Los pueblos no hablan tanto por sus votos como por sus luchas
Los pueblos no hablan tanto por sus votos como por sus luchas. Y la lucha contra la dominación patriarcal es una lucha de fondo y de masas.
A diferencia de la democracia liberal, que es una forma de gobierno, una democracia popular funciona como una tregua en plena guerra: sirve para cuestionar la dominación.
Varias corrientes feministas explican lo imposible que es cuestionar a fondo la dominación política, social y racista sin desactivar la violencia patriarcal que funciona organizando tanto la lógica de las grandes organizaciones colectivas como las formas opresivas del deseo en lo íntimo.
El neoliberalismo no sería nada si no presionara sobre figuras humanas, familiares y sociales: hombres, pibes y mujeres de todos los sexos en sus barrios, laburos y hogares.
El movimiento de mujeres, las marchas de Ni una menos, trabajan micropolíticamente armando redes de grupos y personas sin líderes ni modelos, constituyendo fuerza para darse fuerza, para desafiar y ocupar la vía pública. Es decir, organizan la insurrección. La crítica se vuelve práctica. Es indigno detenerse a señalar límites o a ridiculizar.
Cuando se cuestiona a la heterosexualidad, no a solo la masculina, se cuestiona un código cerrado, normalizador, que naturaliza funciones, impone tareas, fija identidades, excluye deseos. Todo cuestionamiento a una identidad puede ser pensada como la invitación a la creación. De hecho todo devenir tiene la forma de un baile de dos: sin uno que fugue no hay oportunidad de mutar para la otra.
Una lucha como la que hoy planteamos se desarrolla en todo espacio y todo tiempo: es una lucha por la sensibilidad, no solo por las ideas; por mutar estructuras inconscientes, no solo discursos conscientes. Un ejercicio colectivo y no violento no puede aspirar a ser del todo pacífico. Menos cuando cuestiona la dominación y tensa la tregua.
Cuando la CGT no quiere ponerse al frente de una lucha y custodia -junto a la Iglesia y a gran parte de la clase política-empresarial- las formas mas conservadoras y retrogradas del ser social, las mujeres-trabajadoras hablan a todas las trabajadoras y trabajadores para recordarnos que parando, dejando de obedecer, abandonando la docilidad, recobramos todas nuestras potencias personales, colectivas, de clase y de género.
Basta de violencia machista. Vivas nos queremos. Vivas las queremos.
*Por Lobo Suelto. Foto: Manifiesta.