Hongos mágicos, psilocibina y el avance de los estudios sobre sus beneficios 

Hongos mágicos, psilocibina y el avance de los estudios sobre sus beneficios 
14 junio, 2024 por Soledad Sgarella

Históricamente, los hongos mágicos, psicodélicos o psicoactivos han sido utilizados por diferentes culturas con motivos religiosos y espirituales. Hoy, estudios clínicos utilizando psilocibina en contextos médicos y psicoterapéuticos han mostrado resultados promisorios para el tratamiento de diversas afecciones como la depresión, la ansiedad o el estrés postraumático. En esta nota, hablamos con el biólogo especialista, Guillermo Morera, y ampliamos nuestro panorama de principiantes.

Empecemos por lo primero, para principiantes: qué son estos hongos, aclarando que aún ni en Argentina ni en Uruguay es legal su producción. “Los hongos mágicos, hongos psicodélicos u hongos psicoactivos son aquellos que contienen alcaloides, es decir, sustancias que generan un efecto en el sistema nervioso central y popularmente está asociado a un género y especie particular, el cucumelo o Psilocybe cubensis”. Así, el biólogo, investigador y docente, Guillermo Morera, comienza esta nota, sencilla y clara para quienes sabemos poco (o nada, siendo sincera) del tema. 

La cosa, para contextualizar y de la mano del especialista, sigue de esta manera: estos hongos han sido extensamente utilizados a lo largo de la historia por culturas precolombinas con motivos religiosos y espirituales. En la década del 60, fueron dados a conocer al mundo moderno por Wasson y, en los años posteriores, se lograron aislar y sintetizar (por Hofmann) los alcaloides responsables del efecto psicoactivo: psilocibina y psilocina. En la década siguiente, se popularizó el uso recreacional de estas sustancias durante la llamada época hippie, en respuesta a lo cual se endurecieron los controles y legislaciones en torno a las mismas. Por ejemplo, en Estados Unidos, la psilocibina y la psilocina fueron incluidas en la Lista 1 de la Ley de Sustancias Controladas por la DEA, lo que trajo consecuencias negativas para la investigación científica y uso clínico, recreacional y ceremonial de hongos. De todas maneras, desde los años 90, se renovó el interés en el estudio de la psilocibina y de los hongos que la contienen, tanto en el ámbito de la investigación científica como en ciertos espacios psicoterapéuticos y religiosos.

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Hoy, estudios clínicos recientes utilizando la administración de psilocibina en contexto médico-psicoterapéutico han mostrado resultados prometedores para el tratamiento de diversas afecciones psiquiátricas como la depresión, la ansiedad en pacientes terminales, la adicción a sustancias como la nicotina y el trastorno de estrés postraumático”, enfatiza el investigador.


Morera es miembro de Arché, un grupo interdisciplinario para el estudio de psicodélicos. El egresado de la Casa de Trejo tiene un camino de formación académica y autodidacta bien interesante: su tesis de grado ―en el Instituto Multidisciplinario de Biología Vegetal (IMBIV-Conicet)― abordó el estudio taxonómico de dos especies de Fomitiporia, un género  de hongos degradadores de la madera, dirigido por Carlos Urcelay y Gerardo Robledo. Paralelamente, a través de cursos y una planta piloto (La girgolera, construida con dos amigos), comenzó el camino de cultivo de hongos. Luego, se mudó a Uruguay e hizo su maestría en el laboratorio de la Sección Micología de Facultad de Ciencias de la Universidad de la República ―bajo la dirección de Sandra Lupo y Sandra Alaniz―, enfocada en el estudio taxonómico y ecológico del género Ganoderma, un grupo de hongos de enorme valor medicinal, reconocidos a nivel mundial, que en Uruguay aún no se conocía con certeza la diversidad de especies. 

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Además de haber tenido diversos trabajos relacionados con la investigación en el campo de la fitopatología (el estudio de las enfermedades generadas por hongos de distintas plantas de valor comercial) y la biotecnología, Morera siguió estudiando y aprendiendo sobre cultivo de hongos, y montó el proyecto Otro hongo junto a su pareja, donde buscan difundir temas de interés y brindan talleres de formación. 

Actualmente, Guillermo está en una etapa avanzada de su doctorado, titulado: “Hongos agaricales coprófilos de Uruguay: caracterización de especies y determinación del contenido de alcaloides psicoactivos”. El proyecto ―dirigido por Sandra Lupo y codirijido por Ignacio Carrera― tiene el objetivo de realizar la caracterización de las especies de hongos productores de psilocibina que crecen en el territorio a través de estudios morfológicos y moleculares, y busca determinar la cantidad y diversidad de las principales moléculas psicoactivas que generan. 

Y, por ejemplo, ¿cuáles y cómo?

Existen diversos géneros de hongos productores de psilocibina y alcaloides relacionados: Psilocybe, Panaeolus, Pholiotina, Gymnopilus, Pluteus, Inocybe, Conocybe y Massospora. Como indica el biólogo, “todos ellos tienen un cóctel de psilocibina o moléculas estructuralmente relacionadas, además de cantidades minoritarias de otros compuestos. Actualmente, se entiende que el efecto de los hongos enteros sería diferencial al de la psilocibina pura, dado que existiría un efecto ‘séquito’ diferencial, debido a la interacción entre las distintas moléculas y distintos receptores”. 

Le preguntamos a Guillermo cómo funciona en nuestros cuerpos y, paciente y pedagógicamente, nos explica el modelo más estudiado: “Cuando la psilocibina ingresa al organismo, sufre un cambio estructural que da lugar a la psilocina, el metabolito activo, que es el responsable de los efectos psicoactivos. Farmacológicamente, la psilocina es agonista de los receptores de serotonina 5HT1A, 5HT2A y 5HT2C, siendo la activación del 5HT2A la que explica sus profundos efectos sobre la conciencia”.

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De esta manera, dice Morera, la misma se clasifica como un psicodélico serotoninérgico, al igual que el LSD y la mescalina. “La experiencia generada por este tipo de sustancias es particularmente determinada por la dosis, pero muy influenciada por el set y el setting, es decir: la actitud mental o mindset al momento de la toma y el entorno social y ambiental. Esto hace que una misma dosis pueda generar dos experiencias completamente diferentes”, concluye el investigador en diálogo con La tinta.

*Por Soledad Sgarella para La tinta / Imagen de portada: Soledad Sgarella.

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Palabras claves: Hongos, salud

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