Verdades, ocultamientos y mentiras acerca de la inmigración
La inmigración debe ser analizada en contextos históricos precisos y pensada como una cuestión de Estado que no puede ser regulada por el mercado. La intervención del Estado sobre políticas inmigratorias se da en un segundo nivel, si es progresista, con una “onda latinoamericana”; si es liberal, reaccionario con estigmatización, xenofobia y expulsión.
Mentiras del sentido común en torno a la inmigración
Tratar este tema requiere cierta audacia ya que las posiciones están cruzadas por principios y fanatismos.
Sin embargo es necesario adelantar dos cuestiones: Una, que el tema de la inmigración debe ser analizado como una cuestión de Estado especialmente si hablamos de cantidades numerosas de personas. Dos, que el movimiento migratorio masivo no es una cosa alegre para el que lo emprende, en general deviene de problemas más o menos graves en las sociedades de origen.
Algunas mentiras del sentido común general. Inmigración masiva extranjera en Argentina sólo se puede considerar a la que se dio entre 1880 y el peronismo incluido, con un intervalo entreguerras. En general esta inmigración no fue “espontánea”, fue una política de Estado, primero de la oligarquía y al final del peronismo, destinada a conseguir mano de obra para un país que carecía de ella. Fue pensada especialmente europea para que trajera consigo los signos del capitalismo en avance. Durante el peronismo fue mucho mas pensada como mano de obra especializada. Con diferencias, pero paralelos notorios, coincide con flujos similares a los EEUU, Australia, Canadá, Brasil, etc. Países poco poblados o con políticas inmigratorias conscientes.
Segunda mentira. La inmigración de los países vecinos no es reciente, sino que aún en las fuentes coloniales se ve que el origen de los trabajadores en la zona rioplatense (sin población suficiente) eran de zonas del resto del virreinato, Alto Perú y Paraguay, aparecen en las estadísticas, e inclusive Chile, zonas históricas expulsoras de población. Desde que hay censos el porcentaje de extranjeros de países vecinos se mantuvo entre el 2 y el 3% tanto en el siglo XIX como en el XX, acompañando el crecimiento poblacional.
Aquí si debemos hacer una serie de precisiones estadísticas. En el censo del 2001 la afluencia de limítrofes se mantiene igual a los siglos anteriores, pero se produce la aparición estadística de los peruanos, una inmigración notoria y asentada en Buenos Aires; esto eleva la estadística colocándola cerca del 3% de extranjeros vecinos. Los censos muestran una cantidad de extranjeros llegados del resto del mundo en torno al 2% donde se siguen destacando italianos y españoles.
Otra precisión, y es en ésta donde se asienta la discusión actual, es que el porcentaje de extranjeros vecinos se elevó al 4,5% en el censo 2010, y según algunas visiones mantiene esa tendencia al aumento. El aumento estadístico se registra en paraguayos y peruanos, menos en bolivianos, mientras que los chilenos y uruguayos permaneces estables a lo largo de la historia. Quizás también son menos visibles, y los chilenos especialmente mas distribuidos en el país.
Qué queremos señalar. Dos cosas, una, que una proporción de peruanos, bolivianos y paraguayos se mantienen en barrios propios, “menos integrados”. Dos, que son mas “visibles” y tiene más diferencias culturales. Tres, que en las últimas décadas hay una tendencia a que se concentren en Buenos Aires, producto de las cada vez más débiles economías del interior, lo que hace que la sensación de presencia en el centro político del país se amplifique.
Debemos aclarar que los números de los censos son menores que la “sensación” que se transmite, y aún que las cifras teóricas que dan las embajadas. Esto puede deberse a que la presencia de trabajadores extranjeros no implica su radicación definitiva ni siquiera por un prolongado periodo de tiempo. También, que como una proporción importante vive en barrios marginados donde se “escapan” los números exactos de las más diversas cuestiones.
