Urdimbre y trama
La Cooperativa Textil Ziza funciona en la unidad penal 6 de Rosario. Es la primera cooperativa de Santa Fe en contexto de encierro y la segunda del país en tener una sede en la cárcel y otra extramuros. ¿Cómo dialoga el adentro y el afuera? ¿Qué redes tejer en ese tránsito? ¿Cómo son la trama y la urdimbre que sostienen un proyecto colectivo? La emergencia sanitaria, la producción de barbijos y el encierro adentro del encierro.
Por Tomás Viu para enREDando
En la Unidad Penal 6 de Rosario, donde la calle Francia trepa la altura del 5.000, comenzó a gestarse en 2016 la idea de formar una cooperativa que se desprendía como un proyecto del taller de comunicación. En una nota publicada hace unos años en este medio registrábamos los comienzos de esta cooperativa textil. El trabajo sostenido en el tiempo hace palpable aquello de que cosecharás tu siembra. Del deseo a la idea inicial; de la inquietud al interés; del taller al programa de radio y de ahí a pensar en los diversos sentidos del trabajo en el encierro; del querer saber a la capacitación; del empezar a organizarse a la consolidación de una cooperativa: la primera de Santa Fe en contexto de encierro y la segunda a nivel nacional en tener una sede adentro de la cárcel y otra afuera. En este contexto pandémico y desde los propios cooperativistas privados de su libertad surgió la iniciativa de producir barbijos.
La Cooperativa es una articulación entre la Universidad Nacional de Rosario y la FECOOTRA (Federación de Cooperativas de Trabajo de la República Argentina). El proyecto, que comenzó con el Taller de Comunicación de La Bemba del Sur y continuó desde 2017 bajo el Programa «Educación en Cárceles», hoy es coordinado por la Dirección Socioeducativa en Contextos de Encierro, dependiente del Área de Derechos Humanos de la UNR. En la UP 6 tiene su unidad productiva pero también cuenta con una sede afuera de la cárcel que se está consolidando, en la zona oeste de Rosario. La sede extramuros es llevada adelante por los familiares de las personas que están privadas de su libertad y a la que se están incorporando los jóvenes que estaban encerrados y que empiezan a tener sus libertades transitorias o asistidas.
Mauricio Manchado, subdirector de la Dirección Socioeducativa en Contextos de Encierro, plantea que el sistema cooperativista en el que se vienen formando estos espacios productivos tiene que ver con una forma de discutir ciertas lógicas hegemónicas en la organización capitalista del trabajo. “La lógica de la cooperativa es interesante incluso por todo lo que produce al interior de los espacios productivos que se están gestando”.
La consolidación de la cooperativa Ziza se hace visible, no sólo por la etapa formativa que concluyeron quienes están detenidos, sino también por la cuestión formal. Después de un camino largo pudieron obtener la aprobación del INAES (Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social) y ya tienen la matrícula nacional y provincial. “La pandemia nos agarró en el último tramo de los trámites que era la inscripción en la AFIP para poder facturar. Pero existimos formalmente, tenemos acta constitutiva y matrícula”, cuenta Mauricio.
El año pasado Ziza empezó a hacer algunas producciones puntuales a partir de pedidos específicos como la Universidad que les encargó remeras para una marcha o el jardín del Bachi de Tablada que también encargó remeras para lxs chicxs. Mauricio cuenta que al margen de estos trabajos aislados, el año pasado empezaron a pensar algunas estrategias de comunicación y recién este año lanzaron las redes sociales; que no se querían apurar porque estaban terminando una etapa de dos años de formación en textil; que las familias que están afuera (todas mujeres salvo un varón que es el papá de uno de los detenidos) también están terminando una etapa formativa; que ahora los agarró esto y están produciendo barbijos adentro y proyectando para producir también afuera. Cuando dice esto dice pandemia, coronavirus, emergencia sanitaria, cuarentena.
