«Mi sueño: que la educación popular pueda entrar a las aulas»
El programa radial Clase Tomada entrevistó a Lucía Garay, una de las referentes en el campo de la educación. La autora desde sus investigaciones plantea la necesidad de reflexionar sobre la inclusión educativa dentro del marco institucional.
Garay plantea que la institución educativa establece fronteras entre el adentro y el afuera, otorgando en el adentro una estructura organizativa donde se decide sobre los individuos que la integran, promoviendo o no procesos de cambio.
En este sentido, partiendo de la base que vivimos en un sistema democrático, argumenta que dicha convivencia democrática, nos atraviesa en todos los niveles y también en el educativo. Por ello, se requiere la exigencia del reconocimiento recíproco para conformarnos como sujetos de derechos inviolables.
¿Cómo ves la relación entre la educación popular y la educación escolar en Argentina?
Me he dedicado por muchísimos años a la educación popular. He sido alfabetizadora por la década de los 70 en la Matanza, en el Pilcomayo y en Salta. Hay que pensar que los sucesos trágicos que sucedieron en el país, como la dictadura militar, la represión, destruyeron la educación popular en sus aspectos institucionales y formales. Y convirtió en desaparecidos a muchos educadores populares en muchos lugares del país.
Hoy, pensando la relación entre la educación popular y la escuela formal en Latinoamérica, yo veo que en argentina a diferencia de Perú, Bolivia y de otros países centroamericanos, no ha crecido. La escuela formal la desconoce, la enfrenta.
Nuestra escuela y nuestra sociedad tiene un formato la institución escuela extremadamente escolarizado, es tan fuerte la escolarización que también es escolarizada la mente de las personas. Porque acá se entiende que la única educación es escolar y es algo muy dramático que nos pasa a los argentinos porque la educación es algo más amplio de la vida humana: sin la educación no nos humanizamos y ahí hay una clave que sí se ha desarrollado en la última década en particular esa conciencia que es posible educarse sin ir a la escuela.
Esto quiere decir que para muchas familias hay caminos para el desarrollo, no solo de la inteligencia sino de la ética y de los sentimientos, sin tener un éxito escolar. Por ejemplo en el campo de la música, del arte de la ciencia también. Para mí un sueño sería que la idea de la educación popular, que está en el seno del pueblo mismo, pudiera entrar adentro de las aulas.
¿Qué limitaciones hay para poder hacer parte procesos de educación popular dentro de las escuelas?
Bueno yo soy una sobreviviente de aquella Escuela Normal, a nosotros nos preparaban como normalistas y teníamos que ir al campo, para inscribir a los alumnos, casa por casa.
Esa Escuela Normalista no se separaba de la familia y del sujeto como lo hace ahora. Hoy lo que le pasa a la escuela en relación a lo que sucede en el seno de la familia, en el barrio y en las organizaciones sociales es que la escuela cada vez se encierra hacia adentro. Los padres siempre están planteando esta apertura a la comunidad pero el docente de aula se encierra.
Hoy en día consideran a los chicos de sectores populares tan diferentes, que lo ven casi como si fueran enemigos y ¿cómo puedo empezar así un vínculo para poder enseñar?
En la base del acto de enseñar se necesita una relación, un vínculo.
¿Qué sugeriría para trabajar en el aula?
Hoy están en la escuela con los cuerpos, pero no con la cabeza y de alguna manera lo consideramos excluidos. Inclusión educativa no significa tener un banco, quiere decir que estoy ahí, aprendiendo y apropiándome del conocimiento, que me van a servir cuando yo necesite incluirme. Porque la inclusión es un problema social.
La escuela es un conjunto de aulas que muchas veces no se miran entre ellas. La inclusión es un problema del docente de aula. Los alumnos de profesorado tienen muchas dificultades no se los prepara para el conocimiento.
La lucha por la educación inclusiva real, es porque no se puede prescindir de la escuela en la sociedad de masas. Tenemos que hacer una lucha para que esta Escuela sea educadora. Los docentes cuando se enfrentan a chicos que no pueden controlar su agresividad y no saben por qué no aprenden y sin embargo los chicos no se van de la escuela. Y ellos están ahí y si están allí es porque quieren aprender pero no saben por qué no aprenden, y las maestras no saben cómo hacerlos aprender.
¿Qué perspectiva de cambio existen en nuestras instituciones escolares en Argentina?
La escuela privada es mayoritaria que la estatal las cifras son contundentes. Pero hay muchísimas escuelas estatales que son excelentes que describieron una forma de enseñar que incluyen y retienen a los chicos de sectores populares. Nosotros tenemos una forma de gobierno escolar que es totalmente centralizado. No tenemos un trabajo horizontal, de una escuela con otra, de un docente con otro. Esta es la única manera de cambiar.
El cambio no viene por la línea vertical de autoridad que es la que tiene que hacer cumplir la ley. El cambio necesita ser instituyente, revolucionar las ideas y las prácticas y esto no viene del lado de los directores. El cambio viene por lo horizontal, que es lo único que permite formar acción colectiva, y ese es un problema nuestro de no tener acción colectiva.
La educación popular ha sido una maestra de la acción colectiva y el encuentro con el otro. ¿Por qué una escuela no puede relacionarse con otra escuela del mismo barrio o de la misma zona?. La única salida que tenemos los profesores es que nosotros abandonemos el individualismo en solitario y trabajemos con otros creemos una mínima acción colectiva.
La escuela estatal nuestra tenía un recurso , las cooperadoras escolares, pero ahora pareciera que las cooperadoras es pedirle plata a los padres. Conozco muchos padres que se lamentan muchísimo que no se pueda tener una organización cooperadora. Es algo que nosotros deformamos porque antes, las cooperadoras eran organizaciones populares, organizaciones de los sindicatos, de los inmigrantes, y se creaban para que se cumpla la obligatoriedad de la educación.
Lucía Garay da cuenta de las necesidades y falencias de las instituciones educativas frente a las situaciones conflictivas que se viven dentro de las aulas. Ante la deserción escolar, bajos rendimientos, apatía por parte de los estudiantes, los actores educativos no encuentran soluciones concretas.
Puntualmente, Garay subraya la oportunidad para incorporar metodologías que vienen desarrollando organizaciones sociales que trabajan desde la Educación Popular. Y en este sentido, es necesario poder romper con las lógicas aúlicas que asilan y encierran a los jóvenes. El aporte de la pedagogía libertaria ofrece alternativas y formas de pensar vínculos humanos que potencien los procesos de enseñanza y aprendizaje.