Realismo Macrista: Mark Fisher dando vueltas por el Sur

Realismo Macrista: Mark Fisher dando vueltas por el Sur
4 abril, 2017 por Redacción La tinta

El capitalismo contemporáneo, además de ser una ideología económica, política y sociológica, es una máquina productora de subjetividades. En este sentido, el gobierno liderado por el PRO tiene como objetivo una transformación cultural mucho más profunda que una simple adecuación de sus medidas económicas a la ortodoxia neoliberal.

Por Pablo Weber para La tinta

En su texto “The end of the Universe as we know it”, Lawrence Krauss, divulgador científico norteamericano, se propone pensar, siempre con fines pedagógicos, posibles escenarios en los cuales el universo tal y como lo conocemos podría desaparecer. A partir de ello, el escritor nos adentra brevemente en fenómenos tales como el bosón de Higgs, la aceleración en la expansión del Universo y la inflación cósmica en los instantes sucesivos al Big Bang.

La conclusión del texto es clara: las condiciones físicas a partir de las cuales un fenómeno tal como la vida pueda emerger y sostenerse en un planeta como la Tierra son totalmente accidentales, temporales, contingentes. La configuración y las características fundamentales de la materia, aquellas que permiten la existencia de estrellas, galaxias y planetas, han sido distintas en el pasado y casi con seguridad lo serán en un futuro.

“La idea de que el mundo que interpretamos en nuestra experiencia es el resultado de hechos accidentales y circunstancias particulares en lugar de un reflejo directo de realidades subyacentes y eternas se ha convertido en el centro de la física moderna”. Frente a la inevitable pero lejana muerte del Universo, el físico norteamericano nos propone un consuelo miserable: probablemente suceda dentro de billones de años, cuando nuestros cadáveres ya hayan sido explotados por las Chevron del futuro en calidad de petróleo.

Asimismo, uno de los libros más vendidos del último año en materia de humanidades es Homo Deus, del historiador y antropólogo Yuval Harari. En este libro, el académico israelí se encarga de realizar una reinterpretación de la historia del Homo Sapiens y su relación con el resto de los animales e incluso se anima a arriesgar alguna que otra predicción para el futuro de nuestra especie. La más audaz: el Homo Sapiens va a desaparecer, en su lugar emergerá una especie con poderes divinos que tendrá la capacidad de ser inmortal y feliz indefinidamente. Los cuerpos serán totalmente manipulados tanto en un nivel genético como bioquímico y serán intercambiables como hardware y la gran mayoría de las enfermedades que afligen a la humanidad serán derrotadas con el tiempo gracias a la ciencia.

La conclusión del texto es aquí aún más clara: la raza humana también es el producto de condiciones accidentales y contingentes; el avance científico y la Inteligencia Artificial pueden hacer que dichas condiciones sean alteradas y la noción misma de vida humana pueda perder todo tipo de utilidad en el siglo XXI.

Esto nos pone de frente a una paradoja fascinante: en el mismo momento
en el cual todas las categorías a partir de las cuales interpretábamos
nuestra realidad se nos van revelando como contingentes,
históricamente determinadas y accidentales, existe un principio
de realidad inamovible, eterno e inmortal: el capitalismo.

“Capitalismo es lo que queda en pie cuando las creencias colapsan”, dice Mark Fisher en su libro Realismo Capitalista escrito en el país que vio nacer al neoliberalismo, Gran Bretaña.

El Realismo Capitalista es la ideología dominante: no hay alternativa, no porque las otras opciones sean peores, peligrosas, totalitarias; no hay alternativa. No hay otras opciones. El sistema capitalista ha logrado conquistar nuestros sueños, nuestras expectativas y nuestro horizonte interpretativo: el único horizonte posible. Podemos soñar con alterar nuestros cuerpos genéticamente, con catástrofes ambientales de magnitudes planetarias, con conectar nuestras neuronas a la matrix, con conocer los confines más recónditos del Universo. Podemos soñar con todo eso, pero no podemos soñar con una forma alternativa de estructurar nuestras relaciones socio-económicas.

La experiencia de los socialismos realmente existentes en el siglo XX tanto en países de la Europa del este como en Corea del Norte, Cuba y África han resultado en fracasos traumáticos. Y es a partir de ese vector ideológico, exacerbado por la memoria histórica de la reciente experiencia kirchnerista, que el macrismo intenta construir su consenso democrático: un Realismo Macrista, un universo de sentido en el cual todo tipo de cuestionamiento a las lógicas empresariales del manejo de la vida sea observado con sospecha, como la inminente premonición de que detrás de todo cuestionamiento se esconde el monstruo populista y la irracionalidad.

A medida que nos adentramos en el segundo año del gobierno de Cambiemos, podemos observar cómo la coalición gobernante se ha propuesto llevar a cabo una intensa profundización de esta noción elemental del realismo capitalista: la lógica empresarial es la manera más adecuada a partir de la cual estructurar el mundo y pensar las relaciones sociales.

Esta profundización constituye una extensión de las lógicas propias del Capital a todos los ámbitos de la existencia, es decir, citando al psicoanalista Jorge Alemán:

El capitalismo contemporáneo, además de ser una ideología económica,
política y sociológica, es una máquina productora de subjetividades
que se configuran según un paradigma empresarial,
competitivo y gerencial de la propia existencia.

