Pablo Torrilla Diel, el gendarme que sabía demasiado
Por Sergio Alvez
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La mañana del lunes 28 de mayo, soplaba el viento norte en Garupá, municipio misionero recostado contra el río Paraná y situado a unos 17 kilómetros del centro de la ciudad Posadas. La noticia comenzaba a circular en las radios capitalinas: hay un gendarme muerto en Garupá. Era Pablo Damián Torrilla Diel, Sub-Alférez de Gendarmería Nacional que prestaba servicios en el Escuadrón Núcleo de Posadas. “El cuerpo del joven fue encontrado en un lote ubicado cerca de la colectora ribereña Julio Alberto Ifrán, en un malezal, boca arriba, con una herida debajo del mentón y otra en la parte superior de la cabeza. A un costado del cadáver había un arma de fuego 9 mm” reseñaban los primeros relatos que de a poco iban lanzando los medios posadeños. Pablo tenía 27 años.
Un par de horas después que esa bala terminara con la vida del joven, su madre, a 1.200 kilómetros, recibía el peor mensaje de su vida en la voz de quien entonces era su nuera: “Pablo se nos fue”.
El reporte oficial del Escuadrón Núcleo de Posadas, decía que esa mañana, durante un patrullaje a bordo de una camioneta de la fuerza, junto a otros cuatro gendarmes, Pablo Torrilla pidió bajarse para poder orinar. Que se alejó del grupo al bajar, tras lo que se escuchó una detonación de arma de fuego proveniente de la zona cercana a las vías a dónde había ido Pablo. Es decir, como siempre que algún integrante de las fuerzas de seguridad o algún detenido aparece muerto, acá también se reportó un suicidio.
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Pablo Torrilla Diel nació el 15 de abril de 1991 en Manuel Gonnet, una localidad perteneciente al partido de La Plata, conocida por albergar al histórico parque educativo La República de los Niños. Hizo la primaria y la secundaria en el marco de la educación pública. Su madre y su padre se separaron cuando él tenía 3 años: su mamá, Patricia, lo crió sola. “Trabajé años en casa, para poder criarlo. No podía salir. Tenía mi máquina de coser y trabajaba todo el día para que no le falte nada”, recuerda Patricia Diel.
Entre la escuela, clases de judo e informática, y changas para contribuir a la economía doméstica, Pablo tuvo una infancia y adolescencia como la de cualquier otro pibe de barrio obrero. Vendió ropa en ferias, fue empleado de la cadena de supermercados Carrefour y tuvo varios trabajos temporarios.
Al terminar la secundaria – en una escuela técnica-, Pablo cedió a sus deseos de estudiar Abogacía y se inscribió en Gendarmería Nacional. Ya como gendarme, permaneció dos años en Salta, hasta que volvió a Buenos Aires para estudiar la Licenciatura en Seguridad Pública en la Escuela de Oficiales. Se graduó en 2017. Su tesis aborda el combate al narcotráfico, un tema que lo apasionaba y al cuál le dedicó años de estudio.
“Al Gendarme Pablo Torrilla Diel, en reconocimiento por su destacada actuación en las tareas operativas, su dedicación, compromiso y esmero para cumplir con estas actividades durante el año 2012” reza el texto de un diploma que Gendarmería Nacional le otorgó a Pablo el día 27 de diciembre de 2012, y que lleva la firma del Comandante de la fuerza en el Escuadrón Especial Salta.
Fue durante su estadía en esa provincia, donde Pablo tuvo la posibilidad de participar de operativos de incautación y prevención del narcotráfico que lo marcaron a fuego, donde pudo vivenciar lo que tanto había estudiado desde la teoría.
Pero aquel diploma no sería el único reconocimiento que Pablo obtendría por parte de la fuerza que integraba. En 2016, recibió una plaqueta de bronce en concepto del “Premio Subdirector Nacional de Gendarmería”, una distinción anual que los pares entregan valorando “la vocación de servicio, el espíritu de cuerpo y la mística de gendarme”.
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Estudiando la Licenciatura, Pablo conoció a Valeria, con quien comenzó a noviar. Se casaron el 16 de diciembre de 2017 y al poco tiempo fueron destinados al Escuadrón 50 de la capital misionera.