«Inmigración masiva extranjera en Argentina sólo se puede considerar a la que se dio entre 1880 y el peronismo incluido, con un intervalo entreguerras. En general esta inmigración no fue “espontánea”, fue una política de Estado, primero de la oligarquía y al final del peronismo, destinada a conseguir mano de obra para un país que carecía de ella.»
Sin embargo, el crecimiento de la inmigración es real en las últimas décadas. El leve aumento con el menemismo de la inmigración tradicional se realzó con la llegada de unos 90 mil peruanos (que se hicieron 150 mil hasta el 2010), y con la concentración en las grandes ciudades, especialmente Buenos Aires. Y durante el kirchnersimo la proporción aumentó un 50%. ¿Por qué? Es la pregunta.
Los inmigrantes vienen de países mucho más pobres y con menos derechos, en busca de mayor bienestar. Comparando con occidente europeo no podemos adjudicar a catástrofes como las invasiones y destrucción que azota a los países musulmanes, es mas parecido a la inmigración del este de Europa. Los países ex comunistas expulsan población a sus limítrofes occidentales. Los países americanos expulsan población, también a Europa, a los EEUU y a la cercana Argentina, con mejor sistema salud, educación y apariencia de posibilidades.
Sin embargo, a diferencia de épocas pasadas, esta inmigración (que es numerosa pero no llega a ser masiva) pareciera no estar pensada dentro de ninguna política de estado. Debería ser responsabilidad de los estados pensar la inmigración dentro de una idea de país y no dejar a la anarquía del mercado su regulación.
El neoliberalismo y el fin de los estados de bienestar, la desarticulación del estado peronista, implica la eliminación de todas las regulaciones, o más bien la regulación por los grandes capitales. En ese sentido, la inmigración no es pensada por el estado sino por el mercado, es parte de una idea de traer mano de obra cuando se necesita, mantenerla en bajas condiciones laborales, poder deshacerse de ella cuando no sirva. Va de la mano con la segmentación del trabajo, con sectores con beneficios y sectores precarios y sin derechos, sirve como aplanadora de salario etc. El kirchenrismo, en realidad, le dio forma progresista a una política iniciada por Menem.
Por qué decimos esto. Durante el menemismo la política de fronteras abiertas ya existía, la llegada de los peruanos comenzó allí, pero era un período de destrucción de puestos de trabajo. Los peruanos llegaban de un país en guerra civil, destruido y en crisis. Argentina, en crisis, era al menos una posibilidad. Con la expansión económica del kirchnerismo hubo una reactivación importante del trabajo, desde las changas al trabajo precario y el formal con derechos. Esto permitió incorporar a una cantidad importante de gente al trabajo, en general informal, como primer lugar de ingreso al mercado laboral para un inmigrante, en una economía en actividad creciente.
Pero es llamativo que la desocupación y la existencia de planes sociales, si bien disminuyó notoriamente, siguió siendo alta. Y a su vez, el trabajo flexibilizado y segmentado se mantuvo como característica de la nueva estructura ocupacional argentina. A su vez, las mayores posibilidades de consumo de una economía con dinero en expansión (pero con desempleo más que friccional) abrieron las puertas a sectores economía informal, venta ambulante, etc., como otra salida.
Es claro que las villas miseria crecieron en volumen y habitantes, pero también creció la actividad económica y mejoras (que no llegaron a permitir que se notara una contracción del mundo de barrios pobres). Habría que ver en detalle la proporción poblacional de inmigrantes en los barrios pobres, pero pareciera haber aumentado. O sea, a una cantidad importante de inmigrantes se le ofrece como primer lugar la villa. Esto no debería asustarnos, ya que si bien es una exageración que todos los inmigrantes europeos empezaron en conventillos su vida en argentina, sí lo hizo una cantidad importante. Pero es cierto que la amplia mayoría salió de ellos y progresó aunque sea como obrero, con una casa en un barrio “normal”. No parece ser el destino de la inmigración actual. Esto es porque se carece de un proyecto de país, o mejor dicho, se nos ha impuesto uno en el que las villas están para quedarse.
El senador Pichetto no es una isla
Ahora vamos a lo que dice el senador Pichetto, pero en general se piensa: ¿Son proporcionalmente más delincuentes los inmigrantes?
