del régimen de participación público-privada, aunque lo aprobaron cuando volvió a la Cámara Baja. Este comportamiento tuvo un brusco giro en la votación de la reforma del Impuesto a las Ganancias del martes pasado. Aunque el gobierno provincial había emitido un comunicado apoyando firmemente el proyecto del oficialismo, tres de los cinco diputados orgánicos a Unión por Córdoba votaron junto a la oposición, una votó en contra y una estuvo ausente.
No fue Schiaretti el único “traicionado” por sus diputados, lo mismo les pasó a los mandatarios de Salta, Entre Ríos, Santiago del Estero, Santa Fe, Chaco y San Juan. El gobernador salió rápidamente a lamentar lo sucedido “porque si se aprueba, la Nación puede emitir dinero y con eso cubrir lo que deja de recaudar, pero las provincias no podemos emitir por lo tanto va a dificultar el financiamiento de todos los Estados provinciales”. El cordobés fue el único gobernador que rescató el jefe de la bancada del PRO Nicolás Massot al hablar del tema Ganancias. “Después de esto, vamos a repensar la relación con los mandatarios. Schiaretti honró el acuerdo y además hizo gestiones con otros gobernadores y eso nos consta. Lamentablemente, José Manuel de la Sota está de vuelta en el país y se sumó al acuerdo massista-kirchnerista que tan mal le hizo a Córdoba en el pasado”, dijo.
Tanto Schiaretti como Macri han dicho en varias oportunidades que la competencia electoral del 2017 será “respetuosa”. El gobernador jura que él no se juega nada, pero parte del partido responde todavía a De la Sota, con quien habría tenido fuertes roces por la última jugada de los diputados.
Además, Cambiemos tiene que renovar cuatro de las nueve bancas que tiene, mientras Unión por Córdoba renueva tres de cinco. La buena imagen que retiene Macri, junto a una posible candidatura de Oscar “el Milico” Aguad o Héctor Baldassi –aquí entrará la eterna disputa por los cargos entre la UCR y el PRO– podrían hacer retroceder la representación parlamentaria nacional del partido que gobierna Córdoba desde hace 17 años y generar más tensión.
*Por Daniela Valente para La Izquierda Diario.