Desde el casamiento y hasta mayo de 2018, su madre no había podido verlo. Finalmente pudo viajar. Una luminosa fotografía tomada el 21 de mayo de 2018 en el aeropuerto de Posadas, retrata la última despedida entre madre e hijo.
“Lo primero que me dijo mi nuera cuando se comunicó conmigo fue que Pablo había tenido un accidente, que se le escapó un tiro”, evoca Patricia, volviendo a aquel 28 de mayo de 2018. Lo que hizo Patricia, al recibir esta noticia, fue salir corriendo hasta un destacamento de Gendarmería Nacional cercano a su domicilio en Gonnet. Desde allí, quienes la atendieron establecieron contacto telefónico con el Escuadrón Núcleo de Posadas, donde se confirmó la noticia del “accidente”. Patricia salió disparada hacia el aeropuerto Jorge Newbery y partió en un vuelo nocturno.
Al bajar del avión, la recibió el Comandante Principal del Escuadrón Núcleo 50 “Posadas”, Isaac Gaete, quien reportó a la madre del gendarme Torrilla, que el mismo se había suicidado. Horas después, en el velorio, Patricia comenzó a escuchar los primeros testimonios, casi furtivos, que daban cuenta de que su hijo no se había suicidado, sino que lo habían asesinado de manera planificada.
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El 10 de abril de 2018, Pablo Torrila Diel se encontraba junto a otros pares a la espera de un operativo que finalmente se terminó suspendiendo. Esa noche, Pablo salió a patrullar solo y por cuenta propia. En una charla de whatsapp con un amigo –también gendarme-, Pablo envió fotografías del resultado de ese operativo solitario. En la imagen se ve un vehículo gris repleto de paquetes cerrados (ladrillos de marihuana) tanto en el baúl como en los asientos traseros.
“Esto casi me cuesta el puesto”, le dice Pablo a su amigo en ese chat. “¿Qué pasó?”, contesta el receptor del mensaje. Entonces Pablo detalla en los siguientes mensajes: “350 de mari. Yo entraba a patrullar de 19 a 7. Y me ordenaron que quede en el escuadrón para seguridad de un allanamiento que iba a hacer el escuadrón de Ituzaingó. Tipo 00.30 mandaron a todos a dormir. Entonces al rato decidí salir a hacer un patrullaje. Y lo enganchamos a ese. Era carga de mi J2. Por eso nos mandó a dormir”.
J2, en la jerga gendarme, significa segundo jefe.
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“Desde entonces, desde ese operativo, Pablo comenzó a ser hostigado por sus superiores. Cada vez que yo lo llamaba, nunca estaba de guardia. No lo dejaban hacer guardias ni operativos. Y al tiempito, apareció muerto en estas circunstancias. Tengo una infinidad de mensajes y llamadas anónimas de gente que me dice que investigue, que Pablo no se suicidó, que a Pablo lo mataron para ocultar algo muy grave que pasa dentro de la Gendarmería Nacional con el narcotráfico” concluye su madre.
Un dato llamativo: nunca, jamás, ninguna de las cuatro personas que estaban patrullando con Pablo la mañana de su muerte en Garupá, se comunicaron con la madre del gendarme. “Hubo un pacto de silencio enorme. Algunos me contaron de una reunión en la plaza de armas del Escuadrón, donde se les ordenó y amenazó: del caso de Pablo Torrilla no se habla más, ni una palabra. Los contactos que tenía de compañeros de Pablo me bloquearon” agrega Patricia.
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Semanas después de la muerte de Pablo, en junio, su madre viaja nuevamente a Posadas para encontrarse con Ramón Alarcón, un gendarme del Escuadrón, que por cercanía, estaría dispuesto a contarle algunas cosas a Patricia. Curiosamente, el día en que iba a producirse el encuentro, Alarcón es detenido en Posadas. “Detuvieron a un Gendarme en Posadas que simulaba operativos para sacar mercadería a paseras y luego venderlas”, reportó un medio matutino basado en informaciones brindadas por el Escuadrón Núcleo de Posadas. “Se trata de Ramón A., quien fue detenido ayer tras un allanamiento en su vivienda en Posadas. En complicidad con otro hombre, interceptaba a pasaras a metros del puente y sacaba la mercadería para luego venderlas”, indica un artículo del diario Misiones On Line fechado el 27 de junio de 2018. Tres días después, Francia le ganaba a la Argentina por 4 a 3 y la eliminaba del Mundial de Fútbol que se disputaba en Rusia.
