La patria chica de la gente como uno
Las palabras del senador Miguel Ángel Pichetto, jefe del Bloque del FPV, en el programa La Mirada, reedita la teoría formulada hace dos años por el ex secretario de Seguridad Sergio Berni y contribuyen a agregarle mayor intranquilidad a la vida de los sectores populares que cotidianamente se miden con el olfato policial y el olfato social.
La Argentina se inauguró con un preámbulo que decía “… para nosotros, para nuestra posteridad y para todos los hombres del mundo que quieran habitar el suelo argentino”. La generosidad liberal del siglo XIX contrasta con la mezquindad de los neoliberales del XXI. Una generosidad, estaba claro, hecha para los blancos del mundo, porque si se tenía cara de indio o mestizo el tratamiento iba a ser muy distinto. Una mezquindad, está visto, que no es privativa del autoritarismo higiénico de Cambiemos.
Importantes sectores del peronismo abrazaron al neoliberalismo en la década del ‘90 y lo siguen haciendo todavía. Incluso lo hicieron durante la década ganada. Muchos de ellos disimularon su fascismo con la fraseología demodé nacional y popular. Fue el caso de Sergio Berni y Ángel Pichetto.
Las palabras del senador Pichetto, jefe del Bloque del FPV, en el programa La Mirada, reedita la teoría formulada hace dos años por el ex secretario de Seguridad Sergio Berni, cuando aconsejaba expulsar a los inmigrantes flojitos de papeles que cometieran algún delito, es decir, que la policía “dijera” que había cometido algún delito. Berni no estaba pensando en los holandeses y tampoco en los norteamericanos sino en los bolivianos, los paraguayos, los peruanos y colombiano, es decir, en gran parte de la clientela de las policías argentinas, en todos aquellos morenos donde se averigua todavía al indio de la Patria Grande. Las declaraciones de Pichetto están a la altura del fascismo simpático de la televisión argentinísima, esa misma televisión que supo reclutar adhesiones al macrismo en las últimas elecciones.
Conviene repasar las declaraciones de Picchetto, para saber de las ideas contradictorias de la está hecho el peronismo, porque ahora parece que el macrismo solo es un invento de los macristas o del gobernador de Jujuy. Dijo Pichetto: «La Argentina tiene que controlar. Hay una migración muy compleja y no hay ningún tipo de reciprocidad.» «¿Cuánta miseria puede aguantar Argentina recibiendo inmigrantes pobres?» «Tenemos que dejar de ser tontos. El problema es que siempre funcionamos como ajuste social de Bolivia y ajuste delictivo de Perú» «Perú resolvió su problema de seguridad y transfirió a todo el esquema narcotraficante: las principales villas de la Argentina están tomadas por peruanos. La Argentina incorpora toda esta resaca».
Se lo dijimos en su momento a Sergio Berni y se lo recordamos ahora a Pichetto que mira la Argentina por el ojo de una cerradura y le dice a la vecinocracia lo que ésta quiere escuchar: Si uno piensa el delito a través de la población encarcelada se encontrará que una minoría muy minoritaria son extranjeros. Según el Informe del 2014 del Sistema Nacional de Estadísticas sobre Ejecución de la Pena (SNEEP) del Ministerio de Justicia de la Nación, y el Informe del 2015 de la Procuración Penitenciaria de la Nación, solo el 6 % de las casi 70 mil personas encerradas son extranjeros, es decir, la enorme mayoría de las personas procesadas o con condena firme alojadas en las prisiones argentinas son argentinos, nacidos o criados en Argentina.
Las principales villas de la Argentina están tomadas por peruanos.
La Argentina incorpora toda esta resaca
La Argentina incorpora toda esta resaca
Termino: el filósofo francés Jacques Derrida decía que el pasaje del Estado bienestar al Estado malestar coincide con el pasaje de las sociedades hospitalarias a las sociedades hostiles, sociedades que ya no están dispuestas a cobijar al otro, sino, muy por el contrario, a hacerle la guerra de policía. Sociedades indolentes, incapaces para sentir al otro, tienen gobiernos cada vez más intolerantes.
Si el otro habla un idioma extraño, ininteligible, tiene otros estilos de vida y sobre todo otra capacidad de consumo, será apuntado como outsider y otrificado hasta la expulsión. Porque dos destinos tiene el otro en este país: o vincula su tiempo a una economía informal (sea en el mundo de la construcción, la industria textil, el servicio doméstico) o es encarcelado o expulsado del país. Un destino manifiesto y sobredeterminado como el eterno chivo expiatorio que les permite desplazar el centro de atención.
Esa fue la doctrina Berni relanzada ahora por Pichetto. Declaraciones como estas no solo ponen las cosas en un lugar donde no se encuentra sino que contribuye a agregarle mayor intranquilidad a la vida de los sectores populares que cotidianamente se miden con el olfato policial y el olfato social, personas que tienen el acceso restringido a la ciudad o a determinados lugares de la ciudad, que tienen incluso restringido el acceso al mercado laboral formal por el solo hecho de ser morochos y llevar un indio en su sangre. Las palabras de Pichetto siguen encerrando a Milagro Sala.
*Por Esteban Rodríguez Alzueta para La Tecla Eñe