Adentro de la cárcel son 23 personas quienes participan de la cooperativa y afuera son 9 familiares. El año pasado dos jóvenes que participaban de la cooperativa desde el encierro salieron en libertad y empezaron a vincularse con la sede en el afuera. Pero la cooperativa afuera no tiene todavía un volumen de producción que permita generar ganancias significativas: lo que generan como pequeña ganancia lo invierten para tener más materiales. Siempre comprar de forma minorista es menos conveniente que hacerlo en cantidad. Por eso la dificultad para producir en cantidad y tener stock se traduce en menor posibilidad de competir con los precios del mercado. La posibilidad de generar una ganancia mayor que sea palpable en los bolsillos de quienes participan va de la mano de la continuidad del proyecto entre el adentro y el afuera. Por eso este año tenían pensando impulsar la producción en términos de generar un ingreso en la economía de las familias. Ese era uno de los desafíos y en ese camino iban. Hasta que los agarró esto.
Cuando algo inesperado sucede, cuando la jugada es esquiva, también es nueva la gambeta: los pibes que están detenidos pensaron en producir barbijos. Pensaron que era una forma de poner a andar las máquinas que estaban paradas desde que empezó el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio. Le plantearon la idea al Director de la Unidad. Y se combinó con un interés específico del servicio penitenciario que estaba faltante de barbijos. “Para cuidar a ellos que a fin de cuentas son los que entran y salen a la cárcel y pueden ingresar el virus”, dice Mauricio. De esa manera entendieron que era una forma de colaborar con el cuidado de los agentes penitenciarios pero sobre todo de cuidarse ellos mismos. “Nos propusieron si podíamos armar una estrategia para que ellos empezaran a producir adentro y a nosotros nos pareció sumamente interesante, teniendo siempre los resguardos en términos higiénicos y de profilaxis”, aclara Mauricio.
El modo que encontraron para poner a andar la cosa fue que la terapista ocupacional de la cárcel acompañara a cuatro presos que integran la cooperativa para realizar la producción. La universidad no puede acceder a la cárcel, de hecho no puede entrar ningún agente externo desde una semana antes del aislamiento obligatorio. Hasta el momento el material para la producción lo puso el servicio penitenciario, quienes son los destinatarios directos de los barbijos.
Tal como pasó con la cooperativa, que de aquella idea inicial fue creciendo y transformándose en el andar, la iniciativa de producir barbijos también va multiplicando sus alcances. Empezaron a recibir pedidos de presupuesto de otras organizaciones como Empleados de Comercio o el Ministerio de Salud de la provincia a través de la Dirección de Cooperativas que les pidió presupuesto para ver si entran en una nómina de cooperativas que van a producir barbijos. “Como es un insumo que lamentablemente se va a usar mucho, hay una demanda ya incipiente”. Mauricio cuenta que la idea es ver de qué manera se puede producir barbijos en la unidad para vender afuera y al mismo tiempo activar la producción en la sede extramuros. Dentro de los cuidados necesarios menciona el hecho de que nunca haya más de cuatro personas en el espacio productivo y el material higiénico indispensable que la Universidad se comprometió a aportar.
Como uno de los ítems exceptuados para circular es la producción de insumos sanitarios, están tramitando los permisos para que los familiares que están en la sede que tiene la cooperativa en zona oeste puedan trabajar. La cuarentena obligatoria viene impactando de lleno en todos los niveles de la economía, a nivel macro y micro. Los sectores que más fuerte y más rápido sintieron el golpe son aquellos que antes de la cuarentena ya estaban más desprotegidos. Esos sectores hoy quedaron a la intemperie. Y en las barriadas populares de la ciudad en cuarentena todo se complica el doble. Urge laburar. Es necesario y urgente.