“A Ramón lo extorsionaron tanto que hasta en la declaración judicial tuvo que negar cosas que iba a decirme. Tengo guardada cada una de las charlas previas con él y la justicia debe considerar esas pruebas”, exige la madre de Pablo Torrilla Diel.
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El jueves 2 de agosto de 2018, la Gendarmería Nacional cumplió 80 años de existencia en la Argentina. La ceremonia conmemorativa tuvo lugar en la Escuela de Gendarmería Nacional “General Martín Miguel de Güemes”, ubicada en Ciudad Evita, partido bonaerense de La Matanza. En el acto estuvieron presentes la entonces Vicepresidente de la Nación Lic. Gabriela Michetti junto con la Ministro de Seguridad de la Nación Dra. Patricia Bullrich, acompañadas por autoridades de esa cartera ministerial, el Director Nacional de Gendarmería Comandante General Gerardo José Otero, invitados especiales y comitivas compuestas por representantes de Fuerzas de Seguridad de otros países.
Esa mañana, la madre del gendarme Pablo Torrilla Diel se presentó en el lugar para exigir justicia por la muerte de su hijo ocurrida en Misiones. La represión que sufrió por parte de un grupo de gendarmes y policías bonaerenses quedó registrada en fotos posteriores en las que se ven los moretones y heridas que le provocaron al sacarla, según testigo, “como si fuera una bolsa de papa”.
Patricia Dial denunció el acto de violencia que sufrió ese día y contó que “los pocos gendarmes que se negaron a maltratarme ese día, fueron perseguidos y castigados”.
Tiempo después fue recibida por empleados del Ministerio de Seguridad de la Nación comandado entonces por Bullrich. Al finalizar 2018, el principal responsable del Escuadrón Núcleo 50 «Posadas» al que pertenecía Pablo Torrila Diel, el comandante Isaac Gaete, fue reemplazado por Comandante Sergio V. Ance.
La causa judicial por la muerte de Pablo pasó primero por el Juzgado de Instrucción N°2, a cargo entonces del juez César Yaya. En la justicia provincial, bajo el expediente 11708/2019 de la Secretaría N°3, la causa pasó con la carátula “Muerte por causa dudosa”. Hoy, el caso está en manos de la Fiscalía Federal de Posadas.
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Cuando Pablo tenía 7 años, nació su hermano. “A la noche, nos tirábamos los tres a mirar la tele después de cenar. Era el momento en que estábamos juntos. Pablo tenía una risa muy fuerte. Mis amigas me decían que tenía voz de locutor. Es una de las cosas que más extraño, su voz, su risa. Bailaba tango. Integró el cuerpo de baile de la Municipalidad de Berazategui. Le gustaba cantar también”, recuerda Patricia.
Uno de los videos que conserva su madre, lo muestra cantando junto a un amigo en un estudio de grabación casero, una versión de “5 minutos y nada más”, del cantante tropical Lucas Sugo, uno de los hits más escuchados del 2015.
“Quiero que la Justicia y el Ministerio de Seguridad de la Nación investiguen a fondo y no permitan que el caso quede impune. No fue suicidio. A mi hijo lo mataron. Y no es el único caso. Hay más gendarmes del Escuadrón 50 de Posadas que murieron en condiciones dudosas por haber visto o saber cosas que no querían que se sepan” ruega la madre del gendarme.
Hasta el momento, a más de dos años de su muerte, el nombre de Pablo Torrilla Diel sigue formando parte de la extensa y dolorosa lista de casos judiciales impunes (como el caso del soldado Ramírez o el del joven Mario Golemba), que involucran a fuerzas de seguridad en la tierra roja.
*Por el periodista Sergio Alvez.