Nada queda por afuera de ésta lógica circular: ni el amor, ni la amistad, nada. Las personas invierten en sus relaciones, maximizan la rentabilidad de su educación, compiten en el mercado amoroso, etc.

Paradójicamente, a pesar de que el realismo capitalista produce subjetividades acorde a sus necesidades, el mundo lejos está de ser armónico y ordenado y sus ciudadanos felices y satisfechos: las sociedades contemporáneas viven bajo una perpetua guerra social en la cual el Estado es el encargado de facilitar los negocios y ordenar el caos generado por la desigualdad con aparatos represivos cada vez más sofisticados y en los cuales cada vez se invierte más. Asimismo las epidemias de depresión se disparan entre los trabajadores que ven sus tradicionales modos de vida amenazados por el avance tecnológico, los desórdenes de memoria se esparcen entre personas que ven sus condiciones laborales mutar a partir de ritmos vertiginosos, la dislexia se apodera de las instituciones educativas públicas y los adolescentes se ven asfixiados por el aburrimiento, el cuco al cual hay que escaparle como sea posible.

Mark Fisher le llama a esto hedonia depresiva: la imposibilidad de hacer otra cosa que no sea la búsqueda del placer inmediato, proporcionado por notificaciones de facebook, orgasmos, videojuegos, pornografía y drogas.
Es en este contexto en el cual las políticas del gobierno de Macri tienen que ser entendidas, ese es el mundo en el cual el expresidente de Boca Juniors quiere hacernos ingresar. Un mundo que por otro lado, ya no existe: el Brexit, la elección de Trump y la posibilidad de tener a alguien de la familia Le Pen gobernando en Francia quiebran ese mundo construido a partir del consenso liberal de los años posteriores a la caída del muro de Berlín.

El “orden racional de las cosas” construidos en las instituciones supranacionales tales como la UE, la OMC, el foro de Davos, etc. se ve sucumbido por las consecuencias sociales de la crisis económica del 2008 y el fantasma del populismo vuelve a recorrer Europa y el mundo civilizado ¿Cómo leer en este contexto afirmaciones tales como las del señor Luis Majul, esa idea de que pasamos “de la locura a la normalidad” como reza el título de su último libro? ¿De qué normalidad nos están hablando? La tarea del gobierno consiste en exorcisar a nuestra sociedad del monstruo populista despilfarrador e imponer con consenso democrático una serie de medidas que apuntan a un claro debilitamiento de la participación de los sectores pobres y medios en la repartición del ingreso: para ello, se llama a la moderación y la austeridad de las mayorías. El ahorro es el secreto de todo entrepreneur, todos los individuos esconden un Steve Jobs en potencia, la tarea del Estado consiste en ayudarnos para que lo podamos sacar del closet conformista y victimizante.

«La economía es el método. La finalidad es cambiar el corazón y el alma”, dijo alguna vez Margaret Thatcher, la ex primer ministra británica que llevó a cabo una de las primeras revoluciones conservadoras del mundo inspiradas en las concepciones filosóficas y económicas de Milton Friedman, padre del neoliberalismo.

En este sentido, el gobierno liderado por el PRO tiene como objetivo una transformación
cultural mucho más profunda que una simple adecuación de sus medidas económicas
a la ortodoxia neoliberal. El macrismo está peleando por el alma de los argentinos.

Por último, resulta fundamental comprender que también la pasada experiencia kirchnerista tiene que ser entendida a partir del ojo del realismo capitalista. Como dijo Martín Rodríguez, participante de la construcción original de La Cámpora, realizando un análisis crítico de la experiencia pasada: “Más que lo deseos soberanistas, igualitaristas o desarrollistas (Malvinas, YPF, AUH), más que las batallas culturales (disolvieron la ley de medios sin que volase una mosca), en Argentina lo invencible es el deseo: andá a convencer a alguien que no tiene derecho a comprar un celular.”

La idea venezolana del socialismo del siglo XXI no puede ser aplicada para comprender “la década”. Quizás la etiqueta más adecuada sería la de “Capitalismo para todos”. Asimismo es fundamental poder problematizar la idea de que el derecho fundamental es el derecho a consumir y que una política contra-hegemónica pueda ser sustentada sobre la base del consumo de los ciudadanos a partir de la renta obtenida por los altos precios de las materias primas que sostienen el aparato productivo (la soja acá, el petróleo en Venezuela). ¿Cómo hacer política inaugurando fábricas de alpargatas cuando lo que la gente quiere son los botines de Neymar? ¿Cómo construir mayorías sociales que articulen sus sueños, objetivos y relaciones humanas por fuera de las lógicas del deseo y el consumo?

De cara al futuro, toda política que quiera posicionarse en tanto opositora del régimen neoliberal debe encarar otras formas de pensar la ciudadanía, la participación democrática, otra forma de pensar a los sujetos y las relaciones sociales. Otra manera de articular la economía con la lucha contra el cambio climático y las desigualdades. Otra manera de pensar la educación y la seguridad ciudadana por fuera de las lógicas económicas de la productividad y la propiedad privada. Una papa.

* Por Pablo Weber para La tinta.

Palabras claves: capitalismo, macrismo, Mauricio Macri

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