Mauricio cuenta que el presidente de la cooperativa vende medias en la calle. Lógicamente no hay posibles compradores en una calle que quedó suspendida hasta nuevo aviso. Este caso como tantos otros. En este panorama, el ingreso que puede representarle el trabajo de la cooperativa puede ser muy significativo aunque no le resuelva completamente su pasar económico. Sería también un estímulo para seguir andando. Mauricio cree que es una instancia interesante para apuntalar el proyecto de la cooperativa en términos de grupalidad y de proyección hacia el estado post pandémico. “La producción de barbijos fue una iniciativa de ellos y una demanda que nosotros recogemos y tratamos de organizarla. Desde la Dirección de la Universidad estamos tratando de darle forma”.
Parte de un andar
Mauricio menciona algunas de las acciones de la UNR en tiempos de pandemia como los respiradores, los comedores y la articulación con otros organismos del Estado para ver cómo llegar a la población universitaria. Dice que la Universidad no puede quedarse únicamente elaborando documentos, produciendo declaraciones o analizando críticamente lo que está pasando con este fenómeno, sino que también debe intervenir con las herramientas que tiene a disposición. “El rol de la UNR es muy activo y hace implosionar lo que tradicionalmente se entiende por este tipo de instituciones que está mucho más ligada a la producción de conocimiento y en menor medida a la intervención específica sobre determinados territorios”.
El Área de Derechos Humanos de la UNR se creó en octubre del año pasado. Dentro del Área se crearon una serie de Direcciones como la de Discapacidad, la de Infancias y la Dirección Socioeducativa en Contextos de Encierro. La directora del Área es María Chiponi y Mauricio es el subdirector. El Área tiene una línea con un perfil extensionista donde se incluyen todas las prácticas culturales y educativas que vienen haciendo en las cárceles hace doce años y que se institucionalizaron en 2014. Pero Mauricio cuenta que además vienen desarrollando una línea de investigación sobre prácticas educativas y culturales en contexto de encierro y otra línea referida al mundo del trabajo en donde pensar por un lado en trayectorias laborales para lxs detenidxs pero también en las redes que se tejen en el afuera pensando en la etapa de post encierro.
Ziza es el único proyecto tan consolidado pero paralelamente venían proyectando instancias similares en otras unidades. En la unidad 3 se estaba proyectando que el espacio de herrería tenga el mismo ímpetu productivo que la cooperativa textil y en la Facultad de Agronomía se planea hacer una capacitación sobre huerta con docentes y estudiantes de esa Facultad en la unidad Nº 11 de Piñero. “No solamente se iban a confeccionar huertas que generalmente hay en las cárceles, sino que se iba a hacer una formación específica sobre el trabajo, el uso de la tierra y las distintas implicancias”. Aunque el comienzo del proyecto programado para abril quedó trunco por la pandemia, está lista la cuestión formal para arrancar cuando termine el aislamiento.
El encierro adentro del encierro
Como una matrioshka –en castellano muñeca rusa- la situación de aislamiento impacta doblemente en los contextos de encierro. Es un encierro adentro de otro. Al aislamiento de los sistemas carcelarios se le suma el de la higiene y profilaxis de la emergencia sanitaria. Se restringen los espacios productivos, culturales y educativos en las cárceles. También se prohíben las visitas familiares. Así, se cortan los lazos con el afuera. Algunos canales televisan los motines que hubo en distintas cárceles durante la pandemia. El foco suele ponerse en la violencia, la muerte, el peligro. Al tiempo que se alimenta la campaña sobre la supuesta liberación masiva de presos, las condiciones de hacinamiento y vulnerabilidad que no empezaron con el coronavirus están a la orden del día.
Mauricio Manchado hace una distinción entre la resonancia que tuvo la situación pandémica en las unidades del sur de la provincia en relación con las del centro provincial en donde hubo situaciones complejas de motines, revueltas, represión y muertes. Para Mauricio esta diferencia no está solo en relación con la pandemia sino también con los perfiles que fueron asumiendo algunas unidades y particularmente las del sur, salvo Piñero, que han transitado esto de una manera aparentemente más consensuada. En Santa Fe no sólo están prohibidas las visitas familiares sino también el ingreso de otros dispositivos que comuniquen el adentro con el afuera. Lo único que se habilitaron son teléfonos de guardia que son administrados por el servicio penitenciario. Se desconoce su eficacia.
