El show de la inclusión
Leandra Medeiros Cerezo (Lea T), famosa modelo transexual, encabezó la delegación de Brasil en la apertura de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016.
El pasado viernes comenzaron los Juegos Olímpicos con una ceremonia imponente realizada en el histórico estadio Maracaná, con la actuación de más de 6 mil artistas y el desfile de 11 mil atletas de 207 países. Lo más comentado antes y después de la ceremonia, fue la participación de Lea T, “la primera persona transgénero que tiene un papel importante en una ceremonia de apertura olímpica”, tal como detalla la página oficial de los Juegos Olímpicos.
Lea T tiene 35 años, es modelo de reconocidas marcas internacionales, y es hija de un ex jugador de la selección brasilera, Toninho Cerezo. Antes de la ceremonia, Lea T dijo en una nota para la BBC Brasil que su participación en los Juegos tiene la intención de promover “inclusión para todos, independientemente de la orientación sexual, el color o el credo, porque todos somos parte de la humanidad». Además, según varios medios, a partir del viernes pasado, se convirtió en un símbolo para el movimiento transexual.
Los organizadores informaron que otro «gesto en favor de la tolerancia» es que por primera vez en las Olimpíadas cinco voluntarias y voluntarios que portan el nombre de las delegaciones olímpicas en el desfile inaugural son transexuales, lo que sería un 2% del total. Además, a diferencia de juegos anteriores, esta vez los atletas transexuales podrán competir sin tener que someterse a una cirugía de reasignación de género ni a exámenes de hormonas.
Lo visible y lo invisible
Ahora bien, surgen varias cuestiones. En primer lugar habría que preguntarse si la presencia en la apertura de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016 de una chica trans mediática, modelo de alta costura y de clase alta, significa realmente un avance en la batalla cultural y social que se da a diario.
La Asociación de Travestis, Transexuales y Transgéneros de Argentina (ATTTA), en su informe técnico sobre la salud de mujeres trans, sostiene que la heteronormatividad define parámetros y “aquellas personas que no se ajusten o que rechacen pertenecer a este sistema son acalladas o invisibilizadas, pues el sistema niega, rechaza y castiga las discrepancias”. De acuerdo a lo que manifestó la misma Lea T su participación tenía que ver con visibilizar la diversidad. Pero alguna vez, el famoso diseñador italiano Riccardo Tisci la definió como “Frágil, súper femenina y aristocrática… Una verdadera Diosa”, entonces cabe la pregunta, ¿entran dentro de Lea T las miles de mujeres trans que luchan a diario por la inclusión laboral o que lidian con la discriminación hasta en las tareas más cotidianas de la vida? O bien, en su delgado metro ochenta, ¿se encuentra la lucha contra la heteronorma y el patriarcado?
Por otro lado, la cobertura que algunos medios realizaron en relación a la participación de Lea T, hicieron hincapié en el nombre de nacimiento o en el sufrimiento de su adolescencia más que en reflexionar sobre la situación de las personas transgéneros o para cuestionar el paradigma actual.
Más allá de todo esto, la intención no es menoscabar los gestos de la organización para avanzar en la construcción de la igualdad, pero debemos estar atentxs a lo que se calla y de qué seguimos siendo cómplices. Sobre todo teniendo en cuenta que en la misma semana de la apertura de los JJOO, la Organización Mundial de la Salud (OMS) en un comunicado calificó a las personas transgéneros como “enfermas mentales”, incluyéndolas en la misma categoría que pedófilos y cleptómanos. La OMS indica que los trastornos mentales están «asociados a malestar mental y problemas que impiden un funcionamiento adecuado del razonamiento».
Claramente, resulta importante la participación de personas transgéneros en diferentes espacios de los JJOO de manera igualitaria, sin embargo tenemos que preguntamos qué se muestra y qué no. En el informe anteriormente mencionado de ATTTA, Josefina Fernández señala cuál es la realidad de las mujeres trans, que en la mayoría de los casos están determinadas por la exclusión del sistema educativo y laboral, teniendo además una expectativa de vida de 35 años.
Más de 70.000 personas asistieron a la ceremonia inaugural de los JJOO y unos 3.000 millones en todo el mundo la vieron por televisión. Ahora bien, ¿Servirá el alcance mundial de estos pequeños gestos de los organizadores para contribuir verdaderamente a cambiar el paradigma?
Fuentes: La Nación, Clarín, Diario Registrado y BBC Brasil