El porcentaje de extranjeros en las cárceles es del 5,7%, un poco superior al 4,5% de población radicada censada. Pero habría que ver la no censada y además que los extranjeros presos no son necesariamente radicados sino extranjeros lisa y llanamente capturados delinquiendo aquí. Más de la mitad están presos por drogas en cárceles federales, siendo que en las provinciales el porcentaje de extranjeros detenidos por delitos comunes es menor a lo que representan poblacionalmente.
Por lo tanto, vemos que el delito común protagonizado por extranjeros es una falacia, están dentro de la norma, y teniendo en cuenta que son mas bien pobres, que en las villas representan un porcentaje mayor que en el conjunto de la población y es allí donde se buscan con mas ahínco los delincuentes, pareciera que no son precisamente los extranjeros los más afectos al delito. Claro, eso no significa que el estado no deba vigilar las fronteras con mayor calidad, averiguar quién entra y quién sale y controlar tanto para argentinos o extranjeros, impidiendo que gente “de prontuario” venga a seguir su profesión aquí. Pero eso debería ser obvio. Lo que sí está claro es que la delincuencia no asienta su crecimiento en la inmigración. Ya que las bandas narcos son “transnacionales” no “inmigrantes”. El narcotráfico es un problema local y regional, nadie niega que si una banda de narcos controla una fracción de un barrio debe ser combatida, sean argentinos o extranjeros. Pero el tema narco es un problema que está por arriba de ese nivel.
La expulsión de delincuentes es un tema al que se le da demasiada publicidad, hasta puede ser beneficiosa para el afectado, no parece nada terrible y desde nuestra hipótesis sólo es un golpe de efecto publicitario. Sin embargo se corre riesgo al delimitar ¿qué sería calificado como delito?: un grupo de albañiles bolivianos que en el marco de un conflicto cometen “un delito” ¿podrían ser expulsados? Eso seria agregar otro escollo al problema de la inmigración, que es la segmentación social, la creación de un estrato de trabajadores con menos derechos, ahora amenazados con la expulsión inmediata.
«Los senadores deberían preocuparse por los cientos de miles de millones de dólares que argentinos y extranjeros sacan del país gracias a leyes y políticas que sirven a los extranjeros, a los verdaderos extranjeros que son nuestro problema.»
Argentina es un país que necesita población, debe crecer industrialmente, debería reclamar mano de obra extranjera en cantidad y calidad en su rápido proceso de desarrollo. Sin embargo no lo hace. No necesita inmigración en Buenos Aires, ni en las villas. Pero eso no es culpa de los inmigrantes atraídos por las condiciones generadas por el mercado, en las que el Estado sólo interviene como regulador secundario. Si es progresista, con una “onda latinoamericana”; si es liberal, reaccionario con racismo.
Nuestro país necesita un proyecto nacional dentro del cual la inmigración sea pensada, y en el que la amplia mayoría de argentinos puedan realizarse y progresar. En el que las villas desaparezcan, el país se pueble armónicamente y el progreso social sea un horizonte real para todos. En el cual el trabajo precario esté fuera de la ley y no sea la variable que el empleador usa para ajustar la economía de su empresa, y en el que vender baratijas en las calles sea solo para hippies.
Argentina necesita inmigrantes que quieran hacerse argentinos, asumir nuestra historia, aportar las suyas, y hacer crecer nuestra patria para las generaciones futuras.
Sin embargo, seguimos expulsando gente. Mientras que los censos muestran un millón novecientos mil inmigrantes , mas de 700 mil argentinos formados abandonaron el país. Los senadores deberían preocuparse por los cientos de miles de millones de dólares que argentinos y extranjeros sacan del país gracias a leyes y políticas que sirven a los extranjeros, a los verdaderos extranjeros que son nuestro problema, y no desviar la atención a un tema secundario, creado chivos expiatorios para zafar de sus responsabilidades.
*Por Guillermo Martín Caviasca para La Tecla Eñe