Aunque Mauricio cuenta que la restricción del ingreso de los familiares se asumió por parte de lxs detenidxs como una medida necesaria para el cuidado propio y el de sus familias, dice que esa falta de comunicación y esa incertidumbre va a afectar psicológicamente y terminará implosionando por algún lado. En un primer momento también se habían prohibido los paquetes que las familias les acercan a las personas detenidas. Pero esos paquetes generalmente contienen lo que no garantiza la vía estatal en términos de alimentación e incluso de higiene. Por eso el servicio penitenciario se tuvo que organizar para permitir finalmente que los paquetes ingresaran.
Hay una gran incertidumbre de lo que puede pasar si el virus entra en las cárceles. Mauricio cuenta que se están adecuando determinados espacios que no eran sanitarios para cualquier situación que hubiera que aislar. Pero dice que “los pibes no terminan de tener toda la información disponible de qué es lo que va a pasar si el virus ingresa”. Explica que en un primer momento hubo reclamos porque no se estaban tomando todas las medidas necesarias de higiene, como por ejemplo, no había lavandina en los pabellones. Pero dice que esos pedidos después se fueron cumpliendo y que hoy la situación está más acomodada.
¿Se puede hacer cuarentena completa en la cárcel? ¿Quién cocina? ¿Quién limpia? Como el aislamiento con el exterior no puede ser total, Mauricio dice que en algunos casos la forma que encontraron fue autoaislarse y no ir a los espacios laborales. Recién empezaron a ir nuevamente a estos espacios cuando estuvieron garantizadas las medidas de higiene. Mauricio cree que el aislamiento en el aislamiento no va a traer nada bueno. Se aleja de algunas miradas más optimistas sobre el marco post pandemia porque piensa que ninguna situación que implique medidas restrictivas va a generar algo positivo. “Los pibes están generando la mayor grupalidad posible. Están tratando de encontrarse dentro de los mismos pabellones para que ese aislamiento no impacte tanto”.
La emergencia sanitaria y el aislamiento social obligatorio exponen de manera más clara situaciones preexistentes. Para Mauricio no es casual la iniciativa que tuvieron en la unidad 6 con la producción de barbijos. No es un hecho aislado sino que tiene relación de continuidad con todo un proceso. Mauricio dice que están pensando algunas estrategias para que no pierdan la continuidad los pibes que estaban cursando sus estudios universitarios bajo el acompañamiento de los dispositivos socioeducativos. “Estamos viendo estrategias múltiples, desde acercar material impreso hasta que se autorice el ingreso de algún dispositivo celular a los fines de generar estrategias virtuales para acompañar la lectura de esos textos”.
Mauricio también se aleja de los discursos que en época de cuarentena reproducen livianamente la palabra solidaridad. Desconfía porque cree que en tiempos posmodernos esa palabra en boca de muchos se vuelve frágil. “No se recupera la idea de la solidaridad de estos procesos colectivos sino la del tipo que en condiciones de clase muy diferentes a la de los pibes se queda en su casa y creemos que con eso estamos aportando a procesos de cambio”. Para Mauricio el hecho de que la iniciativa haya salido de los mismos pibes dice más que cualquier otra cosa. Pero al mismo tiempo se aleja de los binarismos para evitar caer en los opuestos. Los presos no son buenos porque producen barbijos. “Producen barbijos porque entienden que es un modo de aportar en una situación muy compleja pero como ya lo venían haciendo antes cuando pensaron que armar una cooperativa era un modo de aportar desde otra forma de transitar la cárcel hasta generar otra movilidad de trabajo en el afuera”. Mauricio vuelve sobre la idea del proceso en el que estas acciones se enmarcan. No exponerlo como un hecho desgajado ayuda a pensarlo dentro de un proceso colectivo.
*Por Tomás Viu para enREDando / Imagen de portada: Ziza cooperativa textil.